29 abril 2010

Diario desierto (2): Corona de flores.


Ayer recité junto a Raúl Quinto, Juanma Gil y Begoña Callejón. Leí contra-poéticas. Abracé sus versos. Leí, con ellos, para los demás, con voz rasgada. Hoy fui al Vértice. Empecé Corona de flores, de Javier Calvo. Rasgada (otra vez). Enferma (otra vez). Bebí dos tés morunos, mientras tanto. Hielo. Vértice. Hielo. Durante dos horas. Llegó Xío, mi mejor amiga, cuando yo rascaba la página 190. Otro té. Paseo por el barrio de las hierbas. Amiga. Casa. Y ahora llega Ibrah, justo ahora, a esta casa que ya no es mía. Fotografío las heridas de mis piernas. Heridas que son crímenes. Pequeños crímenes. Niñas tristes, y hermosas.

28 abril 2010

Diario desierto (1): mi historia.

Mi historia soy yo misma y por eso puedo decir todo lo que quiera. Relatar, todo lo que quiera. Sin dar explicaciones. Sin buscar nuevas fórmulas. No tengo miedo a escribir. Y pienso en Roland Barthes y en su sentencia “no quiero hablar por temor a hacer literatura”, qué más da si la hago o no, qué más da cómo estructure este discurso si sólo quiero contar una experiencia que me abruma. Si sólo quiero dejar salir de aquí, de este pecho, una rabia contenida, una rabia adolescente, un hilo de saliva que en cuanto surja de mi garganta: me hará sentir liberada. No habrá nada novedoso en lo que cuente, de hecho, ya está todo dicho. Todos dijeron amor alguna vez. Todos contaron cómo les latía el sexo la primera vez. Todos supieron, tal vez, que su literatura era la sucesión de unas cuantas referencias. Que ya no nos sorprende nada. Que el mundo gira. Sí, y qué, si yo estoy aquí tan quieta y tan aburrida, y no giro, aunque el calor le de la vuelta a mi organismo. Referencias. José Ángel Valente. Mi poeta favorito, no sé por qué, ni quiero saberlo. Referencias. Leer por puro azar un fragmento de Edmond Jabès y darse cuenta de que toda la obra de mi poeta no es más que una nota a pie del lírico nacido en El Cairo en 1912, atended: el desierto fue para mí el lugar privilegiado de mi despersonalización. ¿Y entonces? Qué nota a pie soy yo. Qué nota: mi vida. Y esta historia. Y este relato del organismo. Poesía. ¿Quién soy, entonces, esto, qué, soy yo? Mi historia es la de una nota a pie, de otra nota a pie, de otro poeta y otro poeta, la de mí misma: un extranjero.

Mi antigua casa (infinite room).



A veces, muy brevemente, un momento blanco -como de insensibilidad- que no es momento de olvido. Eso me espanta.
Roland Barthes

27 abril 2010

El corazón tiene la sequedad de la piedra.

Vuelvo al sur. Vuelvo con las uñas pintadas de negro. Negro el esmalte y el corazón. Vuelvo para olvidar a los poetas mentirosos. Y suena Votolato. Y los asientos separados. Allí te espero. Y tiemblo porque aún existen voces que se atreven a mentir sobre el desierto.

(de mi colección de fotos
desertiques,
un ejemplo de primavera,
un suicidio ideal,
atragantada
con las pitas y las flores)

24 abril 2010

Libros gruesos.


Libros gruesos como La fortaleza de la soledad, que, sin ser bromas infinitas cuestan meses, días largos, horas espesas de lectura. Enamorada del pequeño Dylan. De los hombres voladores. Del Jazz y lo poco que quedó de Mingus. Apenas 600 páginas y demasiadas citas que dan miedo.

Los pensadores no están pensando, Abraham, los profesores no están enseñando. Los escritores no escriben, en lugar de escribir suben al escenario y se pajean, emulan a Mailer y Ginsberg. Hemos perdido a una generación. Los jóvenes entran a mi despacho y me anuncian su intención de vivir en una cúpula geodésica y criar abejas o de componer música coral en esperanto. De hacer happenings. La tradición está kaput. Nada es lo bastante bueno; desde ese gilipollas con ojeras de Warhol, ya no.
Jonathan Lethem

23 abril 2010

Jodido día del libro.


Es siempre la misma mierda. La misma mierda todos los días. Uno tras otro. Pero no soy pesimista. No soy pesimista como esos periodistas conservadores que se burlan de mis poetas favoritas. Que si cerdas, que si esquizofrénicas, que si mala influencia, suicidas, mala entraña. Y qué. También tengo unas ojeras que me llegan al pecho. Y un latido que me llega al aire. También me disgusta la hipocresía de quien me llama hipócrita. Y la poesía tremenda de quien se cree terrible. Hay quien desprecia tu trabajo. Quien desprecia tus ojeras largas -brillantes- -lilas- -sucias-, y no saben cuántas horas duermes, ni con cuántos libros te atragantas para poder elegir esa cita, esa foto, esa vida que escoges y te escoge. Ese esmalte que apesta. Ese pintalabios. Esas piernas llenas de heridas por la lenta cicatrización que tu diabetes provoca. Lees a los clásicos. Lees a San Juan de la Cruz y encuentras tu salvación. Lees a Claudio Rodríguez y encuentras nuevos pájaros. Lees a Jonathan Lethem y entonces te prohíben pronunciar su nombre: tú que eres niña. Tu que tienes conchita celestial. Tú no puedes leer novelas gordas. Pues eso es cosa de otros. Como esta mañana en la cola de la farmacia. Que pronunciar condón sigue ruborizando a las señoras. Como esos periodistas conservadores: que escribir polla es pecado poético, y Anne Sexton es una zorra sin talento. ¿Puede alguien explicarme esta jaula en la que habito?

+

Cansancio: dead things.

Cuándo hablaré de ti sin voz de hombre
Claudio Rodríguez

Quizá con voz de animal enfermo. De interior enfermo. Interior de quién.

19 abril 2010

El sexo de Laura Rosal.


Si me pide que me ponga a cuatro patas, lo hago. Si me escupe: relamo su bilis. Si me dice: come mi uña. Si me dice: traga mi vello. Si me pide que la acaricie, que acaricie sus poemas salados, no me resisto.

Así. Con el cuerpo. Con el corazón temblando recibo sus versos. Su primer libro de poemas También mis ojos (El Cangrejo Pistolero, 2010), que ha llegado hoy a mis manos. Azul, infinitamente azul, demasiado azul, que diría Elena Medel. Un azul nada inocente. Nada infantil pese a su pretensión, “la luz es demasiado grande para mi infancia”, cita ella, directamente desde la voz de Pizarnik. Pues Laura Rosal es heredera directa de Alejandra. Cruda. Seca. Voraz. Dueña del verso. Huérfana del silencio. Laura Rosal. Mi amiga. Mi hermana. La hermana de Monelle. Lolita tardía pero salvaje, sauvage, sauvage. Su esqueleto delgado provoca terror al verla caminar. Su sexo. Caníbal. Duele húmedo y cruel. Porque Laura Rosal llora a los hombres. Llora de pena por los hombres que apenas la abrazan. De sus ojos emergen libélulas. El maldito sexo de los hombres, qué mal joden los hombres, qué mal les huele el aliento, mala entraña y yo prendada de los hombres, prendida de ti, eres imbécil y te amo... escribió Maite Dono. Y Laura Rosal, responde: cuídate de mí: no te quiero más cerca. Sólo te soporto cuando me suplicas, desnudo, el amor que me reservo para el resto. Si la banda sonora de Maite Dono era Lydia Lunch, la de Laura la construye Philip Glass, o Erik Satie, o Mazzy Star o Giant Drag o, incluso, el sensual Crush, de Jennifer Paige. Laura no es punk. No tan punk. Laura comprende lo delicado. Laura es Blanca Varela, más visceral. Laura es Miriam Reyes, mucho más sutil. Laura es la hija bastarda de Nabokov. Acosada por los pájaros (un pájaro en el pecho. No una tristeza. Un sollozo enjaulado). Herida por las agujas y la nicotina (su aliento gris me heló la nuca). Por la sangre, menstruación celeste, por el idioma de la noche y de los pubs, por las imágenes y los ojos de los otros que la juzgan y la aprisionan. Pero ella es fiel. Es fiel siéndose infiel a ella misma. Ella está aquí para preguntarnos a nosotros qué es la tinta en su pubis. Qué insinúa, el tiempo, en su pecho. Quién es ella. ¿Tú lo sabes? (Y toco la palabra. Y rompo el poema) Para preguntarnos a sus hermanas por el significado de la poesía. Porque quienes la leemos la sentimos muy cerca. Tan cerca que quisiéramos que sus versos fueran nuestros. Que sus ojos fueran nuestros. Que su saliva. Haciéndonos el amor.

Si me pide que pronuncie sexo. Si me pide que grite: Laura Rosal. Si me pide que me ponga a cuatro patas. Mi gorrión muerto. Mi moonshiner. Mi amiga.

Vuelvo al origen.
Vuelvo
Como un animal herido.
Como un poeta
Con la mano en la garganta.
Vuelvo.

Estoy donde debo.

Y sin embargo, nada me pertenece.
No es mío este jardín.
No estas ventanas sin respuesta.

Y entonces, el vino me salva
Y el origen es sólo
Un cerrar de ojos.
Mirar al vacío, desafiante.

Dejar caer la vida,
Rogarle que no duela.
Laura Rosal


18 abril 2010

Imágenes cargadas desde el móvil.




Something about us. Daft punk o Roy Orbison. Dormir con el pelo enredado. La alarma. Un domingo. Leo B. Leo Diario de las especies. Leo el único poema que conozco de mi padre. Lo leo y me asusto porque se parece a mi canción favorita. Y me asusto porque se parece a Exhumación. Y me asusto por demasiadas cosas. Tormenta cósmica. Imágenes indescifrables. Domingo. You got it. Pero no es domingo. Pero no es. About us.

15 abril 2010

Stagger Lee: cada noche aquí, el fin del mundo.

Desaparecer.
He fabricado, tal vez, mi propia bomba.
Mi enfermedad es esto: un desvío.
Alberto Santamaría

De Catulo a Parálisis Permanente: artículo en Koult.


Hace poco hablamos aquí de los pájaros muertos. De los pájaros muertos, y enterrados. Petrificados a veces, sólidos, ahogados en sus propias cenizas (como aquel italian dead bird que Raquel Noviembre me envió a mi correo electrónico). Aprovecho para enlazar el link de mi último artículo en Koult.es donde encontraréis algunos apuntes e ideas sobre habitación, el poemario de Diego Llorente que ya tuve ocasión de mostraros. Me tumbo en el suelo de mi habitación y veo mi cuerpo en descomposición.

14 abril 2010

Tarde de abril ¿con lluvia en las ventanas?

y leo en el cuaderno de notas de Ibrahím...

no las máscaras que se ponen y se quitan, sino la asignación a cada cual de su “verdadero” nombre, de su “verdadero” lugar, de su “verdadero” cuerpo y de la “verdadera” enfermedad
Michel Foucault

13 abril 2010

La piel que detesto.



Hay que adaptarse. ¿Adaptarse? Permanecer igual. ¿No? ¿Acaso no se permanece igual? ¿Hace frío? ¿Hace viento? El mundo es frío y ventoso.
David Foster Wallace

Detesto la piel. Por eso tatúo. Detesto el vello. La rozadura. Por eso tatúo el desierto y la mentira. Por eso dibujo en mí lo que no me pertenece. Lo que sólo es mío, para siempre. Piel deshidratada. Es de noche y tengo sed. Es tarde y bebo la sed que tengo. Lunas, pájaros. Pájaros muertos. Inadaptados. Es de noche y no tengo piel.

12 abril 2010

Esto no es nada divertido.


Insomnio azul. Donde la muerte es un regalo. Ahora ven y dime que no entiendes el poema. Ven. Dímelo. Te lo explicaré lentamente. Sonido por sonido. Mi casa es una cueva aguamarina. ¿Qué es el polvo blanco? Insomnio infinito. Que sólo sé dormir. Apenas soñar.

11 abril 2010

Estar enfermo (VII): me han robado el móvil.

Me han robado el móvil. Y no funciona Internet. Incomunicada y enferma. Leo la reseña de Pablo López Carballo en Afterpost. Sin tu voz. Loving your polaroid.

Hay muchas formas de llegar a la literatura pero sin duda una de las más provechosas es la enfermedad, esa especie de desequilibrio orgánico que encuentra su bálsamo en el mismo lugar donde se origina el conflicto. ¿Cómo escribir? ¿por qué? ¿para quién? Son preguntas a las que suelen acompañar respuestas estúpidas pero que, en su libro Estar enfermo, Luna Miguel contesta de la mejor manera posible: bajo la concepción de la literatura como disposición patológica del sujeto, que rompe con la armonía del mundo [...]
Pablo López Carballo


08 abril 2010

Después de Alba Cromm.

Aleksandra Waliszewka

E.M: ¿Y usted no llora todas las semanas?
A.C: Yo lloro todos los días.
Vicente Luis Mora

Después de la lectura de Alba Cromm (doscientas y pico páginas en una sola noche, delicia de ojeras, con sábanas nuevas y la camiseta del Ché como pijama) encuentro en Flickr los impresionantes dibujos de Aleksandra Waliszewka. Niñas Lolitas que se burlan de sus acosadores, como en Smierc Pedofilia, niñas poedofilo-filas. Amigas del Hombre Débil. Alicias, en otro país sin maravillas. Sucias, desnudas, locas: para desgracia de Alba K.

07 abril 2010

Exhumación (V): le petit livre.


[...]En una línea mucho menos descarnada, y mucho menos sobria, pero también invocando una sensualidad en estado de trance, el relato Exhumación (Alpha Decay) de Luna Miguel y Antonio J. Rodríguez construye un Madrid entre la distopía y la sátira para narrar un episodio teofánico con ecos de la Promethea de Alan Moore y de la club lit de principios de los 90. Amanda y Djuna, amantes de apolineidad vagamente vestal, visitan el submundo de la discoteca Rostro expresivo, donde los autores exploran pirotécnicamente el origen ritualístico pagano de la fiesta e invocan al mismo Mefistófeles para desvelar la teofanía que subyace al texto. Magia negra, juegos verbales, cyberpunk y un verdadero festival de alusiones son las coordenadas del debut en la narrativa de estos autores del que por su brevedad me da pudor extenderme más, pero que me sume en un estado de rabia expectante por sus próximas publicaciones.
Javier Calvo, en su blog.

05 abril 2010

Lecciones de belleza.


Comisario: Sí, realmente es un caso perdido.
Sacerdote: (con el pájaro muerto en las manos)
¡Fíjense estoy seguro de que fue él!
Félix Francisco Casanova

Mi sueño es escribir un libro sobre pájaros. Sobre gatos que comen pájaros. Sobre personas que comen pájaros (como aquel pichoncito en sangre que papá y yo pedimos en el restaurante de Soria -después de visitar la tumba de Leonor-, pájaro pequeño estrangulado, y al primer mordisco mi garganta se llenó de su sangre aún cruda, aún viscosa, y entonces sentí la arcada pero por qué iba yo a vomitar, ¿por qué?, si sólo es un pájaro, un pajarito muerto que te cede sus alas, que te regala su sangre, mala, mala, carnívora mala, piensa en Bukowski, bluebird, piensa en Bukowski). Mi sueño es escribir el pájaro de chocolate. El pájaro garganta. El pájaro de vuestras vaginas. Zoofilia barata. Plumas que hacen cosquillas. Más sangre. Das asco. Depílate esas plumas. Córtate esa grasa con tijeras oxidadas. Moldea tus brazos. Lima tu piel. Das asco. Lame tu pájaro. Porque exhumar es hacer el amor. Porque volar es escribir de manera sincera. Porque mi sueño es morir en tus manos anchas. Como la cobarde que soy. En tus alas anchas.

02 abril 2010

Ain't no mountain high enough.


desde hace tiempo acostumbré a estar muerta
Jensen

Los nombres de la muerte prematura. Del ramo azul y fosforito. Quiero casarme. Con ramo seco. Menos mal que la vida no dura tanto como de niños pensábamos. Menos mal que sólo él. Que solo él en las horas de cama. Con los gemelos subidos. Músculos en las horas de cama. Menos mal que la vida es así, que el amor es así, como de niños no soñábamos.

01 abril 2010

Celebraciones santas, exhumaciones varias, etc.


Deberíais llevar una vida más sana, caminar al aire libre. Me gustaría veros pasear por los alrededores, en plena naturaleza. Cansaos de la naturaleza. O bien tratad de buscar otros objetivos, en vez de entregaros a largas conversaciones.
Fleur Jaeggy