30 diciembre 2014

No puedo seguir actuando como si todo en la vida fuese digno de un poema, estoy segura de que esta tristeza no lo es.

Deseando la catástrofe
Abigael Bohórquez

si tuviera que poner nombre a mis dientes
los llamaría lluvia
porque son feos y amarillos
y a veces se parecen a mis lágrimas

no sé en qué lugar exacto de mi pecho
está mi corazón
os juro que lo noto latir a lo largo
y a lo ancho de toda esta montaña
color carne

estoy harta de amar demasiado
de latir a cada pum pum
lo cierto es que yo lato muchísimo
casi tanto como un animal pequeño
a punto de ser engullido

ya basta de pensar en la muerte
como en una persona
y no como en un planeta

me han dicho que el mundo
es una boca gigantesca
que el miedo es ese aliento dulce
del que todos hablan
pero que yo apenas puedo fecundar

29 diciembre 2014

Hay vida en el verbo vivir, y otras cosas que digo y que diré en 'Los estómagos'.

Cendrine Rovini
Dentro de pocos meses, si todo marcha bien, saldrá en La Bella Varsovia el libro que comencé a escribir en enero de 2012 en Barcelona. Se titula Los estómagos, y muchos ya habréis leído cosas por aquí y por allá, porque como siempre digo, este blog es un laboratorio de lo que me importa y me interesa escribir. Hoy la web de Uno y Cero ediciones ha publicado tres poemas de este libro, de uno de los apartados titulado Metástasis. Creo que realmente Los estómagos es una especie de segunda parte de La tumba del marinero, aunque mucho más breve y menos, digamos, visceral. No sé. No quiero hablar más pero sí quiero compartir con vosotros uno de los textos, además de agradecer a los editores de este espacio que me hayan invitado para cerrar un año de colaboraciones. Este texto (como otros del libro que ahora leo como terribles y temibles premoniciones) nació también de este blog, después de escribir una reseña de un libro de Ingeborg Bachmann, y después de leer un comentario de Juan Andrés García Román que me dejó obsesionada. Bachmann, junto a Trotzig, Huges, Snyder, Mansour o Blecher son algunos de los autores que se me clavaron en el corazón cuando quise escribir todo esto. Qué ganas de 2015. Quiero que sea bonito. Venga. Ven. 


SUAVE Y QUEDO (MALA TRADUCCIÓN DE UN VERSO QUE ES EN REALIDAD UNA VERSIÓN PROVISIONAL INFINITA DE ESTE POEMA)

Reconocerse en la blancura de otras patas blancas, en el estruendo de otros llantos
blancos
—el gato que llora suena a globo hambriento.

Reconocerse también en la cadencia, pues todo rompe y algunos se marcharon con
las ideas a medias
—yo nunca he asistido a un funeral, me dijiste, que la palabra caricia y la palabra fiesta
eran sinónimos en todos los diccionarios, que marcharse merece nuestro cariño, me dijiste,
dejándolo todo sobre la mesa termina lo que empecé, me dijiste.

Reconocerse en la cirugía, en el verbo, en el sueño entretenido de las olas. Hay vida en
el verbo vivir
—su conjugación es un féretro suave y quedo.

28 diciembre 2014

Todas las cosas que quería deciros pero que al principio escribí en algún lugar poco visible de mi mente.

Tallulah Fontaine

hubo un tiempo en que la vía láctea era un listón de leche
y los dioses brillaban en el cosmos (perdidos en el espacio:
peligro, peligro, peligro)
y que la galaxia era inmensa
y cada vez estábamos más cerca
José Eugenio Sánchez

Me doy cuenta de que la iglesia está vacía, no como las otras iglesias donde los turistas comen castañas y beben cocacola helada como si fuera agua bendita.

Me doy cuenta de que hay una señora rezando y de que yo no sé rezar pero pongo una vela porque arriba San Camillo me está mirando con las manos, no con los ojos, con las manos llenas de sangre de alguien parecido a un Jesús enfermo.

Me doy cuenta de que el nombre de Jesús retumba en mi corazón como un acorde incomprensible, como un ultrasonido azulado.

Me doy cuenta de que he escrito cozarón en lugar de corazón, porque mis dedos se confunden con la tinta, porque nunca escribo a mano ya, porque mis manos sangran con las de San Camillo en una iglesia minúscula del centro de Roma.

Me doy cuenta de muchas cosas que me hacen sentir verdaderamente estúpida.

Me doy cuenta de que sólo quiero hacer galletas porque he releído un poema titulado “Qué bien, tu madre ha hecho galletas”.

Me doy cuenta de que el azúcar duele en la panza. De que la masa de harina y huevos ya no es masa sino un trozo más de mi piel, de mis manos tan pulcras y ateas.

Me doy cuenta de que en el ghetto judío de Roma los enamorados comen alcachofas y de que cerca de la Piazza della Rotonda todos los edificios están iluminados por el calor de las familias que rezan dentro.

Me doy cuenta de que soy una turista más, caminando enamorada por los estómagos del 24 de diciembre.

Me doy cuenta de que creo en la Navidad, de que creo en la Alegría, de que creo en la Esperanza, de que creo en la Santidad, de que creo en la Salvación de los demás pero nunca en la que me habita.

Me doy cuenta de que estoy sucia.

Me doy cuenta de que estoy engordando.

Me doy cuenta de que el sexo duele más cuando acaricias que cuando presionas.

Me doy cuenta de que soy egoísta.

Me doy cuenta de que nunca he rezado pero pongo una vela a San Camillo, sanador de los enfermos, capillita de cielo violeta, virgencita de las oraciones tiernas.

Me doy cuenta de que aquí todo son piedras, de que cuando muramos seremos piedras, de que sólo las piedras significarán lo que fuimos y de que dentro dos mil años los gatos robóticos pasearán presumidos por las ruinas de una civilización parecida a esta.

Me doy cuenta del frío. De mi cara hinchada por el azúcar. De mis pezones durísimos apuntando al infinito.

Me doy cuenta de que no sé mucho.

De que al otro lado de esta vida nadie me responde, pero yo quiero seguir hablando.

26 diciembre 2014

Sólo pido un momento de belleza (resumen en imágenes y palabras de mi 2014).

(No hace falta que lo leáis, sólo es mi vida)


Enero
Qué iba a pasar y quién podía saberlo. Después de dos años en Barcelona trabajando como becaria en Random House, decidí marcharme y comenzar como redactora en PlayGround Magazine. Un equipo, una nueva casa, un sitio en el que edificar, y por el que despertar. Las opciones eran una beca en París, dejar la Universidad, cambiar de vida. Yo dejé París, dejé la Universidad, cambié de vida, junto a Ibrah, Isaac, Josune, David, Franc, Natxo, Alba... Luego la visita de Tao Lin, luego también La Casa Encendida y el encuentro Literatura Alternativa o Alternativas a la Literatura con Carlos, María e Ibrah. Luego qué iba a pasar y quién podía saberlo. Una moneda oscura tanteaba la cara y la cruz del mundo, sin una posible verdad, pero con muchas esperanzas. 




Febrero
Un avión de 7 horas me hace cruzar el océano por primera vez en mi vida. Aquí estoy, esto es Nueva York y vengo para presentar VOMIT y para conocer aquello que desde hacía cuatro años venía amando: la Alt Lit, los escritores de allí, de ese lado del mundo que me habían hecho sentir libre con sus letras ahora me daban alcohol en Booklyn, me recitaban poemas (conocer a Dorothea Lasky, enamorarme de Sarah, de Jordan, de Rachel, de las botellas de agua pijísimas, de las cervezas y el vino blanco baratísimo, del olor del metro a las 5 de la mañana un San Valentín). Me quedé llena de vida y llena de brutalidad. Me prometí que con Jordan DeBor me tatuaría "Los perros románticos" en una pierna. Me repetí que volvería pronto. Que volvería pronto. Que volvería... Fin de semana en Niza. Al poco de regresar de NY le digo a Ibrah que le quiero llevar al sitio donde viví entre los 15 y los 16, el lugar donde empecé a escribir y donde me enamoré y desenamoré por primera vez. Comemos socca, hacemos el amor en un hotel junto a la playa, vemos a antiguos amigos (mi querido Victor que antes era pequeño y ahora es más grande que yo). Ese fin de semana mi madre me dice que vaya a Almería pronto. Yo le digo que claro, que iré muy pronto. Ninguna de las dos sabíamos, pero sabíamos. Iría pronto. El azur cruelísimo de la costa nos lo estaba señalando. 







Marzo
Me llamaron para la un programa de La 2, y dije que vale. La tele en directo no me dio miedo, porque lo que me dio miedo fue el día siguiente. Yo acababa de hablar con papá y mamá y ellos estaban algo extraños. De vuelta a Barcelona, el mismo día que Leopoldo María Panero fallecía y desolaba a medio planeta lector, mi padre me dijo que pronto iba a pasar. Que iba a pasar. Que iba a pasar y entonces estuve un mes entero intentando que el sol del sur nos diera toda la puta fuerza del mundo. Amé con todas mis fuerzas. Leí poemas de Reinaldo Arenas, de Cirlot, de César Vallejo, de Los Perros Románticos, porque no sé rezar. Leí y escribí, y trabajé y no dormí y agarré bien fuerte las manos de papá y mamá porque el mes de marzo se consumía tan lento y tan rápido como la vida. Como la vida. Como la vida. Y entonces llegó el día 31, y odié abril y odié al cielo, y amé con todas mis fuerzas a ese cuerpo que ya era ceniza y a ese corazón que a pesar del fuego yo llevo aquí, latiendo en mis recuerdos.Vino la tristeza. Vino la familia. Vino el mar. Vino el dolor. Todos nos despedimos de La Gaviera. 





Abril
Sonreír es una manera de recordar. Tatuarse es una obsesión por dejar huella. El amor es una manera de vencer a la muerte. La amistad es lo que nos mantiene sonrientes. Por eso me tatué una sirena, que en realidad es ella. Por eso Letizia nos llenó la piel de barcos. Por eso Ibrah fue mi salvación. Por eso Mai me dio tantos abrazos. Por eso entre trabajo y más trabajo las visitas de Johnny y Lucy, o las de Chus, Pepa y Antonio fueron tan importantes. 






Mayo
La literatura sirve para curarse, y por eso cuando Barcelona fue invadida por algunos de mis escritores preferidos salí a la calle para entrevistarlos en PlayGround. Conocí a Sheila Heti y a Gonçalo M. Tavares, y supe que ante mí había algo más que autores, eran personas, y eran medicinas, y eran pura vida. Intercambié un montón de mails con Sheila hasta que tuve que volver a viajar por la muerte. Mi abuela, que llevaba años enferma, no pudo soportar la pérdida de Ana, su hija, y entonces se dejó ir. Las dos se marchaban un día 31 y mayo tenía el color feo de las primaveras que no quieres que lleguen porque pican y porque dan náuseas. Sheila acababa de ver morir a su perro, y entonces me dijo que sabía en en alguna parte del mundo mi madre y mi abuela, mis dos sirenas, estarían bien cuidadas por su precioso perro. Los ladridos, los ladridos y los perros me mordían suave y yo sentía un poquitito de esperanza. 



Junio
Cosas hermosas se acercaban. Empecé a escribir El arrecife de las sirenas, un libro que no sé de qué va pero que algún día irá, porque crece y crece como mi ánimo tembloroso. Nos fuimos a Oporto y a Lisboa y allí decidí que quería ser mamá, y que lo intentaría y que lo haríamos, y que dejaríamos que ocurriera si nuestros cuerpos lo permitían. A finales de mes, otro evento alegre me puso una sonrisa en la cara: la boda de mi amiga Mai y de mi amigo Albert. Hacía tiempo que no reía tanto. Y hacía tiempo que no sentía que de verdad tenía unos buenos amigos en los que confiar y con los que crecer. Crecer. Crecer. Crecer. Como crecía El Gaviero, que daba a luz a este hijo precioso que se llamó Serial, y que es sólo el principio de todo el homenaje y toda la poesía que nos queda por hacer a papá y a mí. 





Julio
En julio todo fue extraño. Muchísimo trabajo en PlayGround, y algunos episodios divertidos como mi visita a un rodaje porno con Amarna Miller. Lo más emocionante de todo, sin embargo, fue una llamada por Google con Didier Andrés Castro y Kevin Castro. Con ellos, preparamos el primer encuentro de poetas jóvenes en lengua española en Hangout. Aún no tenía nombre, pero pronto yo recordaría a aquel animal que rondaba mi cabeza desde el viaje a Nueva York. ¿Los perros románticos? Un grupo de Facebook, un montón de autores deseosos de compartir, y la certeza de que iba a pasar algo grande. Kevin y Didier son de esas personas que aunque nunca hayas visto sabes que en cuanto te las encuentres el abrazo va a ser brutal. Kevin y Didier vinieron también para curarme. Para curarnos. Para demostrar que aquí estaba pasando algo. Y joder, joder si pasa...



Agosto
Igual que julio pasó rápido y sencillo, agosto estuvo lleno de eventos importantes. El Hangout de Los perros románticos. El viaje a Sibiu, Rumanía, para encontrarme con Vlad, Catalina, y otros amigos rumanos que ya había conocido en 2013. Y también la visita a David, Carol, Aitana y Bidane, mi familia de Munich, a la que llevaba unos años sin ver, y a quienes deseaba encontrarme desde hacía tiempo. De Rumanía regresé sabiendo que quedan proyectos por hacer, porque cuando viajas todo es un chute. De Alemania regresé sabiendo que quiero formar una familia, y que quiero que sea tan hermosa y divertida como la de los Santos-Petterino.





Septiembre
Después de muchos meses, después de muchas correcciones, después de muchos quebraderos de cabeza, y ahorro, e ilusión... El mes de septiembre había llegado con una única meta: la visita de David Meza a España. Cuando vi a David llegando a Sants y cuando pude abrazarlo por primera vez sentí que me mareaba. Ojalá mi madre hubiera podido vivir este momento, porque David es, y será siempre, uno más de esta familia gaviera. El mes que pasó en España fue muy intenso y demasiado loco. Publicar El sueño de Visnu, además, fue todo un reto, y Pedro y yo casi lloramos cuando lo vimos salir de imprenta. Sus 500 páginas brutales, su diseño de Diego, su ilustración de Solóviev, el cariño de todos los que lo reservaron para tenerlo en sus casas y adorarlo tanto como nosotros lo adoramos. David llegó y llenó de dibujos animados nuestro mundo. A su lado todo parecía épico, por no hablar de cuando caminando con él por Joaquín Costa nos encontramos a Ben Brooks y se produjo un pequeño duelo de titanes. 



Octubre
Lo caótico, la felicidad, lo caótico otra vez. Bienvenidos a Mil novecientos violeta, un encuentro de jóvenes escritores, poetas nacidos en la década de los 90 que se encuentran en La Casa Encendida de Madrid con motivo de la visita de David Meza. Bienvenidos a la locura, a las peleas callejeras con personas que incluso intentaron insultar a David. Bienvenidos a la velocidad, a la droga, a la escritura dulce y violenta. Bienvenidos a la exploración de Madrid. Bienvenidos a una hamburguesa con Elena Medel, mi tío Óscar, David Meza y el centro del Universo. Bienvenidos a mi reencuentro con Moya. Bienvenidos a la publicación de Vuelo doméstico. Y a la creación del nuevo catálogo de El Gaviero. Bienvenidos a Arturo Sánchez, a María Ramos, a Gabby Bess. Bienvenidos a la posibilidad de una Alt Lit en español. Bienvenidos a la muerte de la Alt Lit angolsajona. Bienvenidos a las conversaciones interminables con papá. Y al sexo sin preservativo. Y al viaje a París lleno de queso y lleno de chocolate. Bienvenidos a los 27 años de Ibrah. Bienvenidos también a los éxitos en PlayGround, a los millones de visitas y al crecimiento del equipo. Bienvenidos a algo parecido a la felicidad, porque el año casi se acaba, y quiero que 2014 quede muy atrás. 






Noviembre
Hoy es 6 de noviembre de 2014. Cumplo 24 años y vamos en un tren a Girona. La vida no sonríe pero abrimos nuestras bocas con las manos hasta que la mueca sea amplia. Este noviembre he decidido ser fuerte. Este noviembre he decidido que mis 24 años serán luminosos y que mis 24 años serán los 24 años más tiernos de la vida. Estoy convencida de que algo bueno va a pasar, y aunque todas las pruebas de embarazo me dicen: no no no no y no, el horizonte me enseña algo hermoso. Es la segunda vez que cruzo el océano en un mismo año. Han pasado varios meses desde Nueva York, y esta vez pongo rumbo a Guadalajara. Voy para impartir un taller al que la preciosa Margarita me ha invitado. Conoceré la Feria, y conoceré la ciudad. Me quedo con la ciudad. No me gusta la Feria. Me quedo con la ciudad y con la gente, porque por tercera vez (después del Hangout y después de Mil novecientos violeta), Los perros románticos se vuelven más que tangibles. Aleida, César, Martín, Jesús, Augusto, Alex. Tengo un montón de nuevos amigos y el corazón me late demasiado rápido. ¿Sabéis cuando os miráis ese lugar de la piel donde habita una herida, y os dais cuenta de que ya ha cicatrizado? México curó mis heridas. Conocer a Jesús Carmona Robles y hablar con él de la muerte, curó mis heridas. Escuchar cantar a David Meza, y curarle la borrachera, curó mis heridas. Abrazar a Aleida, a Martín, a Margarita, a César, curó mis heridas. Descubrir tanta poesía desconocida, curó mis heridas. Porque hay cicatrices que nunca se curan del todo, sí, pero también hay voces que nos dan la fuerza suficiente para poder tocarlas, sin hacerse daño. Leo Tos, y lo declaro mi libro preferido de la vida porque sé que hay alguien al otro lado de este planeta tierra que ha escrito sobre la sangre con el mismo cariño, y que ha escrito sobre la madre con el mismo cariño, y que sabe, igual que yo, que estamos venciendo a la muerte. Ah. También es noviembre y me he comprado un pijama de lunas que brilla en la oscuridad. Esto me entusiasma muchísimo. Soy una niña. 





Diciembre
Qué iba a pasar y quién podía saberlo. Pasó de todo: me emborraché, me enamoré, me enfadé, me morí, me maté, me quise morir, me quise emborrachar, me quise llorar y me lloré durante días y durante larguísimas horas, me reí, me viajé, me escribí, me sangré tantísimo, me fecundé sin éxito, me reí tanto con los gatos y con mi padre y con Mai y con Kevin y con Didier y con Elena y con Alberto y con Arturo y con Chus y con Pepa y con Miguel y con Óscar y con Caterina y con Jesús y con María y con Vlad y con Catalina y con Josune y con Isaac y y con Valentina con Kika y con Letizia y con Lucy y con Los perros románticos y con los gatos y con mi amor. Mi amor que al fin se casa conmigo. 2015 nos traerá boda y nos traerá un libro nuevo (sí, en marzo salen Los estómagos y otras historias bonitas). Pero para cerrar el año, antes de casarnos en Almería, quisimos celebrar una pequeña reunión familiar a modo de despedida de lo que ha sido un 2014 difícil e intenso, dificilísimo y cruel. Me casé falsamente y me fui verdaderamente a Roma y allí comimos mucho y nos besamos mucho y conseguimos pensar en cosas buenas. Al fin te acabas 2014. Al fin te acabas y yo te digo adiós con esta mano que sólo desea una cosa...



Sólo pido una cosa, decía.
Sólo quiero un momento de belleza y un momento de silencio.
Sólo quiero que después de tanto y tanto la vida logre parecerse a este instante en el que la maternidad y el calor recorre las pieles amadas. Me da igual haber sido cursi. Me da igual haber sido mala. Me da igual que haya erratas. Me da igual haber dicho cosas que no debía decir porque sé que lo único que puedo hacer ahora es decirlas. 
Sólo pido una cosa mientras pongo una vela en una iglesia de Roma en donde los que rezan piensan en sus enfermos. 
Dadme belleza. 
Dadme silencio. 
Dadme sus manos.
Prometo responder con toda mi ternura.