30 agosto 2013

Hace cinco años se suicidó nuestro escritor favorito (o una aproximación a nuestra historia a través de David Foster Wallace).


Hace cinco septiembres se suicidó nuestro escritor favorito, aunque aún yo no sabía que aquel hombre robusto, difícil y colgado sería nuestro escritor favorito, de hecho, ni siquiera lo es, pero desde septiembre de 2008 hasta la fecha su nombre estuvo (y perdón por lo cursi de la frase) tan presente en nuestras vidas como la misma palabra amor.

Nuestra primera cita (documentada, más o menos, entre las páginas 115 y 122 de Fresy cool) tuvo lugar justo veinte días después de que David Foster Wallace decidiera ahorcarse. Así, cuando al fin nos encontramos (y después de haber cruzado unos cuantos emails y llamadas formales de Alcalá de Henares a Puerta de Toledo) una de las primeras cosas que me dijiste fue: ¡Qué pena lo de Wallace!, y yo: ¿qué pena lo de quién? Por aquel entonces mi altar literario estaba conformado por una lista de poetas que probablemente tú detestabas: José Ángel Valente, Charles Bukowski, Catulo, etc. Cuando mencionaste el nombre de David Foster Wallace yo jamás lo había escuchado, y cuando continuaste hablando de su fantástica prosa, de sus magníficas y ideas y de su gran importancia, yo no hice otra cosa que aburrirme (y avergonzarme), pues apenas me interesaba todo aquello que me contabas durante nuestro primer y extraño encuentro en el centro de Madriz.

Era octubre de 2008, yo aún tenía 17 años y muchos pájaros en la cabeza, y sin embargo la curiosidad me picó. La curiosidad por ti, y la curiosidad por David Foster Wallace. Comenzamos entonces a quedar cada semana. Comenzamos a enamorarnos (un poquito) el uno del el otro. Comenzamos a leer lo que el otro leía. Y comenzó a apasionarme lo que a ti te apasionaba... pero tuvimos que esperar a febrero o marzo de 2009 hasta que yo me atreviera a leer a aquel autor. DFW me daba mucho miedo porque sabía que comprender su prosa me resultaría complicado. Tú hablabas y hablabas y hablabas de él (e incluso tu narrativa, con la que más o menos por aquel entonces empezaste a jugar, se parecía muchísimo a todo lo que de DFW me contabas) y yo no quería ser menos. Me atreví primero con La niña del pelo raro y Extinción (me fliparon porque eran distintos a todo lo que había leído hasta la fecha). Con el tiempo lo demás. Lo que ya sabes. Lo que he ido contando en este blog a través de unos 64 post que ahora selecciono, te recuerdo y celebro:

  1. La primera vez que hablé de él y dije que me abrumaba. Leer a DFW era como tener una hiperglucemia, de ahí la referencia a sus Delitos! (Aquí)
  2. Cuando estaba triste, me hacía fotos en el baño y recuperaba sus citas más tremendas. (Aquí)
  3. Me obsesioné con el “rostro expresivo”, marca que luego aparecería tantas veces en el blog, en mis poemas e incluso en Exhumación (Aquí)
  4. El verano en Retamar, durante el cual casi termino La broma infinita de una sentada. Era horrible llevarse ese libro a la playa. (Aquí)
  5. Te compré Oblivion en Munich. (Aquí)
  6. Cuando te agradecí todas las nuevas lecturas que me habías enseñado (Aquí)
  7. “Toda mi vida he sido un fraude”, esa frase de DFW que te tatuaste en aquella tarde maravillosa de tinta y sangre (Aquí)
  8. Una montaña entera con sus libros, si los juntásemos a los que ahora guardamos, sería el doble de alta. ¡Tenemos hasta tres ejemplares de La broma infinita! (Aquí)
  9. Empecé a trabajar en Random House Mondadori también durante un septiembre (hace ya dos años de eso) y me traje este librazo de la oficina. Tú ya lo habías leído en inglés. (Aquí)
  10. También te hice una entrevista, y charlamos sobre él (Aquí)
  11. Hice un chiste con “La escoba” de su sistema (Aquí)
  12. Su nombre apareció en La tumba del marinero. Y le otorgué un cáncer. (Aquí)
Por todas estas cosas me da mucha rabia cuando dices que ya no te gusta David Foster Wallace, o que ya estás cansado de él. Porque sin sus libros no seríamos lo que somos. Porque sin él la historia sería distinta... no sé. Es posible que exagere. De hecho ayer me reí mucho cuando por la noche, en la cama, yo leía la biografía de DFW que Debate acaba de editar (Todas las historias de amor son historias de fantasmas, de DT Max) y tú apareciste en la habitación con tres poemarios de Lorca, Rilke y Catulo. Hace cinco años habrías sido tú el pesado de la biografía y yo la pesada de los poetas clásicos. Hace cinco años, cuando a él le quedaban pocos días para acabar con su vida, y a nosotros un mes para conocernos. Casualidades así me hacen muy feliz y hasta me dan miedo. Pero qué te voy a contar si todas las historias de amor son...

En fin.

Qué cosas. 

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bonito, Luna. Siempre te leo y nunca comento, pero las casualidades llenas de significado me encantan y este texto me ha emocionado.

Luna Miguel dijo...

Millones de gracias.

Además esta biografía es una pasada, me está gustando muchísimo, casi siento que fui con DFW al colegio, o a la universidad, o que fui su alumna... ¡es buenísima!

Abrazo!

Alex Pler dijo...

La entrada es bellísima. El amor, al final, ¿es convertirse en el otro?

Sobre DFW, hace poco leí el libro de entrevistas, no tenía ni idea de que esto había salido. ¡Gracias por informar!

Francesc Bon dijo...

DFW es GOD. Punto no suspensivo. No pienso parar ni morir hasta que haya reseñado todos sus libros en UnLibroAlDía

Luis González dijo...

Bonita entrada con ese cruzarse constante de la historia del escritor suicida y la de los dos enamorados, siempre con la sombra constante de cuál será la sombra real de los fantasmas que rodean a Luna. Lo dicho, buena entrada

Eneri. dijo...

Hermoso, gracias Luna.

ddandres dijo...

Luna, que buena entrada, también he estado haciendo memoria de como conocí a Wallace, de como comencé a leerlo, de como me lo recomendaron... esta semana ha sido un poco así, parecida a tu post. La biografía que está genial ademas algunos archivos cruzados que estuve viendo de Wallace y Don DeLillo... me he sentido como en una terapia de grupo, con mis amigos, hablando sobre la adicción a su prosa, como lo conocimos y cuanto llevamos leyedolo sin dejarlo... es divertido...

Miguel Álvarez dijo...

Luna, es una entrada demasiado bella, te hace quedar extraño tras leerla, sobre todo si estás soltero, descantado del amor y de los hombres... ¡Ains!

NubOsidad VaRiable dijo...

Cada vez màs fresca y espontánea , cada vez más grande niña poeta!! J ;)
Yo tenía 20 cuando lo descubrí y ayer mismo se lo explique a un novio que sólo lee ciencia ficción.
Sigue siendo un placer leerte chica

Anónimo dijo...

Al final lo que cansa no es tanto Wallace como algunos de sus lectores. Ese empeño por saber cada detalle de su persona, por convertirlo en una hipóstasis contemporánea... Por convertirlo en algo que no era, vaya. El hombre tenía tantas oscuridades como cualquiera de nosotros. Pero no oscuridades poéticas ni particularmente-complejas-e-interesantes. Tenía un lado misógino y chabacano, era un mujeriego, un engreído y, más que probablemente, un envidioso. Lo jodido es cómo todas estas asperezas se liman cuando se presenta su memoria al público. DFW (TM) ha terminado siendo un producto más de este eficiente capitalismo que aprovecha la ansiedad contemporánea para fabricar y vender santos.

Su obra está bien, pero siempre quedará distorsionada por el autor que nos han vendido.

Luna Miguel dijo...

A DFW le pasa como a Bolaño. De un lado los que los admiramos y de otro los que los desprecian por una cosa tan estúpida como "es que el capitalismo lo ha convertido en un producto".

Bueno, ¿y? A mí me encanta "consumir productos", y el Producto Foster Wallace es muy bueno. Me chifla. Me lo quedo.

Anónimo dijo...

Prefiero odiar el producto y amar la obra, siempre.

Y de un modo inevitable no puedo evitar odiar a quienes consumen el producto y se olvidan de la obra.

No ignoro lo irónico de estos mensajes, que no dejan de discutir la figura de defeuvedoble en lugar de su regular obra literaria. Dejemos esta discusión tan fea.

Luna Miguel dijo...

Pero la obra también es un producto: uno hermoso y rico. Y eso es lo que yo consumo.

Y no es una discusión, es una respuesta a la piedra que tú mismo has lanzado.


Un saludo,

L

Anónimo dijo...

Tienes razón, Luna. Es cosa mía, tengo la insoportable tendencia a reventar fiestas con mi hosquedad. No era necesario. Un saludo.

Granito dijo...

He sentido..., al leer, nostalgia, nostalgia ajena, y me he emocionado, emoción ajena.

Si,es verdad, todo desde este aquí, este lejos.

Pero nada de lo vuestro me es ajeno porque te sigo, os sigo, y me permito emocionarme.

Saludos.
Pedro Pergamo

Granito dijo...

He sentido..., al leer, nostalgia, nostalgia ajena, y me he emocionado, emoción ajena.

Si,es verdad, todo desde este aquí, este lejos.

Pero nada de lo vuestro me es ajeno porque te sigo, os sigo, y me permito emocionarme.

Saludos.
Pedro Pergamo

Hombre de arena dijo...

Mi escritor favorito no se suicido, murio de viejo: Manuel Mujica Lainez.