He aquí que las
murallas son santas y que las cicatrices son bellas.
Juan Eduardo Cirlot
Pisad mi templo de huesos
porque nada temo, porque no tengo más que huesos y cierto hipo
profano (ni siquiera el silencio se respeta, no hay homenaje para los
enfermos). Yo siempre he querido la salud pero nunca la he encontrado
y el cielo se reparte entre los pobres porque es sólo aire. Un poco
de aire, un poco de blanco. Por qué nos prometen las nubes si apenas
se puede respirar. Pisad mi templo. Pi-sad-mi-tem-plo. Acaso habéis
visto el tamaño de esta cicatriz, acaso habéis sentido la arcada
ante la roja carne que no es sino una muralla entre lo moral y lo
inmoral, entre mi estómago y mis sentimientos, entre tú y... Pisad mi templo
largamente como la extensa mirada que el poeta requiere. A qué
estáis esperando. Acariciad mi tumor. Quien quiera adorarlo tiene su consentimiento.
3 comentarios:
¿Eres verdaderamente cartaginesa?
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