Destellos y silencio es un verso robado a Ingeborg Bachmann, del poema Cantos durante la huida, incluido en el libro Invocación a la osa mayor. Es una imagen que me gusta especialmente porque sin duda define el estado de la poesía más joven de nuestro continente. Europa: ese lugar silencioso donde aparentemente nada ocurre, pero cuyas regiones brillan de tanto en tanto a causa de esas voces que son destellos, y que si nos fijáramos un poco más en ellas serían fuegos, y que si las atendiéramos cuidadosamente serían enormes soles para hoy y para el futuro.
Escribe Arthur Rimbaud en Una temporada en el infierno que es preciso huir de este continente, pero en esta ocasión quiero contradecir al poeta, y armar una pequeña serie de post con esas voces que están aquí, muy cerca de nosotros, y que sólo pueden invitar a que nos quedemos a escucharlas. Algunas las he conocido a través de la labor brutal de 3AM Magazine por dar a conocer autores de todo el mundo. A otras he llegado a través de amigos, de recomendaciones, o incluso de viajes tan alucinantes como el que hace poco realicé a Rumanía, en donde se me abrió un mundo de cosas brutales.
Poco a poco iré subiendo los poemas, intentaré que todos ellos estén en español, o al menos en inglés. Pero hoy me gustaría comenzar con un poema de Sam Riviere (1981), una de las voces emergentes más importantes de Reino Unido, cuyo primer libro 81 Austerities fue publicado en Faber & Faber en 2012, y desde entonces no ha dejado de recibir críticas excelentes. El siguiente poema pertenece a una plaquette previa, y es una traducción que ha hecho el traductor y también poeta Alberto Acerete. Alberto conoce bien la obra de Sam, y es un gran lector suyo. Mi agradecimiento a él por este trabajo de traducción, y también a Sam, a quien conocí hace unas semanas en Londres y me dejó maravillada.
Y ahora silencio, queridos lectores: se aproximan enormes y hermosos destellos.
París
A mediados de un verano tormentoso
conociste a una joven ciega en una librería.
Sus dedos acariciaban los adornos
de los lomos, justo cuando estiraste el brazo
y tocaste sus descuidados rizos.
En un parque cercano, sus besos fueron tan certeros
como pellizcos. Cuando le posabas una mano
en la cadera, la costilla o el tobillo, sus ojos
parpadeaban, desmemoriados como las fuentes,
y cualquier movimiento precipitado estaba hecho a
tu medida.
Durante toda una semana soñaste
a través de campanas en caída y aves de paso
con un edificio que sobresalía por encima de las
iglesias,
tan alto que tu estómago se tambaleaba
y el suelo alzaba el brazo con su estúpido deseo.
Solo se quedó una vez. Afuera, los coches
suspiraban
y tonos de lluvia contenían la habitación
en la que su mirada inquieta releía sin descanso el
techo,
en la que cada movimiento sacádico se frenaba y
repetía,
captando lo que nunca llegarías a entender.
Sam Riviere
(Traducción: Alberto Acerete)
5 comentarios:
Precioso.
Más que prometedor todo esto. Hay que estar atento... ;)
Me alegra que hayas decidido presentar aquellos escritores y poetas europeos que has ido conociendo. Este nuevo apartado en tu blog es muy útil: Para muchos de nosotros son escritores desconocidos y, por otro lado, ayudas a que se difundan. Espero que continúes con todos los demás.
Un beso desde el norte.
Gracias amigos,
ojalá os gusten sus voces tanto como a mí.
Abrazos
L
Gracias amigos,
ojalá os gusten sus voces tanto como a mí.
Abrazos
L
Publicar un comentario