Hubo un tiempo en el que
yo me pintaba las uñas de azul. Acababa de comenzar el curso escolar
2010-2011 y vivíamos cerca del metro Puerta de Toledo en Madrid. En
ese tiempo, decía, yo me pintaba las uñas de azul y acababa de
descubrir gracias a Ernesto (lo cuento primero aquí y luego aquí) la poesía de Natalia Litvinova, una de las voces
poéticas actuales más interesantes en lengua española, y... qué
digo, en todas las lenguas, pues me acaba de llegar a casa su segunda
publicación en papel, titulada Balbuceo
de la noche (Melón Editora, 2012), que viene presentada
en edición bilingüe francés-español, y que suena maravillosamente
en ambos idiomas (la traducción al francés es de Stéphane
Chaumet). Al fin y al cabo, la poesía de Litvinova es una poesía
sin idioma. Una poesía ¿desidiomada???? que llega al lector con
una suerte de telepatía poética, o bien, como si se comunicara con
nosotros mientras dormimos: y en la imaginación no cabe la palabra
sino el gesto, el aliento, esto es:
creí que debía
acumular voces
para componer el grito
exacto
y rozar con él todo
lo que existe
pero bastó con
respirar.
Natalia Litvinova respira
aquí y nos entrega un aire-asistido para que viajemos con ella en el
sueño. Balbuceo de la noche es ese sueño. Un libro o
cuaderno que evidentemente sólo puede ser leído durante la noche.
Cuando el ojo de la tiniebla se abre y entonces no sabemos qué nos
queda: los ángeles, el sexo, la fertilidad, su sangre, como un
pájaro roto, como un gato elástico. La noche vuelve fértil a
Natalia, pero lo fértil aquí no es otra cosa que lo literario. La
noche es su musa y ella consigue distinguir los objetos que le rodean
aun a pesar de la gran oscuridad impuesta. Gato elástico, decía.
Sí. Gato elástico:
sola no puedo
comprender la noche
no tengo la visión
del animal.
Porque los ojos del gato
guardan la luz y su vista nocturna lo alcanza todo. Así ha de ser el
poeta. Así es, entonces, Natalia Litvinova: ella copula con la noche
porque sabe crear en ella, porque tiene luz propia, porque su lengua
ilumina y nos ilumina como un pequeño faro de papel repleto de
luciérnagas.
Balbuceo de la noche
es un libro breve, pero en él se confirma la voz de la poeta. Si
Esteparia (2010), su primera publicación, ya era grandioso,
este es un escalón más hacia la maravilla que nos espera.
Hoy llevo las uñas
pintadas de dorado y sigo leyendo a Litvinova. No sé cómo las
llevaré mañana. No sé ni siquiera si tendré uñas. Ni dedos. Ni
manos. Pero una cosa si sé y es que siempre quedará el lúcido
balbuceo de Natalia.
10 comentarios:
Uñas seguirás teniendo (las uñas siguen creciendo incluso después de la muerte). Te has pasado un poco con ese final, pero buena reseña.
¿Pasado? No sé. No hay que tomarse las cosas al pie de la letra. ;)
Muy bello, Luna, como salido de tu corazón. Yo también quiero la noche para ver con las luciérnagas. Los poemas que Natalia tienta hacia su luz no nos abandonarán nunca nunca.
Ni las uñas, ni el pelo, nada sigue tras la muerte. Me ha gustado, en realidad, hablas de lo que sí permanece.
En la imaginación también caben las palabras ¡Y cómo!, Llunita. Sueños he tenido con signos compositores de palabras...
¿Qué pasaría si Catalunya se independizara y el Sr. Lara se llevara Planeta de Barcelona?.
lector: las uñas y el pelo siguen tras la muerte cerebral, me pregunto para qué, a ver si alguien lo sabe.
Saludos
Luna! Lo que escribiste es hermosísimo... Jamás leí una reseña o presentación de libro más hermosa. Gracias por el momento!
Felipe
Gracias a todos. Espero que el libro os guste. Estoy segura de ello.
Hermosa reseña
Hermosa Natalia.
Bellas muy bellas las palabras que escribes, hermosa la palabra de expresión.
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