Angela Dalinger
Cuando había un festival de literatura importante, sus
nombres no aparecían en los carteles. Cuando sus parejas decidían emprender
viajes por las montañas más peligrosas de los Estados Unidos, o quizá hacia
países exóticos, sus cuerpos se quedaban en casa, cuidando de los
hijos, manteniendo el hogar caliente. Cuando los críticos y lectores
de todo el mundo alabaron únicamente a dos o tres firmas del movimiento al que
pertenecieron, sus voces se escondieron y se enterraron bajo una arena dura y
áspera, aguardando a que alguien atreviera a desenterrar sus enormes libros,
sus impresionantes poemas, sus importantes historias, tantas veces ignoradas.
Eso es la Generación
Beat: un puñado de hombres magníficos haciendo sombra a un puñado de
mujeres magníficas. Una crítica literaria y una prensa cultural empeñada
en divinizar a tres o cuatro firmas, dejando a un lado la obra de quienes
trabajaron con seriedad y con ambición para promover uno de los movimientos
artísticos y vitales más importantes e influyentes del siglo XX. Detrás de Jack
Kerouac, Allen
Ginsberg o William Burroughs, siempre se mantuvieron las figuras de Lenore
Kandel, Diane Di Prima o Elise Cowen.
Sus nombres quizá sonarán solo a unos pocos afortunados que
hayan accedido a estudios o antologías en inglés, en donde sus poemas
sobre maternidad, menstruación, amor o drogas se exhiben desgarradores.Sin
embargo hoy, por fin, la traductora y poeta Annalisa Marí se ha atrevido a
reivindicarlas, así como a traducir y prologar una selección de las
desconocidas poetas. El resultado: Beat Attitude: Antología de
mujeres poetas de la generación beat, de próxima publicación en nuestro
país.