24 noviembre 2012

Ted Hughes. Ted Hughes. Ted Hughes.

Aleksandra W. 
Rojo

El rojo era su color.
Si no había rojo, blanco entonces. Pero rojo
era todo lo que te envolvía.
Rojo sangre. ¿Era sangre?
¿Era ocre rojizo, para confortar a los muertos?
Hematita para hacer inmortales
los preciosos huesos heredados, los huesos de familia.

Cuando al fin te saliste con la tuya
nuestra habitación fue roja. Una sala de juicios.
Un cofre cerrado para gemas. La alfombra de sangre
con diseños oscurecidos, como coágulos
Las cortinas -sangre rubí de pana,
cataratas de pura sangre del techo al suelo.
Igual los cojines. El mismo
rojo carmín en los bancos bajo la ventana.
Una celda marcada. El altar de un templo azteca.

Sólo las estanterías escaparon en su blancura.

Y fuera de la ventana
amapolas finas y frágiles
como piel sobre la sangre,
salvias, de las que tu padre tomó tu nombre,
como sangre brotando de una laceración,
y rosas, las gotas últimas de tu corazón,
arteriales, catastróficas, condenadas a muerte.

Tu falda larga de terciopelo, un manchón de sangre,
espléndido color borgoña.
Tus labios bañados de carmesí profundo.
Te deleitabas en el rojo.
Yo lo encontraba duro -como los bordes crujientes de gasa
en una herida reseca. quise tocar
ahí una vena abierta, la costra del destello.

Todo lo que pintabas lo pintabas blanco
y luego lo salpicabas de rosas, lo derrotabas así,
rosas lagrimosas, rosas y más rosas,
y a veces, entre ellas, un pequeño pájaro azul.

El azul hubiera sido mejor para ti. Azul son alas.
Sedas azules como el martín pescador de San Francisco
envolvieron tu embarazo
en un crisol de caricias.
El azul era tu espíritu cordial -no el necrófago demonio
electrificado, sino un guardián, solícito.

En el foso del rojo
te escondías de la blancura de hueso de la clínica.

Pero la joya que perdiste era azul.  

Ted Hughes
(de Cartas de cumpleaños)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Belleza.

Anónimo dijo...

Conmovedor

Anónimo dijo...

EL COLOR DE MIS EXTREMIDADES
[…] en el momento en el que sus palabras caían en mi retina creí que lo era. Significante. Tan hermoso como lo que habíamos creado antes de tantos años atrás. Fuimos niños. Pero aún lo sigo siendo, con nuestros mismos sentimientos que me invaden, los suyos escondidos en mi cabeza, los míos aireándose en mis pulmones, ondeándose como bandera del desierto de un lado a otro de mis entretelas, haciéndole el vacío, lleno de arena. Pesa. Mi corazón respira por sus dedos, lo esperé manco algún día para poder vivir en paz. Morir en su lecho de vida perenne.

mono magnético azul dijo...

lo comparto en fb
qué joya

Anónimo dijo...

Traducción de Luis Antonio de Villena, Luis Antonio de Villena, Luis Antonio de Villena (a no ser que sea tuya, tuya, tuya, en cuyo caso también sería conveniente que lo indicaras).

Saludos.