Charles Burns
Hace poco mi colega y poeta Arturo Sánchez me dio a conocer al también escritor Al-amin Emran gracias a una fantástica traducción que más tarde colgué en Tenían veinte años y estaban locos. Es curioso. Cuando Arturo me presentó al autor, no pude pensar en otra cosa: David Meza. Y más curioso aún. Cuando este verano leí por primera vez a Arturo, no pude pensar otra cosa: David Meza. En realidad Meza (México, 1990), Emran (Francia, 1989) y Sánchez (España, 1990) escriben cosas bien distintas... pero encuentro en lo que crean una sensación de desbordamiento continuo. Palabras de un vaso que no deja de gotear y que nos salpica hasta incluso resultar incómodo... y sin embargo siempre queremos más. Queremos beber de ese vaso. Queremos que nos ahogue. No sé. Estos tres chicos no se parecen en nada, vale. O sí: se parecen en muchas cosas. No sé. El caso es que me apetece mucho compartir con vosotros algunos de los textos de estos autores. Primero Arturo Sánchez, otro día un inédito de David Meza (de esa esperada y hermosa segunda parte de El sueño de Visnu) y por último un poema Al-amin Emran... Y así, con Arturo, comenzamos... Mucho cuidado:
Plegaria extraviada
¿Qué les pasó a los palacios de
barro y a las sonrisas en el puerto exhausto?
No temíamos el contagio en el suelo
sucio, en las tierras del Terror o bajo los neones sin resurrección.
Todo esto es muy raro.
Siento en mis muñecas las raíces de
la desinfección y aun así
Pavos reales de otros mundos viven en
gasolineras abandonadas
Perros feroces aúllan a la luna helada,
melancólicos, estresados y depresivos.
Eduardo Manostijeras se pasea sonriente
en las mieses.
Cambiaré el yodo por pinturas de
guerra y el alcohol por sangre.
Me rodean incontables ojos de
hombrecillos de arcilla.
El tigre sonriente ha pasado como un
ovni
Recordado solo en las fantasías de los locos.
El chamán de veinte años ha vivido
todas las vidas
Y llora en un local okupa desertado.
¿Qué fue del beato vagabundo de sol y
asfalto?
¿Dónde acabó el american bum?
Y jurarían haberle conocido, algunos
hombres nacidos por la mañana.
Hemos viajado de la hospitalidad al
hospital en una fuga de sumisión.
A partir de ahora quiero que se me
conozca como el perro con botas.
Venid a husmear conmigo los
perfumes olimpiacos de las estaciones de servicio.
Espiritual ateo y generoso demente,
perro con botas, ¿adónde fuiste?
Chamán de veinte años, tigre
sonriente, perro con botas, santa trinidad del ángel borracho a
tientas en la tierra.
Buscaré un baño de gasolinera para
lavarme de la convicción aséptica.
Compraré un fusil para disparar a las
nubes de ojos como estorninos.
Se abren los infiernos y vuelven a
brotar en la tierra los locos enamorados.
Cuándo será que las parejas
enamoradas volverán a jugar desnudos en el colchón sin sábanas de
una habitación vieja y destartalada.
Aquellos que, hasta las cejas de
marihuana, seguían filosofando en el metro nocturno.
Aquellos que
descargaban barcos en el puerto y solo se perdían en libros viejos.
Me escuchan con sorna los convictos
artífices de su suerte en la ciudad esterilizada.
Convictos de la convicción con
sonrisas de reojo, hombrecillos de arcilla.
Y apagaré las luces y las señales.
Deberá volver la aurora, bestia de sangre, a cubrir el
planeta.
El mundo se tiñe de rojo cuando las venas explotan en
los ojos.
El asesinato se repetirá.
Sácanos ya del hospital.
Ángel ebrio, que estás por los
suelos
Santificado sea tu nombre.
Arturo Sánchez
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