30 septiembre 2013

No hay vampiros en Transilvania, sólo perros románticos.


Cuvinte pasari cu aripi de sânge / Palabras aves con alas de sangre
Max Blecher


I
Cuando anuncié en mis redes sociales que me iba a un festival de poesía en Transilvania, todo fueron bromas a propósito de vampiros, mordeduras, y demás. Pero lo cierto es que en Transilvania no hay ni un solo vampiro… todo lo contrario: cada una de las personas de Sibiu que tuve el placer de conocer en todo caso se comportó como una extraña donante de sangre, donante de alegría, donante de literatura. No colmillos. Sí esa fuerza con la que golpeaban unas palabras que a mí me sonaban tan lejanas. Perros románticos, en resumen, todos estos poetas a los que admiré durante mi estancia. Porque sin duda fue una experiencia bolañesca de principio a fin. Una experiencia verdosa e inolvidable.


II
Lo primero que veo de Sibiu es un trozo verde de tierra. El avión está a punto de aterrizar. Son las cuatro de la tarde y no he comido en todo el día. En el bolso guardo un par de libros, entre ellos Cuerpo transparente, de Max Blecher, aquel que Nerea me regaló meses atrás durante la presentación de La tumba del marinero en Pamplona. Agarro nerviosa el pequeño poemario y leo al azar algunas palabras en rumano: Mâinile tale pe capul meu ca doua pe un singur mormânt. (Tus manos en mi cabeza como dos piedras en una sola tumba), y entonces el avión cruza el cielo limpísimo de Sibiu, y el trozo verde de tierra se ve salpicado por ganado de muelas doloridas y tejados de ojos inquietantes. Vlad y Catalina me esperan en el aeropuerto. En aquel momento yo aún no sabía que cuatro días después me despediría de ellos casi llorando de tanta pena que me produciría pensar que quién sabe… quién sabe cuándo volveremos a vernos. Catalina (que nació en 1995 y me hace sentir una señora muy mayor a su lado) me prometerá entonces una visita en primavera. Salimos del aeropuerto y me llevan al hotel. El verde se sucede en la ventana y Blecher resuena en mi cabeza. Más tarde llegaría Radu. Más tarde conocería a Andrea (Italia). A Emilian (Moldavia) y su mujer. A Tara (EEUU). A Roland (Hungría). Etcétera.


III
Radu es probablemente una de las mejores personas de este planeta. No hay nadie más generoso que él. Desde que lo conocí el año pasado en otro festival de poesía en Bruselas no hemos parado de escribirnos o recomendarnos lecturas. Conmigo es extremadamente amable y por alguna razón que no llego a comprender del todo (y que no sé cómo agradecer) no ha dejado de apoyar mi poesía, dándola a conocer en varias revistas, antologías o recitales de Rumanía. Radu es una especie de hermano mayor. Un genio de la literatura. Un buen amigo.


IV
In front of krokodil we raise our right arm
Our touch the
Place where our heart used to be
Vlad Pojoga


V
La primera mañana desayuno muchas cosas con chocolate. Son las nueve y consulto el correo, atiendo algunos asuntos del trabajo y me doy la ducha más larga del mundo. Roland se acerca a mi habitación para pedirme pasta de dientes. Al principio no le entiendo, mi inglés es horrible. Escribo un mensaje a Catalina para ver si Vlad y ella pueden recogerme en el hotel y mostrarme la ciudad. Cuando bajo, me encuentro con Andrea, el poeta italiano que vive en París y que resulta ser amigo de algunos autores que he leído bien, como Giorgio Vasta. La noche anterior, durante la cena, estuvimos hablando mucho de las diferencias entre la cultura española, francesa e italiana, y convenimos en que la repercusión de la poesía en esos países es bien pobre. Nada nuevo, vaya. Compartimos algunas referencias: a los dos nos encantan Bukowski y Cristophe Tarkos. Más tarde en el hotel pasaríamos un rato viendo el blog en el que colabora, uno de los más importantes de Italia: Nazione Indiana, y otras páginas de poetas cuyos nombres apunté por algún lado y ahora no encuentro. Pero la primera mañana, decía, la pasé caminando por Sibiu con Vlad Pojoga, hablando de su amor por Max Blecher y de todo el panorama actual de la poesía rumana. Vlad nació en 1993 (otro que me hace sentir más que vieja…), trabaja en una editorial (Casa Editora de Max Blecher), organiza lecturas, traduce a Palahniuk, traduce del rumano al inglés a sus propios compañeros de generación y habla un inglés perfecto. Él y Catalina son pareja desde hace tiempo, están todo el rato juntos y entre los dos publicaron la antología We fall asleep faster than we used to, en donde recopilan a varios autores de edades parecidas a las que podemos encontrar en Tenían veinte años y estaban locos. Vlad y yo tenemos sueños parecidos. Nos gusta buscar y buscar y buscar nuevos autores. Nos gusta la edición. Nos gusta ayudar a nuevas voces a darse a conocer. Nos gusta pasear en silencio, mirando las paredes y a los perros.


VI
Descanso un rato en el hotel y a eso de las dos me reencuentro con Catalina en la librería Humanitas (un lugar estupendo con una buena selección de literatura extranjera). Ella me lleva hasta una torre en la que Vlad, Andrea, Roland y Nicolae nos esperan. En la torre vemos una exposición 3D y contemplamos el “skyline” de Sibiu. De nuevo el verde asoma en el horizonte. Hay alguna nube. Abajo suena la música choni de la Octoberfest. Lo verde: tan de Sibiu. Lo choni: tan universal.

VII
Como polenta, queso y sopa de verduras. Cada vez se nos suman más poetas. Todos beben alcohol como cabrones. Especialmente el moldavo, con su cerveza negra. El moldavo de ojos azulísimos y risa de ruso.


VIII
They called me to sing for the dead
While they were playing cards
Drinking vodka and telling
Stories
Nicolae Avram


IX
Primeros recitales: Florin Irau, Andrea Anglese, Teodora Coman, Vlad Dragoi, Rita Chirian, Ioana Vintila, Tara Skurtu y Cristina Jidveianu. Las palabras en italiano, en inglés, en rumano. Ioana tiene quince años y una fuerza increíble. Dragoi presenta su primer libro del que puedo leer algunos versos en inglés e intuyo a un genial poeta que bien podría pertenecer a la Alt Lit. Tara lee un poema alucinante sobre un pájaro muerto (me encantan los poemas sobre pájaros, me encanta su poema sobre pájaros, me encantan los poetas que matan pájaros con sus palabras). Andrea me regala su libro. En la antología común leo esto y lo subrayo inmediatamente: I cannot not tell my story. I call this: autobiographical calamity. Cuando Rita sale a leer me emociono demasiado. Su poesía sobre la enfermedad, sobre los desórdenes mentales. Su manera de leer. Llevaba tanto tiempo deseando conocerla. Es tan guapa. Tan entrañable… Más tarde las cenas. Las risas. El pub (cuando llegamos suena Ramnstein “te quiero puta” y reímos). Luego la discoteca: Daniel, Nelu, Krista, Andrea, Dragoi y yo. Cantamos canciones rumanas como si realmente las conociéramos de memoria (ellos probablemente sí, Andrea y yo lo hacíamos gracias al tequila). Allí la noche es muy barata. Invito a cerveza a esos jóvenes poetas, porque ya (y para siempre) son mis amigos. A las seis de la mañana llego al hotel. Puedo hablar un poco con Ibrah por Internet. Me manda fotos de los gatos. Me echa de menos. Yo también a él.


X
Along the spine
Slips the blade of scissors
The black curves
The ligaments snap
Never the skull
Andrei C. Serban


XI
El sábado por la mañana consigo reunir los trozos de mi cerebro que perdí la noche anterior. Desayuno. Me ducho. Segunda tanda de recitales a las 11 de la mañana: Andrei Bodiu, Roland Orcsik, Daniel Coman, Stefan Manasia, Martin Woodside, Sinzania Sipos, Andrei C. Serban, Krista Szocs. Después pausa para la comida. Visita al museo. Tocar a los gatos gordos que viven en el museo. Comer queso (más queso, sólo queso). Paseo con Catalina (me casaría con ella). Conversación sobre vampiros (sí, que no hay vampiros en Transilvania, joder). Sus ojos son intensos. Me habla de sus proyectos de novela. Vuelta a la librería. Aurel Pantea. Luna Miguel. Catalina Stanislav. Nicolae Avram. Romulus Bucur. Vlad Pojoga. Ioan Serbu. Emilian Galaicu-Paun. Rita lee mis poemas en rumano y lo hace mejor que yo en español. El festival termina y todos estamos absolutamente satisfechos. Felices. Compro muchos libros. Muchos libros. Muchos libros. Vuelta al hotel a recoger los trozos de mi alma que el cansancio me quitó. Otra ducha. Tiritas. Me pongo guapa. Es hora de cenar.


XII
If i die i’ll let you eat
Me if you die you’ll
Let me eat you yes
Vlad Dragoi


XIII
Para un vegetariano es un poco difícil salir del país. Esto lo sabe Ibrah, que hace un mes estuvo en Kosovo y le fue tan difícil encontrar algo sin carne. Como cosas con queso por cuarta vez consecutiva. Bebo mucho vino blanco. He hecho bien al sentarme junto a Radu porque la noche, a pesar del cansancio, promete demasiado. Demasiado perra y demasiado romántica. Hablamos de libros. Hablamos de Bolaño. Hablamos de belleza… y de pronto… hablamos de pollas. ¿Qué? Roland y Tara empiezan a escribir insultos en húngaro y a traducirlos al inglés. La libreta de Tara, cuyo título es “Romania. Book”, se acaba convirtiendo en una especie de “Biblia para hacer amigos en el extranjero”. Curiosamente son los insultos croatas los que ganan por encima de todas las cosas. Florin dibuja una polla. El cuaderno florece de sexos. Pienso entonces en García Madero, y en Los detectives salvajes. Pienso en lo salvajes que estamos siendo esta noche entre vodka, vino y cava. Somos salvajes y reímos como salvajes. Qué amistad tan extraña nos une esta noche. Y jugamos al mejor juego del mundo jamás imaginado. (Un juego, me cuentan, que ya es tradición entre los literatos rumanos). Radu dice: “tenéis que imaginar un cuadro, ¿sí?. Un cuadro en el que aparecen dos hombres dándose por culo. Ahora tenéis que pensar en vuestros libros favoritos. ¿Vale? Cualquiera de los títulos que elijáis le irá como anillo al dedo –lol-, a ese hipotético cuadro. Veréis”. Efectivamente: Furor y misterio ¡hahaha!, Música de cañerías ¡hahaha!, Indignaos, ¡hahaha!, Cien años de soledad ¡hahaha!, Una temporada en el infierno ¡hahaha! Salvajes como perros terminamos la noche bailando de nuevo. Me quedan pocas horas para abandonar la ciudad verde de ojos en los tejados. El tequila termina de destrozarme. En la habitación, de madrugada, me doy la tercera ducha del día. Soy una perra romántica aullando en soledad.


XIV
Maybe solitude
Has eventually distended
The empty romos among synapses
We must examine our pain”
Rita Chirian



XV
Radu Vancu: hermano, amigo
Catalina Stanislav: ojos azulísimos, cándidos
Vlad Pojoga: inteligencia, juventud
Rita Chirian: la admiro tanto
Andrea Inglese: elegancia
Roland Orcsik: alegría
Emilian Galaicu-Paun: literatura europea
Nicolae Avram: jazz
Stefan Manasia: canibalismo
Vlad Dragoi: Depeche Mode
Tara Skurtu: corazón
Martin Woodside: belleza californiana
Florin Iaru: alcohol
Ioana Vintila: el futuro


XVI
Con una resaca infinita me encuentro en medio del campo. No sé cómo he llegado allí. Quizá en el coche de Rita. Martin, Vlad, Catalina y yo miramos los ponis y los perros vagabundos. Aquello era un palacio. Mi men te es tá en o tro la do to do es muy muy muy muy verde. En el coche suena Radiohead como un himno. Un gran himno al bosque verde que nos rodea.
Mi men te.
Mi es tó ma go.
Mi do lor.
Mi ver de.
Medicina.
Comida china.
Me llevan al aeropuerto y siento que me mareo.
Abajo lo verde.
El ganado ya no nos salpica.
Las turbulencias me envenenan de miedo.
Abajo mis amigos. Los perros románticos.
Jamás vampiros.
Yo los vi bajo la luz del día y todos resplandecían.
Por un momento, por un solo momento la existencia del mundo se detiene.


25 septiembre 2013

Una cosa que quiero deciros y ninguna cita.


Uno. El gato aún respira. El gato es pequeño. El gato tiene pulmones del tamaño de esta uña. El gato ya no toma leche. El gato tiene fiebre. El gato dice miau con esos ojos tristes tristes tristes. El gato aguanta. El gato es fuerte.El gato recibe medicamentos. El gato recibe caricias. El gato tiene tos. El gato tiene mocos. El gato tuerce la cabeza pidiendo piedad. El gato bebe agua. El gato muerde mi mano. El gato quiere dormir. El gato quiere dormir. El gato quiere dormir. 

21 septiembre 2013

Dos cosas que quiero deciros y una cita.

Comer -cierta manera de comer- es deshacerse del mundo.
Martín Caparrós


Uno. La casa es un enorme ronroneo. Huele a leche. Huele a carne. Huele a avena y a lejía. Estoy sola pero estoy acompañada. Estoy sola como todos los días últimos. Nuestra vida cambia al mismo ritmo en que Yum crece. Ahora está tranquila. A veces duerme. Ahora está feliz. A veces chilla. La casa es un enorme silencio y hace calor. He limpiado el suelo tantas veces. He roto los vasos tantas veces. Y ahora encuentro un trozo de cristal. Podría morderlo si quisiera. Podría tragarlo sin dolor. Podría entonar mi ronroneo. Encierro al gato en la nevera. No hay frío. No hay frío. No hay tiempo.

Dos. El secreto está en dejarse morder. Hay tantas drogas: ninguna me interesa. El secreto está no entusiasmarse. Hay tantas risas: ninguna me conviene. El secreto está en dejarlo a fuego lento. Que no arda. Que sólo se consuma.  

15 septiembre 2013

Tres cosas que quiero deciros y una cita.

Si todo lo que tenemos como mundo y como dios son las palabras, debemos tratarlas con cuidado y con rigor: debemos adorarlas.
David Foster Wallace a Jonathan Franzen
entre su correspondencia de junio de 1992


Uno. Cuántas veces tocaría Cortázar su propio labio para describir con precisión aquel famoso borde del capítulo siete. Tocando. Dibujando hasta encontrar la palabra exacta. Adorando. O cuántas veces Nabokov chascaría la lengua intentando saber en qué diente o a qué altura del paladar las sílabas de Lolita emprendían su viaje entre saliva. Tocando. Chascando. Adorando.

Dos. ¿Sabías que Ted Hughes comenzó a versionar El libro tibetano de los muertos mientras miraba intensamente la luz al final de un prado, pero que nunca terminó el manuscrito? ¿Sabías que los gatos minúsculos no tienen miedo al agua, y eructan pompas de leche, y adoran demasiado al gato enorme que les araña? ¿Sabías, también, que la enfermedad (roga) es consecuencia del desequilibrio de los tres humores: aire (vata), bilis (pitta) y flema (kapha)?

Tres. Tengo que escribir sobre maternidad y no soy madre. Tengo que escribir sobre comida y no soy cuenco. Tengo que enamorar a Alicia: y no sé cómo.  

14 septiembre 2013

Cinco cosas que quiero deciros y una cita.

Aleksandra Waliszewska
Alicia no puede estar en el poema, dice ella, porque
Es sólo una metáfora de la infancia
Y un poema ya es una metáfora
Así que tendríamos sólo una metáfora
Dentro de una metáfora. ¿Lo ven?
Mary Jo Bang

Uno. Los gatos. Los gatos tienen cicatrices. Los gatos tienen cicatrices y voz de niña: por eso me asustan. Hay un gato en cada uno de nosotros. A mí me caben tres en el estómago, y giran, y giran, con esas uñas crueles. Los gatos. Los gatos beben leche antigua. Comen proteínas. Me dejan dormir.

Dos. Después de tantos libros (Siddhartha Mukherjee, David Foster Wallace, Anatole Broyard) compartidos -casi leídos al mismo tiempo-. De tantos espacios comunes (eh, acabo de estar en el C3Bar, eh, acabo de pasar por esa misma calle, eh, acabo de ver a tu hermano I, que es con quien trabaja mi novio I, eh, eh, cuándo una mañana o una noche). De tantos sí, me gusta, el gato, la cámara, la foto de aquella casa. De tanto, por fin conozco a M. Y tomo cerveza con I, M y M. Y me quemo la piel porque el sol de septiembre es tan tonto. Y hablo feliz. Y siento la esperanza.

Tres. Acompaño a otra Miau a la tienda de tatuajes. En noviembre hará tres años desde mi última tinta/piel. De verdad que lo echo de menos. De verdad que lo necesito.

Cuatro. Jacob perfila los poemas mientras Jesús ultima la portada. Todo preparado para laedición estadounidense de La tumba del marinero. Todo preparado y perfecto para que las vísceras retumben en otro idioma. Sibiu en el horizonte. Londres en el horizonte. Nueva York en el horizonte. La poesía es una especie de agencia de viajes. Me sorprendo al imaginar tantos aviones.

Cinco. Salir corriendo. Salir corriendo. Te han robado un bien ¿preciado? Salir corriendo.  

10 septiembre 2013

Lara Moreno: «El amor se deteriora, pero sólo porque nosotros nos deterioramos.»

Algunas cosas quedan
seguimos siendo jóvenes para según qué nostalgias
Lara Moreno

Hoy he pasado unas horas con Lara Moreno, vieja conocida con la que he compartido fiestas madrileñas, tardes de presentación en la capital, e incluso dulces mojitos cabogateros en un chiringuito alejado del mundo. Tan alejado del mundo como ese escenario que ahora ella retrata en Por si se va la luz, su primera novela, publicada recientemente en Lumen, una historia sobre cómo sobrevivir a lo terrible del mundo y, sobre todo, cómo sobrevivir a nosotros mismos. Hemos hablado de sangre y de sudor (su lenguaje es poético y sórdido a la vez), de generaciones literarias (esos escritores que están en boca de todos, y esos otros, que viven aislados), de su amor por Virginia Woolf (sin Las olas, me dice, Por si se va la luz hubiera sido imposible de concebir), de lo que significa para nosotras el amor (ese hilo extraño, también, que une a dos de sus protagonistas), o incluso de dar biberones... Para los que no la conozcáis, os recomiendo seguir su pista. Todo lo que irradia es lúcido y encantador. 

07 septiembre 2013

Diminutos párpados.

Yo te amaba. Amaba tu rostro de manantial abarrancado por la tormenta y la cifra de tu dominio que cercaba mi beso. Hay quien se confía a una imaginación redonda. A mí me basta ir. He traído de la desesperación un cestillo tan pequeño, amor mío, que ha sido posible trenzarlo con mimbre.
René Char

05 septiembre 2013

Aproximaciones a la belleza del marido (IV): el retorno de Joan-Marc.

-Mira, los chicos nos hacemos los hombres antes de serlo, sacamos pecho, marcamos paquete, nos desabrochamos el segundo botón de la camisa, porque esperamos que eso os impresione; os hacemos reír, y eso está bien, pero nunca nos habéis creído, somos incapaces de sostener la interpretación. Jugamos a ser el sexo fuerte, pero ahí nos tienes, temblando de emoción ante esos organismos que transportan los elementos indispensables para organizar un paraíso en la Tierra. Ninguna de vosotras entendéis desde vuestro desarrollo gradual lo que supone la detonación a los doce, a los trece, a los catorce de esas bombas de testosterona que queman brazos enteros de neuronas hasta la raíz, que impulsan al vello crecer por todo el cuerpo, que te cambian las facciones a tirones, estamos puestos aquí, entre las sensaciones, para plantar la semilla en el surco carnal y asegurar el relevo. ¿Entiendes?
-No.
Gonzalo Torné

03 septiembre 2013

Mi cadáver (sigue) dentro.

Ayer las editoras de Dollfeeder (revista de no ficción desde el futuro) anunciaron la publicación de su primer número (puede leerse aquí). Ha sido un placer colaborar con ellas y agradezco enormemente la labor de traducción de Sarah Viren. El texto con el que colaboro, titulado "Mi abuela dice hay que comer bien y entonces abre una nevera con mi cadáver dentro" pertenece al proyecto literario que estoy gestando y del que ya os he hablado varias veces por aquí. El poema surgió de una cita de Ted Hughes que podéis ver en este link. Es curioso lo poco que he escrito y lo mucho que he dudado desde entonces. A veces creo que Los estómagos no avanza e intuyo que será un libro muy breve, pues ahora son otros (y muchos, y variados) los temas que me aturden y que me invaden. Quizá necesite descansar, ya no lo sé. A veces reconocer que uno no puede escribir se convierte en la medicina perfecta para volver a arrancar esa escritura... Con todo, en Dollfeeder os muestro un cadáver que, como veis, sigue muy dentro. 

02 septiembre 2013

5 poetas que no conocías y a las que debes seguir.

Hoy he publicado un pequeño artículo en la revista Barcelonés (aquí), donde presento a cinco voces jóvenes de la poesía que me han llamado mucho la atención en los últimos tiempos. Cinco poetas que vienen de Estados Unidos, Rumanía, Holanda, Dinamarca y Francia, y que son importantes y necesarias en la vida literaria de sus respectivos países. Cinco mujeres. Cinco, y extranjeras, porque los que seguimos la blogosfera o el panorama poético español de cerca, a veces necesitamos mirar a otro lado y contagiarnos de alientos distintos. 

De Gabby Bess hay alguna cosa en este blog, y también podéis leer uno de sus cuentos publicado en la antología Ficción Rara que coordiné en Playground. De Lieke Marsman y Lysiane Rakotoson hay poemas en la versión online Tenían veinte años y estaban locos. De Rita Chirian y Nanna Juul Lang poco más puedo deciros, más allá de lo que cuento en el artículo: la primera ha publicado varios libros, la segunda apenas comienza, y a las dos hay que seguirlas de cerca siempre y cuando el idioma nos lo permita (para esta ocasión intenté que al menos hubiera un poema en inglés de cada una, y ellas mismas hicieron el esfuerzo de traducir un poema inédito). 

Nos pregunta un anónimo, con malicia, si es casualidad que todas estas autoras sean tan guapas... Yo también me fijé en eso mientras rastreaba sus nombres, y tiene razón: todas guardan una intensa y prometedora mirada.