Reseña de Una habitación impropia,
de Natalia Carrero
Toda
mi vida he sido un fraude, escribió David Foster Wallace. Toda
mi vida hasta la fecha ha sido una completa farsa, añade Natalia
Carrero (Barcelona, 1970) en Una habitación impropia, su
segunda –y magnífica- novela publicada recientemente por Caballo
de Troya; o bien, el crudo relato de una mujer que ha sufrido, que
está cansada, que cuenta el mundo tal y como lo ve: sucio, malvado,
tan terrible… Una mujer, pues, que conoce la infidelidad, el
aborto, el tedio de la vida monógama, el dolor de soportar ver a tu
hijo muerto, el alcoholismo de la triste ama de casa y, sobre todo,
el sentimiento del escritor frustrado que no puede escribir no porque
no quiera sino porque a veces la vida se vuelve demasiado jodida
como para detenerse a escribirla.
La
escritura de Natalia Carrero recuerda aquí a la de Juan Gracia
Armendáriz en Diario del hombre pálido (Demipage, 2010).
Ambos autores están enfermos, ambos juegan con imágenes crueles y
no les importa enseñarnos las entrañas de su día a día, de sus
peores momentos o pesadillas hasta conseguir enfermarnos, también,
con sus letras-bisturí. Tanto Carrero como Armendáriz son autores
outsiders en relación con su generación, quizá por su alto
grado punk, o porque simplemente su literatura confesional y
diarística no ha conseguido cuajar tanto entre nosotros, los
lectores de novela. Aún así encuentro exquisita la manera de narrar
de cada uno, el tono atrevido y la falta de pudor de sus expresiones.
Si Diario del hombre pálido se convirtió finalmente en uno
de los libros más valorados de 2010, Natalia Carrero no debería
quedarse muy atrás: su novela es distinta e imprescindible.
La
poética del dolor es el núcleo de Una habitación impropia,
como un claro homenaje a ciertos momentos de la obra Virginia Woolf
(pues, a pesar del obvio guiño del título, más que a Un cuarto
propio, esta novela se
acerca a la voluntad del ensayo Estar enfermo) o incluso
podríamos decir que las ideas de Natalia Carrero sobre feminidad,
cuerpo y mundo podrían acercarse a algunos de los íntimos
pensamientos que la poeta Chantal Maillard nos regala en sus poco
conocidos diarios -y a mi juicio sus obras más interesantes-,
publicados por Pre-Textos: Carrero y Maillard son dos mujeres que
habitan la terrible época de La Belleza, y sin embargo parece que
sea sólo a ellas a quienes no les importe dar asco, mucho asco, el
asco de la pura sinceridad.
Natalia
Carrero nos transporta a una atmósfera que invita a gritar. A
taparse los ojos. A huir de este planeta. A no querer despertar. Ella
nos recuerda lo que ya sentenció David Foster Wallace con su famosa
cita tomada de Extinción (Literatura Mondadori, 2005), pues
toda nuestra vida hemos sido un fraude. Ahora bien, en el preciso
instante de admitirlo... ¿quién quiere aventurarse a saber lo que
nos espera más allá?