Pregunto al I Ching por el destino de mi esmalte de uñas. No me dice nada. Tiro las monedas y no hay cara o cruz. Invoco sus palabras, y vuelve a darme de lado. Qué falta de respeto, pienso, yo, que te suplico una respuesta breve, que sólo quiero saber qué poemas escribiré mañana con esta uñas, con estos dedos puntiagudos, con este esmalte seco y rojo (porque a veces es más importante el estado viscoso del propio corazón que su color casi pálido). Veo los síntomas de mis dieciséis años. Escucho las canciones que tú y yo susurramos. Observo el parpadeo del módem. Sigue lloviendo invierno, ahí fuera.
3 comentarios:
Pregunté al I-Ching una vez. No me hizo mucho caso. Pasé a preguntarme a mí. Tampoco me hice mucho caso. Espero que tus uñas te digan algo, voy a preguntarle a las mías.
El I Ching tiene mucha poesía, sin embargo.
parece escrito por la Maga.
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