en cada uno de nosotros persiste el "yo": mecanismo alojado en el centro de la carne.
Blake Butler
Lectura en proceso (65 de 360 pags.): NADA, de Blake Butler -uno de los grandes, recuerden, sí- (Alpha Decay, 2012): La vida no es sueño. Para nada. La vida no tiene nada que ver con el sueño ni los sueños son sueños en la casa de Blake Butler. No: aquí los pasillos son largos, están llenos de monstruos, los pasillos largos que dan miedo e incomodan. La casa es un agujero, no un sueño; dormir es un agujero que pesa, no un sueño. La vida no es sueño pero el cansancio se combate con las palabras. Blake Butler, nuestro querido insomne, viaja por las grietas de una mansión encantada. ¿La de David Foster Wallace? Quizá -a él le dedica esta novela-. ¿La de John Barth? Bienvenidos al psicoanálisis de la casa. La casa está llena, la casa está vacía, la casa se escribe a sí misma porque nosotros somos la casa. De momento él nos deja entrar y todo huele a polvo -no sé cómo huele el polvo, pero mira, esto pica en la nariz-. Los sueños, que no son sueños. El yo, que ¿sólo? es el yo.
2 comentarios:
es que me encantas!
Entonces, si no es un sueño, tu vida y la de ese libro es una pesadilla. Lo que os pasa es que estáis sonámbulos creyendo estar despiertos. Sois encantadoramente ingenuos. Dormid, dormid.
Qué suerte que tengo de no tener miedo de los monstruos. Los monstruos de verdad, mi niña, no tenemos ni damos miedo.
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