30 marzo 2011

Vida de Carlos.

Laura Rosal
No sé por qué da tanto miedo hablar de “novela generacional” cuando nos referimos a Vida de Pablo (Periférica, 2011), la primera novela del poeta Carlos Pardo, pues, según mi lectura, hay algo definitivo entre sus páginas. Algo definitivo, curiosamente, para los poetas más que para los narradores, o mejor dicho, para los lectores de poesía más que para los lectores -exclusivos- de narrativa. Quizá me equivoque y seguro que me equivoco, pero me gustaría pensar que Vida de Pablo se convertirá en un referente poético que pondrá broche y que consolidará a la generación de poetas nacidos en los 70 y dará pie a un nuevo panorama cada vez más “invadido” por los autores que nacieron en los 80. Mi tesis es una tontería, lo sé, y no tiene nada que ver con la voluntad del libro (un libro político, como dijo Carlos en la presentación del pasado lunes, un libro de amor, como dijo PHR en su artículo de Público, un libro de chismes, como también señalaría fugazmente Marta Sanz... que Carlos Pardo es el Gossip Boy de la poesía española... mola) pero leyendo Vida de Pablo me he emocionado, no por su prosa, a ratos divertida, a ratos rollo y en general muy interesante, pero sí por lo que uno puede respirar dentro del libro y, sobre todo, por esas referencias al momento de construcción de algunos de los poemarios que más me han influido o a la vida de algunos de los poetas que más leo, admiro o detesto. Vida de Pablo no es sólo una autobiografía o autoficción. Vida de Pablo es la biografía de mucha gente, de muchos momentos. El retrato cocainómano de una importante etapa de las letras españolas, o no, no sé, seguramente me equivoque o exagere o esté demasiado emocionada por un maldito libro que en realidad pudiera parecer que sólo habla de la polla del personaje principal y nada más. Qué va. Prefiero equivocarme. Prefiero decir “generacional” arriesgándome a ser apedreada. Prefiero decir “me gusta”, con el rostro pálido como Facebook. Y cerrar el libro con una sonrisa. Y pasar a otra cosa.  

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Habla además de Óscar Pirot. Protagonista de aquella fiesta. El mejor.

Anónimo dijo...

Es curioso como nos autocensuramos (¿se escribirá así?). Lo que para alguien es generacional, o definitivo, para otra persona probablemente sea común, o incluso superfluo. Y lo bueno del caso es que ambas tendrán razón.

Supongo que depende de lo cerca que nos toque lo juzgado.

No he leído Vida de Pablo, obvio, pero después de tu post no creo que tarde mucho en hacerlo.

Maria dijo...

Has leído ésta?
http://jorgediazmartinez.blogspot.com/2011/03/vida-de-pablo-de-carlos-pardo-critica.html?spref=fb

estoy impaciente por tener un ejemplar entre mis manitas de topo ^^

muá!

juan bello dijo...

No sabía que Carlos Pardo había publicado una novela. Habrá que echarle un vistazo, aunque solo sea por su calidad como poeta, aunque solo sea para poder llevarte la contraria en tu tesis ;)

jaime dijo...

Intentaré hacerme con un ejemplar del poemario que describes. Primero leer, luego opinar.Pero viendo cómo te emociona seguro que es genial.

Anónimo dijo...

WTF

http://mierda-gratis.blogspot.com/2011/01/vida-de-carlos.html

Nella Bergsing dijo...

No sé si definitivo, sí aprecio que ha realizado un intento de ilustrar su entorno más familiar, intuyo. Quizá demasiado estereotipado, pues es bastante manido ya el tema de la droga entre ciertos autores nacidos entre los 70 y 80. Asumo que es un libro interesante, pero tampoco nos aporta algo que no conozcamos o que no hayamos leído anteriomente en otros textos de autores del S.XX. Creo que, Pardo ha escogido un modelo ya conocido en otros autores anteriores a él. Resulta curioso que en las últimas creaciones de autores entre 20 y 30 años se aborde el vacío desde diversos prismas, unos más efectistas que otros, pero todos válidos, más que generación efímera, como apuntan por algunos lares, creo que estamos adentrándonos en la generación del vacío.