09 octubre 2012

La vida es (cuarta y última parte) sueño (no, haha).

Nada. Blake Butler.
Leído.

A veces ocurre que los libros buenos te recuerdan a otros libros buenos aunque no tenga nada que ver entre ellos... salvo quizás el hecho de ser buenos, muy buenos, jodidamente gustosos y sabrosos para tu placer lector. No sé. No sé. Por este motivo adoro el libro de Blake Butler: me ha gustado tanto como otros que, al igual, disfruté tanto, a un nivel parecido, con un sentimiento igualado, a saber: El discurso vacío, de Mario Levrero (esa complicidad esa escritura cómplice y fluida y secreta y lúcida y desnuda...), Tóxica, de Françoise Sagan (libro que al momento relacioné con Islas Flotandes, de Joyce Mansour, pues en los tres libros hay una relación enfermiza entre enfermedad -perdón por esta redundancia rara- y sexualidad, mientras que las dos francesas optan por el erotismo del cuerpo enfermo, el americano reconoce su calidad de pajillero frente a un insomnio que no le deja vivir -esta parte es muy divertida y me hace pensar que aunque considero a Blake Butler de mi generación... hay una barrera enorme que nos separa, la del porno en Internet y la tierna adolescencia. Xvideos nos separa. Nunca la literatura). 

Porque cuando pienso en lo bueno que es Nada de Blake Butler también me acuerdo de los ensayos que he leído recientemente y que más me han gustado: el de Siddhartha Mukjerhee sobre el cáncer y el de Lila Azam sobre Nabokov; o bien, pienso en los versos buenos de Begoña Callejón a propósito del insomnio y la enfermedad mental, o incluso en Sylvia Plath, dolida y angustiada, soñando con otros mundos... No sé. No sé. No sé (¿ya van cinco con los de antes?). Blake Butler me recuerda a todo lo que me gusta porque es distinto y a la vez igual. Su libro es frágil al tiempo que duro, monumental, intenso, pesado -pero en el buen sentido: su peso es el de la inteligencia-, y no diría que es una novela tanto como el diario de un enfermo crónico con un dolor milenario. Qué curioso. Las enfermedades crónicas son milenarias, persisten en nuestro cuerpo y en la historia, las muy cabronas. Como este insomnio que conforma y modela nuestro mundo.

He disfrutado mucho con la lectura. Hace unos meses pude leer Ever, y estoy deseando acceder al resto de sus libros. Para mí se ha convertido, junto a Dorothea Lasky y Tao Lin, en uno de los autores más importantes de su país y de su tiempo (los tres son realmente tan, tan, tan distintos). Así que leedlo, por favor. Y ojalá podáis darme la razón.

5 comentarios:

Francisco Daniel Medina dijo...

El simple hecho de que alguien recomiende con tanto entusiasmo un determinado libro, hace que sienta curiosidad por leerlo. He buscado en internet información acerca de su autor al cual desconocía. A mi modo de ver, una de las grandes bondades de la blogosfera, al margen de que también pueda tener aspectos negativos, es la posibilidad que ofrece de compartir descubrimientos. Gracias anticipadas. Espero que el libro esté a la altura del entusiasmo contagiado. Saludos.

Anónimo dijo...

¿Cómo llevas la carrera?

Luna Miguel dijo...

Mal.

Inoa Ferrer Reynés dijo...

A mí también me has convencido. Me lo apunto :)

Anónimo dijo...

¿qué ha sido lo mejor y lo peor de volver a madrid?