(Texto originalmente publicado en inglés en The Reader, la revista brutal y mensual de Luck K. Shaw que podéis adquirir por 3 euros. Lucy me pidió que explicara qué significa para mí la creación de este libro, y cómo la asumí. Gracias, querida Lucy.)
Uno. Delhi
El día en el que Delhi, una enorme gata
tricolor, apareció en mi habitación de mi primera casa de Barcelona, toda mi
vida cambió. Fue entonces cuando comencé a darle vueltas al tema de Los estómagos, mi quinto libro de poemas publicado recientemente en España. Y
fue entonces cuando mi marido y yo nos planteamos la posibilidad de ser
vegetarianos. La paz inmensa de Delhi, su manera de respirar y de moverse
estaba causando efecto en nuestra vida. En nuestras entrañas. Entonces tuve que
ponerme a escribir.
Dos. Ted Hughes
Cuando uno tiene una obsesión, todo se
torna del color de ese sueño. Me empecé a obsesionar con el mundo animal y
comencé a preguntar a amigos o conocidos por poetas que hubieran tratado lo
animal o quizá el vegetarianismo entre sus palabras. Surgieron muchos nombres y
descubrí que existían enormes autores como Nichita Stanescu, Brigitta Trotzig,
Joyce Mansour e incluso Yanis Ritsos. Sin embargo, el poeta que más me conmovió
fue Ted Hughes. Yo ya había leído a Sylvia Plath de adolescente, pero ni ella
ni su historia familiar me habían interesado. Es curioso cómo a veces los mitos
nos hace repudiar a los escritores, y es curioso, también, cómo al final los
mismos escritos y la misma literatura nos vuelven a reconciliar con ellos. La
familia Hughes-Plath está de lleno en estos poemas, aunque en algunos momentos
no lo parezca. Sus perros, sus celos, sus cielos de sangre residen aquí, no ya
como un homenaje, sino más bien como un ritual de invocación.
Tres. Aleksandra Waliszewska
Es mi ilustradora favorita desde que hace
años comencé a seguirla gracias a una recomendación de una amiga también
pintora. El mundo de Waliszewska es todo lo que sueño, todo lo que temo, todo
lo que amo. Por eso cuando terminé el libro pedí a mi editora, Elena Medel, que
me ayudara a contactar con ella. Muchas imágenes se las debo a sus imágenes,
especialmente las de la cuarta parte de Los estómagos, en donde invento
conversaciones violentas entre los humanos y los animales. El escenario sólo
podría ser el de Waliszewska.
Cuatro. Barcelona
Madrid nunca fue una ciudad inspiradora,
y sin embargo allí escribí mucho. En Barcelona siento que he escrito menos,
pero todo lo he hecho con mucha más concisión y trabajo. Barcelona es un
pueblo, una ciudad salvaje. En Barcelona puedes pasear entre gaviotas, loros,
gorriones y palomas. Entre ratas y ratones. Entre cucarachas, gatos, perros,
humanos borrachos. Barcelona es una selva, un estruendo, un lugar horrible y hermoso
por partes iguales que, además, huele a mar. Yo no amo demasiado la playa, pero
secretamente, todos los días, pienso en el horizonte y agradezco a destino
haberme traído a esta ciudad cuyos límites son azules, mires por donde mires.
Cinco. Mi madre
Una de las cosas que más agradezco de
este libro es que, antes de morir, mi madre lo leyó. Nunca me dijo si le había
gustado o si no, pero sé que algunas cosas le hicieron llorar. Escribí Los
estómagos en su segunda recaída, cuando el cáncer hizo metástasis. Algunos me
han preguntado si es un libro sobre su muerte, y yo les he dicho que no, que es
un libro sobre su vida. Más tarde, me decidí a introducir un solo poema más, a
modo de anexo al libro. Ese es el primer poema que he escrito en mi vida que
ella no podrá leer. Es extraña esta sensación. Pero hay que seguir adelante.
Con fuerza. Con mar. Con cariño. Con estómago.
5 comentarios:
Fundas lo que permanece. Enhorabuena. Estoy deseando leerlo.
Hola. He leído ya tu libro. Creo que cada vez vas adquiriendo una voz más articulada, compleja e intransferible. ¿Madura? No
necesariamente. Asentada. Lo que no
significa previsible. Significa tuya. Me gusta.
Enhorabuena. Agustí Rocamora.
A la entrada de un valle, en un desierto,
do nadie atravesaba, ni se vía,
vi que con extrañeza un can hacía
extremos de dolor con desconcierto;
ahora suelta el llanto al cielo abierto,
ora va rastreando por la vía;
camina, vuelve, para, y todavía
quedaba desmayado como muerto.
Y fue que se apartó de su presencia
su amo, y no le hallaba; y esto siente;
mirad hasta do llega el mal de ausencia.
Movióme a compasión ver su accidente;
díjele, lastimado: Ten paciencia,
que yo alcanzo razón, y estoy ausente.
te admiro
He leído "Los estómagos" y tengo que decir que me parece una propuesta muy interesante. Es, a mi parecer, una poesía muy personal y hermética pero cargada de sentimientos y emociones que llegan al lector. El poema que más me ha gustado es "despertar en la Rambla del Raval" (no recuerdo del todo si era así), en cualquier caso: felicidades por tu trabajo!
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