Me pierdo en la amplitud y en el laberinto.
Anais Nin
Anais Nin
Dos pañuelos de papel sobre la mesilla de noche. Dos pañuelos rotos. Uno enjuagó las lágrimas. Otro limpió el semen que no pasó por mi garganta. Terrible imagen, la mujer de rodillas. Andrómeda, días atrás castigada por el Minotauro, ahora sonríe porque una mano acaricia su melena. Andrómeda, su cabello lacio me encadena a la roca. Soy tan feliz en este cuarto. Alargo la mano hacia la mesita. Un vaso de agua. Un cenicero vacío. Escenas mitológicas (las nunca vistas, las no imaginadas). Andrómeda no inventada. Todos la conocen. Sólo uno la libera. Sácame del laberinto, afila el neumático y ven a verme. Tu mundo no es de este reino, mi reino es sub-realidad.
Baja hasta las rocas mojadas. Pañuelos suficientes para secarlas.
Baja hasta las rocas mojadas. Pañuelos suficientes para secarlas.