31 mayo 2010

Papimami.


un traicionero silbar
desde el alféizar. Enamórate de ti misma,
me decían a mí; muere joven, a mi madre.
Natasha Trethwey

El sábado pasado compré Guardia nativa en la caseta de Bartleby Editores, por recomendación de un amigo bloguero. Me gusta Guardia nativa. Sí. Me gustan los poemas de Natasha dedicados a su madre muerta. Hace poco leí Desalojos de Miriam Reyes, la temática y la forma era muy parecida, pero también me parecieron textos hermosos. Cuando leo este tipo de libros me acuerdo de mi madre. Mi madre, que sigue viva, claro, pero la echo de menos igualmente y miro los álbumes de fotos que preparamos en Almería una semana antes de que me marchara para siempre. Mi madre murió una vez, o eso dice, cuando me recuerda que de muy pequeña yo deseaba su desaparición para que así papá y yo nos trasladáramos a una casa encantada en la que conocería a fantasmas como Cásper. No quiero Cáspers, pienso. No quiero casas encantadas. No quiero que nadie desaparezca.


Descubrirse el sexo, destaparse la palabra.


Escribo follar para Público. Escribir follar es más divertido que escribir poema. A veces los poemas se escriben follando, simplemente, follando. Otras veces ni se folla ni se escribe pero se leen fragmentos de otros libros que te hacen sentir lo mismo: eso del vientre. Ese temblor de rodillas. Eso del pecho. Leo a Mariano Peyrou. Leo: Temperatura voz y caliento mis cuerdas vocales con su último poemario, recién comprado en la caseta de Pre-textos. Leo: pero de todas las palabras del día sólo una es voz. Escribo: anarchy. Escribo: poetry. Releo sin vergüenza los cuadernos de otro tiempo.

25 mayo 2010

Verano.


Las chanclas de Faye chapotean y chirrían.
—Tus zapatillas suenan a sexo —dice Julie.
David Foster Wallace

No es muy tarde pero todo está oscuro y vuelvo a casa haciendo ruido, con las sandalias de falso cuero sobre la acera. Hoy, por primera vez, me descalzo y piso el mundo de otra modo. El sonido del cuero, digo, del falso cuero, digo, que suena como sonaban los minutos de vuelta a casa (notturno 223) el verano pasado. Que suenan a Faye y a Foster Wallace. Que suenan a sexo. Tu sexo al otro lado de la ciudad aquellas noches de calor infernal y viento. Separados y viento. Solos y viento. Volver a casa y escribir un poema, y hacerte creer a ti misma que lo que apuntas no ha muerto. Hoy, por primera vez, piso el suelo de tu casa con sandalias rotas. Sacas una bolsa roja y me regalas Verano de Coetzee. Verano y viento. Verano y rota. Tus besos son la excusa del verano, escribía Elena Medel en 2004. Tu verano es la excusa de mis muslos cansados. Verano... Llego a casa haciendo ruido y abro la botella de horchata dulce. Fría. Blanca como semen en mi estómago. Donde todo es víscera. Donde todo permanece oscuro.

23 mayo 2010

Otra (pequeña) muerte de domingo.


Je ne parlerai pas, je ne penserai rien
Mais l'amour infini me montera dans l'âme
Arthur Rimbaud

Dejad que se suiciden los gorriones. Dejad que marchen: así no nos harán más daño. Pues tienen alas púrpuras y el púrpura se asemeja a la penitencia. Al castigo. A la muerte. Suicidarse no es morir. No es morir suicidarse, no, es otra cosa. Parecida al tedio o a la vergüenza, la muerte es un estado de ánimo. Ánima blanca. Ánima dichosa e inexistente la de los gorriones que mueren cada día ahogados por el cloro del mar. Dejadlos estar aquí. O no estar aquí cuando ellos quieran. Los gorriones que no son aves. Que somos nosotros mismos deshaciéndonos con el paso de los días. Dejad que se suiciden. Que nos salven. Que con el infinito tedio se posen en nuestra cabeza desnuda. Y sólo quiero el verano y estar lejos de este río. No hablaré no pensaré no. Dejad que su aleteo permanezca.

22 mayo 2010

La ciudad es ¿para quién?


No queremos morir a menos de diez kilómetros de distancia de donde nacimos. O eso decía Hank. O eso dictaba nuestra transparencia. Que hace calor. No lo niego. Que no queremos morir. No. Lo niego.

20 mayo 2010

Entre formas y finales.

Decir no es muy sencillo y a la vez lo más difícil. Esa simple sílaba, esas dos letras casi inaudibles, tienen el poder de sustraernos al flujo inconsciente de la vida, de apartarnos de los ritmos predecibles y reiterados de la existencia biológica y hacernos volver sobre nosotros mismos, que es como decir: hacernos tomar conciencia de lo que somos. Estoy hablando de un no fundante, de esa negativa que es, en realidad, una afirmación, aquello que nos afirma y afinca literalmente en el mundo y sobre lo cual se levantan todos nuestros actos, nuestras decisiones, todos los movimientos de la voluntad y el deseo. Decir no es empezar a vivir. O también: sólo quien ha dicho no, quien se ha rebelado contra la dimensión animal de su existencia, quien hace del inconformismo y la interrogación constantes sus señas de identidad, se ha ganado el derecho a vivir su vida, vivirla plenamente, con toda su carga de esplendores y demonios, de luz y de tiniebla.

(Jordi Doce, noviembre 2008
Fragmento del prólogo al cuaderno Cruzo un desierto,
al fin en mis manos,
tras dos años de dulce espera)

18 mayo 2010

Poeta y no poetisa: entrevista a Laura Rosal.

Ya lo dije. Ya lo dije todo sobre ella. Por eso ahora sólo puedo limitarme a hacerle preguntas. Pequeñas preguntas para esta entrevista en Koult. Algo de luz al panorama: en ese país en el que los poetas sólo desean llegar a reunir 500 versos para poder ser publicados. En ese país en el que el trabajo de uno siempre está puesto en interrogación. Siempre y sólo por la falta de ambición de los otros. De los que más critican. A Laura le da igual todo eso. Ella es poeta por casualidad. Por la única casualidad por la que se puede llegar a ser poeta. Con veintidós años nos deja un libro amargo y a su vez esperanzador. Laura, lo reconozco, hace que me sienta vieja. Que todos nos sintamos viejos. Hay quien dice que se siente así cuando sus amigos se comienzan a casar. En mi caso mi angustia temporal surge cuando mis amigos y amigas comienzan a publicar libros. Con ella he credido en la blogosfera. Con ella creceré en el papel. No. Ya no somos esas niñas. Ya no eres poetisa, Laura. Sólo poeta.

17 mayo 2010

Carne de rata.

Homme de constitution ordinaire, la chair n'était-elle pas un fruit pendu dans le verger?
Arthur Rimbaud

A veces siento las Iluminaciones y vuelvo a leer el infierno de Rimbaud. Una vez me gustó Rimbaud, recuerdo. Otra vez: odié sus manos retorcidas sobre el papel. Gallimard, 1960. Amarillento. Sucio. Pero esto es 2010 y engullo un trozo de carne de rata mientras debatimos, poco hambrientos, sobre el futuro de la literatura. Alejémonos de los que nos hacen daño. Pienso. Alejémonos de todos ellos.

15 mayo 2010

Dios nos odia a todos.

Desde que estoy enganchada a la serie Californication, gracias a la recomendación de J.S., sólo pienso en Hank Moody. O en Charles Bukowski. O en Fante. O en Bret Easton Ellis. Sobre todo en él. Bret Ellis. Y al fin he comenzado a leer Lunar Park, ese libro que compré en La Central cuando aún hacía frío. (Pero es que aún hace frío, pienso). Hace meses. Cualquier tarde de café y cigarrillo en Atocha. De Californication aprendo que los tarados no están sólo aquí. Están en todas partes, y que ante ellos, como hace Hank Moody, sólo dan ganas de sacarse la chorra. Una historia irónica sobre los círculos literarios y editoriales. Pornografía. Rock. Drama. Tetas por todas partes. ¿Qué es la literatura al fin y al cabo? Y cito a Ellis: pero un miembro del consejo editorial arguyó: si hay un público para una novela de zombis chupapollas y cocainómanos, pues se publica como sea y punto. Una excusa, de algunos, para vivir del cuento.

12 mayo 2010

Suicidio de libélulas.


O Extraña claridad. Qué importa: esos son los títulos de los libros de Begoña Callejón. Los libros que hoy me han salvado de mi propia desaparición cuando me disponía a vestirme de luto para bajar al chino, para comprar un cigarrillo de los que saben a muerte y deshacerme de este encierro azul con el que sólo compruebo mis errores académicos. Conocí a Begoña Callejón hace unas semanas durante el encuentro Para qué + poetas que celebramos en Almería. Un encuentro entre cuatro autores que hemos desarrollado parte de nuestra vida poética en esa ciudad. Pero no. Miento. A Begoña la conocí mucho antes. La conocí la primera vez que escribí un poema. Y la primera vez que hice el amor. Y la primera vez que leí a Pizarnik. Y, claro, cuando sostuve entre mis manos la Cenicienta en sangre que mis padres publicaron en El Gaviero. De hecho aquel día fue muy gaviero. Como podéis ver en la foto ahí están Juanma Gil, Ana Tapia, Raúl Quinto y Begoña. Autores de la casa. Hijos de papel. Junto a mí. Luna de ojos cerrados. Hija carnal. La foto de grupo la hizo mi padre. La foto de pareja la hizo Ana Tapia. Recuerdo aquellos cuatro días desérticos como algo hermoso. Como un descanso inmerecido. O esa Extraña claridad que lo caracterizó. Hoy veo estas fotos. Hoy recibo estos libros. Hace tiempo publiqué un poema de Begoña que tuvo mucha polémica. Un comentarista sentenció "todas las mujeres escribís igual". ¿Igual a qué?, pienso. Hace menos tiempo escribí el texto "jodido día del libro" en el que denunciaba las críticas que en una rueda de prensa algún periodista inculto vertió sobre la autora. "Inmoral", dijo. "Suicida". Y dio en el clavo, sin embargo, este personaje. Pues esas son dos de las palabras con las que yo describiría a Begoña Callejón. Pero las palabras pueden ser expulsadas con distintas intenciones, y lo que para ese periodista era malo para mí es magia. "Mi historia es inmoral" dice Zaratustra. Inmoral. Suicida. Lúcida. Directa. Begoña es un cuchillo dulce deslizándose por mi garganta. Y desde aquí la leo y la releo, aun sabiendo que en el escritorio me esperan los símbolos de la Justicia (los de otro examen que tampoco aprobaré). La poesía de Begoña sí es Justicia. Justicia con ella misma y con quienes la leemos. Esta absurda manera de vivir. Estoy sola. Tejeré la tormenta que se avecina. La vida rueda y yo la empujo. Así nos mece ella.

Un dessein si funeste, s'il n'est digne d'Atrée, est digne de Thyeste?

El mundo acaba allí.
Dicen.

10 mayo 2010

Desafortunada de ti.

That's basically how I spent my twenties:
jealous and feeling bad about my self.
Denise Duhamel

a Pentente

Afortunada de mí. Desafortunado, mi otro yo, aquí, conmigo, en una jaula que no es pájaro porque estoy harta de los pájaros y de las cosas cursis. Os odio, putos pájaros, no muráis, no muráis, ¡vivid como estúpidos voladores que cagan encima de nuestras cabezas! Cosas cursis, que soy cursi, pienso, cuando escucho canciones como esta y me veo a mí misma en una ventana de verano, en una ventana de otoño, en una ventana de invierno, jamás primaveral, esperando a que Él vuelva de sus clases en Ithaca, y el acento incomprensible, como en esas pelis americanas en las que las parejas viven a distancia. ¿Para cuándo la buhardilla en La Latina? Parejas que viven lejos y quieren ser pájaros. Putos pájaros cagones para volar a otra parte, cogidos de la mano-pluma. Cogidos del sexo-pluma. Follando sobre la nube más amorfa del espacio estelar. Que el mundo es cursi. Que las canciones que suenan por casualidad hacen daño al organismo. Que, afortunada de mí, escuchando mi vida en la mente de otras mujeres. En los poemas de otras mujeres. En él. Garganta sonora. Cuando apenas entristece.

Ruinas desérticas: entrevista a Pablo López Carballo.

Hace poco escribí aquí algunas de mis impresiones a propósito de Sobre unas ruinas encontradas de Pablo López Carballo. Hoy, en Koult. es podréis leer la entrevista que le hice. Estoy contenta porque Pablo ha tratado algunos puntos muy interesantes relacionados con el panorama poético actual, no sólo refiriéndose a los autores, también a las editoriales y a todo ese trabajo que está ahí y a veces se menosprecia. Pablo nació en 1984, además de crítico, es uno de los autores más jóvenes del panorama. Os invito a leer la entrevista igual que os invité, hace unas semanas, a leer su magnífico libro:

09 mayo 2010

Querido diario (o cuatro años de blog).

Querido diario:

La guerra acaba de terminar en el mundo.
Acaba de comenzar en mi vida.
Lesley Arfin

Llevo desde ayer encerrada en este cuarto. Creo que es domingo. Llueve en mi ventana. El árbol se mueve. Suena Jolene, de Dolly Parton. Hay gente a la que le molesta que no escriba ni una sola coma. Me da igual. Hay gente que copia mis textos secretos. Hay madres que se cuelan en mi armario y leen este diario. Creen comprenderlo. Qué más da. En mi mesa el manual de Instituciones del Derecho. Trato de ingerir una dosis de Cocacola Light, otra de Risketos y otra de Justicia. En mi mesa, el último número de Quimera, el rotulador amarillo eléctrico con el que subrayo todo aquello que no entiendo. En mi mesa Rosalgin pronto, crema Nivea, otra lata vacía y unos folios en blanco. En mi mesa, todo eso y el libro de Lesley Arfin, Querido diario, recordándome que el tiempo pasa y que ya no tengo quince años. Mi foto, mi cara mojada y triste al lado de la de Félix Francisco Casanova: dentro de seis meses cumplirás veinte años. [Fea sucia tonta, que vas a los bares después de la guerra]. Tu cara, prologando las desgracias de Arfin. Prologando su mirada inocentemente punk. Se acaba la canción. Vuelvo a Spotify y pincho otra vez. Jolene, jolene... Abro Hotmail, mi chico me dice que una hora me llamará. Abro mi blog, tengo un comentario de Humbert Humbert. Abro mi blog. Lo vuelvo a abrir. Domingo nueve de mayo. Hace tres días mi blog cumplió cuatro años. Recuerdo. Lo empecé a los quince, meses antes de irme a vivir a Niza. Terminaba cuarto de ESO y empezaba a publicar mis poemas en revistas on-line. Revistas pequeñas de las que nadie se acuerda. [Silencio. Repeat. Jolene, Jolene...] Era pequeña. Me parecía demasiado a lo que no soy ahora. Quería ser una especie de Lesley Arfin con aires de Valente. Quería ser una especie de Bukowski con aires de Nothomb. Quería, querido diario, encontrar a alguien, de entre todos los que habitaban esta maldita Red, que entendiera lo que decía y me escuchara. Eso. Eso. Así. Pero tenía quince años. Pero tenía quince años infieles y hacía el amor con cualquiera que me dedicara un grafitti feo en alguna de las calles sucias de Nice La Pute. Jolene, ¿Jolene?.En mi mesa Lesley Arfin me recuerda que tampoco tuve amigas. Y que no hace falta irse muy lejos para encontrar literatura. De hecho, querido, queridísimo diario. La cita que aquí dejo la escribió la propia Arfin con apenas 12 años. Su joven entraña. Su pequeña entraña drogadicta. Su pequeño sufrimiento que era un mundo. Lluvioso. Qué más da. Y las comas. Y la infancia. Y este blog. Y este diario. Y esta cara triste sobre mi escritorio. Y este cuerpo viejo. Joder. ¿Qué mas dan?

*La foto es de un cartel que pegué por toda Niza
en noviembre de 2006.
Era el día de mi 16 cumpleaños.
La imagen es una variación de una fotografía
tomada en el cementerio judío.

08 mayo 2010

Die young stay pretty (II).


Diario

Leo L'etranger. Versión de bolsillo. Cuatro euros y cincuenta y cinco céntimos. Voy por la misma página que tú. Por la misma línea. Aquí y allí el autor dice: mar. Leo a Gil de Biedma porque sus amigos vivos hablan de él como un muerto. Aquí y allí el autor dice: espejo. Leo a Ullán, a Kafka, a García Márquez. Leo y te leo a ti. Desnudo frente a mi pantalla. Aquí y allí, filtro de color helado. Leo a Casanova porque los vivos hablan de él como un niño muerto. Aquí y a ti. Dices: esto ya no es un poema.

Negrita
Manifiesto sub-realístico

Me acerco a tu Manifiesto Hovno y recuerdo al Bohemio. Al Bohemio Enrique anudando sus dedos en una barba de angelito. Podrías haber sido tú. Podríamos haber estado juntos en ese momento. En el lugar de la playa. A los diecisiete años y una botella de tequila. El más barato. El de los poetas. Tú y el Bohemio erais la misma persona. Tú, y mi amigo esquelético, acariciándome la mejilla. Como tú él y yo decidimos planear un manifiesto. Salvaremos el mundo, pensamos. Salvaremos al cuerpo adolescente que nos habita. Sin bolígrafo mordisqueado sino a teclado limpio, enumeramos las órdenes de la sub-realisticidad, escribimos sobre el mirlo, sobre el gorrión desértico. Despreciamos a nuestros profesores. Despreciamos a nuestros poetas. Comprendimos que la destrucción era el lugar idóneo para la literatura. (Destruye, destruye, destruye, nos ordenó Monelle). Dijimos asco a la ignorancia. Hicimos fotografías a los gatos del paseo marítimo. Arrancamos vinagretas del asfalto. Real visceralismo. Pink Floyd. Camisas de cuadros. Me acerco a tu mentón. Recuerdo las sendas de nuestro aburrimiento.

1975-2010: mutación

El mundo ha mutado: y no seré yo quien te recomiende volver. No resucites, mierda, quédate donde estabas. En esta vida nueva llorarías por tus poemas. En ellos dices que solías sentarte frente a las cabinas telefónicas. Que contemplabas las bocas imaginando sus lejanos destinos. En esta vida nueva no quedan apenas cabinas. En mi barrio han arrancado la última. La quitaron, de cuajo, y en el suelo quedó un cuadrado gris. Un agujero. Una puerta a otra dimensión habitada por las cucarachas carnívoras de la ciudad. Nada de cabinas. Nada de susurros sin monedas. Si estuvieras aquí, conmigo, en esta vida nueva tendrías un celular Nokia con cámara de infinitos megapíxeles y conexión a tu bandeja de entrada, y sudokus o tus tracks preferidos. Y entonces, cuando la noche te aprisionara como dices que te aprisiona. Cuando no supieras qué hacer y no encontraras cabinas de enamorados con las que reconstruir el cable eléctrico de tus venas. Entonces. Sabrías que algo ha mutado. Que las cucarachas del agujero son cada vez más monstruosas. Que estas sólo. En esta vida nueva. Que no conoces a nadie. En esta vida nueva. Que ya te lo dije, repetiré. Que estabas mucho mejor ocupando el lugar de las estrellas.

Diario II

Veo Gritos y susurros de Bergman. Y también veo Matrix. Y Juno. Y sueño con el agente Smith dejando preñada a una niña de quince años.

Veo Gritos y susurros mientras tú procuras describirme el silencio: que si a veces es el máximo dolor, que si en otras ocasiones la cima de la alegría.

Será la lluvia, o que yo soy más moderna que tú, te digo, pero a mí me gusta más el ruido.
El ruido de los raíles chirriantes.
El del metro que entra a la estación
y justo en ese instante break the silence con máxima violencia.

¿Oyes eso?, pregunta el agente Smith: es el sonido de la muerte.
¿Y qué es la muerte?, me desafías.
Es el silencio y el ruido al mismo tiempo, creo responder.
Vale. Estamos en paz.

Girls don't cry

Hoy soñé con todas ellas. Con Irene abandonada. Con Cari, La Voz, Dido, espada de plata. Con Luna: la que sólo te amó. La que sólo a ti te amó. La que te besaba. ¡AHH COÑO! Loca por ti. Con sus rojos y carnosos labios. Hoy soñé con ella. Dijiste: llorará un par de semanas y se le pasará. Pero tú no sabes. Tú no sabes que las chicas no lloran. Que aquí la única lágrima es tu minúscula gota de semen sobre su rodilla. Hoy soñé. Que la luna gemía. ¿Y tú? ¿Llorarás tú?

Un poema

inmortalidad de la nada/ las luces en tu frente mueren azules/ las luces en el alma,/ enfermedad,/ de tu torso desnudo nazco sin piel/ de tu torso de poeta/ muero aprendiz,/ enferma,/ inmortalidad, nada/ belleza/ nada/ juventud/ nada.

Luna Vorace

Quería casarme con ellos. Tener hijos con ellos. Llevar todos sus apellidos de casada. Cocinar para ellos. Cortarles las uñas de los pies después de la ducha. Prepararles las camisas. Regalarles los cuadernos. Apretarles los granitos de la espalda. Hacerles el amor en el escritorio. Soportar que se marcharan con otras. Soportarles borrachos. Soportar sus manos sudorosas después de la pelea. Quería ser Luna Caulfield. Luna Chinaski. Luna García Madero. Luna Berg. Luna Incandenza. Luna Bandini. Mis pequeños maridos adolescentes. Les lavaría la boca con jabón –en tantas ocasiones-. Les prohibiría beber Cocacola más tarde de las diez. Les diría Eso no se hace. Dame la mano. No seas malo. Anagrama como agencia matrimonial. Amores de bolsillo. Quería casarme con todos ellos. Quería ser poeta, como todos ellos. Quería pene y pecas. Pelo sucio y moratones. Tirantes. Uñas negras. Los quería tanto. Tanto, te añoro, mi lindo Vorace.

Azul, lila, rojo

Estoy soñando, literalmente. Otra vez. Estoy leyéndote. En la última página del Don. De tu único don que es llamarme. Estoy mirando, realmente. Miro al espejo y te veo a ti mismo en una aureola roja. Sobre mi seno azul, morado, de mordiscos. Estamos tú y yo en uno. O eso leo. O eso veo. O eso sueño cuando tengo tu Don. Bajo las nubes que son hombres y son mujeres. Bajo las nubes como animales. Estoy mirándote. Miro. Literalmente. Tu dedo en mi herida, invocándome, cual sombra futura. Compartiendo un espacio y un tiempo que no nos pertenece. Mil novecientos noventa: tus poemas y mi parto. Dos mil diez: mispoemastuspoemas. Mi prosa, la tuya. Prostitutas, ambos, de la tinta. Somos pájaros muertos. Literalmente.
Con el sexo entre las manos.
Con las aves tatuadas en los brazos.
Con el azul, el lila, el rojo.
Colores que son nuestro Don.

Diario III

Me llamo Félix Francisco Casanova. Mi padre es cura y mi madre no tiene pestañas. Nací hace diecinueve años en Tierra Baldía, provincia de Interzona. A la edad de siete años me trasladé al norte. Mis padres me enviaron a un colegio de insectos para aprender francés. Fui feliz. Fui muy feliz durante toda mi infancia. Mi primer libro serio lo leí a los once años. Mi primer libro y único fue Memorias del subsuelo de Dostoyevski. Después de aquello no volví a leer. Para qué. Allí ya me lo contaban todo. Allí ya descubrí la pereza del mundo, la nieve del mundo, la enfermedad del mundo o universo. A los catorce años volví a Tierra Baldía. Por aquel entonces había terminado el primer tomo de mis obras completas “Sonic Youth” lo titulé, pero yo jamás tendría la oportunidad de escuchar a ese grupo de los ochenta. Mi madre despestañada me regaló a los quince un tocadiscos. Aprendí enseguida a tararear los éxitos de Love. Antes de cumplir los dieciséis ultimé el segundo tomo de mis obras completas. “El niño del pelo rizado”, y eso que David Foster Wallace, en aquel año, aún no había escrito ni un sólo relato. A los diecisiete follé. Sólo follé. A los dieciocho me echaron del supermercado por masturbarme en la sección de cosméticos. El olor de los pintalabios me volvía loco. Terminé mi obra con “Lipstick moon”. Y eso que aún no te conocía. Y eso que aún no habían nacido tus dientes. Y eso que aún... A los diecinueve profeticé. Entendí. Decidí mi destino. Quise ser punk. Antes de cumplir los veinte me adelanté a Kurt Cobain. Y fui Eduardo Benavente. Y morí. Cual Ian Curtis. Y ahora estoy aquí. Contigo. Escribiendo sobre ti. ¿Acaso no me escuchas teclear? ¿En este subsuelo baldío? ¿Acaso no me ves?

Una canción

Because we're young, because we're gone/ we'll take the tide's electric mind, oh yeah? oh yeah/ we're so young and so gone, let's chase the dragon, oh/ Because we're young, because we're gone
We'll scare the skies with tiger's eyes, oh yeah? oh yeah/

Cumplir veinte años

Ya no hay nada que hacer.
Nada salvo aprender a vivir resignada y sucia.
Blanquecina y cobarde: que no sé suicidarme.
Que no sé no cumplir veinte años.
Que con el miedo: con el miedo a las cuchillas y el gas Con el miedo a las píldoras maravillosas que arden e infectan el estómago de muerte prematura. No hay nada: no amantes. No a la unión de versos y sangres. Ni la burla siquiera: Rimbaud, joder, vete a cazar elefantes.
Y nosotros, pieles pálidas Ya no hay nada que hacer.
No nos quemará el sol viejo. Maldito mundo anciano que me obligas a heredar. Maldito mundo gira. Maldito mundo mierda. Maldito mundo nada donde apenas permanezco.

El don de Casanova

Die young, stay pretty:

o el Don de la ebriedad, o el Don de las vocales azules, o el Don de la inmortalidad. Porque soy un buen momento para que no te mueras. Tu Don: el inmortal. Me engañaste con tu palabra. Me heriste y yo te amé. Me engañaste y eras poeta. Y no eras un Dios moreno y lánguido. Desapareciste en mis manos, te desvaneciste. ¿Inmortal? ¡Ridículo!

¿Quién eres tú para morirte, dime, quién eres para pactar con la literatura

este entierro interminable?

Die young stay pretty.

Die young stay pretty.

Die young,

stay pretty.



*Nota: Die young stay pretty es una canción de Blondie. Algunos versos en cursiva pertenecen al propio Félix Francisco Casanova y están contenidos en su diario. Inmortalidad de la nada hace referencia a un título de Ángel González. Luna Vorace es una variación de Poliandria, texto publicado en mi blog personal. Una canción es un fragmento del track So young, de Suede. Todos los fragmentos son un juego de voces, un diálogo caótico entre el poeta muerto (sus diarios, sus poemas, su novela) y esta aprendiz extrañamente viva.

**Nota dos sobre la nota uno: este texto fue publicado en el número 318 de la revista Quimera en un especial dedicado a Félix Francisco Casanova. Este texto es una propuesta de Jaime Rodríguez Z., el redactor jefe de la revista. Aquí os dejo el PDF completo.

07 mayo 2010

Alice Waddington: la Reina Pálida.




Alice Waddington es nuclear. Alicie no es Alicia, eso lo sé. No es Maravillas. No. Alice tiene 19 años y un ojo de plástico que guarda escenas punk. Sus brazos, hechos de heroína, nos fotografiaron a Ibrah y a mí hace poco, en mitad de una jungla. Yo ya estaba enamorada de ella antes de verla a parecer en ese taxi supersónico con tintes de ataúd. Cuando Alice me propuso hacernos una foto, morí techno. La primera foto que os copio primero es la que aparece hoy en El País acompañando la entrevista sobre Exhumación (puede verse aquí: EP3). Las otras son sólo una muestra de los escenarios que Alice es capaz de crear. Retratos serenos. Atmósferas azules (siempre azules, aunque la imagen sea en blanco y negro, aunque predomine el rojo, qué más da, Alice siempre azul. Azul). Azul pálido. Porque es la reina. Única reina. Joven. En este paraíso de niebla nuclear.

06 mayo 2010

Regarder tes mains.


Alguien me regaló hace años una postal muy bonita de una exposición que hubo en Toulouse, llamada "El arte de las manos". Pegué la postal en la madera del armario de mi antigua habitación y con el paso del tiempo la imagen se ha quedado incrustada en mi cerebro de una manera dolorosa. No sé por qué mi mente recrea esa exposición a la que nunca fui. No fui, no. Nunca he ido a Toulouse. Y sin embargo tengo aquí sus pasillos, sus cuadros, sus espectadores, guiris, como yo, mirando aquella colección de manos. Las mejores manos del arte. Reunidas. Manos calientes. Mías y desconocidas. Las que nunca vi. Y las que ahora tengo: tuyas. Mías.

05 mayo 2010

El lugar de la despersonalización.



Ya no sé lo que creo ni lo que soy.
Me gustaría ser perfecta:
Ni hombre ni mujer,
material pero sin mancha alguna
de materia.
Sin embargo mi peso en el colchón
me dice que me deje de bobadas.
Carmen Jodra

A veces los labios escuecen, tras quemarse, como el vino estéril. Hay quien cuestiona tus versos. Hay quien decide dónde no reposarán tus líneas. Tú. O el No Dios. O esa herida decide por ti. Pero tú no piensas en política. No piensas en el por qué ni en el después. Sabes que no te va bien. Sabes fingir cuando el sol no envuelve. Lo decía Valente. Que si Cabo de Gata. Que si herida de ¿Dios? Sólo la tos de él, a tu lado, te tranquiliza. Las rozaduras. Poemas desde la lengua. Donde no hay estrellas. Donde: dejen de leer, estúpidos, qué les importa la lengua ennegrecida. Donde: dónde desaparecer.

02 mayo 2010

Diario desierto (3): Desierto.

Presentamos Exhumación y bebimos aquellas cosas que no recuerdo. Todo estaba rico, creo, hasta la resaca. Nos quedamos dormidos en la playa desértica y ahora tengo quemaduras de grado ultraViolento, creo, hasta en los párpados. Así es el desierto. Piel roja. Alcohol. Adiós.