Eres morada,
no paso ni puente.
Eres morada y profunda.
Los que en ti han caído
no hablan de ti nunca.
Leticia Bergé
Recuerdo la primera vez que leí a Leticia Bergé. Yo estaba en la cocina de la casa de mis padres en Almería. Tenía quince años. Era sábado y estaba en la cocina desayunando galletas con el pijama de colores y un jersey de Las Tres Mellizas que había heredado de Laia. Abrí el ABCD de las Letras. Los sábados mis padres siempre compran El País y el ABC para consultar sus secciones culturales. Aunque los suplementos culturales, pienso, son cada vez más flojos, en 2006 las secciones de poesía de ambas publicaciones aún eran contundentes. Pues bien. Bebía mi leche chocolateada de cada mañana y abrí por la mitad. Me encontré de pronto con un poema corto de una tal Leticia. Lo leí sin prestar atención a la biografía y no me decepcionó. Más adelante leí los datos de la autora. Leticia, sí. Bergé, sí. Nacida en Madrid, bien. 1991, de acuerdo. Autora de... un momento. ¿¿¿Quéeeee??? ¡¡¡1991!!! Era sábado. Repito. Yo tenía quince años y 2006 acababa de comenzar. Hacía menos de un año de mi primera publicación en una revista digital de Murcia, El Coloquio de los Perros y en otros espacios digitales. Era sábado. Yo tenía quince años y de pronto vi cómo ante mis pobres y diminutos textos, una chica incluso un año menor ya había publicado tres libros: Poemas de la época alegre, La rabia de los árboles y Eres Morada, todos en AMG, una pequeña editorial de Logroño. ¡Qué miserables mis textos! ¡Qué miserable mi vida! Continué leyendo su biografía con una mano en el periódico y otra a punto de tomar un cuchillo con el que cortarme las venas.¡Publicó su primer libro a los 12 años! ¡Su segundo libro a los 13! ¡Su tercer libro a los 14! Me moría de envidia y de curiosidad. Deseaba leer sus poemas. Deseaba ser su amiga. Deseaba decirle: Leticia, dame el poder. Priscila Leticia, dame tu poder. Dime qué es la poesía. Dime cómo haces para estar segura de tus versos. Dime ¿a qué edad dejaste de ser niña? Dímelo todo, Leticia. Era sábado de 2006. Ese mismo año Leticia publicaría Dame tu llave en la misma editorial que los tres anteriores. Desde entonces no se sabe nada. ¿Qué llave letal fue aquella que hizo desaparecer a nuestra heroína? Ni libros. Ni blogs. Ni entrevistas. Ni redes sociales... lo he buscado todo. Lo he rastreado todo. ¿Era acaso algún tipo de clave? Leticia Bergé: dame tu llave. ¿Dónde estás? Yo vuelvo a invocarte. Mirando sus libros una y otra vez a veces me pregunto si en realidad la niña poeta no será una invención. Un juego de aquellos autores que la mencionaron y la prologaron: Luis Alberto de Cuenca, Pere Gimferrer, Juan Manuel de Prada... ¿Existes Leticia? ¿Existes o ellos te crearon? Era sábado. No acabé de desayunar y volví a mi cuarto. Aún no tenía ordenador y me encerré frente a la analógica pantalla de mi cuaderno con Depeche Mode o Françoiz Breut de fondo. Escribí mucho. Escribí durante toda la mañana y toda la tarde poemas malísimos y muy tristes. Escribí una carta a Leticia Bergé. Una carta de amor que ya no tengo y que hoy, en cierto modo, recupero. Era sábado. Se me acababa el tiempo y sentí cómo el fin de la época alegre ya estaba a punto de llegar.
24 comentarios:
Desde bien chiquita eras competitiva y algo envidiosa, por lo que cuentas.
¿Has probado a contactar con la editorial AMG? Raro que ellos no sepan algo de la gran Leticia.
Cuando lo descubras cuentánoslo para que la volvamos a comparar contigo.
http://olerki-poesia1.blogcindario.com/2007/06/00422-con-poetas-como-leticia-berge-la-poesia-siempre-estara-viva.html
No había oído hablar en la vida de Leticia Bergé pero yo también quise tomar un cuchillo con el que cortarme las venas cuando leí acerca de ti...¡"Ha aparecido DESDE 2001 (¡¿2001?!) en revistas como Salamandria, Los Noveles o Espacio Luke"!. Soy del 91 jaja
Un saludo,
Jorge
Anonimo:
Sí. He procurado leer todo lo que haya en la red.
No se trata de comparar. No hablo de comparar. Hablo de influencia y de obsesiones.
No he contactado con la editorial pero sí con otras personas. Ya os iré informando, no seáis impacientes.
Hay silencio dentro del silencio, un ánima turbia y espesa que llena rincones y grietas como el aliento en la respiración de un coloso. Se puede escuchar dentro del silencio, esa cosa vasta y enorme y gigante, invisible el movimiento impasible del tiempo, en el reloj de pared, silencioso estruendo, percutir de palancas y ruedas de carne y hueso.
Leticia eligió la poesía.
Ahí hay una novela, Luna.
Un saludo.
Espero que la encuentres y nos lo cuentes. Interesante relato. Ha conseguido interesarme la tal leticia.
Un abrazo.
Esto me recuerda a American Psycho, cuando Pat ve lo bonitas que son las tarjetas de sus compañeros y luego... hachazo. Y el asesino de Lennon también quería el poder, ¡el poder!, luego, claro, vas por ahí llamando a los contactos y la chica no hace acto de presencia porque está acojonada, y con razón.
¿Invocas a una niña escritora de 13 años para que te dé el poder en lugar de leer a escritores maduros y sabios, de acudir a los clásicos? Sí, seguro que tiene mucho más que decir... qué huecos que sois.
El año pasado, cuando fui a Madrid me compré una camiseta de la Velvet Underground en en esa tienda (Blue Velvet).
Invoco a una autora muy interesante de la que quiero saber más.
Qué pena que algunos no lean más allá de la palabra obvia.
Anónimo, escritores sabios no hay muchos, por desgracia. La madurez no es garante de humanidad ni sensatez (que tampoco sé si es el caso de Leticia, no la he leído). La mirada de una niña de trece años no hay que infravalorarla. Mi hija de nueve me enseña todos algo todos lo días, si hablamos de sabiduría. Por otro lado en literatura, como todo el mundo sabe, hay casos excepcionales de precocidad. Dejemos la edad a un lado y disfrutemos con la lectura.
POEMAS DE LA ÉPOCA ALEGRE. Qué tía más cool.
Los escritores jóvenes, o muy jóvenes como es el caso, me interesan mucho. Creo que a una edad que se acerca a los 11 o 12 años, hay una rotura inevitable que, si un autor, por muy joven que sea, consigue transmitir al menos en parte, puede ser la hostia. No conozco a esta tal Leticia, pero por lo que dices, creo que tocó de cerca la tecla. Saludos.
Parece una novela de Bolaño. En busca de la poeta desaparecida. Un caso para detectives salvajes. Espero que los planes salgan bien.
Quizás Letizia acabó casándose con el príncipe y pasándose los fines de semana en Carrefour. Porque no la veo de Mercadona.
Claro que puestos a apostar, yo me quedaría con que era –descartado Juan Manuel de Preda que no es capaz de la concrección– Luis Alberto de Cuenca.
pa que veas lo que se puede llegar a sentir contigo. la diferencia quizás es que estás en la web 2.0, así pareces más de verdad...
Yo prefiero pensar que está muerta o que no existe, claro que puede que sea bajo la influencia de este espantoso jueves.
Por cierto, belle, he andando buscando jóvenes poetisas francesas y he dado con Linda Maria Baros, nacida en Bucarest que publico su primer libro a los 23. Es brutal. Ahora te mando un poema suyo por correo.
Sí, Linda María Baros no me gusta demasiado. Prefiero a Ophelie!
Es muy interesante cómo describes esa fascinanción comparativa por la cronología, tan propia de los pocos años y que seguramente le asalta a todo escritor más o menos precoz. Claro que los once años son casi nada, parece imposible que las palabras puedan tener ese vuelo y esa densidad cuando aún están sumidas en el presente continuo de la infancia. Quizás sólo el caso de Lepoldo María Panero pueda ser comparable: según confesaba (o fantaseaba) en El desencanto, compuso su primer poema a los tres años... y medio (menos mal, los tres años justos hubiera sido difícilmente soportable). Suerte en la búsqueda de Leticia y no dejes de dar noticias.
Que misterio la precoz Leticia...
beauté beauté, me recuerdas a veces, Luna, a una amiga mía francesa.
Que misteriosa la Bergé toda ella. Espero que encuentres y compartas.
Besos.
Supe de Leticia Bergé hace unos meses. Leí alucinado poemas suyos. Pasmado. Anonadado. Busqué todo lo que pude encontrar de ella hace unos días y hallé este post, de ahí este comentario. Me emociona saber que hay gente que lee a Leticia. Leticia es una genia de la poesía. Una niña escribiendo esos versos rotundos, sin afanes, sin imposturas. Leticia Bergé es una poeta como la copa de un pino, tienes razón. Deberíamos arrodillarnos todos los aprendices de poetas (yo incluido) ante Leticia Bergé.
Caso como el de Leticia Bergé pueden darse en contadas ocasiones. Existe un halo de misterio en la figura de este personaje que no ha trascendido más que sus poemas, nada más, aparte de una información escueta sobre su nombre, ciudad y sobre todo, que es lo que marca la diferencia, su edad.
Cierto es que existen varias teorías sobre su existencia o el montaje de los citados escritores como un juego entre ellos.
En cualquier caso, a tenor del hilo de la conversación, quería mostrar otra poetisa precoz, como fue la ucraniana Nika Turbinà (1974-2002), tan precoz en la escritura como en morir.
Quien la conozca coincidirá conmigo en la complejidad de sus poemas y a la madurez de su edad en cuanto a la temática, rodeada de una niebla oscura que la atormentaba desde niña y que plasmaba en sus poemas como si de exorcismos se trataran. Aún así nada consiguió salvarla de si misma y sus monstruos.
Os dejo uno de su poemas, escrito con 7 años (en 1983) en el que trasmite un gran desasosiego que no corresponde a su edad y en el que se ve encerrada.
MUÑECA
Como una muñeca rota soy.
Olvidaron poner
en mi pecho un corazón,
Abandonándome inservible
en un oscuro rincón.
Como una muñeca rota soy.
Al despuntar la mañana oigo
El suave susurro del sueño:
“Duerme, cariño, mucho, mucho,
Y al despertar, la gente de nuevo querrá
Cogerte en brazos,
Arrullar, jugar un rato –
Y tu corazón latirá”
Sólo el esperar miedo me da.
Nika Turbinà
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