La voz de Almería, 5 abril, 2008
Tantas horas delante del ordenador no puede ser bueno, pero lo considero una parte más de mi formación. Internet devora librerías, museos, salas de exposiciones o recitales. Gracias a páginas como ‘Myspace’ he podido acceder a obras de artistas emergentes como Pesce Khete o Zosen entre otros. Mucha red, poco estudio, ése parece mi problema. Hay un abismo entre la maravilla técnica de ‘Blogspot’ y la arcaica textura del folio de apuntes, sobre todo cuando trata de lírica griega. A pesar de lo que muchos piensan, traducir latín o descubrir los secretos de Baudelaire en Literatura Universal no es una pérdida de tiempo, todo lo contrario: Humanidades y Tiempo son sinónimos, esto lo demuestra la literatura griega. Existe desde hace tanto que nunca se podrá formatear.
Estuve en el homenaje del ‘Aula de Poesía’ a Pablo García Baena. Como invitados a la mesa redonda asistieron Guillermo Carnero y Juan Antonio González Iglesias. Este último habló del mundo clásico y contó historias sobre héroes hermosos. Amar las ‘lenguas muertas’ en esta sociedad, se convierte casi en un acto heroico. Para algunos la poesía también está muerta. La poesía tiene mala fama, pero yo confío en ella. Recuerdo que el recital estaba lleno de estudiantes (asistían por recomendación de nuestro profesor de Literatura). Me pregunté si su iniciativa habría sido buena idea, a muchos podría resultarles aburrido. Y efectivamente, desde el primer momento, unos pocos alumnos no se callaban, a veces no nos dejaban escuchar: móvil, papel volador, carcajada… Guillermo Carnero y Juan Antonio no cuajaron entre la juventud. Al llegar el turno del homenajeado, viejo, pequeño, casi invisible, temí lo peor, sin embargo su voz débil, angelical, y sus más de ochenta años nos deslumbraron a todos. Allí estaba la poesía: un anciano desvelando el mundo cual Zaratustra ante sus invitados. El poeta era el paraíso, Juan Antonio era Roma, y el ‘Aula de Poesía’ una cueva cibernética de pantalla plana donde bucear horas y horas.