18 diciembre 2010

Mis otros 10, de 1990 a 2010: la vida pasa más rápido de lo que una quiere y el amor sigue siendo extraño al recordarlo.



*Advertencia: muchos de vosotros
ya habéis leído esto que enlazo;  este texto
podría considerarse una ampliación
llena de contradicciones y  tonterías.

Me gusta hacer listas. Siempre, a final de año, hago listas. Cuando tenía doce años hacía las listas de los chicos más guapos con los que me quería enrollar en 2003. O la lista de mis discos de música preferidos, siempre encabezadas por los Red Hot Chili Peppers. Cuando vivía con mis padres en Almería, con la familia Gioanni en Niza o con mi abuela en Alcalá de Henares mis estanterías siempre se dividían por listas. Una balda para mis libros preferidos (que podía sufrir modificaciones según fuera leyendo libros mejores) y otra para el resto de los libros, ordenados, también por editorial. Soy muy maniática. Sí. Por eso he decidido hacer otra lista; cumpliéndose veinte años y pocos días de mi nacimiento voy hacer una lista de los mejores libros que he leído entre 1990 y 2010. Y cuando digo mejores me refiero a los que más me han influido, gustado o cambiado en mi trayectoria de lectora o autora. Comenzamos:

1. Lobito aprende a ser malo, Ian Whybrow, SM (El Barco de Vapor, Colección Azul). Este es posiblemente uno de los mejores libros que he leído en mi vida. Creo que mis padre me lo compraron en la Picasso en mi primer año en Almería. Lo leí en 1996 o en 1997, no recuerdo. Lo llevé conmigo mucho tiempo. Me reí tanto, disfruté tanto, lo amé tanto. Las historias que le ocurrían a Lobito eran geniales y la forma de contar las aventuras (era una novela epistolar) me pareció muy original en ese momento, pues hasta entonces sólo había leído libros infantiles tontos y sin sentido (o eso me parecía a mí). Lobito mola. Lo recomiendo.

2. Rimas de luna, Antonio Ródenas y Asun Balzola (ilustradora), SM (El Barco de Vapor, Colección Piratas). Rimas de luna es mi primer libro de poemas. Me lo regalaron, no recuerdo quién, posiblemente por su nombre. Era un libro para Luna, ¡cómo no! Recitaba sus poemillas de amor por todas partes. Era cursi. Muy cursi. Era genial.

3. Todo Mafalda, Quino, Lumen. Mafalda era mi Biblia. Lo fue durante años. De los 8 a los 12 cada noche procuraba leer una viñeta. Muchas me las sé de memoria. Yo quería ser Mafalda. Quería ser una niña lista y divertida. Más lista que mis padres. Preocupada por el mundo y la política, etc. De los 8 a los 12 leí muchas cosas. El guardián entre el centeno, El lazarillo de Tormes, Don Quijote de La Mancha, La voz dormida, algún libro de política, algún libro de poesía que no me gustó, algún libro de Ángel Guache... Mafalda era mejor que todo aquello. Mucho mejor. Mafalda era mi Biblia.


4. La senda del perdedor, Charles Bukowski, Anagrama. Mi padre me regaló este libro de Bukowski a los 11 años. Creo que me veía como una especie de niña perdida: acababa de empezar en instituto y me juntaba con niñas calorras, Adriana y Laura, a las que quería mucho. Sin embargo ella salían, se enrollaban con chicos y fumaban. Parece que el remedio contra aquel miedo (el de convertirme en una fumeta pasota y cutre) pasaba por leer a Bukowski. Así fue. Me encerré en mi cuarto, me leí todos los libros de Bukowski, Kerouac, Burroughs, Ginsberg, Céline, Baudelaire y Roger Wolfe que pude y hasta los 13 no hice otra cosa. No salí. No besé a chicos. No fumé. Bukowski fue mi iniciador. Mi protector. Mi mayor y mejor influencia y amante. Gracias a él empecé a devorar libros de verdad. Todos los días, a todas horas. Cambié de amigos, conocí a Naira, a Xío, a Jacinto. Me hice medio punk. Llevaba chapitas y escuchaba Rancid y Eskorbuto. Besé a un par de chicos. Empecé a escribir.

5. Lolita, Vladimir Nabokov, Anagrama. He perdido mi edición de Lolita. Bueno, no la he perdido, la tiene mi primer novio (o segundo, o tercero, según la versión), Jacinto. Era una edición de Anagrama. La primera edición en España. El libro me lo regaló un amigo del que yo estaba enamorada. Un amigo treinta y siete años mayor. Nunca me gustó Lolita. Por eso esa edición se la regalé un año después, con quince, a mi novio Jacinto. Quería que él la guardara. Que él escondiera mi pasado. Mi yo-Lolita enterrado para siempre en la playa de Almería. En aquel tiempo leí mucho a Amélie Nothomb, pues sus novelas también hablaban de niñas mágicas, niñas lolitas, niñas adolescentes y hermosas. Lisa Dierbeck, Lewis Carroll, Bernard Schlink, Jeffrey Eugenides... e incluso algunos de los poemas de Cernuda empapaban mi cuerpo y mi cabeza. Mano de viejo mancha al cuerpo juvenil si intenta acariciarlo. Yo estaba muy enamorada y empecé a escribir mis primeros poemas. Abeja Maya, Sangre, Tu coche rojo (huiremos a Nepal en nuestro coche rojo...). Leonor y Machado como ejemplo a seguir. Lolita Lolita, Lolita. Y el poema, decía, Abeja Maya (noviembre de 2004, a mis trece años y tres días antes de cumplir catorce, muy enamorada de Él):

Abeja Maya

Correr.
Correr por las calles dándome igual lo que piensen.
-que más quieren, soy una niña,
al menos que de me dejen estos tres últimos días para disfrutar…-
Hoy corro, salto, río
(como una loca)
como el águila que vuela en libertad.
Cruzo el paso de cebras de puntillas y con cuidado
recordando mis años de bailarina.
Plectrude y su mirada.
Oh! qué insolencia, mira a esa chica.
-Perdóneme señora, pero soy una niña,
déjeme soñar,
tres días no son mucho.
No guardo las composturas, no.
Soy una nota de piano, comptine d’un autre été.
Sin preocupaciones, pero con cabeza,
porque tú y yo sabemos cuáles son las consecuencias,
y no quiero escribir a ciegas.
Demasiada literatura beat en los bolsillos,
demasiadas paredes,
demasiados disfraces…
Hoy soy una niña con jersey de rayas amarillas,
hoy mis ojos son más azules que nunca, mirando al océano
mientras una voz susurra: en la profundidad
de lo insondable estoy
Cuánta razón,
susurros de otro mundo,
ideas que vienen y van,
poemas compartidos.
Y nervios, como dice el gran Charles:
Cristo bailando folk-rock en mi pecho,
ritmos rápidos y lentos,
según mi distancia hasta el cuello de tu camisa.
¿Temes que alguien endulce tu vida más de lo necesario?
Empalagoso té de coco,
empalagosa colonia de moras,
hipoglucémicas muñecas rapadas al cero.
Y otra vez la calle,
la señora,
la farola,
la niña del jersey de rayas.
Quiero ser niña.
Quiero volar.
No quiero pasar mis últimos días de abeja
entre fracciones sin resolver.
Odio la miel.
De fondo, 
Sarah Vaughan,
y me quedan tres días.

(Almería, 3 de noviembre, 2004)

Lolita se resume en este texto: las letras de Fangoria intercaladas. Yann Tiersen. Las referencias a mis seis años de bailarina y su relación con el personaje de Plectrude en Amélie Nothomb, Sarah Vaughan en la radio de la habitación de mis padres. La diabetes aún reciente en mis venas. Tres días antes de cumplir catorce años. La literatura beat. Las referencias al cuello de la camisa de aquel hombre al que yo amaba. Aún virgen. Muy virgen e ingenua. Muy puta Lolita.


6. 99 poemas José Ángel Valente, Alianza. En 2005 empezó mi fiebre Valentiana. Incluso gané un premio (el de La sombra del membrillo) con un poema dedicado a Valente. Valente vivió en Almería y según mis padres hemos coincidido con él en más de un evento en la ciudad. Me cago en dios, pensé. ¿Qué coño estaba haciendo yo a los 6 años que no leía a Valente? Puto Lobito, puto Barco de Vapor. Si a esa edad yo hubiera conocido a Valente podría haberle dicho: señor José Ángel. No tiene ni idea de cuánto me gustan sus poemas. ¿Sabe que sé recitar Serán ceniza de memoria? Mire: cruzo un desierto y su secreta desolaciónsinnombreelcorazóntienelasequedaddelapiedraylossestallidos... nocturnosdesumateriaodesunadahayunaluzremotasinembargoyséquenoestoysolo... aunquedespuésdetantoytantonohayaniunpensamientocapazcontralamuertenoestoysolo...
tocoestamanoalfinquecompartemividayenellameconfirmoytientocuantoamololevantohaciaelcielo... yaunqueseacenicaloproclamo,CENIZA,aunqueseacenizacuantotengohastaahora. Cuanto se me ha tendido, a modo de esperanza. Y entonces el pobre José Ángel Valente hubiera dicho: llevaos de aquí a esta niña repelente, por favor. Y yo sería feliz. Muy feliz. Si al menos pudiera recordar su voz. Si al menos pudiera recordar ese recital de El Aula de Poesía de Almería en el que se supone que yo vi su rostro, sus gafas gruesas, sus manos de poeta... empezó una larga carrera. Una dura carrera Valentiana. Empezó mi desolación sin nombre. Y el desierto.

7.  El libro de Monelle, Marcel Schwob, Hiperión. 2006 y 2007 fueron mi Niza. Nueve meses pasé en la ciudad de la Costa Azul y allí tuve un amante francés y judío que me trató muy mal. Recuerdo que en aquel tiempo yo leía poetas franceses que me aburrían mucho. También leí clásicos que nos obligaban a comprender en el maravilloso Lycée Masséna donde estudiaba. Escuchaba My Dying Bride y Noir Désir. Me hubiera gustado hacerme gótica pero la ropa de H&M era más barata. Antes de ir a Niza mi madre me dejó El libro de Monelle. Menudo descubrimiento, pensé. Menudo puto libro, joder. En Niza lo pasé muy mal y si sobreviví fue gracias a ese libro. Compré una copia en francés y se la regalé a Thomas en diciembre de 2006. Se la regalé un día antes de que nos despidiéramos para siempre (él tenía novia y ahora, por Facebook, sé que van a ser padres). Le regalé una edición preciosa de Le livre de Monelle un día antes de quedarme sin él para siempre. Y entonces nació Síntomas y nacieron la mayor parte de los poemas que este año he publicado en Estar enfermo. Nació Sin-Thomas. Ese juego de palabras estúpido. Esa plaquette. Ese libro estúpido de mis dieciséis años. Leer Monelle me sirvió para deshacerme de Lolita. Lolita era una tonta-pop al lado de la sabia y preciosa Monelle. ¿Quién quiere ser Lolita existiendo Monelle? Cambié mi cuenta de correo de los diez años lunaticams@hotmail.com por lunamonelle@... cambié mi fotolog Luna Haze, por Luna Monelle. Cambié mi vida entera. Mi corazón entero. Ya no era la chica que amaba a los hombres mayores. Ya no era la tontita que escribía sobre abejas y caramelos. ¿Quién era ahora? Aún no lo sabía. ¿Y qué más da? La literatura, entonces, cambió para siempre.

8.  Así habló Zaratustra, Nietzsche, Alianza. En Almería, mucho después, conocí a Pablo el Oxidao. La literatura sólo me ha servido para enamorarme, ahora que lo pienso. Gracias a Pablo escribí muchos poemas. Muchísimos. Gracias a Pablo leí mucha poesía. Mucha filosofía. Recuerdo la lectura que hice de Así habló Zaratustra. Empezábamos a salir y me dejó el libro. No lo leí hasta la navidad, en Madrid. Fue un descubrimiento equiparable al de Monelle, la verdad. Nunca había leído una prosa parecida. Una prosa poética tan pura. Tan fuerte. Un poema largo que se extendía durante tantísimas páginas. Depuré mi poesía hasta tal punto que a los diecisiete sólo escribía aforismos. Trataba de sonar solemne. Trataba de transmitir esa fuerza de Nietzsche. Nunca lo conseguí, claro. Nunca. Devolví el libro a Pablo. Nos quisimos mucho durante mucho tiempo. Todo era poesía. Todo era poesía, y entonces, llegó la prosa. No la de Nietzsche. Llegó la prosa de verdad y todo cambió una vez más.

9. La extracción de la piedra de la locura y otros poemas, Visor Poesía. 2008 fue el año de las poetas muertas. En noviembre cumplí dieciocho años pero ya vivía en Madrid y ya conocía a Ibrahím Berlín. Pablo me regaló a Pizarnik. Quizá ese momento fuera lo último bonito que Pablo y yo vivimos. Esa extraña navidad en la que leí a Alejandra. Un amor acabó. Otro empezó, sin embargo. Ibrahím me dijo: lee a Bolaño. Pizarnik me dijo: lee a las poetas muertas. Y entonces el viento susurraba fragmentos de Foster Wallace y versos de Plath. Y el suicidio bailaba continuamente en mi cabeza. Y Anne Sexton, y Blanca Varela, y Louise Glück, y Anais Nin, y Virginia Woolf. Y escribí, escribí mucho. Los poemas de Alejandra Pizarnik me hicieron sentir muy femenina. Me hicieron sentir que la locura es como un pájaro. Me hicieron comprender mejor las letras de Lhasa. Volví a querer ser Monelle.

10. Los detectives salvajes, Roberto Bolaño, Anagrama. Querido Ibrah: mañana, domingo, es nuestro aniversario (no el oficial) (no el conocido) (sólo el nuestro: secreto y puro) (aquel beso y aquellas drogas y aquella cama en la que en silencio follamos). Querido Ibrah: antes de Foster Wallace tú también eras poeta. Escribías poemas raros rapeados, recuerdo. Y entonces me recordabas a García Madero. García Madero es uno de mis personajes preferidos de la ficción de este mundo. García Madero es una especie de Pleonasmo Chief de otro planeta. Un Pleonasmo aventurero, incómodo, rabioso. Querodo Ibrahím. Mañana se cumplen los dos años de nuestra relación. Todo empezó con Bolaño. A la mierda Wallace. A la mierda, te digo. Porque Lola Font sólo hay una y es esta, que te habla y te adora. La prosa y la poesía de Bolaño son emocionantes. Siempre que escribo pienso en él. Siempre que pienso en la literatura pienso en él. Y en esta lista de 10 libros magníficos él estaría el primero, siempre, porque es brutal.

A Bolaño lo leí en 2009 y desde entonces, en 2010, nada me ha impresionado tanto. Quizá La niña del pelo raro de Foster Wallace, Circus girl, de Maite Dono (en El Gaviero Ediciones), ese poemario que conozco desde que sólo era un manuscrito encuadernado en el almacén de mis padres, o incluso la poesía maravillosa de Dorothea Lasky, el gran descubrimiento de este verano. El año que viene sale a la luz la novela de mi novio. Y sé que también será un antes y un después en mi vida. Su prosa (hasta hoy) ha sido polémica y su forma de pensar pocos la comparten. En su novela soy una de las protagonistas y esto para mí, después de todo lo que os he contado, supondrá convertirme en parte de lo que amo, es decir, en parte de un libro, en parte del papel, en parte de un personaje femenino, hermoso y fuerte que no me merezco. Pero de Fresy Cool ya os hablaré en otra ocasión. Quizá cuando en 2030, si sigo viva, escriba la lista de mis libros preferidos entre 2010 a 2030. Y así de maniática soy. Y por eso hago listas en Spotify. Por eso hago listas de la compra. Listas de nombres para futuros hijos. Listas de cosas inútiles. Listas como poemas. Poemas como listas. Por eso escribo y por eso leo, porque estoy enamorada y si estoy enamorada no me siento tan sola. Creo.

Suena: ay.

26 comentarios:

Diego Moya dijo...

El punto 10: La declaración (confirmación) de amor más bella y desgarradora que he leído en mi (puta) vida. Se me han puesto los pelos de punta. Entre otras cosas porque también (venero) a Bolaño, porque os admiro a los dos (ambos trabajos) y os respeto, y porque, hostias, que derroche de amor, aventura, lujuria y literatura. (Qué ganas de leer el libro del gran Ibrahim).
Felicidades.

Luna Miguel dijo...

Gracias por tu lectura y entusiasmo, Diego!

Diego Moya dijo...

De nada Luna. Os lo merecéis. Siempre me ha gustado valorar lo bueno (y reconocerlo).

C.G.F. dijo...

Yo no sé por qué me da que lo de Ibrahím B. no será ni tan polémico ni difícil de entender...

Luna Miguel dijo...

Eso espero, Mat!

Luna Miguel dijo...

(por cierto he corregido la fórmula, quizá quedaba pretencioso)

Muá!

Eva dijo...

Estimada señorita Lunamiguel. Felicidades por este post. Me gustó.

vico dijo...

Mafalda también fue mi biblia durante mucho tiempo.

Julio Fontán dijo...

Joder, Luna, tus últimos posts me están revolviendo las entrañas.
Me hace sentirme un voyeur.
Y eso me gusta, porque no es sexual.
Es voyeurismo de otra clase.
Voyeurismo del alma.
No sé, es una forma (pretenciosa, lo admito) de expresarlo, la única que me sale ahora.
Voy a por una aspirina.

Clément Cadou dijo...

¿Fante? Termino ahora de leer Poetry is not dead. Me ha interesado bastante más de lo que esperaba, aunque hay peros (es inevitable). Malherido ha dicho algunas cosas certeras, creo. Si el tiempo me lo permite, espero poder escribir algo sobre el libro. A ver. Enhorabuena en cualquier caso. Un saludo.

Luna Miguel dijo...

Fante! Sí,

gracias por el interés y saludos.

Anónimo dijo...

100 años de soledad, Márquez
Las desventuras del joven Werther, Goethe
Residencia en la tierra, Neruda
Mis humildes paraísos, Arrabal
La sonrisa etrusca, Sampedro
Rayuela, Cortázar
El miedo a la libertad, Fromm
El péndulo de Folcaut, Eco
El corsario, Byron
La insoportable levedad del ser, Kundera.

De guardia en mi mesita de noche:

Las películas de mi vida, Truffaut
Rimas, Bécquer
El principito, Exupery
Corazón, Amicis

Anónimo dijo...

Espero que te guste, Luna, como me gusta a mí lo que escribes y dibujas.
http://www.youtube.com/watch?v=lIvvCc0Y12M&feature=youtube_gdata

Emily dijo...

la literatura para enamorarse. o enamorarse y la literatura. recordar el amor siempre es extraño. como fragmentos de nosotros, esparcidos y ajenos.

me ha encantado este post :).

Anónimo dijo...

En alguna parte leí que si encuentras la persona con la que te puedes aburrir comodamente, esa es la persona. Los novios de los que sales huyendo cuando te aburren, esos no son lo que buscas. Aburrirse a gusto con alguien es como estar con uno mismo. No hay nada mejor que pasar las horas en casa con tu pareja conscientes de que el tiempo se ha detenido por fin, aunque nuestra piel siga envejeciendo, aunuqe la gente se siga moviendo en la calle, ellos siguen buscando. En una pelicula de maria de medeiros, la actriz pasa tanto tiempo encerrada con su novio que pierde la noción del tiempo, creo que están en estoril aunque esto es irrelevante. ella dice: me aburro, creo que eres el hombre de mi vida.
Si ustedes han conseguido este grado de complicidad, bueno deberán superar otros escollos de estabilidad y mercado laboral, pero puede ser un amor incombustible. Recuerde que muchos de los grandes no vivieron de la literatura, kerouac era ferroviario, en la senda del perdedor bukowski cuenta lo de que era cartero, walser hizo todo tipo de los trabajos más humildes, bueh rilke seducía mujeres ricas de la alta jerarquía europea, kafka era funcionario me creo y dostoiewski escribió sus mejores obras en prisión en siberia. Supongo que lo importante es no aburguesarse, la comodidad cambia el sentido de todas las cosas. No se trata de sufrir, nadie se lo va ha poner fácil. Tampoco se trata de un guinness de lectura. Algún día descubriran los dos que en las relecturas al cabo de los años los libros cambian, mutan, crecen con ustedes, los mares se vuelven de una profundidad insospechada, y será como si fueran capaces de entender cosas que antes les estaban veladas. Espero que todo les vaya bien,

Salute, rock y letras

Job dijo...

"Llegó la prosa de verdad y todo cambió una vez más."

La prosa es bonita, todos hablamos en prosa y no reímos en prosa, nos reímos de la prosa quizás, pero es prosa.

La frase me ha gustado de verdad.

un saludo desde Girona.
PS: la risa de Moliére a veces sirve para contestar en serio.
(argh, me siento pedante, disculpad)

Masunodos dijo...

Me he quedado impresionado con el post, estimada Luna tienes mas galones que un sargento de la Legión.Muchas batallas amorosas en tu haber te han enriquecido y no has perdido contacto con las letras. Eres realmente buena con mayúsculas, sigue cosechando logros un saludo.

Anónimo dijo...

Luna, estoy impresionado, y siento envidia, de ti y de Ibrahim. No me miento a mi mismo al decir que desearía ser tú o ser él, lo de los tatuajes queda en anécdocta al leerte esto. Sed felices, deseo seguir sintiendo envidia.
Besos.
antiguo Pedro Pérgamo

IV dijo...

Cuanto se me ha tendido a modo de esperanza. Ufff, por qué lo amo tanto. Y seguirán diciendo que es "pirotécnica logomaquia". Putamierdas!

Irene Domínguez dijo...

Gracias por abrirte, Luna Creciente. ¿Será por la nostalgia del año que se acaba y el tiempo que se esfuma? No lo sé. Y no importa. Sólo gracias.

carlos dijo...

Congratulations!
Grandísimo post.
Y, si te sirve de algo, muy Bolaño.

Saludos y calefacción también..

Portinari dijo...

Luna, cuando volvamos a vernos quiero que me cuentes estas historias tan tuyas.

Tenemos este trato. Hasta entonces, un abrazo de ceniza.

Mrs.Poulain dijo...

Tomo nota

@jorjowski dijo...

a mi me paso algo similar cuando descubrí a Hank pero ya tenia diecisiete, no sé que seria de mi si si lo leyera a los once (aunque a los once como mucho leía el catecismo -otros tiempos-)

Susan Urich Manrique dijo...

Tu lista está buena, te paso algunos que figuran en la mía -no podría, jamás, escoger 10 libros para 20 años-, prueba a leer a Paul Auster - La invención de la soledad y la trilogía de New York, José Saramago - Ensayo sobre la ceguera y El evangelio según Jesucristo, lee a Chantal Maillard, a Javier Villaurrutia, a Eugenio Montejo. Lee a Cortázar y a Borges. Lee también a Onetti y a Arlt. Lee "crímen y castigo" del señor Fiodor Dostoievski; te diría que a Bolaño y a Bukowski, pero ya los tienes. Lee a Alejandra Pizarnik, a Virginia Woolf y Anaïs Nin. Lee a Vargas Llosa y a Octavio Paz; a Umberto Eco y "la insoportable levedad del ser" de Milan Kundera. Lee a James Joyce y a Edgar Allan Poe, también a Vicente Huidobro, Augusto Monterroso. Escucha a Bob Dylan que, aunque no es escritor, compone canciones que en realidad son poemas. Lee a Truman Capote y a Nikos Kazantzakis, a Bram Stocker, Marguerite Duras, H.P Lovecraft, Joseph Conrad, Herman Hesse, Albert Camus, Stevenson, Juan Rulfo, Jack Kerouac, Faulkner, a Ernesto Sábato, Proust y Mary Shelley. A Horacio Quiroga y al Marqués de Sade. A Franz Kafka, a Sartre, Henry Miller, Julio Verne...

En fin, hay autores imprescindibles, seguramente muchos de estos has leído, no lo sé, pero si los has leído me asombra muchísimo que hayas podido haces una lista con tan sólo 10 autores. Eso es realmente titánico. Jajajaja. Si después de leer a estos autores no te cambia la vida, pues ten la seguridad de que nada lo hará. Un saludo.

Julio César Álvarez dijo...

Alucino con tu talento precoz, tus muestras de ingenio frecuentes (todavía guardo el recorte de una de tus columnas en Público, "We are so lucky"). Ánimo con todo y mi más sincera enhorabuena por lo que haces.

Un abrazo,

Julio César Álvarez