Publicado en Revista 330ml:
Hay poesía que no destaca por su virtuosismo, ni por su forma, ni por su temática original. Hay poesía que no da demasiada importancia a sus metáforas, o a su variedad en el lenguaje o, incluso, a su voluntad por trascender. Sin embargo hay ocasiones en las que esa poesía puede ser tan sugerente y natural, tan íntima, espontánea y sobrecogedora como la que ante nuestros ojos se nos presentó como buena, clásica, correcta, nueva o elaborada. Esa poesía sugerente y natural es la que encontramos bajo la voz de Cristina Martín, también conocida como Princesa Inca, y ese el desafío que se nos muestra entre las páginas de La mujer-precipicio,extenso poemario que la autora catalana acaba de publicar en la colección Preciosa y el aire, de la editorial Libros del Silencio.
La mujer-precipicio no es tanto un poemario como un diario íntimo disfrazado de libro. La locura, el sexo, la intimidad descarada, la reflexión sobre escritura y poesía son los temas que la autora nos presenta por medio de su cuerpo. Una especie de yo desbordante y desbordado que se posiciona en el centro de un mundo que, lejos de la literatura, parece no llegar a funcionar: encontramos en él la muerte del abuelo, los amantes que decepcionan, la belleza y la juventud huidizas (aquello que menos tarda en desprenderse) e incluso podemos toparnos con la propia poeta, quien se ve a sí misma como el mayor obstáculo para su felicidad.
Cristina Martín sabe desenvolverse muy bien en la prosa poética y en el poema breve. Sus textos, a veces, recuerdan a cancioncillas infantiles que a base de repeticiones y pequeños juegos de palabras consiguen formar un conjunto de oraciones o de rezos livianos y envolventes para el lector. La palabra de Cristina podría encontrarse entre los márgenes de Pizarnik y Belli, allí donde lo virtuoso es lo visceral y la buena poesía el más íntimo canto.