Johann Heinrich Füssli
En ese momento, a mi lado, un rebaño de gaviotas alzó el vuelo -un blanco arco trémulo
me cobijó, -plácidas, ligeras, amables plumas
moviéndose afirmativamente en el aire -grandes manos amistosas
aplaudiendo mudas el silencio, dándome palmadas en el hombro
de nuevo con confianza, -sí, una confianza nueva. Y bien, no lo lamentes.
Te aseguro que ahora estoy tranquilo; -no anhelo la muerte de los otros
ni tampoco la mía. No me importa ya
el engaño de los dioses ni mi autoengaño ni la burla
de mis compañeros de combate, -estoy lejos, no me abate. ¿Qué haría
con los inútiles botines, con el inmenso escudo y con la lanza?
¿Me protegería? ¿De qué? ¿Y cómo? Los troyanos no me doblegaron-
el miedo al enemigo es nulo frente al miedo al amigo.
Yannis Ritsos
Sabemos-que-no-somos-sabios.
El gato aprende los mitos uno a uno debajo de la manta. Maúlla y no
se asfixia porque los sueños respiran. Sabemos-que-no-somos-limpios.
Acaricio mi cama rasurada y quién vive dentro.
Sabemos-que-no-somos-tiernos. Qué más voy a contar, qué más.
Sabemos-que-mueren-gaviotas-dilo-más-rápido-sabemos-que-mueren-insectos-dilo-más-rápido.
El único monstruo era yo y así lo palpo y así lo aprendo.
Sabemos-que-Él-se-ha-dormido. Mi sucio compañero. Mi buen animal.