Todo
lo que no se come hace bien a la salud.
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Para
Littré panser es lo mismo que penser, porque si se quiere panser
(medicar, curar), en primer lugar hay que pensarlo. Luego, como decía
Paré, es Dios quien cura.
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En
el punto culminante de sus arrebatos oratorios Hitler eyaculaba; era
el momento en que la Muchedumbre estaba más estrechamente subyugada
a él. Se cumplía así una cópula monstruosa, un incesto no
previsto por los códigos sagrados. La Muchedumbre fecundada, encinta
de demonios que tardan poco tiempo en salir de su barriga. Así se
explica cómo un solo hombre puede ser padre de tanto mal.
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Es
mejor morir vaciándose que llenándose, y mejor de hambre que de
indigestión.
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Mamzer
be-nid-dah (Concebido en el Menstruo) es una enorme injuria judía.
Aseguran los talmudistas que el mamzer be-nid-dah está destinado al
vicio y a la enfermedad, borracho, loco, epiléptico, asesino,
cretino. Nada puede salvarlo. ¿Pero quién demonios ha sido mamzer
be-nid-dah?
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Si
un niño maltrata a un animal, aunque éste sea grande, hay que
pegarle, porque el más fuerte y el más malo es él.
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Las
partes que encierran más olor son aquellas en las que se contiene
más alma. El ojo, que carece de olor, es espejo, no alma. Añadir
perfumes al cuerpo es añadir alma o fingir que se tiene, si ésta
falta. Los olores demasiado fuertes se nos han hecho desagradables,
porque el exceso de alma es tanto más intolerable a medida que la
civilización reprime y frena la animalidad natural.
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Horacio
tenía mala vista (lippus), Virgilio digería mal (crudus). (Pero
esto tampoco quiere decir que Horacio tuviera buen estómago). Dice
Hermann Broch (Der Tod des Vergil) que Virgilio moribundo era una
Planta Vidente; su estropeado estómago se había esfumado.
Convertirse en planta es más hermoso que exhalar en la muerte olor
de santidad.
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El
cerdo, máquina de carne (Corriere della Sera). Sólo cinco
kilogramos por barba en Italia; cuarenta en Alemania. ¡Ánimo!
Desarrollad las mandíbulas. Cerdo para carne. El que usa esas
expresiones, el periódico que las tolera, es divulgador de lo
obsceno, de la obscenidad como mal agüero. Esa pobre carne ofendida
se vengará.
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Una
amiga enferma de cáncer nos cuenta lo que es quedarse sola ante una
máquina que irradia sobre su pecho el Cobalto 60. Es una máquina
que habla: un zumbido extraño que a veces se alza, a veces cesa. En
un aislamiento completo, con una puerta pesadísima a la espalda,
surge ese compañero ambiguo, que se sabe mortífero, rehuido y
temido por todos, que contigo debiera siempre mostrarse lleno de
benevolencia y, a cambio de dinero, curarte. ¿Pero qué lengua habla
ese monstruo? ¿Qué advertencias murmura? ¿Qué cuenta? Tal vez
habla de otros que han pasado por allí, y que han muerto, y te
recomienda que no te hagas ilusiones, honestamente te ruega: «No me
creas capaz de vencer a la muerte.»
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Lo
sagrado da miedo. Pero también su ausencia, también el mundo
desacralizado, sin reglas, sin prohibiciones. Libres, no podemos
existir. Hay que elegir aquello que más consuele.
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Alimentada
con sangre de esquizofrénico, la araña teje telas enloquecidas.
(Nicolas Bercel, Araignées schizophrènes, en La Presse Médicale,
mayo de 1957). La civilización humana dominante es hoy un gigante
esquizofrénico que inocula su sangre, metódicamente, a toda
naturaleza viviente; y la araña Tierra fabrica desesperadas y cada
vez más frágiles las telas sobre las que apoyamos nuestros pies de
hierro, nuestros pies de locos homicidas.
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Los
productos farmacéuticos para perros y gatos tendrían que
experimentarse antes en el hombre, metido en perreras hechas a tal
efecto.
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Defecando
se puede pensar en la vida y en la muerte, comiendo se puede pensar
en todo, pero muy mal, en el coito no se puede y no se debe pensar en
nada. Es vaciamiento místico. Pero para todos.
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Según
un macrobiótico la masticación refuerza los órganos sexuales,
porque están conectados (doctrina oriental) con los músculos de la
mandíbula. Se puede juzgar, en los masticadores voraces y
apresurados, el grado de impotencia. La conexión es más que
posible, tratándose de una única hambre.
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Los
hombres alimentaban la sospecha, y la esperanza, de que las mujeres
fueran inmortales. Con un esfuerzo heroico, han conseguido que el
parto dejara de asesinarlas. Ello ha hecho a las mujeres sicut Deae,
y el desecamiento del viejo cenagal de los males ginecológicos es un
paso todavía mayor hacia la inmortalidad femenina. En el futuro las
mujeres vivirán dos o tres mil años, el hombre volverá a vivir
treinta o cuarenta, y sólo las hembras tendrán alguna posibilidad
de ver morir a su madre.
Guido
Ceronetti
*Gracias a Helena B. por recomendarme
El silencio del cuerpo (Acantilado),
libro al que pertenecen estas 16 citas
9 comentarios:
Estimada Diana Uliser,
¿puedes dejar de mandarme insultos y amenazas?
Gracias,
Luna.
Sabía que lo ibas a devorar igual que devoro yo cosas de las que hablas por aquí. Estamos en paz ;)
Helena B.
Me parece que me voy a tener que leer el libro. Me guardo algunos de los parrafitos. Gracias Luna.
La selección de citas que haces es demasiado buena, tendrías que cuidar más a tus lectores, el hacernos pensar, mejor dicho reflexionar demasiado, puede ser y sin duda lo es, insano para la mente y por ende para el cuerpo.
Soy mucho más mayor que tú y por eso me atrevo a citar la máxima de Aristóteles: "La virtud está en el término medio", así que ni comer mucho ni comer poco, como dijo Grande Cobián: "Comer poco de mucho y mucho de poco", pero, niña: hay que comer.
Eres un encanto, cuídate.
Saludos
Hola, lUna. No sé que coincidencias han ocurrido para que llegue a tu blog. Es muy interesante. A partir de ahora te seguire.
Yo soy otro poeta, mi página es:
http://xultimos.xtrweb.com
Un saludo Alejandro Rojo
sin palabras muy bueno
Diana Uliser, sé quién eres, por favor, deja de mandarme spam.
Muchas gracias.
El libro de Ceronetti (traducción de J.A. González Sainz) es extraordinario. El fragmento que versa sobre el pan es sublime.
Mario Domínguez Parra
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