«querido mío / se llama “plumbago auriculata” / no me refiero a la flor lilácea de mi deseo / sino más bien a aquella que me encuentro paseando / en la costa de Níjar durante tu ausencia / “jazmín del cabo” / un poco más violeta que las otras / habitual vecina de esas buganvillas que ya sabes que tanto amaba / aunque ahora mi atención / la retenga el plumbago / “jazmín azul” / “malacara” / “jazmín del Cielo” / así / con mayúscula / así es como yo la bautizo cuando además te pienso / querido mío / ¿te acuerdas de cuando recité de memoria / el poema que Hughes le dedicó a Plath / y con la tripita llena de seitán y verde / tú me lloraste? / pues cuando ahora imagino el color de aquella joya / que el maltratador / rememoraba en sus versos / no veo otro azul que el violeta macilento de las plumbagináceas esparcidas / por los pasos de mis viajes / entre macetas de veraneras / y bancos de raspallones / querido mío / también he sabido por Aurora / que los héroes homéricos no comían peces / no hay banquetes de mariscos ni raspas de dorada / el único tentáculo que rozó el cuerpo de Odiseo / fue el de un pulpo contra el que peleó / agarrado a una roca / siempre cerca de la muerte él / siempre temerario mi dulce ídolo del arrecife / que prefería perder la vida boqueando entre las olas / a consumirse eternamente en una isla desierta / querido mío / ahora que te idolatro no puedo mentirte / al contrario que los héroes homéricos yo he comido jibias / y huevas de maruca / yo he cortado la carne del pulpo con un chuchillo fino / para depositarla en los dientes de mi esposo y de mi hijo / querido mío / debes saber que yo alimento a mi familia siempre con ternura / debes saber que yo a los míos los agarro entre mis brazos y los calmo con un canto / debes saber que desde que tú me faltas con insistencia / desde que tan desmedidamente me faltas / no puedo dejar de suponerte mío / o de dibujarte dentro / o de significarte vínculo / como la plumbago auriculata es familia de la clavelina de mar / con ese pétalo a veces rosa y a veces blanco / colores iguales a las joyas deliciosas que también me regalaste / al comienzo del verano: / tu lengua / tu glande / tu inteligencia / el rastro primero del hematoma / nuestra carne en la vorágine»
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