Hace un tiempo me propuse comenzar un "diario de comida" en este blog, pero entre unas cosas y otras no pasé del primer post (pido disculpas, ay). La crítica gastronómica es un género que me queda grande por todo lo que desde aquel momento fui descubriendo, de ahí que aún no me haya animado a seguir, a pesar de que en mi Instagram o en mi cuenta de Foodspotting las imágenes y los comentarios sigan surgiendo; o incluso de que algunos de vosotros me comentarais que después de Comer (1): el tamaño satisface, descubristeis una nueva y genial hamburguesería.¿Sabéis que no he vuelto a ese sitio desde entonces?
En las últimas semanas, sin embargo, he vuelto a escribir bastante a propósito de la comida que como, de la que no como, de la que me gusta o no me gusta comer y de la que os recomiendo. También he leído mucho. Y he cocinado mucho. Y he hablado con verdaderos profesionales del tema, que me han ayudado a entender mejor la verdadera dimensión de los alimentos y sus sabores. Libros como Saber comer, de Michael Pollan (Debate), o Gastropoesía, editado por La Bella Varsovia. Libros de Martín Caparrós, de Mónica Escudero, de Mikel López Iturriaga... Con todo, hace dos sábados publiqué en S Moda una columna (puede leerse aquí) a propósito de las "sectas de la comida", un texto sobre aquellas veces en las que nos volvemos un poco locos al elegir nuestras dietas; y hoy, en PlayGround, firmo un artículo bastante largo en el que trato este tema y muchos más. Aquí os dejo los primeros párrafos, y os invito, si os apetece, a leerlo:
***
Regla uno:
Comer comida
Michael Pollan
Comer mola
Todo comienza en 2006. Cory
Kennedy, la entonces musa adolescente de Cobra Snake, pulsa el play
de su discman y el tema “Keep
Your Hands of my Girl” de
Good Charlote aparece en el YouTube mal grabado de Nylon Mag. Cory
mueve la cabeza, el pelo, los hombros y la mandíbula. Cory mola
mucho porque baila mientras come; come mientras baila; se retuerce de
placer mientras arrastra algo que parece salsa, o hummus, o qué se
yo, con un trozo de pita tostada. A decir por el aspecto del plato,
cualquiera lo consideraría asqueroso, pero su esfuerzo por
regalarnos hipnóticos movimientos punk con la boca llena acaba por
hacernos desear cualquiera de los productos que pudiera haber en su
bandeja.
Todo empieza en
esa época, porque nosotros, como Kennedy, tenemos quince o veinte
años, y aprendemos entonces que la comida es una cosa guay,
divertida y puramente estética que definirá nuestra manera de ver
el mundo. O lo que es más importante, la manera en que el mundo nos
verá a nosotros: mucho cuidado a partir de ahora con qué elegimos
en el comedor. Mucha atención a cómo mordemos la manzana, el
plátano, el pico del pan… Practicamos con nuestras pequeñas
cámaras digitales tan de Carrefour
2005 la
manera en que dentro de seis años subiremos a Instagram las fotos de
nuestros menús. La comida, intuimos, lo es todo. Nos da la vida. Nos
construye.
3 comentarios:
En plan idea the paso este proyecto de una blogger Se titula 'what for dinner' y es exactamente eso, qué hay para cenar a lo largo de una semana con fotos hechas con el móvil http://hei-astrid.blogspot.no/search/label/what%27s%20for%20dinner
Otro libro que no te pasé, en parte por olvido en parte porque salió hace unos años, es el Gourmet Vegetariano, escrito por un no vegetariano. La historia es interesante, el libro es puro placer visual (está en la central por si le quieres echar un ojo).
Bss
¿Qué tipo de régimen vegetariano sigues, Luna?
Me encanta como llamas a tus palabras juntas y a tus intentos de textos "columnas".
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