La Voz de Almería, 10 de mayo, 2008.
El profesor de Filosofía pregunta “¿qué es más real?”, y ningún alumno se atreve a responder. Ocurre lo mismo con las cuestiones que surgen a lo largo de una conversación con los Carracci: Agustín el fotógrafo, Aníbal el poeta y Ludovico el montador de lienzos. Los apodan “trío Carracci” porque nunca se separan. Son iguales a los hermanos del Barroco italiano, pero en la Almería del siglo XXI. Agustín es el mayor de todos, y a pesar de no pertenecer a su misma generación tengo muchas cosas en común con él. Ludovico nunca opina de nada; Aníbal siempre guarda algún argumento para llevarme la contraria cuando hablamos de poesía: “¿seguro que has leído el libro, es cierto que conoces los cuadros parisinos, de verdad entiendes los versos de Baudelaire?” El trío es así. Aceptan sus propias propuestas, comentarios, puntos de vista…, pero si no eres uno de ellos, en seguida desconfían. Sin ir más lejos, la semana pasada, después de una serie de fotografías por la zona baja de la Alcazaba, los cuatro nos fuimos a tomar algo a la terraza del ‘5mentarios’ para charlar un rato. El tema elegido fue ‘Las flores del mal’. No sé cómo lo hacemos, siempre acabamos discutiendo sobre el feo y sifilítico Baudelaire, y sobre el término ‘spleen’ (término que explica su estado ánimo: tedio y melancolía). Aunque para padecer spleen no hace falta irse a París. Allí mismo, en la plaza Masnou, nos vimos rodeados de niños vestidos de oscuro, personas pequeñas de sexo indefinido con lágrimas pintadas en las mejillas y cadenas en la cintura. Tribu urbana que toma las calles de Almería con aire triste y asqueado por el mundo. Estos ‘Emo’, como dicen llamarse, tendrán un par de años menos que yo. No los entiendo, no escucho su música, no comparto su gusto estético, no pertenezco a su generación.
Los Carracci beben, los ‘Emo’ exprimen su bilis negra, y mi Coca-cola Light, calentándose sobre la mesa, trae a la memoria interrogantes. ¿Qué significa esta generación perdida? Unos no creen en la vida, otros creen que lo han vivido todo. La plaza era como un escenario. Terminé el refresco y abandoné a mis propios personajes. Sin dar respuesta, ¿quién de ellos era más real?