30 diciembre 2012

Soliloquio para el fin de año... y hablará un soldado.

Johann Heinrich Füssli
En ese momento, a mi lado, un rebaño de gaviotas alzó el vuelo -un blanco arco trémulo
me cobijó, -plácidas, ligeras, amables plumas
moviéndose afirmativamente en el aire -grandes manos amistosas
aplaudiendo mudas el silencio, dándome palmadas en el hombro
de nuevo con confianza, -sí, una confianza nueva. Y bien, no lo lamentes. 

Te aseguro que ahora estoy tranquilo; -no anhelo la muerte de los otros
ni tampoco la mía. No me importa ya 
el engaño de los dioses ni mi autoengaño ni la burla
de mis compañeros de combate, -estoy lejos, no me abate. ¿Qué haría
con los inútiles botines, con el inmenso escudo y con la lanza?
¿Me protegería? ¿De qué? ¿Y cómo? Los troyanos no me doblegaron-
el miedo al enemigo es nulo frente al miedo al amigo. 
Yannis Ritsos

Sabemos-que-no-somos-sabios. El gato aprende los mitos uno a uno debajo de la manta. Maúlla y no se asfixia porque los sueños respiran. Sabemos-que-no-somos-limpios. Acaricio mi cama rasurada y quién vive dentro. Sabemos-que-no-somos-tiernos. Qué más voy a contar, qué más. Sabemos-que-mueren-gaviotas-dilo-más-rápido-sabemos-que-mueren-insectos-dilo-más-rápido. El único monstruo era yo y así lo palpo y así lo aprendo. Sabemos-que-Él-se-ha-dormido. Mi sucio compañero. Mi buen animal.  

28 diciembre 2012

2003-2013 (mi primera pluma).


Uno. Nunca había tenido pluma. Pero es que esto no es una pluma, me digo. Esto es un tesoro forrado de un color que recuerda a una perla. Pero es que yo nunca he visto una perla –una de verdad-, más allá de aquellas que La Sirenita mostraba en los dibujos animados. Pero es que hace tanto que no veo dibujos. Hace tanto que no escribo. Hace tanto que no paseo por aquí. Que no leo. Que no acaricio el frío suelo. Que…

Dos. Ya he regresado. Barcelona se muestra menos cruel cuando la piso que cuando la imagino. Ha sido un mal año. Muy mal año. Un año asqueroso en la ciudad que malimagino. También ha sido bueno. He leído, creo, más que nunca. He leído, creo, mejor que nunca. No he probado ninguna droga extraña porque nada se me hace extraño en la ciudad mailiaginada. No me he enamorado. Mi madre está guapa. He perdido amigos pero Laura ha vuelto. He perdido el collar del pájaro pero el ancla ha vuelto. He descubierto que tengo dislexia al escribir cifras cortas. Ahora comienza 3012, que diga, 2013, uf, y por suerte para mis dedos yo he cumplido 22 años.

Tres. Si comencé a escribir fue para poder contarlo. Si comencé a escribir fue porque supe teclear –disléxicas manos- aunque un tiempo después llegara a mi buzón una enorme caja con esta pluma extraña y perlada. Hace mucho que no escribo. Hace mucho y lo hace sólo para poder contarlo.

Cuatro. Deslizo mi nueva pluma y escribo una cifra. Borro. Escribo otra. Si comencé a escribir fue porque 2003 acababa y si ahora lo hago es porque 2013 comenzará. ¿Diez años haciendo el tonto? Nunca había tenido una pluma.

Cinco. Pero esto no es una pluma. Y Barcelona no me hace daño. Y si nací fue para que alguien me dedicara unas Cartas de cumpleaños. Pero hay tantos baches. Hemos ahorrado dinero. Hemos escrito nuestros nombres al revés. Nuestros y Nombres se parecen tanto. Quizá si comencé a escribir fue por eso. O quizá no. Ya no lo sé. Ahora tendré que inventarme otro cuento. 


*
(Gracias a Parker por el regalo
Y vosotros, pinchad aquí)

17 diciembre 2012

Fin del mundo y libros: 12 de 2012.

Se acerca el fin del mundo, que diga, el fin del año, y como siempre Internet se llena de listas de libros, películas, personajes o momentos que marcaron los últimos meses. A mí me encantan las listas, ya lo sabéis. Y aunque aún estamos a día 17, me veo obligada a redactarla muy pronto: durante las próximas semanas me esperan cientos de obligaciones familiares, laborales y académicas. (En efecto, el fin del mundo).

En junio ya hice alguna aproximación a aquellas lecturas que más me habían gustado. Pero al fin os dejo la lista definitiva de mis 12 de 2012. Una lista que, por otro lado, casi todos os podríais imaginar:

1. Aprender a rezar en la era de la técnica, de Gonçalo M. Tavares (Literatura Mondadori) 
/también aquí/
2. La jungla, de Upton Sinclair (Capitán Swing)
/también aquí/
3. Nada. Retrato de un insomne, de Blake Butler (Alpha Decay) 
/también aquí, aquí y aquí/
4. Noches azules, de Joan Didion (Literatura Mondadori)
/también aquí/
5. Ismene, de Yanis Ritsos (Acantilado) 
/también aquí/
6. Memphis Underground, de Stewart Home (Alpha Decay) 
/también aquí y aquí/
7. Fresy cool, de Antonio J. Rodríguez (Literatura Mondadori)
/también aquí, y aquí, y aquí y aquí y aquí y aquí, hehehe/
8. El jardín colgantede Javier Calvo (Seix Barral)
/también aquí/
9. Lo solo del animalde Olvido García Valdés (Tusquets)
10. Lolita secreta, Anónimo (Melusina)
11. El encantador. Nabokov y la felicidad, de Lila Azam (Duomo)
12. El sueño de Visnu, de David Meza (El Gaviero Ediciones)

Por último quisiera añadir que aunque 2012 ha traído estos libracos a nuestras mesas de novedades, este año también ha sido muy especial para mí por el descubrimiento y lectura incesantes de cuatro poetas ahora fundamentales en mi biblioteca, en mi vida y en mi imaginario. Hablo, por supuesto de Ted Hughes, de Birgitta Trotzig, de Anne Carson y de Ingeborg Bachmann. Ellos me han ayudado a re-descubrir el género. A reinterpretarlo. A escribirlo...

Y bueno.
El fin del mundo ya puede llegar. 
Aquí lo espero entre libros.
Muchas gracias.

13 diciembre 2012

Fábula de las ladronas de flores.



Alucinaciones, rojo intenso/ El iris concede más espacio del merecido/ Se parece a una flor con dientes/ Y sin morder logra arrebatarlo todo/ Y sin morder roba largas cucarachas/ Fábula de la langosta/ Fábula de la heroína/ Si las antenas punzan y el fin azota al mundo/ Por qué culparte, rojo intenso/ El único dolor lo cultiva el jardinero

10 diciembre 2012

Reordenando libros e ideas: algunos poetas jóvenes y sus nuevos poemarios.



Reordenando esta tarde mi biblioteca me he dado cuenta de que en 2012 se han publicado algunos libros de poesía escritos por gente muy joven e interesante. Más allá de los geniales poemarios En este lugar, de Unai Velasco y El libro de la crueldad de Layla Martínez, de los que ya he hablado varias veces en este blog o por Facebook, tengo en mis manos a otros siete autores que me confirman que los lectores de poesía de este país tenemos que estar de enhorabuena. Por ejemplo:

-72 demonios (Cangrejo Pistolero Ediciones) de Javier Gato (Sevilla, 1987), es el segundo libro del autor. Más oscuro y contundente que el anterior. Podríamos decir que es “el libro negro” de Javier Gato. Dentro de él leemos que ya “no queda corazón”. Y qué más da si lo que queda son sólo sombras: Gato es un genio moldeándolas.

-Mantener la cadena del frío (Pre-Textos) está firmado por Ben Clark (Ibiza 1984) y Andrés Catalán (Salamanca, 1983). Me gustó mucho “Basura” de Ben. Y también me ha gustado este libro: por su humor y sobre todo por su tema. En los últimos meses estuve obsesionada con encontrar libros, especialmente de poesía, que trataran el tema de la comida, et voilà: aquí llegaron ellos rompiendo ese vacío de la literatura. Llenando así nuestro estómago.

-El extraño que come en tu vajilla (Vitrubio) supone un cambio brusco en la poesía de Paco Najarro (Badajoz, 1987). Conozco al autor desde hace años -eramos adolescentes y hablábamos por Messenger- y me sorprendió mucho leer estos nuevos poemas, mucho más lúcidos y divertidos que los de su anterior poemario. Como en Mantener la cadena del frío, aquí el humor tiene un peso importante. Y es que a veces muy pocos poetas se atreven -y consiguen- hacernos reír. Eso es admirable.

-Horas de lobo (Origami) de Jacob Iglesias (Carrión de los Condes, 1980) es un libro muy íntimo e intenso. Está muy bien construido porque consigue contarnos una historia: su historia. La historia de lo que significa crecer, perder, llorar o incluso estar solo. Poemas como "Plegaria" me hicieron temblar.

-Primera noche en las ciudades nuevas (Monosabio) de María M. Bautista (Madrid, 1990) no es otra cosa que un diario de trabajo. O bueno, también puede ser un diario de viaje. O un cuaderno de notas a pie a otros poemas que la autora ha de tener -seguro- por ahí escondidos. O un blog puesto en papel. O simplemente eso: una primera noche en esa vieja ciudad que es la poesía. Lo que sí queda claro aquí es el amor infinito de la autora por el arte. Su infinito respeto a la palabra.

-Setenta y cuatro días sin mí (Colección Vincapervinca) es el segundo poemario de Francisco Fuentes (Plasencia, 1985). Su libro es breve, sus poemas son delgados, como gotas que se deslizan por un cristal y luego se congelan y luego se incrustan en el cristal y luego... y luego todo estalla porque suya es la capacidad de hacer chocar a las palabras.

-Por último quisiera hablar del libro que ha hecho posible este post, el culpable de que hoy haya tenido que reordenar mi estantería, pues, aunque es muy chiquitito, casi no cabía en el hueco reservado a la poesía española contemporánea. Me refiero a Mecánica del canto (Amargord) de Cristian Piné (Móstoles, 1991), que ha llegado hoy a mi buzón después de que muchísimos amigos me pusieran los dientes largos al hablarme de lo fantástica que les parecía su poesía. Y tenían razón. Mecánica del canto es un libro muy inteligente, repleto de poemas detrás de los cuales se nota un gran trabajo y reflexión. Mi lectura de Piné es aún demasiado reciente y no consigo encontrar las palabras exactas para describir sus extrañas descripciones, sus extrañas rimas, sus patadas punzantes al silencio y a la luz, al adjetivo y al color, a todo lo que le estorba para cantar la canción perfecta... y quizá es que no exista una  "canción perfecta", pero sí hay algo perfecto en su poesía... eso es fascinante.

Lo dicho. Reordenemos nuestras estanterías y luego salgamos a celebrarlo. Hoy. Siempre. Estamos de enhorabuena.   

09 diciembre 2012

No hay nada después de este poema (bueno, sí: Ted Hughes, o quizá un Cuervo).

Aleksandra W.
Interrogatorio ante la puerta del útero

¿A quién pertenecen estas patitas esmirriadas? A la Muerte.
¿A quién pertenece esta cara hirsuta y como chamuscada? A la Muerte.
¿A quién pertenecen estos pulmones que trabajan sin descanso? A la Muerte.
¿A quién pertenece ese servicial abrigo de músculos? A la Muerte.
¿A quién pertenecen esas tripas indescriptibles? A la Muerte.
¿A quién pertenecen esos supuestos sesos? A la Muerte.
¿Toda esta sangre revuelta? A la Muerte.
¿Esos ojos tan poco eficientes? A la Muerte.
¿Esa pequeña lengua viperina? A la Muerte.
¿Ese desvelo ocasional? A la Muerte.

¿Dado, robado o pendiente de juicio? Pendiente.

¿A quién pertenece toda la tierra lluviosa y pedregosa? A la Muerte.
¿A quién todo el espacio? A la Muerte.
¿Quién es más fuerte que la esperanza? La Muerte.
¿Quién es más fuerte que la voluntad? La Muerte.
¿Más fuerte que el amor? La Muerte.
¿Más fuerte que la vida? La Muerte.

Pero, ¿quién es más fuerte que la Muerte? Yo, obviamente.

Pasa, Cuervo.

(Ted Hughes)

06 diciembre 2012

Die young, stay... los jóvenes Sylvia y Ted.


(Aproximaciones a la belleza del marido III)

[...] 
Había otra mujer. Es una situación en la que se encuentran muchas parejas de casados jóvenes -en las que quizá se encuentran más parejas de las que no-, pero es una situación que habitualmente no dura: la pareja o bien vuelve a conectar o se deshace. La vida sigue. El dolor, la amargura y la espantosa inquietud y la culpabilidad por cuestiones sexuales disminuye y desaparece. Las personas se hacen mayores. Se perdonan a sí mismas y se perdonan una a la otra, e incluso pueden llegar a comprender y se perdonan a sí mismas y perdonan a la otra debido a que se trató de una cuestión de jóvenes. 
Pero una persona que muere a los treinta años en pleno desconcierto de una separación, permanece fija para siempre en ese desconcierto. Para los lectores de su poesía y de su biografía, Sylvia Plath siempre será joven y estará enfurecida debido a la infidelidad de Hughes. Nunca alcanzará la edad en que los tumultos de la juventud puedan ser vistos con una cierta comprensión, triste, sí, pero sin ira ni ansias de venganza. Ted Hughes ha alcanzado esa edad -la alcanzó hace algún tiempo-, pero la fama póstuma de Plath y la fascinación pública con la historia de su vida le han arrebatado la paz que trae consigo la edad. Dado que él formaba parte de esa vida -es la figura más interesante de ella durante sus seis años finales-, también permanece fijo en el caos y la cofusión de su último periodo. Como Prometeo, cuyo hígado devorado se reconstruía diariamente para que diariamente se lo pudieran volver a devorar, Hughes ha tenido que contemplar cómo se cebaban sobre su yo de juventud biógrafos, estudiosos, críticos, autores de artículos y periodistas de diarios. Extraños, que según Hughes no saben nada de su matrimonio con Plath, escriben con autoridad de propietarios. 
[...]
Janet Malcolm

03 diciembre 2012

Musa ammalata (ya en mis manos).




Es la primera vez que me publican un libro en otro país, a la espera también de que salga Bluebird and other tattoos en USA (el otro día corregí las últimas pruebas del libro, por cierto, lo que significa que quizá lo tenga en casa después de navidad). Pero esta es la primera vez: los italianos se adelantaron, y qué bonito ha quedado. Damocle Edizioni es una editorial preciosa y lo demuestra con la elección del papel, de su textura, de su precisión. Gracias a Pierpaolo (editor), de nuevo, a Sunshine (traductora e ideóloga de todo esto), de nuevo, a Ernesto (portada), de nuevo y a Viola (prólogo), de nuevo. 

(Y si os apetece haceros con el libro -es bilingüe-, 
o ver más cosas a propósito, pinchad aquí).

02 diciembre 2012

Domingo que acaba y diciembre que enfría.

Aleksandra W. 
when i am dead, ten thousand sailors will read my poetry
Steve Roggenbuck

Hace tanto que no leo un poema sobre las piedras. Hace tanto que no leo un poema sobre el mar. Hace tanto que no leo un poema sobre los cuerpos que chocan contra las piedras, llevados por el mar, llevados por la ola chocante, ola que choca, ola que cuerpo sobre el poema... ola que... Aquí está la voz, ¿has visto? Y viene en otro idioma como una instrucción mal dada: el principio se parece al final. El paisaje a la imaginación. El vino al pis. El gato al hijo. Hace tanto que no leo un poema sobre las piedras. Sobre los cuervos que reposan en ellas. Sobre las águilas que traicionan. Sobre el tiempo que tengo: el tiempo del poema.

01 diciembre 2012

Diamante que abruma, palabra que acerca (sobre la poesía de David Meza).


Uno. El libro de David Meza que El Gaviero Ediciones acaba de publicar no es otra cosa que un cofre repleto de joyas. Algunas menos pulidas, brillantes, o fascinantes que otras. Pero todas joyas, al fin y al cabo: un cofre repleto de demasiada belleza. No soy la primera lectora que se siente abrumada por este exceso de brillo. Sin embargo este “principal problema” en la poesía de Meza, es también su “principal virtud”. Lo hablaba con los editores. Hay en el autor una mezcla explosiva de ingenuidad y maravilla que convierte grandes versos en versos menores, y malos versos en diamantes brutos. Es extraño este efecto. Es  extraño y por eso nos aturde. Por eso nos deja sin aliento y así nos traga. Por eso queremos formar parte de él.

Dos. El libro de David Meza se titula El sueño de Visnu, y contiene las dos primeras partes de otras cinco que ya irán apareciendo en la misma editorial. Mi preferida hasta el momento es la primera, quizá por ese toque femenino, por esa narradora que el poeta elige para que nos cuente su vida. Su delirante y poética vida. Su vida que no es sino una crítica a un país (México), un reflejo de una tradición, y un dardo a una generación (aquella que celebra y a la que anima, aquel 1990 que tanto significado y color cobra en este texto).

Tres. Precisamente David Meza me recuerda a Roberto Bolaño. El sueño de Visnu podría ser una especie de nueva versión de Los perros románticos, o bien, el propio David Meza podría representar un retrato en carne y hueso de nuestro querido García Madero, protagonista de Los detectives salvajes. Pero esta comparación no es tanto de estilo como de espíritu. Estilísticamente hablando El sueño de Visnu guarda una voz con ecos de Juan Carlos Mestre, Leopoldo María Panero o incluso Pedro Casariego Córdoba. Su poema es el del gran aliento, con ese rasgo narrativo que ha caracterizado algunos de los grandes poemarios de nuestra quinta. Hablo de El fósforo astillado, de Juan Andrés García Román, o de Tara, de Elena Medel. Voces brutas que narran, cantan, pesan.

Cuatro. El libro de David Meza es un logro y una esperanza. Una piedra que nos llega desde el otro lado del charco -ese lado al que, a veces, poco miramos- y que empieza a llamarnos cargado de voces distintas y de juventud. Junto a la suya, me emocionan también otras poéticas. Las de Natalia Litvinova, Kevin Castro, Daniel Saldaña, Miguel Avero, Daniela Camacho, Agostina Ciccone, Lucas Ruppel, Carolina Quiñonez, Yaxkin Melchy, Karen Valladares... ¿Quizá El sueño de Visnu sea el comienzo de algo más grande? ¿Quizá no sólo la muerte de México será hermosa, sino también la muerte de América, la muerte de Europa, la muerte de toda palabra que imponga frontera? ¿Quizá es a este feliz flujo de palabras al que Meza canta en su fabuloso manifiesto? ¿Quizá...?

Cinco. Terminaré este post, entonces, con una cita. Con Esa cita. Juzgad ahora vosotros:

A las siguientes generaciones. Manifiesto.

Quiero que la muerte de México sea hermosa

Quiero que su muerte sea un acto bello e inexplicable como los pájaros

Quiero que el pasado sea un hecho maravilloso que se forja en el futuro

Quiero que mi nombre sea la vida

Quiero que América se desdoble y se muestre como un acantilado de ovnis

Quiero que mi sexo sea la vida

Quiero que la tradición literaria de las personas sea el movimiento de las cometas

Quiero que mi patria sea la vida

Quiero que los literatos suban de nuevo a los árboles y renombren cada noche las constelaciones del abecedario

Quiero que los poetas dejen de llamarse poetas y comiencen a llamarse sueños y que los sueños comiencen a llamarse estrellas o luciérnagas o arroyos o triciclos

Quiero que la juventud sea una postura frente al mundo y no una postura frente a los años

Quiero que la poesía se confunda con la narrativa y la narrativa con un tratado científico y este con un nuevo sistema planetario

Quiero que mi clase social sea la vida

Quiero que los poetas tengan miedo a la inmortalidad y a la permanencia

Quiero ser llamado universitario no por estar en la universidad sino por estar en el uni-verso

Quiero que el poema se confunda con un tratado filosófico o un tratado político o un venado herido en la mitad del bosque

Quiero que mi nacionalidad sea la vida

Quiero que cuanta persona lea este manifiesto lo destruya y construya otro más auténtico y hermoso

Quiero que los grupos literarios de esta época contemplen entre sus integrantes a las rocas y a los ríos y a los superhéroes del espacio

Quiero que los artistas arrojen sus obras a los mares y comiencen a escribir sobre sus cuerpos

Quiero que mi edad sea la vida

Quiero que la literatura universal sea llamada en el futuro la historia de la preliteratura

Y quiero que los poemas más hermosos de mi generación sean escritos en las paredes del metro
(David Meza)