24 marzo 2016

El dedo (2): algunas lecturas.


El pasado 14 de marzo salió a la venta El dedo en Amazon. 

Como muchos me habéis preguntado a propósito diré que sí, que es un librito sólo digital (pertenece a una colección de Capitán Swing que se dedica a batallar desde lo digital y desde los nuevos formatos y voces del periodismo, en el Pack número 3, al que pertenece este libro, comparto espacio con un ensayo de Alberto Santamaría sobre arte y propaganda). 

En las últimas semanas han salido algunos artículos sobre la polémica que este pequeño texto provocó a raíz del cierre temporal de mi cuenta de Facebook, pero también han aparecido reseñas y lecturas muy bonitas e interesantes centradas en contenido y en el mensaje. Lecturas de chicas, sobre todo, que me han hecho mucha ilusión y que comparto aquí con vosotros:

1. María Mercromina en Gonzoo
2. Marisa Fatás en Vein 
3. Belén Diego en La línea de fuego 
4. Anita Botwin en El Sextante, de Atresmedia
5. Pamela Rahn en Mor.Bo


11 marzo 2016

Diario de una baja médica (2).


Día 5.
Hablo el idioma de los gatos. No el que se maúlla sino el que se acaricia. Hablo el idioma de los fetos, mis dedos contra el botón salido de este ombligo que una vez cicatrizó hace 25 años dejando una marca con forma de estrella. Hablo el idioma de los fetos sí, de los que están sin estar porque la piel los cubre. Presiono y acaricio como a un gatito y la pierna de mi hijo responde al impulso. Hablo el idioma de los gatos, el idioma de los fetos, el idioma de los muertos: me dirijo con las manos a mamá, le recuerdo que hace dos años estábamos muriendo y estábamos cuidando. ¿Te gustaba la papilla, mamá? ¿Te gustaba la morfina? Hablo sola y hablo con ellos: lo gatos, el feto, la madre que no. Le digo a mamá que ahora yo soy madre, ¿sabes? Que ahora esa palabra significa otra cosa, ¿sabes? Hablo, para que hablen entre ellos. En la cama el pijama de flores, el gato expectante, la patada y la caricia, la canción favorita de mamá. Hablo el idioma de los locos, el idioma felino, el idioma amniótico, el idioma de la mami que no. Es una lengua que se aprende despacio, que se practica en sueños, que en realidad sólo sirve para decir "sí", "qué tierno", "hola" y "adiós".

08 marzo 2016

Sobre la censura y el autoplacer (una actualización).



Queridos amigos,

hoy vuelvo a actualizar el blog para deciros que después de cinco días delirantes, Facebook ha decidido volver a abrir mi cuenta personal.

No he recibido ningún email ni ninguna notificación por parte de la empresa que me explique sus razones del cierre, ni sus motivos del regreso (de hecho, me ha tenido que avisar una amiga de que mi avatar ya empezaba a flotar por la red).

Pero estoy segura de que esta concesión se debe principalmente a todo vuestro apoyo. Desde los grandes medios españoles hasta periódicos, revistas y blogs de Perú, Colombia, México, Reino Unido y Francia, la noticia ha corrido como la pólvora, y tanto los amigos más cercanos como cientos de personas que no conocía de nada, habéis gritado y conseguido que la causa sea escuchada.

Os estoy muy agradecida.

Infinitamente.

Ahora prometo portarme bien... pero a mi manera, claro  ^^

Luna

Diario de una baja médica (1).



Día 1.

—El bebé tiene prisa por salir. Me pregunto entonces, ¿quiere salir porque no le gusta estar dentro de mí? ¿O quiere salir porque sus ojos oscuros, demasiado cerraditos y en penumbra, desean ver el mundo? El bebé tiene prisa por salir y entonces el médico firma un papel, me dice, descansa, me dice, lee, me dice, fruta y verdura sana, me dice, azuquitar sus ojos, me dice, qué grande, me dice, percentil, me dice, el bebé tiene prisa, ¿y tú?

—Agotamiento. La palabra, quizá sea esa. O quizá sea otra. Cinco días después los dedos siguen resonando. A veces son dedos que acarician. Otras, son dedos que presionan y que ahogan. Prometí no decir nada más porque ya lo había dicho todo. Qué poderosas son las palabras. Pero qué peligrosa es la libertad y su reclamo. 



—Hablemos de Frank Underwood. (SPOILER, NO SIGÁIS LEYENDO). Os diré que por primera vez le he visto vulnerable. Aunque en realidad él siempre ha sido el personaje más vulnerable. Os diré también que no entiendo el afán de Claire por seguir ahí. De pie. Sobria como su vestido blanco. A veces es una heroína y, a veces, su blancura tan tiernas también está manchada de sangre. 

—La editorial Anagrama acaba de publicar Pétronille de Amélie Nothomb. Si leer a Beigbeder era como masticar un chicle, leer a Nothomb es como tener otra vez 13 años y estar descubriendo la literatura. A esa edad, a los 12 o 13, mi padre me regaló Estupor y temblores. Desde entonces, las ediciones de los libros de esta belga loca se acumulan en mi estantería, leerla es como una borrachera,  como una primera borrachera. En Pétronille me doy cuenta de por qué.

—Inconstante. Desordenada. Hoy me he despertado y he escrito esto. ¿Pero escribiré mañana?


05 marzo 2016

Sobre la censura y el autoplacer.

Apollonia Saintclair

Queridos amigos,

como algunos ya sabréis, el pasado jueves por la mañana anuncié aquí en mi blog y en mis redes sociales la publicación de mi nuevo libro. Un pequeño recopilatorio de artículos, ficciones, fragmentos de diario y entrevistas a propósito del tema del autoplacer femenino.



Como distintos medios digitales y blogs se han hecho ya eco de la noticia, quizá también sepáis por El Confidencial, VerneEl Español, Ara, Telecinco, Estandarte, NegratintaElComercio (Perú) o ActuaLitté (Francia) que pocos minutos después de anunciar la publicación y explicar su contenido en Facebook, esta empresa me anunció que me habían denunciado por mal comportamiento, y que mi cuenta había sido desactivada por precaución.


De pronto, por hablar de masturbación, autoplacer u onanismo, me había convertido en alguien “peligroso”.

La propuesta de Facebook no es tan sorprendente: es cierto que está en sus estrictas normas el favorecer una comunicación “limpia” y “no obscena”. 

¿Pero de verdad es obscena la divulgación cultural sobre un tema tan humano como el autoplacer? 

¿Qué puede tener eso de dañino?

Lo que también me espantó es que alguien de entre mis contactos —personas que, entiendo, me siguen porque tenemos algo en común, o porque les gusta ver los artículos, poemas, fotos que comparto— pudiera denunciarme sabiendo que las consecuencias podrían ser esas: privarme de mi cuenta, una cuenta que mantengo desde hace casi 8 años, y en la que, entre otras cosas, guardaba fotos, links y otros recuerdos bonitos.

Pero bueno, así es como se desarrolló la mañana. 

Mi “Dedo” y la portada de Capitán Swing debieron molestar mucho a alguien, y los filtros de Facebook y sus alarmas saltaron. Sin embargo, yo tenía la esperanza de que en un tiempo determinado —que según tengo entendido podría ir de entre las 24 horas a las 2 semanas,  o incluso más—, el filtro humano de Facebook al que yo ya había apelado y reclamado, me diera la razón, ignorara al denunciante y me devolviera la cuenta.

Esto no ocurrió así.

El mismo viernes por la tarde, mientras terminaba de comer con mi marido, me llegó un mensaje que me dejó aún más desconcertada, y que copio aquí abajo. Ahora, según Facebook, yo no podría volver a reclamar, y lo peor de todo, las razones de su censura no me podían ser especificadas por motivos de “seguridad”.



En ese momento me reí: ¡soy una terrorista de la masturbación! ¡Pero venga, vamos, si sólo me toco un par de veces a la semana, y para liberarme del estrés que me producen el trabajo y el embarazo! ¡No me podéis castigar por hablar en 60 páginas de nada de un tema que tan bonito, y que yo creo haber abordado también de una manera tierna y sencilla! ¡Pero qué *************!

Sólo se me ocurren algunas razones por las que Facebook pueda haberme bloqueado para siempre —o para casi siempre, pues por fortuna y por seguridad, para poder mantener las páginas que gestiono, como mi página de autora o la página de mi editorial, mantenía vivas cuentas de usuario con nombres distintos al mío, que ahora me permitirán seguir entrando a Facebook poco a poco, hasta que todo se normalice—.

Por ejemplo, que la misma persona que me denunció el jueves por la mañana ya lo hubiera hecho antes. Es cierto que yo venía hablando de mi ensayo de la masturbación mucho tiempo, y quizá el censor ya se había sentido amenazado antes —pero claro, tío/a, un consejo: cuando a mí no me mola alguien lo borro o lo bloqueo y así me ahorro disgustos—.

Lo que más me inquieta, es que antes de que la pantalla de bloqueo apareciera y me dejara fuera de mi perfil para siempre, yo estaba preparando un post para mi página de autora con algunas de las imágenes que he copiado en el tuit de arriba. Esas imágenes, de hecho, las había recuperado de perfiles de Facebook, es decir, que Facebook ya las ha aceptado previamente en otras personas: chicas en bragas leyendo libros, flores con agujeros, manos mojadas, todo un universo tierno y erótico que ya campaba a sus anchas en la red social.


Y digo que me inquieta, porque Facebook me bloqueó antes de que yo pudiera volver a compartirlas. Es como si me hubiera bloqueado la mente. Como si me la hubiera leído: Luna, sabemos que acabas de publicar un post sobre la masturbación, así que como te atrevas a subir algo más al respecto… bueno, venga, mejor no nos arriesgamos, te bloqueamos y listo, ¡mente sucia!

No sé qué más pensar.

Ni sé qué más decir.

En Facebook hay páginas que incitan al odio a otra razas, que incitan al maltrato de animales, que incitan al machismo, a la violencia, a la anorexia, que insultan a gordos y gordas, a refugiados, que publican cabezas cortadas de niñas o imágenes de esas que bien valen un pixelado o de esas que en los informativos nos suelen dar arcadas.

En Facebook hay personas que te insultan, que insultan a celebridades por estar gordas, o ser negras o ser simplemente mujeres.

En Facebook hay mucho odio, muchísimo odio, y me parece injusto que yo, que solo he compartido arte y literatura, me vea privada de utilizar un servicio que además es mi herramienta de trabajo.

Las reglas son las reglas, me dicen… Y mi  pequeño e inocente dedo las ha roto.

Estoy muy agradecida a todos los que habéis hablado de esto y a todos los que os habéis quejado.

Estoy muy agradecida a mi amiga Elena Medel, que se puso la portada del libro como foto de perfil, y a quien horas después también denunciaron por “obscena”.  

Estoy muy agradecida a todos los que me habéis propuesto hacer un Change.org —gracias, de verdad, aunque no sé ya si a estas alturas sea necesario— y a todos los que no conozco y desde Twitter, Instagram, Tumblr o el mismo Facebook estáis gritando.

Cuando publiqué la portada de El dedo y su sinopsis en este mismo blog, un anónimo se rió de mí y me dijo que “la masturbación femenina no era un tabú”.

Casualidades de la vida, lo que "no era un tabú" acabó convirtiéndose en mi expulsión del "paraíso de Facebook".

Hoy es sábado, la casa está calentita porque hace sol, y mi hijo no para de moverse en la tripa, como diciéndome que quiere salir ya.


Así que querido Facebook: esto que acabo de decir. Esta sensación de paz que no es virtual sino que puedo tocar porque está dentro de mí… es mi verdadero paraíso.

03 marzo 2016

El dedo.


«De noche, sola, desposo la cama./ Dedo a dedo, ahora es mía. Anne Sexton escribe estos versos en homenaje a su cama vacía, donde sola goza más que nadie. Betty Dodson da un cursillo avanzado de masturbación a mujeres de cincuenta años que jamás se han mirado la vulva en un espejo. Amarna Miller finge un orgasmo retorciéndose delante de una cámara. Un doctor del siglo XIX receta masajes pélvicos a su paciente enferma de una profunda histeria. Miles de mujeres embarazadas escriben en el buscador de Google si estimularse el clítoris podría ser peligroso para sus fetos. Y Luna Miguel, con apenas 8 años, descubre un dibujo pornográfico que cambiará su vida para siempre, y que mucho tiempo después le llevará a escribir una historia personal del autoplacer femenino.

Escrito en una intersección entre el periodismo, la divulgación, el género confesional y la ficción, y enunciado con una voz cálida, sosegada e hipnotizante, El dedo constituye una historia íntima de lo que durante demasiado tiempo ha constituido un auténtico tabú cultural: la masturbación de la mujer. O como dice la autora: «no se trata sólo de algo sexual; la masturbación es también una meditación sobre el amor en solitario. Una constelación de sensaciones. Un espacio propio en el que refugiarse.»

El dedo. Breves apuntes sobre la masturbación femenina, es mi nuevo libro, editado en la colección digital de Capitán Swing. A través de artículos, entrevistas, confesiones, ficciones y ensayos, abordo este tema con cariño. 
Muy pronto podréis encontrarlo en www.capitanswing.com

¡Ojalá os guste!

01 marzo 2016

Enero-Febrero 2016: mis 6 lecturas preferidas.


Dos novelas que son, en realidad, un homenaje a otros dos novelistas que me impresionan: así fueron mis lecturas —link a PlayGround va— de Oona y Salinger, de Frédéric Beigbeder (Anagrama) y Cada noche, cadanoche, de Lola López Mondéjar (Siruela). 



En la primera, el guapo de Frédéric narra una historia de amor espinosa que, a su parecer, configuraría el corazón oscuro y dolorido del autor de El guardián entre el centeno. Creo que lo más bruto de este libro son sus reflexiones sobre la vejez, y sobre cómo el hombre —el macho, no el hombre como ser humano en general— necesita mantener relaciones sexuales con cuerpos más jóvenes que el suyo para sentir que sobrevive.



De relaciones sexuales entre hombres mayores y chicas jóvenes también va la novela de López Mondéjar, basada en Lolita, y con un punto de vista bastante polémico de la gran obra de Vladimir Nabokov. En estas páginas lo que encontramos es a la hija imaginaria de Dolores Haze, quien decide vengarse del pedófilo que acosó y maltrató a su madre cuando esta era una adolescente. ¿Puede un tema como la pedofilia ser bello? Esa es una de las preguntas que nos come la cabeza cuando leemos Cada noche, cada noche.



Plagado de referencias literarias, también, está el libro Apuntes sobre el suicidio (Alpha Decay), un brevísimo ensayo que nos pasea por la literatura, el arte y sus suicidas, desde David Foster Wallace hasta Edouard Levé, pasando por algunas voces clásicas como la de Sylvia Plath o Albert Camus. Para los seguidores de esos autores, y también para los que encuentran en el suicidio y en la enfermedad un tema más mágico que doloroso, este libro es imprescindible.



Y de la enfermedad de la literatura, pasamos a las enfermedades reales, o quizá a las enfermedades no reales, como es el caso de las que narra Suzanne O’Sullivan en Todo está en tu cabeza. Aquí la neuróloga explica algunos casos curiosísimos de enfermedades psicosomáticas, y cómo a veces el cuerpo reacciona de manera negativa a cosas que sólo están en nuestro recuerdo, en nuestro miedo, en nuestra manera de ser. Todo está en tu cabeza —ah, esto es lo que también escribí enPlayGround— es un libro para los que no tienen miedo de mirarse el cerebro, masajeárselo. Un libro para los que saben que por muy locos que parezcan, no lo están.



Quizá un tratamiento parecido a los que recomienda Sullivan le vendría bien al protagonista de Las flores del mal, vol 8. Este es uno de mis mangas preferidos, no sólo por la obvia referencia a Charles Baudelaire sino porque trata el tema del desasosiego adolescente de una manera bellísima, a través de la oscuridad, de la poesía, y del sexo. En este volumen, el mangaka Shuzo Oshimi nos vuelve a traer a un Kasuga enamoradizo y peligroso. Después de un volumen 7 un poco aburrido, aquí la literatura y el peligro vuelven a latir.



Y por último, sin salir de Japón, uno de los poemarios más especiales que he leído en lo que va de año: Poema a tres voces de Minase. Renga., de Socho, Sogi y Sohaku (Sexto Piso), un clásico de la poesía nipona, absolutamente delicado. Un libro que es casi un objeto o tesoro, en cuyas páginas la naturaleza, el recuerdo y la memoria brillan —perdonad la cursilería de lo que sigue— como insectos veraniegos.




Quienes seguís este blog sabéis que cada vez publico menos, y que en 2016 eliminé la sección de lecturas, porque me saturaba y porque muchas las olvidaba y otras que ponía al final las dejaba a la mitad. El trabajo y la maternidad, y algunos proyectos literarios no me dejan respirar mucho más, por eso he decidido que mensual o bimensualmente iré haciendo recuento de mis lecturas preferidas, para todos los que seguís buscando en esta página un pequeño refugio en el que descubrir cosas chulas.

(Emoji de una florecilla y emoji de un corazón)