31 diciembre 2016

Mis libros favoritos de 2016.


(Creía que este año había leído poco, o que todo lo que había leído era por trabajo, pero haciendo esta lista me he dado cuenta de que no, de que han sido muchas cosas, y algunas muy importantes. He seleccionado 10 libros de poesía pues es el género que más he leído e investigado, del resto de géneros sólo he seleccionado 5. Muchos de estos libros los leí en casa, con Ulises entre los brazos. Otros en la oficina, para la nueva sección de PlayGround -PlayGround Books- que dirijo desde septiembre. Creo que aunque es una lista que refleja muy bien el año, me he dejado algunas cosas, especialmente en poesía, donde casi ha sido imposible elegir, y donde faltan muchos nombres. Con todo, aquí la selección. Muchas gracias por seguir mis recomendaciones en Instagram, Twitter o PlayGround. 2017 estará lleno de libros, aunque no lo parezca, aunque el trabajo, aunque los brazos llenos de hijo, aunque la falta de tiempo. Estoy segura.)

Poesía


1. El peor de los dragones, de Juan Eduardo Cirlot (Siruela)
2. Odes, de Sharon Olds (Knopf)
3. Conjuros y cantos, de Sara Torres (Kriller71)
4. Diván de poetisas árabes contemporáneas (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo)
5. Tu vida rompiéndose, de Raúl Zurita (Lumen)
6. Configuración de la última orilla, de Michel Houellebecq (Anagrama)
7. Los eróticos y otros poemas, de Efraín Huerta (Ultramarinos)
8. Tuscumbia, de Lola Nieto (Harpo)
9. Copenhague huele a París, poesía danesa contemporánea, VVAA (Nórdica)
10. Houston, yo soy el problema, de Óscar García Sierra (Espasa)

Ficción



1. Cada noche, cada noche, de Lola López Mondéjar (Siruela)
2. Oona y Salinger, de Féderic Beigbeder (Anagrama)
3. La insólita pasión del vendedor de lencería, de Asako Iruta (Reservoir Books)
4. Quiltras, de Arelis Uribe (Los Libros de La Mujer Rota)
5. Nada crece a la luz de la luna, de Torborg Nedreaas (Errata Naturae)

No ficción



1. Un animal es una persona, de Franz-Olivier Giesbertt (Alfaguara)
2. Teoría del viaje, de Michel Onfray (Taurus)
3. Apuntes sobre el suicidio, de Simon Chritchley (Alpha Decay)
4. Metáfora y memoria, de Cyntia Ozick (Mardulce)
5. La muerte de los héroes, de Carlos García Gual (Turner)

Cómic/ilustrados



1. El príncipe del mar, de Kaori Ozaki (Milky Way Ediciones)
2. Juliette, de Camille Jourdy (La Cúpula)
3. Chiisakobee, de Minetaro Mochizuki (ECC)
4. La sed, de Paula Bonet (Lunwerg)
5. Érase una vez La Volátil, de Agustina Guerrero (Lumen)

Y algunos libros publicados antes de 2016 pero que leí este año



1. El resto del viaje, de Bernard Noël (Abada)
2. Sangsues, de Daisuke Imai (Casterman)
3. Las nadas y las noches, María Auxiliadora Álvarez (Candaya)
4. Qui mange des couteaux, de Zoé Jusseret (Fremok)
5. La imaginación pública, de Cristina Rivera Garza (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes)

Pero lo mejor, mejor, mejor, mejor de 2016 ha sido...


(En la playa de Ana Gaviera, Pequeño Cartago, Cabo de Gata, diciembre, 2016)

22 noviembre 2016

Buganvillas en el jardín del hospital pediátrico.


cuando dijeron mira qué pollo tan lindo
no me imaginaba esto
el pitido de tu bronquio ardoroso
tu pelo sudado o que tocarte fuera
como pelar un huevo recién hervido
entre mimo y escozor
entre esmero y cuánto quema
en la cama contigua del hospital pediátrico
el vecinito dice no quiero que sea de noche
tu pelo liso tu bronquio liso tu sangre
excelente ya
cuando alabaron qué pollo tan bueno
imaginaba un pío quejica
y no esta dulzura con la que miras
las manos flacas de la enfermera
con el pie rojo punzado
con la máscara darth vader humeante
con la sonrisa de no saber qué es angustia
pollín herido todo templanza

28 agosto 2016

Baño en el lago de Sloterpark.

tú sabes muy bien que los poemas siempre tienen razón
Niels Frank

quería que la primera vez que vieras el mar fuera en el sur
más concretamente en el cabo de gata
y más concretamente aún en el arrecife de las sirenas
o en aquella cala hecha de escombros
entre las salinas y la fabriquilla
donde una vez en primavera tuve que lanzar rosas al azul
quería eso y fui egoísta
porque en vez de celebrar tu cuerpo en la arena
de cualquier playa divertida
yo quise llevarte a la de un recuerdo íntimo
mirarte vivo allí donde miré la muerte
y bautizar aquel encuentro
como una casualidad artificial pero memorable
sin embargo
el destino quiso que tus ojos se toparan en agosto
con el agua extranjera del mar del norte
y con el barro de los canales holandeses donde los patos
baten sus alas levantando las mismas gotas
que salpiqué sobre tu tripa
el último día de vacaciones en sloterpark
fue allí donde descubrí que el arrecife
es un lugar que sólo existe en mi cabeza
una imagen hecha de sal y espuma
que lo inunda todo y se parece a tu mirada
da igual la cantidad de veces
que te hubiera imaginado en el mar de los deseos
creo que lo que me libera del miedo y de la muerte
es verte vivo en todos y cada uno de mis paisajes





Ámsterdam, agosto de 2016
después de Volendam y Sloterpark

08 julio 2016

¿Te habrá cambiado mucho la vida, no?


cosas que han cambiado:
por ejemplo las peleas con papá son en silencio
por ejemplo si me masturbo después me lavo
las manos con jabón muy fuerte
froto muy fuerte si me masturbo y si me lavo
froto muy fuerte mis manos y mi conciencia
por ejemplo no hay tiempo para cocinar
como pan con aceite y un poco de gomasio
por ejemplo mi estómago es distinto
no tolero lo que tú no toleras
y mi cuerpo se resiste a adelgazar
por ejemplo los poemas los escribo por las noches
por ejemplo los escribo a escondidas por las noches
por ejemplo me importa la política
o tu futuro
o desear otro país
por ejemplo con ojeras también me veo linda
por ejemplo ahora sé qué significa muselina
pelele
dudú
por ejemplo tengo miedo a olvidar el carmín en la boca
marcar tu frente con mis labios
ensuciarte de rojo para siempre
por ejemplo nunca había amado de este modo
por ejemplo a veces me arrepiento
por ejemplo ya no quiero que los gatos duerman
en la cama
por ejemplo no me acuerdo de las cosas que han cambiado
creo que la vida siempre ha sido así
veloz y peligrosa
lenta y este ruido
brillante cuando estoy a vuestro lado

10 mayo 2016

Marzo-Abril 2016: mis 6 lecturas preferidas.


Un virus extraño que convierte nuestros sueños en paseos infinitos por los tejados de la ciudad —paseos que, en realidad, son un pretexto para el amor—. 
Un amor por el alcohol, un amor infinito por el alcohol: no os confundáis, no hablo de Bukowski sino de las dulces borracheras de Amélie Nothomb. 
Dulzura y cariño hacia los gatos. 
O gatos muertos en un riachuelo de una aldea japonesa, donde los huérfanos piden un poco de diversión. 
¿A quién le importa un gato muerto? ¿A quién le importa un cerdo, una vaca, un ratón? 
¿Y a quién le importa una adolescente que se tira desde lo alto de un edificio? 
¿Quizá habría sobrevivido si alguien la hubiera contagiado antes con el virus de los paseantes de sueños?
Ay,
no sé.
Marzo fue el mes del peso. El peso pesado y las patadas nocturnas.
Ay,
tampoco sé.
Abril fue el mes de Ulises. Mes suave. Mes increíble. Mes mi bebé nuestro bebé el bebé.
Ay,
hace 2 meses que apenas duermo, y las lecturas se me mezclan en la cabeza, como una sinopsis delirante, enorme.
Los niños locos de Taiyo Matsumoto en Sunny (ECC), el nuevo asesinato de Amélie Nothomb en Pétronille (Anagrama), la intriga y la ternura de Zidrou en El paseo de los sueños (Norma Cómics), el respeto a todas las especies de Franz-Oliver Giesbert en Un animal es una persona (Alfaguara), el duelo ebrio de Ben Brooks en Hurra (Blackie Books) o el amor por esos seres peludos que son los gatos de Charles Bukowski en Gatos (Visor).
Ay.
Perdonad que no diga más.
Llevo tres horas tratando de escribir estas líneas.
Me tengo que ir.
Bebé me reclama. 

15 abril 2016

Una semana de vida.


No eres humano. Tus orejas pequeños milímetros pequeños pequeños cómo van a ser humanas. No es humana tu manera de respirar. O ese corazón agitado que nació de un corte en el vientre. Corte que no es humano. No es humana esta manera de nacer. Esta manera de mecer. Esta manera de querer milímetro a milímetro, miniatura a miniatura, piel a piel-pequeña entre mis pechos. Me dijeron que eras persona, pero eres pez. U oso. O perro relamiéndose los dedos al sol. No eres humano ni persona: eres ictericia, pezonera, ombligo negro y pinza, ojos indecisos que me miran con asombro. No eres humano: sólo eres hueso baba. Hueso suave. Hueso enamorado de llanto y calor. 


24 marzo 2016

El dedo (2): algunas lecturas.


El pasado 14 de marzo salió a la venta El dedo en Amazon. 

Como muchos me habéis preguntado a propósito diré que sí, que es un librito sólo digital (pertenece a una colección de Capitán Swing que se dedica a batallar desde lo digital y desde los nuevos formatos y voces del periodismo, en el Pack número 3, al que pertenece este libro, comparto espacio con un ensayo de Alberto Santamaría sobre arte y propaganda). 

En las últimas semanas han salido algunos artículos sobre la polémica que este pequeño texto provocó a raíz del cierre temporal de mi cuenta de Facebook, pero también han aparecido reseñas y lecturas muy bonitas e interesantes centradas en contenido y en el mensaje. Lecturas de chicas, sobre todo, que me han hecho mucha ilusión y que comparto aquí con vosotros:

1. María Mercromina en Gonzoo
2. Marisa Fatás en Vein 
3. Belén Diego en La línea de fuego 
4. Anita Botwin en El Sextante, de Atresmedia
5. Pamela Rahn en Mor.Bo


11 marzo 2016

Diario de una baja médica (2).


Día 5.
Hablo el idioma de los gatos. No el que se maúlla sino el que se acaricia. Hablo el idioma de los fetos, mis dedos contra el botón salido de este ombligo que una vez cicatrizó hace 25 años dejando una marca con forma de estrella. Hablo el idioma de los fetos sí, de los que están sin estar porque la piel los cubre. Presiono y acaricio como a un gatito y la pierna de mi hijo responde al impulso. Hablo el idioma de los gatos, el idioma de los fetos, el idioma de los muertos: me dirijo con las manos a mamá, le recuerdo que hace dos años estábamos muriendo y estábamos cuidando. ¿Te gustaba la papilla, mamá? ¿Te gustaba la morfina? Hablo sola y hablo con ellos: lo gatos, el feto, la madre que no. Le digo a mamá que ahora yo soy madre, ¿sabes? Que ahora esa palabra significa otra cosa, ¿sabes? Hablo, para que hablen entre ellos. En la cama el pijama de flores, el gato expectante, la patada y la caricia, la canción favorita de mamá. Hablo el idioma de los locos, el idioma felino, el idioma amniótico, el idioma de la mami que no. Es una lengua que se aprende despacio, que se practica en sueños, que en realidad sólo sirve para decir "sí", "qué tierno", "hola" y "adiós".

08 marzo 2016

Sobre la censura y el autoplacer (una actualización).



Queridos amigos,

hoy vuelvo a actualizar el blog para deciros que después de cinco días delirantes, Facebook ha decidido volver a abrir mi cuenta personal.

No he recibido ningún email ni ninguna notificación por parte de la empresa que me explique sus razones del cierre, ni sus motivos del regreso (de hecho, me ha tenido que avisar una amiga de que mi avatar ya empezaba a flotar por la red).

Pero estoy segura de que esta concesión se debe principalmente a todo vuestro apoyo. Desde los grandes medios españoles hasta periódicos, revistas y blogs de Perú, Colombia, México, Reino Unido y Francia, la noticia ha corrido como la pólvora, y tanto los amigos más cercanos como cientos de personas que no conocía de nada, habéis gritado y conseguido que la causa sea escuchada.

Os estoy muy agradecida.

Infinitamente.

Ahora prometo portarme bien... pero a mi manera, claro  ^^

Luna

Diario de una baja médica (1).



Día 1.

—El bebé tiene prisa por salir. Me pregunto entonces, ¿quiere salir porque no le gusta estar dentro de mí? ¿O quiere salir porque sus ojos oscuros, demasiado cerraditos y en penumbra, desean ver el mundo? El bebé tiene prisa por salir y entonces el médico firma un papel, me dice, descansa, me dice, lee, me dice, fruta y verdura sana, me dice, azuquitar sus ojos, me dice, qué grande, me dice, percentil, me dice, el bebé tiene prisa, ¿y tú?

—Agotamiento. La palabra, quizá sea esa. O quizá sea otra. Cinco días después los dedos siguen resonando. A veces son dedos que acarician. Otras, son dedos que presionan y que ahogan. Prometí no decir nada más porque ya lo había dicho todo. Qué poderosas son las palabras. Pero qué peligrosa es la libertad y su reclamo. 



—Hablemos de Frank Underwood. (SPOILER, NO SIGÁIS LEYENDO). Os diré que por primera vez le he visto vulnerable. Aunque en realidad él siempre ha sido el personaje más vulnerable. Os diré también que no entiendo el afán de Claire por seguir ahí. De pie. Sobria como su vestido blanco. A veces es una heroína y, a veces, su blancura tan tiernas también está manchada de sangre. 

—La editorial Anagrama acaba de publicar Pétronille de Amélie Nothomb. Si leer a Beigbeder era como masticar un chicle, leer a Nothomb es como tener otra vez 13 años y estar descubriendo la literatura. A esa edad, a los 12 o 13, mi padre me regaló Estupor y temblores. Desde entonces, las ediciones de los libros de esta belga loca se acumulan en mi estantería, leerla es como una borrachera,  como una primera borrachera. En Pétronille me doy cuenta de por qué.

—Inconstante. Desordenada. Hoy me he despertado y he escrito esto. ¿Pero escribiré mañana?


05 marzo 2016

Sobre la censura y el autoplacer.

Apollonia Saintclair

Queridos amigos,

como algunos ya sabréis, el pasado jueves por la mañana anuncié aquí en mi blog y en mis redes sociales la publicación de mi nuevo libro. Un pequeño recopilatorio de artículos, ficciones, fragmentos de diario y entrevistas a propósito del tema del autoplacer femenino.



Como distintos medios digitales y blogs se han hecho ya eco de la noticia, quizá también sepáis por El Confidencial, VerneEl Español, Ara, Telecinco, Estandarte, NegratintaElComercio (Perú) o ActuaLitté (Francia) que pocos minutos después de anunciar la publicación y explicar su contenido en Facebook, esta empresa me anunció que me habían denunciado por mal comportamiento, y que mi cuenta había sido desactivada por precaución.


De pronto, por hablar de masturbación, autoplacer u onanismo, me había convertido en alguien “peligroso”.

La propuesta de Facebook no es tan sorprendente: es cierto que está en sus estrictas normas el favorecer una comunicación “limpia” y “no obscena”. 

¿Pero de verdad es obscena la divulgación cultural sobre un tema tan humano como el autoplacer? 

¿Qué puede tener eso de dañino?

Lo que también me espantó es que alguien de entre mis contactos —personas que, entiendo, me siguen porque tenemos algo en común, o porque les gusta ver los artículos, poemas, fotos que comparto— pudiera denunciarme sabiendo que las consecuencias podrían ser esas: privarme de mi cuenta, una cuenta que mantengo desde hace casi 8 años, y en la que, entre otras cosas, guardaba fotos, links y otros recuerdos bonitos.

Pero bueno, así es como se desarrolló la mañana. 

Mi “Dedo” y la portada de Capitán Swing debieron molestar mucho a alguien, y los filtros de Facebook y sus alarmas saltaron. Sin embargo, yo tenía la esperanza de que en un tiempo determinado —que según tengo entendido podría ir de entre las 24 horas a las 2 semanas,  o incluso más—, el filtro humano de Facebook al que yo ya había apelado y reclamado, me diera la razón, ignorara al denunciante y me devolviera la cuenta.

Esto no ocurrió así.

El mismo viernes por la tarde, mientras terminaba de comer con mi marido, me llegó un mensaje que me dejó aún más desconcertada, y que copio aquí abajo. Ahora, según Facebook, yo no podría volver a reclamar, y lo peor de todo, las razones de su censura no me podían ser especificadas por motivos de “seguridad”.



En ese momento me reí: ¡soy una terrorista de la masturbación! ¡Pero venga, vamos, si sólo me toco un par de veces a la semana, y para liberarme del estrés que me producen el trabajo y el embarazo! ¡No me podéis castigar por hablar en 60 páginas de nada de un tema que tan bonito, y que yo creo haber abordado también de una manera tierna y sencilla! ¡Pero qué *************!

Sólo se me ocurren algunas razones por las que Facebook pueda haberme bloqueado para siempre —o para casi siempre, pues por fortuna y por seguridad, para poder mantener las páginas que gestiono, como mi página de autora o la página de mi editorial, mantenía vivas cuentas de usuario con nombres distintos al mío, que ahora me permitirán seguir entrando a Facebook poco a poco, hasta que todo se normalice—.

Por ejemplo, que la misma persona que me denunció el jueves por la mañana ya lo hubiera hecho antes. Es cierto que yo venía hablando de mi ensayo de la masturbación mucho tiempo, y quizá el censor ya se había sentido amenazado antes —pero claro, tío/a, un consejo: cuando a mí no me mola alguien lo borro o lo bloqueo y así me ahorro disgustos—.

Lo que más me inquieta, es que antes de que la pantalla de bloqueo apareciera y me dejara fuera de mi perfil para siempre, yo estaba preparando un post para mi página de autora con algunas de las imágenes que he copiado en el tuit de arriba. Esas imágenes, de hecho, las había recuperado de perfiles de Facebook, es decir, que Facebook ya las ha aceptado previamente en otras personas: chicas en bragas leyendo libros, flores con agujeros, manos mojadas, todo un universo tierno y erótico que ya campaba a sus anchas en la red social.


Y digo que me inquieta, porque Facebook me bloqueó antes de que yo pudiera volver a compartirlas. Es como si me hubiera bloqueado la mente. Como si me la hubiera leído: Luna, sabemos que acabas de publicar un post sobre la masturbación, así que como te atrevas a subir algo más al respecto… bueno, venga, mejor no nos arriesgamos, te bloqueamos y listo, ¡mente sucia!

No sé qué más pensar.

Ni sé qué más decir.

En Facebook hay páginas que incitan al odio a otra razas, que incitan al maltrato de animales, que incitan al machismo, a la violencia, a la anorexia, que insultan a gordos y gordas, a refugiados, que publican cabezas cortadas de niñas o imágenes de esas que bien valen un pixelado o de esas que en los informativos nos suelen dar arcadas.

En Facebook hay personas que te insultan, que insultan a celebridades por estar gordas, o ser negras o ser simplemente mujeres.

En Facebook hay mucho odio, muchísimo odio, y me parece injusto que yo, que solo he compartido arte y literatura, me vea privada de utilizar un servicio que además es mi herramienta de trabajo.

Las reglas son las reglas, me dicen… Y mi  pequeño e inocente dedo las ha roto.

Estoy muy agradecida a todos los que habéis hablado de esto y a todos los que os habéis quejado.

Estoy muy agradecida a mi amiga Elena Medel, que se puso la portada del libro como foto de perfil, y a quien horas después también denunciaron por “obscena”.  

Estoy muy agradecida a todos los que me habéis propuesto hacer un Change.org —gracias, de verdad, aunque no sé ya si a estas alturas sea necesario— y a todos los que no conozco y desde Twitter, Instagram, Tumblr o el mismo Facebook estáis gritando.

Cuando publiqué la portada de El dedo y su sinopsis en este mismo blog, un anónimo se rió de mí y me dijo que “la masturbación femenina no era un tabú”.

Casualidades de la vida, lo que "no era un tabú" acabó convirtiéndose en mi expulsión del "paraíso de Facebook".

Hoy es sábado, la casa está calentita porque hace sol, y mi hijo no para de moverse en la tripa, como diciéndome que quiere salir ya.


Así que querido Facebook: esto que acabo de decir. Esta sensación de paz que no es virtual sino que puedo tocar porque está dentro de mí… es mi verdadero paraíso.

03 marzo 2016

El dedo.


«De noche, sola, desposo la cama./ Dedo a dedo, ahora es mía. Anne Sexton escribe estos versos en homenaje a su cama vacía, donde sola goza más que nadie. Betty Dodson da un cursillo avanzado de masturbación a mujeres de cincuenta años que jamás se han mirado la vulva en un espejo. Amarna Miller finge un orgasmo retorciéndose delante de una cámara. Un doctor del siglo XIX receta masajes pélvicos a su paciente enferma de una profunda histeria. Miles de mujeres embarazadas escriben en el buscador de Google si estimularse el clítoris podría ser peligroso para sus fetos. Y Luna Miguel, con apenas 8 años, descubre un dibujo pornográfico que cambiará su vida para siempre, y que mucho tiempo después le llevará a escribir una historia personal del autoplacer femenino.

Escrito en una intersección entre el periodismo, la divulgación, el género confesional y la ficción, y enunciado con una voz cálida, sosegada e hipnotizante, El dedo constituye una historia íntima de lo que durante demasiado tiempo ha constituido un auténtico tabú cultural: la masturbación de la mujer. O como dice la autora: «no se trata sólo de algo sexual; la masturbación es también una meditación sobre el amor en solitario. Una constelación de sensaciones. Un espacio propio en el que refugiarse.»

El dedo. Breves apuntes sobre la masturbación femenina, es mi nuevo libro, editado en la colección digital de Capitán Swing. A través de artículos, entrevistas, confesiones, ficciones y ensayos, abordo este tema con cariño. 
Muy pronto podréis encontrarlo en www.capitanswing.com

¡Ojalá os guste!