30 agosto 2012

Cruel meteorología con paisaje de bichos.


 Todo está pegado a todo
el vientre al vientre,
el aliento al aliento
la retina a la retina.
Nichita Stanescu

Los árboles enseñan lo que les hace árboles
Sonia Fides

Caen gotas pero también caen bichos, tú me acaricias los dedos de los pies y discutimos sobre si es real o no es real, sobre si eres tú o no eres tú el que habla en estas páginas conyugales podemos odiarnos pero eso no cambiaría nada seguiría igual seguiríamos siendo qué nos hace ser nosotros qué os hace ser como los árboles si los árboles son sólo árboles el gato es sólo gato tú eres sólo yo: mentira: todo puede ser más que eso: todo puede ser más que un órgano, todo Nichita, todo Lev, todo árbol de mirada inquisitoria en el barrio de los mendigos qué me hace a mí ser yo y que tú me quieras así. 
*
Está lloviendo. 
Filtro violáceo y filtro azulado.
También los bichos. 
*
Caen gotas y a través de mis dedos podéis leerlo, podéis verlo, podría filmároslo y lo escucharíais, y sentiríais el movimiento, y tendríais las nubes aquí y mi rostro morado aquí, y la voz también, también la voz de mis dedos acariciados pero cómo.
*
Cómo transmitiros este olor.
Cómo transmitiros el sabor cercano de las gotas marrones.
*
Está lloviendo, creedme. 
La meteorología enseña lo que nos hace crueles. 

29 agosto 2012

Literatura y enfermedad (insisto, bueno, insisten, que diga, insistimos, que sí, que la Literatura Insiste y Enferma... eh...)

Mi amigo Enrique siempre me descubre grandes lecturas. El último día que pasé en nuestro desierto me dejó un libro de un poeta bastante extraño -y de mirada intensa- llamado Nichita Stanescu. Unos meses antes tanto él como Ruth ya me habían descubierto la lectura de Birgitta Trotzig. Les estoy infinitamente agradecida. El poemario de Trorzig es una verdadera joya dentro de mi biblioteca, y Stanescu se está convirtiendo en otro de esos autores extraños pero inspiradores que una agradece haber leído. Del libro Once elegías (Ediciones del oriente y del mediterráneo, 2000) me interesan varias cosas que van desde la forma hasta el contenido, pasando por el estado de ánimo desde el que parecen estar escritos sus versos. La voz es afectada pero no quejumbrosa, al contrario, su testimonio es cruel, fuerte y reivindicativo. Sus dolencias -las del poema o las del poeta- son las de cualquier humano, o mejor, las de cualquier animal sintiente. No sé. Aún me quedan varias relecturas para terminar de comprender algunas de las imágenes aquí expuestas, pero como Enrique adivinó, he prestado especial atención al texto Décima elegía, cuyo vocabulario y sentido se parecen mucho a aquello que más me interesa ahora (y siempre) que es la poesía y el cuerpo y cómo hacer hablar a ese cuerpo a través de la palabra poética: su enfermedad, su digestión, su tacto, etc. A continuación os copio este extenso poema. Inspirador. Bestial. Cómo no amarlo. 

Estoy enfermo. Me duele una herida
pisoteada entre cascos de caballos huyendo.
El invisible órgano,
aquel sin nombre siendo,
el no-oído, la no-vista,
el no-olfato, el no-gusto, el no-tacto,
entre ojo y tímpano,
entre dedo y lengua,
al atardecer me han desaparecido simultáneamente.
Llega la vista, la primera; después, pausa,
no existen ojos para lo que viene;
llega el olor; después el silencio,
no hay fosas nasales para lo que viene;
después, el gusto, vibración húmeda,
después, una vez más, privación;
después, los tímpanos para los perezosos
movimientos de eclipse;
después, el tacto, el acariciar, deslizamiento
sobre una ondulación tendida,
invierno helado de los movimientos
siempre con la superficie nevada.
Pero yo estoy enfermo. Estoy enfermo
de algo entre el oído y la vista,
de una especie de ojo, una especie de oreja
no inventada por las eras.
El cuerpo rama sin hojas,
el cuerpo cervuno,
enrareciéndose en el espacio libre
conforme a las leyes sólo óseas,
indefensos me ha dejado
los suaves órganos de la esfera
entre vista y oído, entre gusto y olfato
extendiendo muros del silencio.
Estoy enfermo de muro, de muro derribado
de ojo-tímpano, de papila-olfateadora.
Me han pisoteado aéreamente
los abstractos animales,
huyendo despavoridos de abstractos cazadores
asustados por un hambre abastracta.
Y han pasado sobre el órgano no revestido
por carne y nervios, por tímpano y retina,
y a merced del vacío cósmico dejado,
y a merced de la voluntad divina.
Órgano oblicuo, órgano extenso,
órgano oculto en ideas, como los humildes rayos
en la esfera, como el hueso llamado
calcáneo en el talón de Aquiles
alcanzado por una flecha mortífera; órgano
ondeado hacia fuera
del cuerpo estrictamente marmóreo
y habituado sólo a morir.
Heme, enfermado por una herida
imaginada entre la Estrella Polar
y la estrella Canope y la estrella Arturo
y Casiopea del cielo del atardecer.
Me muero de una herida que no ha cabido
en este cuerpo mío apto para las heridas
gastadas en palabras, pagando arancel de rayos
en aduanas.
Aquí estoy, tendido sobre piedras, y gimo,
los órganos hechos trizas, el maestro,
ah, está loco porque él padece
del universo entero.
Me duele que la manzana sea manzana,
estoy enfermo de pepitas y de piedras,
de cuatro ruedas, de la lluvia menuda,
de meteoritos, de carpas de lona, de manchas.
El órgano llamado hierba me han pastado los caballos,
el órgano llamado toro me ha sido apuñalado
por el relámpago torero y por el zigurat
que tú, ruedo de arena, tienes.
El órgano Nube se me ha disuelto
en lluvias torrenciales, rápidas,
y del órgano Invierno, que te integra,
siempre me estás renegando.
Me duele el diablo y el verbo,
me duele el cobre, el euforbio,
me duele el perro, y la liebre, el ciervo,
el árbol, la tabla, el decorado.
El centro del átomo me duele,
y la costilla, la que me mantiene alejado
por el límite del cuerpo
de los restantes cuerpos y divinos.
Estoy enfermo. Me duele una herida
que me llevo sobre una bandeja
como el final de San Juan
en un baile de implacable adoración.
No sufro de lo que no se ve,
de lo que no se oye, no se paladea,
de lo que no se huele, de lo que no cabe
en el encerebramiento angosto,
esquelético de mi persona,
puesta ante la vista de aquel mundo simple,
aguantando otras muertes que las muertes
por él inventadas para que ocurran.
Estoy enfermo, no de canciones,
sino de ventanas rotas,
del número uno estoy enfermo
porque no se puede dividir
entre dos tetas, dos cejas,
dos orejas, dos talones,
dos piernas incapaces de permanecer
en su correr.
Porque no puede dividirse entre dos ojos,
dos errantes, dos uvas,
dos leones rugientes, y entre dos
mártires descansando en hogueras.  
Nichita Stanescu

26 agosto 2012

Adiós al desierto, adiós a la anatomía del sudor, adiós a la madre, al padre, al espíritu y al estornudo.

Dino Valls
Soy yo la que mira con el pecho limpio ¿no ves que no queda pájaro? Abro el libro que Enri me presta, una página, la que quieras, una cualquiera. Abro por donde todo apacigua: hay un órgano, quizá un estómago, hay productos químicos. Aquí soy la mujer que odia. Mirad los ojos de esa niña. Mirad que soy la que mira, mirad. Nichita Stanescu no odia a las manzanas. Estoy sudando. Se acaba el desierto. Mamá está dentro. 
Me lo he pasado bien. 

25 agosto 2012

La mujer del narrador.



Vera. La entrañable figura que acompañó a Vladimir toda su vida. Aquí Lila Azam se pregunta (y después se desdice, pues no quiere abrir interrogantes como este... aunque sí los abre -sutil, sutil-) ¿dejó ella su vida literaria por él? (Era traductora, y posiblemente poeta, o eso dice Lila). Es curioso, porque en Desde que te vi morir el escritor Javier Marías nos cuenta la vida -resumida- y la obra de Nabokov, pero casi no menciona a Vera. Mirad la lista de tareas de Vera. Mirad. Ella rescató -dicen- Lolita del fuego (broma, entrañas). Ella se puso las gafas de corazones -como burla, imagino- a una prensa literaria que decía ¡pero si es 38 años mayor! Sobrevivir a las nínfulas es un éxito. Vera, la mariposa que dura, cuida y salva. La mujer del narrador. Rostro (simétrico). 

23 agosto 2012

(...) y sus metáforas (una especie de segunda parte o reivindicación lírica).

Eres sagrada
Tu orina huele mal
eres sagrada
Se te cae el hermoso pelo negro
eres sagrada
Las piernas no te sostienen
eres sagrada
Las heridas no cicatrizan
eres sagrada
Sin morfina no aguantas las llagas de la boca
eres sagrada
eres sagrada
y por eso mañana baja la fiebre
baja la fiebre azul
empieza el día de tu restitución
Jorge Riechmann

Esta es la parte número once del poema Tanto abril en octubre de Jorge Riechmann. Este poema es el rastro de la superación de "esa terapia o veneno". Quién dice que esto es terrible. Ibrah leyó el poema y exclamó "Es hermoso". Poema hermoso fotocopiado / regalado (la poesía es sagrada aquí, para nosotros, pero no para él). Él. Es la primera vez que Él lee un poema y dice "Hermoso". Quién dice que esto es terrible. Quién se atreve ahora. Si hasta Él, finalmente, reconoce la belleza en un trozo de dolor. 

22 agosto 2012

Los gorriones son las nuevas palomas, las palomas son las nuevas ratas, las ratas son mis amigas pero no así las cucarachas.




He aquí una historia sin sentido. Mi profesora de latín del Lycée Masséna nos obligó a aprendernos aquel célebre poema de Catulo en latín y en francés, ya que mi nivel de ambas lenguas era dudoso, me lo aprendí también en español y se los recité los tres de una vez, y desde entonces no lo he olvidado. Creo que mi -pequeña- obsesión por las aves viene de ese momento. Recité tantas veces ese petit moineau, ese passer mortuus est, ese el gorrión de mi amada ha muerto, que no me quedó otro remedio. Ya había un poco de pájaro azul en el corazón de Bukowski en mi mente y un poco (más aún) de pájaro de papel en el pecho de Aleixandre. La suma de alas durante tanto tiempo me fue haciendo cortocircuito hasta que me di cuenta -creo que ya lo conté antes- de que en realidad yo detestaba los pájaros. No me gustaban tanto como animales sino como figuras a las que buscar entre las letras de otros -aplicándolas a mis propias letras desde el culto a ese mito que entre Catulo, Aleixandre y Bukowski me fui creyendo. En realidad -insisto- odio a los pájaros. Cuando vi la debilidad de aquel vencejo torpe que Cecilia cuidaba en Capileira, sentí más asco. Más tarde llegué a la ciudad e imaginé a los gorriones como nuevas palomas/ratas. ¿Cómo podía hablar así Catulo del passer domesticus, pájaro completamente normal y anodino? ¿Cómo ha podido fascinarnos tanto ese bicho enclenque? Lo odio tanto como lo amé y lo amo tanto como sé que lo odio. No hay remedio. Y todo esto lo cuento sólo por una suerte de coincidencias que os parecerán estúpidas pero que para mí guardan cierto sentido. En primer lugar, el otro día en la montaña algunos detestaron al gato salvaje que en la puerta de aquella casa se había zampado a un petirrojo "se merece morir". En segundo lugar, ayer leí un poema de Hugo Claus a propósito del hambre, la guerra, el odio a los nazis y los banquetes de gorriones (de nuevo pájaros vulgares y prescindibles). En tercer lugar, hoy he cocinado pollo. No era para mí -ya hace muchos meses que dejé de comer carne- sino para mi padre. Mi padre que odia a los gatos y ama a los petirrojos. Mi padre que me regaló el libro de Hugo Claus hace muchos años -al volver de Niza, curiosamente-. Qué bien has cocinado el pollo -me dice él. Quizá porque se me dan bien la muerte. Quizá sea eso... o quizá sea el curry. Ya no sé. Pero tampoco me importa.

Los domingos comemos gorriones.
Y entre semana aprendemos 
a hacer nudos para luego,
cuando cojamos a todos los nazis
y los colguemos.
Hugo Claus  

21 agosto 2012

Un fragmento de un poema de Vladimir Nabokov.



Cuanto más alto las oscuras y húmedas
veredas serpentean ascendentes, más claros
se tornan los recuerdos, desde la niñez atesorados,
de mi llanura septentrional.

¿No escalaremos así
las laderas del paraíso, cuando la muerte llegue,
encontrando todas las cosas amadas
que en la vida nos elevaron?
Vladimir Nabokov

17 agosto 2012

El cáncer y sus metáforas.


Esta semana he terminado dos lecturas que me han llevado mucho tiempo (muchos dolores de cabeza, muchas alucinaciones, mucha hipocondría) y de las que ya he ido poniendo algo en este blog. Se trata de El emperador de todos los males. Una biografía del cáncer, de Siddharta Mukherjee, por un lado, y de La enfermedad y sus metáforas, de Susan Sontag, por otro. Realmente la segunda lectura es un complemento de la primera para poder comprender ciertos detalles del tema. El ensayo de Sontag es una suerte de mapa literario a propósito, sobre todo, de la tuberculosis y el cáncer, y de cómo las enfermedades han acompañado a la creación a lo largo de la historia. Así pues, la vida de una enfermedad no podría entenderse sin la vida literaria que hay detrás de ella. Una tesis que también ratifica Mukherjee, pues, según sus palabras hasta un monstruo antiguo necesita un nombre. Bautizar una enfermedad es describir cierto estado de sufrimiento: un acto literario antes de ser un acto médico. El autor de El emperador de todos los males trata la obra de Susan Sontag como un verdadero manual de medicina, aun estando muy lejos de serlo, no hay capítulo en que no cite a la ensayista norteamericana aunque sea, incluso, para contradecir algunas de sus sentencias más arriesgadas. Ambos libros deberían ser bibliografía obligatoria para todos los que han sufrido, sufren o tienen cerca de ellos algún caso de esta enfermedad.

El emperador de todos los males es un libro duro y complicado aunque a la vez vierte un poco de luz ante la oscuridad de su temática. Puede que en el terreno profesional Siddhartha Mujkherjee sea seguramente un buen médico, pero es que en el terreno literario también es un gran contador de historias. Hay un respeto y una pulcritud deslumbrantes en su manera de decir las cosas y posiblemente ese respeto y pulcritud sean lo que convierte a la enfermedad relatada en un dolor mucho más leve y en un mundo mucho más accesible. El emperador de todos los males es, como bien dice el título, una biografía del cáncer, pero también una historia de su existencia, de sus metáforas, de sus víctimas y de las obsesiones de aquellos que durante años han querido combatirlo. Hay grandes nombres, inolvidables, mencionados a lo largo de libro. Hay ensayos fracasados, hay frustración, hay imágenes desgarradoras y terrible información. El emperador de todos los males, finalmente, podría resumirse como una pesada, astuta y firme declaración de guerra. Mukjerhee conoce al enemigo, y sabe que el enemigo es difícil, pero no quiere rendirse y por ello tiene que documentarlo: lo que se ha hecho, lo que queda por hacer.

Supongo que en otras circunstancias quizá no me hubiera interesado por un ensayo médico, sin embargo, como ya indiqué al principio, este libro no es sólo una historia detallada del cáncer. En él, Siddhartha Mukjerhee acerca un tema que ya hemos tratado mucho, el de la enfermedad (o la medicina) y la literatura, pero lo hace desde otro lado, lo hace no como poeta o narrador o ser sufriente, sino desde la propia enfermedad, desde ese punto intermedio en el que el médico se encuentra. Él es un espectador: mira al paciente -al escritor- y mira a la célula maligna -su obsesión-, (pues el uno no existe sin el otro y viceversa), y entonces trata de comprenderlos.

Es en este punto en donde quisiera contradecir a Susan Sontag como ya lo hace Mukjerhee en su libro. Los que seguís este blog habréis visto que unas entradas más abajo he anotado una cita con la que no estoy de acuerdo. En La enfermedad y sus metáforas Susan Sontag explica enfermedades como la tuberculosis como verdaderos acontecimientos esperados por quienes la albergaban. La tuberculosis, cuenta, era la enfermedad de los escritores, de los artistas, de los literatos. Estaba asociada a la creación, al amor, a la idea de plenitud y libertad, y, quien no la tuviera o muriera de ella, quien lo la ansiara... no era nadie. Añade Sontag que ante la tuberculosis, el cáncer no es una enfermedad literaria, esto es: el cáncer sigue siendo un tema raro y escandaloso en la poesía; y es inimaginable estetizar esta enfermedad. Mentira, Sontag, mentira. Tú misma la has estetizado y difundido dándonos este pensamiento. Y detrás de ti otros tantos. Hay tanta poesía en el cáncer como en el cielo, incluso más, diría yo, pues el cáncer lo conocemos, lo tenemos dentro, podríamos tocarlo si quisiéramos, abrazarlo, si nos atreviéramos. Siddhartha Mukjerhee es otra prueba de ello. Buena parte de la literatura contemporánea es otra prueba de de ello. Sin ir más lejos, Matar a platón, de Chantal Maillard, donde la poeta escribe para rebelarse sin provecho a pesar de la derrota ya prevista porque no hay rebeldía que no esté justificada, ni violencia que no sea, en el fondo, inocente; o bien, aquella novela que aún no he leído y de la que no paran de llegarme referencias -me llama, me está llamando- de Fritz Zorn, Bajo el signo de marte, cuyo narrador asegura, según puedo ver en una cita que Diego Zaitegui ha subido a Facebook: el cáncer es una enfermedad del alma. Y no le falta razón, ya hace siglos que el médico Claudio Galeno asociara la depresión al cáncer, siendo ambas, para él, las dos enfermedades provenientes de la bilis negra, intrínsecamente enlazadas. Así pues, el cáncer es melancolía. Un estado oscuro del alma. Bilis lírica, cosa que Siddhartha, Chantal y Fritz ya sabían. Cosa que Sontag negó y que sólo con su negación ya contradijo.

Otra de las cosas que me ha provocado la lectura de El emperador de todos los males es una profunda tristeza asociada no a la enfermedad sino a mis ganas de saber más: desespera. Es realmente desesperante introducirse en un ensayo divulgativo sobre un tema médico y darse cuenta de que una no sabe nada. No conozco nada sobre la medicina. No sé biología, ni anatomía. No conozco mi cuerpo por dentro e incluso lo desconozco por fuera. Por eso me emociona y me sorprende aún más que una persona como Siddharta Mukherjee sea capaz de dedicar su vida tanto a sus pacientes, como a la investigación y a la literatura. El emperador de todos los males está cargado de citas literarias y de referencias a grandísimos autores y deja en evidencia a cualquiera de los que entramos allí, sin saber exactamente a qué nos enfrentábamos.

Es curiosa, pues, esta relación entre la oncología y la poesía. Si Mukherjee es lector de Willam Carlos Williams, el oncólogo que actualmente está llevando a mi madre es seguidor, lector y comprador compulsivo de poesía. Literatura y enfermedad ad infinitum, dije al principio. Los oncólogos como espectadores y críticos de otro género que tan a menudo trata el dolor. Y es que al final algunas pasiones siempre acaban por parecerse. Quién nos iba a decir a aquel oncólogo almeriense y a mí hace un tiempo que nuestras obsesiones terminarían por cruzarse. Que, quizá, entre todos nuestros deberes, tareas y trabajo habría una cosa común en nuestros fines. Con la poesía o la medicina como arma, da igual, pues en este preciso instante los dos lucharíamos por una misma cosa: curar la a ella.  

Los libros de Damocle Edizioni viajan de los canales al desierto.





Hoy me ha llegado el contrato para el libro Musa ammalata, y muy bien acompañado por algunos de los libros de la editorial Damocle. Son libros pequeños, muy cuidados, con un papel suave que huele a imprenta. Están llenos de dibujos, de versos en distintos idiomas y algunos da miedo hasta abrirlos, no vaya a ser que los gatos que guardan salgan a arañarnos... Pierpaolo Pregnolato es el culpable de todas estas joyas. Aquí os enseño algunos, pero os juro que os encantaría tocarlos. 

16 agosto 2012

Mi propósito hoy es el de contradecir a Susan Sontag.

El cáncer sigue siendo un tema raro y escandaloso en la poesía; y es inimaginable estetizar esta enfermedad.
Susan Sontag en La enfermedad y sus metáforas

15 agosto 2012

Bluebird and Other Tattoos (II).

Más noticias bonitas y autobombo esta semana: ya se puede encargar Bluebird and Other Tattoos que aparecerá el 10 de septiembre en Scrambler Books, para hacerlo (quien lo quiera) pulsad aquí. También hay información en Goodreads y también se puede adquirir junto al libro de mi colega Richard Chiem, aquí, que a su vez es autor de Vomit, la antología que llevamos tanto tiempo preparando.

La edición de Bluebid and Other Tattoos cuenta con los poemas originales en español así como con sus traducciones al inglés. Como ya expliqué que ocurriría con Musa ammalata -la versión italiana de este proyecto-, esta edición cuenta con poemas publicados o inéditos escritos entre 2005 y 2011. Se divide en las secciones Sick rose, El neón de siempre, Cumplir veinte años y La tumba del marinero, que más o menos se corresponden con los títulos que he publicado anteriormente en España. La portada, lo dije, es de Betty Blue, y la traducción de Jeremy Spencer, un fantástico editor que me ha tratado de fábula desde que nos conociéramos, hace dos años, a través la red.

Si queréis ver algún adelanto o más información aquí hay algunos poemas: en Pop Serial o en la antología Very Beautiful Woman; y aquí alguna entrevista, en HTML Giant y We Who Are About Die

Eso es todo por el momento. Gracias por el apoyo. Os mantendré informados. 

13 agosto 2012

Luna Miguel está desnuda.



Resumen de la última semana: la iglesia frente al mar y todas sus medusas.



Decir que nada temo
sería faltar a la verdad.
La enfermedad, la humillación,
me atemorizan.
Louise Glück

1. Son estos meses rojos en los que a falta de un Dios cantamos canciones limpias.

2. Una bolsa azul con tu nombre y el del veneno.

3. El placer detrás de la infección. El placer siempre detrás.

4. He comido peces con espinas venenosas como tus venas ahora no quiero peces.

5. Son las enfermeras blancas de Ingeborg Bachmann. El uniforme azul para la batalla.

6. Son las enfermeras blancas de Stephen King. La medusa se pronuncia como náusea.

7. Eres tú, que te has ido, y tengo miedo.

8. Cuando digo "tú" digo "él" y digo "ella".

9. Pienso en mi padre.

10. Ayer volví al lugar de las quemaduras. Frente a esa iglesia marqué mi piel de cicatrices para siempre. Una iglesia frente al mar. A falta de un Dios,
canciones
cristales
salinas
marineros.

10 agosto 2012

Musa ammalata (1).

 Aleksandra W.
Me complace anunciaros que en unos meses aparecerá en Italia la traducción de una selección de mis poemas (escritos entre 2005 y 2011) bajo el nombre de Musa ammalata (esto es, Musa enferma, el título de uno de los poemas del libro Estar enfermo). Se trata de la misma selección de textos que ya  dije hace un tiempo que aparecería en la editorial Scrambler Books, editorial estadounidense, y que se ha retrasado un poquito, pero que también aparecerá pronto (estamos ultimando las correcciones, etc).

Musa ammalata será publicado por la editorial italiana Damocle Edizioni, especializada en libros de arte y literatura europea contemporánea. Para mí es un honor formar parte de su catálogo... pero no hubiera sido posible sin el apoyo y esfuerzo de la poeta y traductora Sunshine Faggio. Fue ella quien hace casi dos años me propuso traducir alguno de mis libros y que si luego no encontrábamos editorial que no pasaría nada, pero tenía ganas de hacerlo... y al final lo tradujo, encontró editor y aquí estamos, todos preparados para comenzar a trabajar el libro. Muchísimas gracias Sunshine y muchísimas gracias a Damocle Edizioni. 

A continuación os dejo uno de los poemas traducidos, el origen, además, de todo esto. 
 
Musa goffa: le pareti ti osservano
con lo sguardo di un gatto
moribondo.

Hai scritto tutto ciò che dovevi scrivere,
cantato quanto potevi occultare,
pronunciato con vergogna il nome del deserto
ed ora cosa ti resta?

Musa dalla musica umiliante.
Uccello del monotono albero.
Nemica del tuo stesso verso.

****
Musa torpe: las paredes te observan
con mirada de gato
moribundo.

Has escrito todo cuanto debías escribir,
cantado todo lo que podías ocultar,
pronunciado con vergüenza el nombre del desierto
y ahora ¿qué te queda?

Musa de música humillante.
Pájaro del monótono árbol.
Enemiga de tu propio verso.


(Poema Musa enferma
traducción al italiano de Sunshine Faggio).

06 agosto 2012

Extraños momentos infantiles.







Mis cuadernos de los 7 y los 8 años.Y sé que son menos vergonzosos que aquellos que escribí durante la adolescencia. O incluso los que escribo ahora. O incluso este blog... bienvenidos a un trocito más de mis entrañas.

04 agosto 2012

Mi templo profanado era el de los animales (segunda parte).


He aquí que las murallas son santas y que las cicatrices son bellas.
Juan Eduardo Cirlot

Pisad mi templo de huesos porque nada temo, porque no tengo más que huesos y cierto hipo profano (ni siquiera el silencio se respeta, no hay homenaje para los enfermos). Yo siempre he querido la salud pero nunca la he encontrado y el cielo se reparte entre los pobres porque es sólo aire. Un poco de aire, un poco de blanco. Por qué nos prometen las nubes si apenas se puede respirar. Pisad mi templo. Pi-sad-mi-tem-plo. Acaso habéis visto el tamaño de esta cicatriz, acaso habéis sentido la arcada ante la roja carne que no es sino una muralla entre lo moral y lo inmoral, entre mi estómago y mis sentimientos, entre tú y... Pisad mi templo largamente como la extensa mirada que el poeta requiere. A qué estáis esperando. Acariciad mi tumor. Quien quiera adorarlo tiene su consentimiento. 

Mi templo profanado era el de los animales.


Siempre hay un templo en el centro de las tinieblas del hombre o del perro solitario.
Juan Eduardo Cirlot

02 agosto 2012

Un post que podría titularse...

Metástasis: meta + stasis, 
en griego "más allá de la quietud".


Apareció una, luego otra, y luego otra.

Era verano y estaban por todas partes reproduciéndose como una plaga antigua.

Yo escuchaba sus latidos a través de la madera; te pregunté si las cucarachas tenían corazón y tú me dijiste que no sabías de eso.

Qué poco conocemos las cosas sencillas, pensé.

Nada nos importa hasta que duele.