En 1996 mis padres y yo nos trasladamos a Almería. Mi padre comenzó a dar clases de Lengua y Literatura en el IES Celia Viñas, donde conoció a Ángel Arqueros, profesor de inglés. Se hicieron amigos y nos invitó a su ático verde del centro, para comer con su mujer, Teresa Claramunt y la pequeña Laia. Yo tenía cinco años. Laia tenia once. Nos hicimos amigas. Desde entonces ella me cuidó. Me dio clases particulares de inglés. Me cedió toda la ropa que a ella ya le quedaba pequeña (de hecho mis primeras y únicas Doctor Martens fueron esas de cuadros escoceses que me regaló a los ocho años). En esa época mi padre escribió un libro infantil que Laia ilustró. Un doble para luna. Un libro mágico, sobre gaviotas, magia y mar. Quizá esa fue la primera vez que mi nombre apareció en algún texto literario. Laia, que no alcanzaría los trece años, me retrató a la perfección. La melenita corta. El pichi de pana. Las camisetas de colores que mi madre me compraba en Benetton. Como una lolita, sin saberlo ninguna de las dos; como a una lolita diminuta. Porque Laia y yo hemos compartido muchas cosas. Muchos secretos. Casi como hermanas: hemos compartido libros de nínfulas, cuadernos comunes, paisajes tristes.
Como ya he advertido aquí, a finales de febrero aparece mi primer libro de poemas en La Bella Varsovia. Se titula Estar enfermo y la ilustración de portada pertenece a la poeta y pintora italiana O. B. Quizá fue coincidencia que tanto Elena Medel como yo eligiéramos esta ilustración como ganadora entre todas sus obras. Se parece tanto a mí. Recuerda tanto a ese retrato que Laia me hizo en el 97. Me gusta tanto: como si del primer desnudo de Luna Miguel se tratara. Luna Lolita, Luna diminuta, Luna: cerrando el círculo. Laia y Luna y O. B. (desconocida y a la vez cercana).
Ahora termino de escribir Pensamientos estériles, un diario poético paralelo a Poetry is not dead. Se trata de un libro completamente ilustrado. Un libro de doble autoría Laia-Luna que confirmará de una vez por todas el trabajo que llevamos realizando en secreto desde hace tantísimos años.
Hoy estoy en Almería y tengo en mis manos una carta que Laia me escribió cuando yo tenía trece años. Adoro la letra de Laia. Adoro las palabras de Laia. Su lápiz dibujando mis caderas. Su lápiz, sobre mi rostro. Sobre mi máscara oscura, que con la poesía enferma y cae.
12 comentarios:
...Bonito inventario...
...kisses...
olé
Precioso
Me encanta.
Y me muero por ver tu colaboración con Laia, siempre he sido fan.
Luna, al leerlo por primera vez he entendido que Laia no pasó de los trece años.
Pues ha entendido usted poco, Anónimo.
Es curioso ese contraste entre la Luna luminosa de arriba y la Luna triste del segundo dibujo de más abajo. Esos dos sentimientos universales, la alegría y la tristeza, nos unen a todos, aunque éste último tendamos casi siempre a ocultarlo.
El amoramistad me emociona como pocas cosas.
Luna, desconozco el motivo pero este post me resulta adictivo y hermoso. "Laia Arqueros"; todo hombre desaría estar con una mujer que se llamara así.
Un saludo,
Lucas.
Estoy viva ,si, y en proceso digestivo de tanta emoción. Va a ser estupendo.
:*
recuerdo rumor de cuadernos viajando
Una vez conocí a una chica cuando tenía 13 años. Solo con verla un instante supe que era especial. Hace tiempo que no la veo pero muy amenudo pienso en ella y siempre se me escapa una pequeña sonrisa.
Me parece precioso. Un besito Laia.
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