tres secos golpes de alas (más pájaro
que mariposa) dentro
del corazón
y luciérnagas
unas pocas
y débiles luciérnagas encendiendo y apagando
sus fanalitos
por
la tupida oscuridad de la cabeza
no hay aire -ni dolor- en la
cerrada mansión de la durmiente
María Rosa Maldonado
Cuanto más leo sobre la
enfermedad, más cuenta me doy de que es un tema del que cada vez sé
menos. Cuanto más leo, más aspectos desconocidos descubro. Más
lecturas pendientes acumulo... Hay tanta literatura a propósito. Hay
tantas enfermedades sobre las que escribir. Hay tanto por leer. Hay
tanto por saber: y, lo cierto, es que no sabemos nada.
Lo pensaba a raíz de una
de mis últimas lecturas, el libro Atzavara
(kriller71edicioes, 2012) de María Rosa Maldonado. Una especie del
canto a la mente (¿enferma o curada?) a la medicina (¿o al veneno,
o al litio?), a la enfermedad (¿o a la vida, acompañada de ella?) o
a la poesía que nace de la enfermedad (¿como una flor surgiendo en
tierra estéril?). Pero aquí, Atzavara de María Rosa
Maldonado no es una flor. Pero aquí, Atzavara de María Rosa
Maldonado son miles de flores surgiendo del lado más oscuro de
nuestras vidas, pues con un lenguaje áspero y una dificilísima
ordenación de los versos, los sentimientos y las referencias,
consigue finalmente mecernos. Darnos la enfermedad. Darnos la flor.
Darnos su propia y particular medicina.
Con todo la autora me ha
recordado a una especie de Ingeborg Bachmann a la que le han robado
los verbos, a una especie de Joyce Mansour sin pasillos, o a incluso
a una suerte de Leopoldo María Panero, sumergido en la brevedad de
un destello.
Quería contaros además
que este es la segunda publicación de la joven editorial
kriller71ediciones.
La encontré un día en mi buzón gracias a la generosidad de su
editor, Aníbal Cristobo. Hoy he puesto una cita de María Rosa
Maldonado en Facebook (que ha gustado mucho, y que arriba vuelvo a
copiaros) y más tarde le he dado las gracias al editor en un mensaje
privado. “Me ha encantado el libro de Maria Rosa”, le dije,
pensando yo en ella como en una suerte de autora secreta que el
Cristobo venía de descubrir. “Me alegro”, respondió él, “es mi
madre”.
Entrañable. Pensé entonces. Y en mi me mente se reconfiguraron todos los esquemas: Enfermedad + Literatura =
Familia = Enfermedad + Literatura = Sus flores. Ad infinitum.
10 comentarios:
Justo estoy haciendo yo un trabajo de enfermedad y familia. Más concretamente, cáncer y familia.
Cáncer y familia. Si necesitas alguna referencia, es uno de mis temas predilectos. Besísimos.
Si quieres enviarme alguna, encantadísima.
esther_zam90@hotmail.com
Gracias por adelantado!
¿A Bachmann? Sigo maravillándome de cuán diferente es la lectura de cada individuo: primero, yo no leo nada de enfermedad en el libro de María Rosa Maldonado, por mucho que haya invocaciones a venenos, piamadres, neurastenias, etc... y segundo... yo no lo leo para nada en esa clave. En cuanta a Bachmann, no sé qué Bachmann dices, en qué fase de su quehacer, quiero decir, pero con Maldonado no le veo ni la más mínima conexión. Lejos quedan las fluctuaciones florales, la meditación visual, musical y sorprendida de una naturaleza a niveles microbiológica y macrobiológica trasladadas también al propio ser humano y la fascinación por una lengua científica que se incorpora sin miedo, pero más quiado por la intuición y la musicalidad de una letanía que por una gran celebración del conocimiento científico, a la mirada y a la voz de la poeta con el lenguaje duro, preciso, lírico y desolado de una enorme Bachmann. A lo mejor hay que leerla en el original para notar la enorme diferencia en tono, en temas...
En fin, que cada uno lea como quiera.
Lo que es totalmente infumable, y lo siento porque es un poeta al que respeto, siempre en su estilo, es el posfacio de Jiménez. Destroza totalmente el misterio, la hermosura del lenguaje elegido por la poeta, totalmente logorreico. Fallo del editor. Sorry.
Y, finalmente, y perdón por tanto comentario (ya me voy, para siempre): a ver si alguien se digna a hacer una reseña comme il faut del poemario de María Rosa Maldonado. Merece mucho la pena leerlo, paladearlo y emitir una reflexión que le haga justicia. Aunque no todos los textos me llegan con igual intensidad (el último poema me parece el menos potente), "Atzavara", "El padre" y "Meditación de las diatomeas" me parecen maravillosos, llenos de un raro misterio, de una emoción filosa, de una infinita delicadeza.
Un saludo y disculpa a todos por mis comentarios.
La enfermedad de la mente deviene enfermedad corporal aquí. De ahí que vea un cerebro parecido al de Bachmann, el elogio de la blancura. Del qué nos queda ahora.
A ver, es tu lectura y ahí no me meto, pero no dejo de pensar que en tono, temas y estilo este poemario y la poesía de Bachmann se parecen como un huevo a una gallina.
Yo es que no leo que la enfermedad de la mente devenga enfermedad corporal, de hecho, el tema "enfermedad" me parece secundario, si bien es cierto que aparece. Lo veo como una manera de significar un estado poco armónico y que busca solucionarse con la meditación o los estados de búsqueda en el interior. Me parece que el nivel de la enfermedad opera más bien en un plano metafórico, y sólo en algunas partes del texto. A mí, como ya te dije antes, el poemario me parece una letanía, un poner en práctica la poesía como una forma de meditar, de autoconocerse. En fin, así lo leo yo.
Y Bachmann, en fin, yo es que no le veo el más mínimo vínculo, ni tampoco la leo como tú. Y luego que en el nivel estilístico y de pensamiento me parecen sumamente lejanas. Lo que mencionas de Bachmann es tan concreto y tan poco representativo de su poesía que establecer esa conexión a mí personalmente y sin ánimo de ofenderte en lo más mínimo me parece un poco peregrino.
Lo que sí está claro es que cada uno leemos y asociamos de modo distinto y, bueno, que tu asociación primero me ha dejado un poco asombrada... y a medida que voy pensándolo me va pareciendo cada vez más interesante pensar en la recepción que cada uno hacemos de los poemas y las distintas poéticas y cómo vamos enlazando experiencias y lecturas pasadas por nuestro tamiz.
Por cierto, antes estaba citando los poemas de memoria, según lo que se me había quedado a mí de la lectura, y no he dejado bien sus títulos: los poemas que me parecen interesantes son: "Noche de las diatomeas: una meditación", y "La delicada luz de los venenos".
De nuevo, un saludo y mil disculpas.
Ambas autoras están entre mis lecturas y relecturas recientes. Encuentro muchos paralelismos temáticos (sobre todo en la lectura de su libro póstumo), no así en la forma. Como dices, cada uno lleva las lecturas a su terreno. Con todo, no creo que esta versión mía de la lectura de MRM sea tan disparatada.
Gracias a ti por el interés y la lectura.
Abrazo,
L
(Ni una frase sin la palabra "lectura", maldita sea. Escribo rápido desde la oficina. Pido perdón por mi "loca" redacción.)
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