27 noviembre 2009

Mutatis mutandis.

Betty Blue
Yo soy de los que ironiza y se ríe de los saberes modernos. Y hablo de la asignatura de la Hermenéutica literaria como “la de las chuminadas”; yo digo a quien quiera escucharme en los apartes de las reuniones del Departamento que la hermenéutica contemporánea no es más que un depósito de gadámeres, que a Lyotard siempre se le ven los leotardos, que detrás de las palabras de Habermas tiene que haber más, que Schleiermacher parece el nombre del líbero de la selección alemana de fútbol, que la teoría de los polisistemas suena a teoría de los polichinelas cantada por Sarita Montiel en La Violetera (“cata carapum, catapum pum Candela, arsa pa’ arriba, Polichinela / cata catapum, catapum, catapum / como los muñecos en el pim pam pum”), que dispuestos a interpretarlo todo hasta el extremo, los teóricos se han convertido en miembros de la congregación de las hermeneutas de la caridad.
Javier García Rodríguez

Aprovecho las horas tediosas para mirarme los brazos. Qué asco, pienso. Alargados, velludos, llenos de las picaduras (todavía) de esa pulga de octubre. Miro mis brazos desnudos, el tatuaje de Betty Blue, la luna raquítica, y quisiera amputarlos para dártelos de comer. Como aquella tarde en el buffet chino, el animal caramelizado, idiota, ¿es un cerdo o es un pollo?, como aquel pato chino enrojecido: dártelo de comer. Y tú me das de comer a Jon Elster porque las uvas amargas son tu plato favorito. Aprovecho las horas de tedio y hambre para anunciar el vacío. A mi lado alguien ríe y no lo entiendo. No sé si hace frío. No sé qué es lo que duele. Quizá hoy esté mutando.

26 noviembre 2009

Vous êtes des animaux (arretez de vous reproduire).


Y, sin embargo, cuento mi historia,
recaigo sobre mí, culpable
de las mismas palabras que combato.
José Ángel Valente

25 noviembre 2009

Dilated moon.


En el autobús no se puede comer y por eso me siento al fondo y alimento mi ego con diminutas bolitas blancas de chocolate derretido y pienso que como lunitas pequeñas y pienso que como caquitas pequeñas y pienso que como poemas redondos que saben a vainilla y a galleta triturada. Detrás de todos los asientos mi asiento verde huele a sudor y enciendo el emepetrés y algo suena como la habitación de él pero estoy a demasiada distancia y hago como que pienso en cosas importantes, como el futuro de mi prosa, el declive de mi poesía, las ganas de viajar y abandonar algunos de los capítulos más inútiles de esta vida. Ojalá no tuviera que ducharme nunca, pienso, porque es tarde y hace frío pero mañana será pronto y hará el mismo frío y lloraré porque quiero oler mal, a sudor, como el asiento más alejado del conductor en donde como esas bolitas blancas que parecen astros y sé que tengo que escribir algún post inteligente, de esos que gustan a un par de lectores, de esos que alguien aprueba por compromiso, de esos que llevo tanto tiempo escribiendo sin motivo alguno. Lo mandaría a la mierda, pienso, todo a la caquita, lo mandaría. Y aquí tengo ciertos versos. Ciertos motivos breves para la existencia. Ciertas fórmulas críticas (de aspecto natural) que ni yo misma comprendo.

24 noviembre 2009

Mi novio es un zombie (reiniciando al monstruo).


Mi novio es un zombi
es un muerto viviente
que volvió del otro mundo
para estar conmigo,
mi vida ya tiene sentido.
Alaska
El viernes y sábado (27 y 28 de noviembre). Auditorio de La Casa Encendida:
Germán Sierra. Vicente Luis Mora.
Manuel Vilas. Jordi Carrión.
Agustín Fernández Mallo. Óscar Gual. Robert Juan-Cantavella.
Mercedes Cebrián. Doménico Chiappe. Eloy Fernández Porta.
Jordi Costa. Juan Francisco Ferré.

22 noviembre 2009

Neones de siempre.


Me dijeron que mis huellas dactilares eran invisibles y que no se apreciaban apenas en la pantalla gris. Me dijeron que mi piel era demasiado blanca, y que repitiera la foto: pareces un vampiro. Me dijeron que pasara, que era gratis. Que me invitaban a una copa. Que si yo iba la siguiente en la cola. Que no había papel. Que le diera un cigarro. Que Hola? Y entonces vi tu cara al fondo de la pista. Patrick Bateman. Me dijeron que me descuartizarían esa misma noche. Que me cortarían las manos. Que me despidiera de mis huellas dactilares invisibles. Que tu nuca es perfecta. Que cuando pierda, en este juego de comer cerebros insanos: mi identidad se extraviará.

19 noviembre 2009

Variación de “La mujer que odia”.


(Azul)Cuando nos odiemos es sólo un lema. Cuando nos odiemos es mi dedo presionando Supr., presionando c(rt)lítoris, presionando: este es el rostro que querías acariciar, este el gesto que querías obtener, éste es el color de ojos, éste, y es tuyo, éste es. Cuando nos odiemos es el título de nuestra primera novela.Es el nombre de mi último poema. Cuando nos odiemos es la primera cosa que temo si pienso en el futuro. Cuando nos odiemos no existe, o eso quiero, a corto plazo, que ocurra a largo, que no ocurra nunca, cuando no nos odiemos, que sea siempre, ay qué miedo mami. Cuando mis Ojos Monstruosos y el hueco de la mandíbula. Cuando te pueda susurrar: el desierto se escribe con tu sangre, la ciudad se escribe con mi semen. Cuando nos odiemos seré nadie porque yo no odio. Cuando nos odiemos será porque desde entonces no hemos dejado de arañarnos.

17 noviembre 2009

So bitch.


A veces, a menudo, te insulto. Me digo entonces: la poesía no ha muerto. Pero sí ha muerto en mí y en mi forma. Pero sí la has matado tú. La has matado tú con el húmedo escozor de tu perilla. Tengo ojos monstruosos. Me tiembla el pecho. A veces digo algo cursi. La asesinaste sólo para curarme. Y luego no eres capaz de llamarme puta.

16 noviembre 2009

Usted está aquí.





Una vez allí todo el mundo empieza a charlar, por la pura emoción de verse allí, de estar donde ocurren las cosas, hasta que los rostros sonrientes de todos se descomponen en palabras y muecas y risas que estallan aunque no se haya dicho nada importante.
Tom Wolfe
Depilarse. Arrancar los residuos del alma con un rayo láser. Así comienza la suavidad. En la era de las máquinas apuesto por la piel (que en Word píxel es piel, ya lo han descubierto antes). Pero aquí eso no interesa. Aquí es tu mano la que menstrúa: méame, méame en la cara. Como cualquier sábado-placebo, hacer el amor para olvidar lo triste que es la semana. Estornudar. Expulsar los residuos agg. Como un poema que es sólo sentir: porque a veces no razono. No razono el cielo morado que amenaza mi vida tras no sé qué movimiento. No sé qué minuto así. No sé cuántas esferas. Pulsaciones en el pecho, sí tiemblo. Mucosidades en la garganta: porque pronuncié Dios. El poema nos hará libres. El pop nos hará poetas. La metáfora es la única forma de supervivencia. Avanza la metáfora, avanza religiosa, avanza techno. Méame en la cara. Deshazte de esa tristeza de lunes. Las horas pesan como una pluma: ligera pero lenta, y el borde de tu boca sabe a gasolina. Escribirse. Una carta a sí mismo. La introspección a través de los espejos, el mira cómo me miro. Ver en el reflejo cómo me ves tú. Esconderse. Hace demasiado frío para salir. Hace demasiado frío para perder la calma. Arrojo mi palabra. Entiendo el residuo. Me rapta el basurero.

15 noviembre 2009

Red moon: me obsesionan los espejos.





Bla bla bla vla. Mi ordenador carece de letra eñe y tengo que hacer malabarismos con el teclado cada vez que quiero escribir una. Una sola Eñe. Una. Ayer. Y Luego. En el centro de la Letra vimos a Wiener, víctima de cierto machismo soso, entre columnas pornófilas, místicas, oscuras. Luego bla bla drunk. El dorado es un truco de magia, me dije. Y luego eso de las pizzas a medias, y Coralie Clément con bragas pequeñas. Y luego JC. Y luego tu beso en la puerta del Pantera, esperando una lista interminable de hígados cool. Y luego: o antes, ya no recuerdo, ese realismo diabético de la literatura. Y la risa de Unos y de Otros. Y luego: hablas raro. Y antes: son las ocho de la mañana, llevo 24 horas con el mismo vestido, con el mismo olor, con el mismo cansancio adherido a los párpados. Lambrusco. Tercio Caro. Tercio Malo. Estamos donde tenemos que estar no sólo porque lo diga Tom Wolfe: estamos donde los libros dejan de ser materia, donde los piercings no son distintos a los cuerpos, donde los tatuajes devienen género literario. Pero casi no he dormido.

12 noviembre 2009

Un fragmento de Amanda Davis (recogido en Lo mejor de McSweeney's).


Me estoy dejando algo. Veréis, ese algo era mi risa. Tengo una risa espantosa, toda mi vida he tenido una risa horripilante. Cuando río los sonidos que salen de mi garganta perturban a los que se encuentran a mi alrededor. Mi risa daña, hace que la gente sienta náuseas o se irrite. Deja de hacer ese ruido tan espantoso, gritan mientras se alejan corriendo con las manos en los oídos. Es tan terrorífica que no se me permite entrar al cine para ver una película. Esto viola mis derechos, les decía, hasta que implantaron las proyecciones privadas. El proyeccionista abandonaba el edificio y se sentaba en la acera. Yo salía a buscarlo cada vez que se acababa un rollo.
Así que ya os podéis imaginar lo que significaba conocer a un hombre al que no le importara. La primera vez que me reí junto a él –estábamos sentados en mi porche cuando se me escapó una risa tonta, nerviosa y frenética y traté de frenarla con brusquedad con la mano, remeterla garganta abajo-, él se limitó a recogerme un mechón de pelo detrás de la oreja y susurró: Eres muy hermosa.
Amanda Davis

11 noviembre 2009

Metadiscursi.


Estaba esperando a mi enamorado –diría novio pero mi novio siempre me recuerda que diga enamorado, no novio, porque vamos a la universidad y novio suena ñoño para una persona que va a la universidad-, y ya era tarde.
Rebecca Curtis

Te habla mi corazón de replicante, cariño: mi corazón que ha visto demasiadas cosas, mi corazón que ha sido moldeado, mi corazón objetivo, mi caja negra, los hechos uno a uno, evitando juicios, te habla, te narra qué y cuándo, de vuelta a casa. Después mi decisión se encontró con tu sueño. Quizá porque la tipa rubia del asiento de al lado lee una edición mohosa de los poemas de Neruda yo haya decidido escribir aquí algunas líneas cursis. Lee. Lee a Neruda. Lee porque estamos parados a la salida de Avenida de América por culpa de un accidente. Alguien ha muerto. Creo. Alguien ha muerto al estrellarse su coche y está ahí tirado, con el jersey negro de cuello alto, de cuello partido, de sangre en el cuello y en los brazos. Nosotros no estamos muertos, sin embargo, y nos vestimos de negro. No estamos muertos, ni tú ni yo, no somos Zombis, cariño. Aunque apenas respiremos hoy, con el humo de las obligaciones latiéndonos deprisa. Aunque las lágrimas vacilen: te habla mi músculo torpe. Mi músculo-tubérculo. Corazón al desnudo. Tejido con forma de boloncho grasiento, relleno de carne, queso y arroz. Corazón al desnudo que sabes devorar. Te habla mi piel de Lola Font. Mi frente de Lola Font. Mi mano y mi lluvia de Lola Font. En su metadiscurso-metadiscursi. En su declinación moderna. En su dolorosa declaración bajo el efecto de los hábitos mediocres. Te habla, Lola Font, desde ese planeta expresivo en donde sólo vosotros podéis habitar.

10 noviembre 2009

Rostros expresivos (Muelle-L6).


Al contrario que en las películas. Al contrario que en aquellas películas antiguas el silencio no es un problema. No es un signo. No es un fin universal. El silencio. El no decirse nada. No es peor que un domingo por la tarde. No es peor que un libro no devuelto. No es peor. Y ahora que me pitan los oídos sé que no es porque alguien me insulte sino porque alguien me ama. Me he puesto romántica después de bailar canciones absurdas en las escaleras mecánicas. Me he puesto triste después de cenar sola, sentada en el taburete negro, verduras frías y enlatadas. Mutante, no soy una mutante. Láser, no tengo la piel suave. Pruebe este juego, pruebe este juego conmigo, en el borde del abismo, brecha, tierra quebrada, acantilado, en el hondo borde: penetre, juegue, hágase cielo entre tanta humedad. Y quién es aquí el ausente. Quién es el culpable. Quién, el muerto.

09 noviembre 2009

Sabe que él sabe (y él sabe que ella sabía).

Helena Manzano

Soy solamente un puñado de tierra que tropieza,

Un insolente juguete de cabellos negros

Y dientes amarillos. No es culpa mía

Si no parezco de carne y hueso, si bajo mi sombrero

Y mi pantalón gastado palpita un cielo puro […]

Soy solamente un animal que escribe y se enamora.

J. E. Eielson

Heartsrevolution: o Por qué te caigo mal.


A) Esa es la niña mona (la niña que se cree mona), la niña que leyó unos cuantos libros, la niña que escuchó unas cuantas canciones, la niña, en definitiva, que chupó unas cuantas pollas. O bien: La chica de los editores. La chica de los redactores jefe. La chica espantapájaros, monstruo, asesino del arte. La chica -lo que en realidad es. Una pequeña mema, una pequeña guarra; la mayor de las estulticias unida a la mayor depravación. En la chica se aúnan toda la abyección del golfo y del colegial. (Baudelaire)
B) La imagen que uno da de sí mismo. La imagen que no quiere dar. La imagen que se le escapa: mira mi foto y mira lo que me rodea. Mira mis versos y mira los que me rodean. Mira mi mundo y en qué se parece al tuyo. Y qué es lo que falla. Y. Por. Qué. Tanto. Punto. Y. Seguido. Porque dudo porque no es rápido. Porque dudo y me paro y toso el Flumil y los jodidos mocos. Y soy tímida, lo eres y me detengo y esa es la escritura que ahora necesito.
C) La imagen: Neo2 vs. Quimera. VICE vs. Pre-Textos. Lesley Arfin vs. Virginia Woolf. O, por qué no, tú misma vs. tú misma, en versiones lomolíticas, polaroidianas enfrentadas a esas horas de lectura en el Cercanías, a esas otras de Biblioteca, a las gafas y el chándal en casa (como en Karekano, recuerdo), a las metaficciones de la cafetería (no me preguntéis por qué), a las interminables tardes de los martes intentando escribir un texto público mientras me muerdo las uñas –de los pies-. Tanto da…
D) Ibrahim. Ah. Ibrahim. Ay Ay. Ibrahim. Él lo sabe. El secreto: lo sabe. Los domingos a las doce de la noche todo está cerrado en esta ciudad de mer-de. Los Domingos Poeticofestivos, Ay, Las Resacas, Ay, El A***, Ay Ay.
E) Sobre el público (minúscula) que uno crea, que uno se crea, que a uno le crean. Sobre un público desconocido que a uno le imponen, que uno se impone, que apenas conoce. Sobre esto o aquello que el público (minúscula) dice. Sobre el abanico de miradas que uno recibe: las que se dejan aconsejar por las citas, las que se quieren involucrar, las que se reconocen dans les images, las que te odian. Sobre ese rebaño de ojos que no sé digerir ni agradecer.
F) L_ _ _.
G) En la mesa los apuntes de economía. Futuro próximo el temblor de manos. Futuro lejano, pensando a largo plazo (courier, eh!), en definitiva sí: mañana, mañana de mañana, dentro de equis tiempo, sí, blabla. Glup. Que el árbol de la ventana, niña mona, niña tonta, pierda sus hojas mil veces más.

08 noviembre 2009

Dame Flumil.

La muerte no puede ser experimentada por los vivos ni por los muertos.

William T. Vollmann

07 noviembre 2009

Slim line, smooth-vibrator.






La noche Vibra. La cerveza enfría mi garganta-gripe, pero ya no soy La Enferma. Ya no estoy Enferma. Ya no tengo el Síntoma de Antes, sí el de Ahora. Y ellos me hacen reír con los bigotes. Con los regalos. Con los cuatro poemas vibradores. Mamá me manda un cuaderno y no sé con qué cita empezarlo. No quiero que sea de Foster Wallace, (por eso del amor). No quiero que sea Valente (por eso del desierto (de la enfermedad)). No quiero hoy una cita, por eso del silencio.

03 noviembre 2009

Porque mi abuela se queja de que no leo el libro que me regaló de Miguel Hernández.

Yo nací en mala luna.

Tengo la pena de una sola pena

que vale más que toda la alegría.

Miguel Herández


Y ella lo recita de memoria, mientras desayuno.

02 noviembre 2009

Horizontal.


Ayudaba a las viejas a recoger las mierdas de sus canichepeludos, dijo. Las guardaba en bolsitas de plástico transparentes y luego las espachurraba haciendo una bola con la mano. Las guardaba, dijo, sin que ellas se enteraran en sus bolsas verdes de la compra, junto a los puerros y las coliflores. Toma caldo bueno, dijo. Toma caldo. Dijo. O eso imaginé. O eso pensé cuando pasaba por allí, con una caja de parches anticonceptivos recién comprados. Si compras nueve, dijo, te regalo una crema para las manos, dijo. O eso escuché. O eso imaginé que prometía la farmacéutica rubia. Toma dijo. Dijo. Dijo. Si compro nueve parches me regalan cremas suaves. Fórmulas de belleza. Y yo sin saberlo. Y yo con estas rugosidades. Con estas rugosidades en el alma. Ahora soy lisa. Muy lisa. Piel lisa y óvulos lisos. Vientre liso, vientre liso, miento, vientre gordo y grueso, vientre malo, vientre feo. La luz naranja. El neón de siempre en tu cara. Qué, guapa, dijo. Qué guapa y cuánto te quiero. Qué guapa y no te dejaré nunca. Qué guapa y cómo vibro dentro, dijo. O eso creo que dijo. O eso quiero que diga. O eso quiero decir. Paseo por el parque, recojo un carrete de fotos. Matadero, Ville Anodine, Porno Provincial y disfraces de pez globo. Vas por mal camino, dijo. Vas por mal camino con esa cara sucia. Con esa caca sucia. Con ese ovario sucio y cansado. Vas por mal camino con ese libro bajo el brazo. Con eso que escuchas. Eso que piensas. Ya han puesto la calefacción en mi edificio. Me pregunto cómo han tardado tanto. Me pregunto qué pretendía Dios haciéndonos pasar tanto frío. Me pregunto, digo. O eso creo que digo. O eso pienso. O eso te insinué aquella tarde, con la lágrima en el sexo. Me pregunto cuántos días aguantará mi sangre pegada a tu piel, sin que la luz nos delate.