28 junio 2010

Shemale: todos queremos ser quien se despide.

Todas queremos ser Lolita. Todos queremos ser el que se despide. Porque Luis Cernuda era más elegante que Humbert Humbert y los pájaros mojados me acompañan esta noche. Esta última noche. ¿Te acuerdas del poema Nocte una? Última aquí sin mí y sin ti. Conmigo sintigo cosin... consiento los pellizcos esta última noche. Belladona y Nacho Vidal y un travesti ciego soplado vuvuzelas celestiales. Esa es mi despedida de soltera. Esa es mi fiesta sorpresa. Esta noche. Y toca David Kitay. Y las paredes huelen a violetas y aloe. Al perfume. Al jabón de la abuela. Todos quisimos ser alguien. ¿Te acuerdas de aquella gota de semen endureciendo mis pestañas? Todos queremos. Todos queremos salir de aquí. Todos los que alguna vez morimos buscando la belleza de una vida distinta.

La fiesta portátil.


-Lo odio. Odio todo lo que hay en este museo. Ojalá pudiera explicar por qué. Todo está muerto. Somos momias.
-Corta el rollo. -Ruby tuerce el labio-. Lo que pasa es que todo es una puta mierda. Lo era entonces y lo es ahora. Me limpio el culo con toda esta mierda prerrafaelita. No sabéis la suerte que tenéis en España de no tener prerrafaelitas. Me cago en los prerrafaelitas y en el puto William Blake.
Javier Calvo
Lesbianas o no: parejas de chicas que molan. Enid y Rebeca, de Daniel Clowes. Margarita (Jenny) y Ruby, de Javier Calvo. Faye y Julie, de David Foster Wallace... parejas que nos ayudaron a perfilar a nuestras Djuna y Amanda, pues ellas no son más que una repetición de ese modelo: chica blanda y chica dura, chica masculina y chica femenina, chica punk y chica pija, chica nerd y chica bonita. Ayer terminaba el segundo relato de Calvo incluido en Risas enlatadas. Las protagonistas me recordaron a las de Ghost World, pero también a las de La niña del pelo raro (por ellas mi obsesión lésbico-ficticia). Las chicas de Calvo me invitaron a ser su amiga, la de ellas. A comprarme botas militares y a fumar canutos delgados mientras pisaba hojas secas sobre la acera con cara de mala leche. Las chicas de Calvo podrían tener la tez blanca. Podrían ser perfectamente como aquella otra que aparece en el vídeo de The Straglers. Strange little girl, where are you going? Además las chicas de Calvo viven en Londres y estoy segura de que si se rapan la cabeza llevarán tatuado en el cráneo el mismo dibujo que la niña del vídeo (ese corazón extraño que me quiero tatuar en el costado). Es la marca que todas las de su raza portan. Que todas las chicas extrañas, nunca tristes, portan. Todas las chicas que molan: las que viajan en autobús a ninguna parte, sin miedo y de la mano, sin miedo, de la mano, sin miedo a ninguna parte.

27 junio 2010

Como no me devuelvas el libro te mato.


Los libros de poesía española actual que me gustan son, digamos, algunos. Los que me han influido. Los que leí para crecer. Los que leí como principiante (que soy). Los que leí desde 2003 hasta hoy, e hicieron gran trabajo aquímuydentro son, digamos, algunos-muchos más. El otro día, mientras hacía como que estudiaba Derecho pinté mis apuntes con esos títulos de poemarios cuyos autores, creo, siguen vivos, siguen escribiendo -o no-, publicando -o no- ¿vivos, o no? No pretendo hacer ninguna antología personal (para eso ya está aquel texto de Poetry is not dead sobre los cuatro poetas más guapos de nuestro país -sepan que una tiene el gusto raro-). Tampoco pretendo dictar sentencia. Sólo revisar el pasado, eso que me gusta tanto. Comparar gustos. Épocas. Comprender qué autores. Qué influencias. Qué no influencias pero sí desvelo. Algunos de los autores a los que cito son amigos. Otros no son nadie (en mi vida, digo). Otros lo son todo y apenas crucé cuatro palabras. De todos merecen la pena, digamos, algunos. He procurado ordenarlos por fechas de lectura, no las recuerdo muy bien pero creo que fue así. Hay años, como 2007 o 2008, en los que apenas me acuerdo de qué leí, será porque no me interesó nada, porque no me gustó nada... no sé.
2003
Cinco años de cama, Roger Wolfe
Mi primer bikini, Elena Medel
Tenía doce años y empezaba a leer. Roger Wolfe era uno de los autores heredados de mi padre. Si te gustó Bukowski, te gustará él, dijo. Aunque a mí eso de la poesía aún no me convencía. Qué ascazo. Sin embargo allí estaba aquella chica. Elena, firmando libros blancos en mi ciudad. Me dedicó uno. Pues gracias. No lo toqué en meses. Luego volví a abrirlo. Jo-der. Qué divertido. Qué emocionante. ¿Dónde puedo conseguir más de esto? Me enamoré y vino la Generación del 27. Y Brines. Y esas cosas que ya no leo. Pero Jo-der. ¡Yo también quiero escribir!
2004
Bella durmiente, Miriam Reyes
Las moras agraces, Carmen Jodra
Híbrida, Leyla Ouf
Me gustaba leer a mujeres. Me llamaban más la atención porque eran más cercanas a mí y a mi circunstancia. Soñaba con hacer el amor y ahí estaban los poemas de Miriam Reyes. Soñaba con ser Lolita y ahí estaban los poemas de Leyla Ouf. Soñaba con ser suicida, acabar con todo, era medio punk y compré mi primer vinilo... ahí estaban (y siguen estando) los poemas de Carmen Jodra. En 2004 ya había escrito mi primer poemario Cuaderno nepalí. La primera versión llevaba citas de Antonio Machado, de Fangoria y de Depeche Mode. Tenía novio. Mi novio tenía pulseras de pinchos. Las pulseras de pinchos tenían gotas de calimocho.
2005
Frágil, Javier Rodíguez Marcos
Las máscaras, Antonio Lucas
Araña, Ana Gorría
Empecé a leer muchísima poesía, a publicar en sitos (lejanos a la revista literaria de mis padres). Ana Gorría se convirtió en mi hermana de sangre. Hemofílicas poetas y umbilicales. Su libro me llevó a la brevedad, comencé a mirar dentro de mí. Dejé la anécdota a un lado. Sucumbí algo. Profundo, entiendo. E hice el amor por primera vez (no con Ana, claro), sino con el chico de las pulseras de pinchos. Clip, clip, ay. Clap clap, umm. Clupa clupa, bang. Conocí a Antonio Lucas en un recital de mi ciudad. Me regaló su libro. Era (casi) la primera vez que un hombre mayor que yo me regalaba un libro. Además era el suyo. ¡Su libro! El de aquel tipo guapo. ¡Guapo! Vestido de naranja, me enamoré. Volví a soñar con hacer el amor, esta vez con él. Aquel poeta vestido de naranja. ¡Era periodista! ¡Lo que yo quería ser en el futuro! Cuánto echo de menos aquella sensación. Cuánto aprecié aquel libro. Aquella máscara diminuta y lunar. Pero yo era Frágil. Muy frágil. Tanto como para no despreciar el magnífico libro de Javier Rodrígez Marcos. Él me ayudó a escribir otro tipo de poesía. Uní anécdota y telaraña. Descubrí que un poeta podía hablar de su propia poesía. Descubrí que hablar de poesía era lo más difícil y hermoso. Cuerpo frágil y cerré la segunda versión de mi primer poemario: Cuaderno nepalí.
2006
Urbi et orbi, David Leo García
¿Estás seguro de que no nos siguen?, Antonio Portela
Me presenté a un premio que no gané. Yo tenía quince años. No pasa nada, eres joven, puta luna, eres joven putalunaeresjoven. Sin embargo aquel premio lo ganó alguien apenas dos años mayor que yo. David Leo García. (Qué chico guapo). (Qué bien escribe). (Me declaré fan). Compré su libro y lo llevé como estandarte durante mucho tiempo. Busqué su messenger. Nos hicimos amigos. Y en septiembre seremos vecinos. Le aprecio muchísimo. También aprecio a Antonio Portela: sobre todo por ser el único poeta que conozco que ha citado a Ana Curra, a Alaska y a Suede en un mismo poemario. Quizá haya ecos de su poesía en Exhumación. Quizá sea uno de los poetas más interesantes y ya nadie se acuerde. Bendito premio Andalucía Joven 2003. San Antonio. Después de Roma ¿dónde estás? Te espero con el Spotify a toda leche con la esperanza de volver a bailarte. (Pulse la letra morada y conozca la verdad).
2007
¿?
Este año comenzó en Niza y acabó en Almería. No recuerdo ni un sólo poemario que me llamara la atención suficiente. Quizá en esta época me nutrí más de otros que no fueran mis contemporáneos. Valente, por ejemplo. Eliot. En Lousie Glück. Roger Wolfe, otra vez. Ese hombre alto y oscuro. Escribí Mundo fantasma. Escribí Síntomas. Tuve no sé cuántos amantes con pinta de maricas franceses, italianos o afrancesados. Y otros que no os diré. Y otros que ya he olvidado. Y otros.
2008
Así procede el pájaro, Juan Antonio Bernier
Tampoco tengo grandes recuerdos de 2008. Mucha prosa, creo. Muchísima prosa. Kundera por encima de todo. Genet, Roberto Bolaño, Dostoyevski. Reconocer a las poetas suicidas. Plath, Sexton, Pizarnik. Y entre pájaros y jaulas recordé a Bernier. ¡Aún no había leído a Bernier! La brevedad naranja de su libro se hace inmensa en mi estantería. Algo delicado. Boceto de lo próximo. Para nada diminuto o de principiante como en aquella antología se dijera.
2009
Circus girl, Maite Dono
Acabado en diamante, Javier Moreno
Echado a perder, Carlos Pardo
Construcción, Vicente Luis Mora
Todo lleva carne, Peio H. Riaño
Este año fue el más interesante. También el más productivo. Escribí mucho y leí más. Sobre todo narrativa. Todo lo que no sabía de Bolaño, de Foster Wallace, de Lethem, de Fresán. Leí ensayo, leí a Eloy Fernández Porta, a Virginie Despentes, a Preciado. Y mucha, muchísima poesía. De mi obsesión por las Punk-Femmes adoré a Maite Dono. Quizá mi poeta preferida. Performer y cantante. Mi máximo referente hoy. Por su lenguaje y su expresión. Me arrodillo, siempre, me arrodillo. También lenguaje y expresión es lo que me gusta de Javier Moreno o Vicente Luis Mora. Acabado en diamante por su relación con la poesía de José Ángel Valente o aquella de Ana Gorría que hace años ya me interesaba. Javier Moreno y Vicente Luis Mora fueron dos ejemplos de lectura con los que comprendí que el Universo es una shit. Quiero decir. Comprendí que la poesía da asco y que los círculos de amistades, las rivalidades y toda esa mierda era un coñazo. Nunca había leído a Vicente. Es más. Sin haberlo leído lo odiaba. ¿Por qué? Por los prejuicios que siempre nos contagian los demás. ¿Qué me importa que a nosequién le caiga mal? ¿Qué me importan la Nocilla o los laureles si el poemario es tan bueno? Puede que Construcción no ejerciera ninguna influencia sobre mis textos pero sí significó una lectura amable, entretenida, hermosa: y es algo muy difícil en la poesía eso de entretener. Luego hay libros de los que todo el mundo habla y que a mí no me gustan. Sin embargo Carlos Pardo ganó mil puntos con Echado a perder: los lugares comunes que a mí me emocionan, las claves que me interesan, lo críptico de alguna imagen, a veces, por evidente que parezca, lo bien escrito... Es curioso que deje pasar en esta lista poemarios como El fósforo astillado de Juan Andrés García Román o incluso a David González, Mercedes Cebrián, Javier Gato, Luis Darío, Agustín Fernández Mallo, etc. He leído sus obras y me han interesado pero quizá no han supuesto un cambio, un golpe, un milagro dentro de mí, como sí lo han hecho los otros mencionados. Es curioso también que incluya en esta lista lo que en principio se considera una novela. Y no cito a Peio H. Riaño porque sea mi jefe y colega. Ni porque sea él el que me consiguió esta mañana un pase para el preestreno de Toy Story 3 (hihihi). Nada de eso. Lo cito por lo importante que fue la lectura de Todo lleva carne, sea poesía, a ratos, o no lo sea, a otros ratos, en la escritura de mis columnas de verano en Público así como en los poemas de Poetry is not dead. La denuncia. La frase-cuchilla. La narratividad del verso... Si incluyo aquí a Peio como referencia, tendría que hablar también de J. G Ballard o de Fréderic Beigbeder, por ejemplo, pero de ese tema ya he hablado en otros textos. Y aquí se habla sólo de poesía. ¿O qué?
2010
También mis ojos, Laura Rosal
En 2010 he leído a Sergio Gaspar, Cristian Alcaraz, Mariano Peyrou, Jordi Doce... he releído a Roger Wolfe, a Chantal Maillard o a Raúl Quinto. En 2010 sólo elijo, de momento, a Laura Rosal. Laura es mi amiga. Si hay suerte será mi compañera de piso el curso próximo. Me gusta emborracharme con ella y decir cosas guarras. A veces nos hacemos fotos enseñando las bragas o lloramos con las mismas canciones. A veces la odio y a veces la quiero muchísimo. Su primer libro nació de la mano del mío. Por eso siento la necesidad de volver a nombrarla. Compartimos más que edad y sexo. Compartimos referentes y formas, y enlaces de blogs, y, como siempre he dicho, es una de las promesas (junto a Marina Ramón-Borja, Enrique Morales, Ruth Llana o Álvaro Guijarro) y será reconocida en no mucho tiempo, si no lo es ya.
¿Y ahora qué?
Los libros de poesía son así. Abrazables. Desechables. Esputables. Meables. Mordibles. Adorables. Feos. Cortos. Pesados como metales. Inocentes. Nunca únicos. Siempre sustituibles. Fáciles de almacenar. Caros. Pero estos son los míos y no os los voy a dejar porque sé que los perderíais. Pues, ¿a quién le importa un libro de poesía? Sólo al dueño que lo ha sabido apreciar. Al que no lo ha sabido leer. Al que ha subrayado o puesto esa marquita que indica destello absoluto. Al que lo echaría a la hoguera. Al que simplemente lo envidia. ¡Joopé! Eso quisiera haberlo escrito yo.

25 junio 2010

David Foster Wallace ya estaba allí.


Reviso las publicaciones del año pasado. Un blog está para eso. Un blog está para la nostalgia de todo lo que ya no eres. Y a veces te alegras. Y a veces también te da asco. Hace un año estaba en Almería. Hace un año trataba de poner los pies en el suelo. Y compré La niña del pelo raro, y mi obsesión por Animalitos inexpresivos empezó a hacerse fuerte, hasta Exhumación, hasta hoy, hasta la coincidencia de ayer cuando Juan Sebastián Cárdenas nos mencionó que su antiguo blog se llamaba así, como mi obsesión, así, ayer, así. Estábamos en una de las mesas del congreso de Nuevos narradores iberoamericanos en Casa de América cuyo tema principal era la literatura en los blogs. Lo cierto es que el asunto podría resultar una estupidez, o eso pensé cuando algunos de los ponentes se empeñaron en decir que los blogs hacen daño. Que no hay literatura en los blogs. Que no es un medio sano. Que qué se yo. Lo más interesante quizá fue el debate sobre si los blogs cambiaban o no la forma de leer en las personas. Es posible, tampoco lo sé. Mis padres pusieron Internet en casa cuando yo tenía diez años. Desde entonces participaba conversaciones fragmentadas en chats y en messenger y buscaba páginas web en las que leía cosas sobre mis películas o series manga preferidas. A los trece años empecé a leer fotologs, blogs, livejournals, etc. A los catorce me hice uno. Un fotolog. Luego un blog. Luego otro, a los quince, y hasta ahora. Mi relación con la literatura fue parecida, si bien mi padre me regaló La senda del perdedor de Charles Bukowski a los once años, no empezaría a leer otras cosas (fuera de Bukowski, Salinger o Nothomb) hasta los catorce cuando ya llevaba mucho tiempo acostumbrada al formato Internet. (Era la época de Nabokov, Céline, Burroughs, Capote...) La lectura de estos últimos autores no estaba condicionada por la lectura digital. Podía pasarme una hora leyendo los textos de Rebeca Yanke en su fotolog Tribecca y luego volver al papel, sin ningún tipo de complicación lectora. Podía pasarme cientos de minutos hablando por messenger con mis amigos y luego tomar el cuaderno y probar a escribir cuentos sin faltas de ortografía o caracteres malignos y contraídos. Las quejas de Mario Cuenca Sandoval con respecto a los nuevos modos de lectura, siguiendo el ejemplo de sus alumnos de filosofía (adolescentes de bachiller), eran que ya no leemos igual. Ya no nos interesa el texto completo ni la linealidad. Buscamos las palabras clave que nos interesan como si de un buscador de palabras en Word se tratara. Creo sin embargo que la lectura diagonal existe desde siempre y que nosotros mismos la hacemos, día a día, con la prensa, con los pasajes de los libros que menos nos interesan, con nuestras propias obras, con algunos blogs (como ese tan pesado que tiene el fondo rojo y que nadie entiende), etc. Yo no defiendo el blog y lo defiendo al mismo tiempo. Sé que sin el blog no sería capaz de escribir diariamente. Sé que sin el blog no hubiera hecho esto o aquello. Y sé que me quita tiempo pero también me trae cosas nuevas. De hecho sin blog yo no hubiera conocido a Ibrahím Berlín. Sin Ibrahím Berlín no hubiera conocido a Tryno Maldonado (uno de los autores que ayer intervinieron). Sin Ibrahím, tampoco hubiera leído a Patricio Pron y él tampoco hubiera venido a mi blog, en donde yo lo citaba. No hubiera ido ayer a Casa de América ni hubiera visto a Juan Sebastián Cárdenas hablando de Animalitos inexpresivos. No me hubiera acordado del año pasado, cuando Ibrah y yo hacíamos fuerte lo que ahora es esto, esto nuestro. Ni hubiera buscado. Ni hubiera escrito. Ni nada. ¿Y qué sería de todos nosotros entonces? Miro a la estantería. Sé que cuando apague este cacharro y me vaya a Madriz para ver la última sesión del congreso de Nuevos narradores iberoamericanos cogeré el libro de David Foster Wallace y releeré ese relato magnífico. Relato que ya estaba allí. Antes de Cárdenas. Antes de Ibrah o antes de mí. Ese relato maravilloso que me recuerda las penas del verano. Penas almacenadas en un archivo oscuro de blogger.com Porque los blogs sirven para eso, en definitiva, los blogs están construidos de nostalgia, de tiempo pasado, de esa puta alegría o esa mierda que quedó tan atrás.

21 junio 2010

Bad poets need love too.




Escucho bad girls need love too y trato de aportar algo a este diario muerto. Tengo unas ojeras que llegan de la frente a los pezones. Soy entera morada. Como de otro planeta. Me cuesta escribir algo importante aquí (si es que alguna vez lo he hecho). Pienso en mi madre (pienso en la boca de mi madre, en el miedo de mi padre, en lo que no puedo contar o quizá me invento). Pienso en los exámenes últimos. En el calor que hoy hace y yo sin depilar. Pienso y repienso en el prólogo de Luis Antonio de Villena, y su persecución continua hacia uno de mis referentes literarios. Su odio a Carmen Jodra. Sus argumentos manidos para acabar con ella. ¿Qué necesidad hay? Pienso en La inteligencia y el hacha y en los nuevos poemas que tanto me gustaron de Alberto Santamaría, Fruela Fernández o David Leo. Anodino texto el de Villena. Anodino texto el que usted lee aquí hoy. Anodina luna y anodina tarde. Quedan ocho días para la mudanza.

19 junio 2010

18 junio 2010

Habitación doble.

(retrato de Carlos Maiques)

Cuando digo "pensamiento" lo que quiero decir es que oigo voces dentro de mí y que no estoy loca. Voces que me aconsejan, que me disuaden, que me discuten, que me ordenan, que me callan, que simplemente comentan o que a veces -éstas son peliagudas- dicen cosas sin sentido, o sin sentido aparente, al menos. Tengo la sensación de estar no sólo habitada, sino bulliciosamente -a veces belicosamente- manejada, por otros. Lo que me aparta de la locura es que tengo cierta conciencia de a quién pertenece cada voz, de dónde procede, y desde dónde habla.
Luis Magrinyà

16 junio 2010

Bienvenida, fertilidad.

me entrego a tus brazos con miedo y con calma
Lhasa

Si tu disais on y va... todas las mujeres sentadas delante de la pantalla. Helena, Elara, Irina, Belén y Luna. Todas y la abuela. Todas. Me voy de casa, digo. Me voy con él. Él. Él. Y para ahorrar tomo fruta en vez de zumo. Y visto pijamas en vez de vestidos. Y fumo incienso, nunca cigarrillos. La muerte, la enfermedad: no nos acechan. Mujeres delante de la pantalla. Me voy lejos de vosotras. Con el útero limpio. Y para ahorrar, cambio los anticonceptivos por el ¿látex?. Cambio los poemas por las cuchillas. Cambio vuestros nombres. Vuestros nombres que no son el de mi madre. Boca limpia, sangre limpia. Bienvenida, fertilidad, te mataré como te acerques a mi vientre.

15 junio 2010

Boca boca boca boca boca boca boca...


to: Ibrahím Berlín
from: Luna Miguel
15:23

"Es curioso que para que ella viva le tengan que abrir la boca
mientras que a los muertos siempre se la tienen que sellar".

14 junio 2010

12 junio 2010

Sal fuera de mí. Déjame en mi silencio.










Autoroc durante la convocatoria mundial de Arte en la Tabacalera. El muro de Claudia Faci, la sombra de Niña Jonás, las proyecciones de Tomoto, la danza de Elise, la música -taquicardia dulce- de El Intruso... poder leer de nuevo junto a Maite Dono nuestros poemas favoritos. Tres horas de pájaros pirómanos y ¿dolor? Volvimos al origen recitando a Valente sin saber muy bien cuál era el origen. Fuimos intrusos, otra vez, en este espacio okupa que Celso nos concedió. (Gracias).

10 junio 2010

Contra los poetas.


No voy a hablar de Gombrowicz porque su discurso Contra los poetas me parece un perfecto retrato del tipo de poeta que no me gusta. Del tipo, de los tipos, de los poetas, tantos, que no me gustan... De lo que quiero hablar aquí es del narrador, no contra el narrador, sí, contra lo que el narrador piensa del otro género. Como una lucha de sexos interminable en la que los narradores se esconden en sus trincheras para que ni un solo verso se filtre en sus camisas. No entiendo. No entiendo esa postura de los escritores a los que sin embargo leo con admiración, los que sin embargo ocultan en su prosa un magnífico lirismo, los que sin embargo son poetas aunque no lo quieran. Aunque lo detesten. Leo a menudo los blogs de algunos contemporáneos, Alberto Olmos o Juan Francisco Ferré, en cuyas entradas siempre aparecen pequeñas sentencias terribles: [...] la poesía, medio quizá inadecuado para afrontar la complejidad del mundo contemporáneo (Ferré dixit). ¿Pero terribles por qué? Terribles por el desprecio que desprenden, pero sobre todo, por lo veraces que son, pues resumen lo que Gombrowicz ya dijo. Lo que ya dijo bien de los malos poetas y mal de los buenos. A raíz de la revisión de Poetry is not dead he estado recopilando algunas citas de mis escritores predilectos, encuentro a Fante y a Foster Wallace haciendo hablar a sus personajes de poesía en estos términos de rechazo o inferioridad. —Estabas hablando de poesía. —Julie sonríe y le toca la mejilla a Faye. Nunca me ha gustado. Da demasiadas vueltas. Inclusocuando me gusta no es más que una manera retorcida de decir algo obvio, creo yo. Julie sonríe. Hay una separación entre sus incisivos. Bravo —dice—. Pero piensa que hay realmente poquísima gente que tenga el instrumental necesario para tratar con lo obvio (David Foster Wallace); o Incluso leí un libro de poesía. Aquel libro me puso enfermo, y dije que nunca volvería a leer otro. Aquella poetisa me cayó fatal. Me habría gustado verla una semanas trabajando en una fábrica de conservas. Seguro que la experiencia le cambia el estilo. (John Fante). Me hace gracia. Me parece un tema interesante que no se queda reflejado sólo en estos autores. Lo que más me sorprende de todos es que tienen una gran formación y son buenos lectores de poesía. Los admiro por ello, aunque no lo entiendo, qué más da. Mucho peor era aquel poeta de Almería, publicado en Visor que aseguraba que no leía novelas porque le parecían una pérdida de tiempo, que su inspiración era la poesía, género más elevado, divino donde los haya, ¡ay, coquetas palabras! Con declaraciones como esa sí puedo explicar los fragmentos más duros de Contra los poetas. Con discursos estériles como ese sí puedo comprender que los que nos dedicamos a la lírica parezcamos los pederastas de la literatura (Olmos dixit). Que nuestro género no mola nada. Que nuestra palabra es cursi y obvia. Que la poesía sí ha muerto y todo lo que leo o escribo no es más que una sucia mentira.

09 junio 2010

25 centímetros (o La mujer pública II).

Acabo de terminar 25 centímetros. De entre todos los fragmentos del libro he decidido mostraros el XLIII completo. Quizá sea mi favorito. Quizá me recuerde a textos ya publicados aquí, citas, que me han hecho reflexionar. Me quedo con este texto. Con esa metáfora central: sobre las puertas cerradas de este mundo. Porque sé que existen y que sólo podemos abrirlas a patadas.

Soy mujer. Supongo que debo ser débil. Al menos, me enseñaron a serlo. Me dijeron "no comas tanto chocolate y péinate con apariencia casual. He visto unos pantalones en Zara que te quedarían de maravilla. Te quedarían de maravilla si te bajases una talla". Tengo dos tetas y una lengua que chupará las pollas que me lo pidan. No te enamores de mí. No te lo he pedido. Yo sólo quiero mamar pollas hasta afilarlas como llaves. Hasta que las puertas que tenía cerradas por ser mujer, se me abran. Te chuparé la polla. Te sacaré la sangre. Haré vudú con tu sombra. En realidad no me gustas, nunca me has gustado. Podría casarme con cualquier príncipe azul. Podría, pero lo que me interesa es chupar pollas y que se abran esas puertas. Seré la mujer que deseabas. La mujer que te va a expulsar de donde estás ahora. Si no me dejas dominar el mundo, al menos, quiero estar cerca de la palanca que lo destruya.
David Refoyo

No future: entrevista en TVE.

Nube de tags/nube de punk



La poesía también era eso.

06 junio 2010

05 junio 2010

Welcome to Lunar Industries.




Últimamente no escribo nada. Últimamente prefiero no escribir nada. Y sin embargo, aquí, la tecla. Click click clap. Bienvenidos al tedio de mis manos. Bienvenidos a la Luna. Bienvenidos al sonido. Porque últimamente, te oigo pensar, sólo el sexo me salva.

03 junio 2010

No tenemos corazón, no tenemos corazón.


Las máquinas tienen
Alegría
Tú no tienes
Las empresas tienen
Ambición
Y tú no tienes
La moda tiene
Corazón. Tú no.
Tú no tienes
Tú no tienes [...]
Eloy Fernández Porta

02 junio 2010

Decido (dije) dónde muero. (Cómo) (Con quién) (Al lado de).




"Yo quiero que me entierren aquí". "¿Para siempre?" -le preguntó ella, niña como era- "¿Quieres que te entierren aquí para siempre?" "Sólo hasta que resucite", replicó él.
J. M. Coetzee

01 junio 2010

Belladonna (hace calor, otra vez, en mi alma).

De mi pasión por la poesía de Jenna Haze y su Anally yours, al amor hacia los tatuajes de Mandy Morbid (seudónimo con el que precisamente iba firmado Poetry is not dead) nace mi admiración hacia Ella. Rescato de las imágenes de Google esta maravillosa y alegre fotografía de mi querida nueva musa, Belladonna. Su corazón techno. Su rapidez (verso automático). Fresco. Si Haze era Pizarnik. Si Morbid era Plath. Encuentro en Belladonna un poco de Nin. Quién sabe. Es tan blanca y suave. La compañera perfecta de Coetzee. La compañera perfecta del verano. Refrésquense. Beban colacao frío. Admiren su boca. Lean todo el amor de sus pequeños gestos.