¿Para qué sirven las cicatrices?
Jesús Carmona Robles
Me gustaría
comenzar todas mis frases con un ¡mira!, o
quizá con un oye tío fíjate en esto.
La poesía es
fijarse en esto y en aquello,
tal vez,
detenerse en
lo que nadie se detuvo porque mira: aquí tengo una cicatriz pequeña y una
herida que me hice en México y que todavía sangra. Mira, mira lo que te estoy
contando, mira lo que te estoy señalando, mira lo que me estoy mirando, adoro nuestra voz, adoro esta voz que nos anuncia a todos, esta repetición que nos vuelve
niños, este bla bla bla bla güei.
Sí,
está
sangrando.
La herida
oceánica está sangrando hasta el punto de envenenar lo purísimo de mi pijama
blanco. Me gustaría comenzar todas mis frases hablando de un pijama, o de una
manta, o de una leche que se calienta entre
mis manos arrugaditas por el agua. ¿Para que sirven las cicatrices?, pregunta un loco. Y para qué sirvo yo en este lugar y a esta
hora exacta si aún tengo sueño, si aún estoy sangrando en homenaje a aquel
mosquito furioso que se bebió mis miedos en cualquier noche contaminada de
Guadalajara.
Las cicatrices
sirven para recordar.
No.
Las cicatrices
sirven para decir lo he superado.
No.
Las cicatrices
sirven para escribir un poema.
No.
Las cicatrices
sirven para saber que estamos vivos.
Ni de coña.
Las cicatrices
son tan bonitas como los labios de mamá.
Es probable.
Las cicatrices
son una muralla.
Sí.
Las cicatrices
son un órgano sexual.
No.
Las cicatrices
son eso que no quiero enseñar porque me da vergüenza.
Como un órgano
sexual.
Las cicatrices
no sirven para nada.
Sí.
Me gustaría
comenzar todas mis frases con un tengo vergüenza, o bien con un estoy sangrando.
La poesía es
sangrar sobre esto y sobre aquello,
tal vez,
derramarse en
lo que nadie se derrama porque mira: el mundo sigue abierto. El mundo se está
abriendo en cada una de nuestras sonrisas. Me gustaría sentirme libre incluso
si lloro. Los labios rosados de mamá me recuerdan cuánta depresión, aunque
luego también me acuerdo de que la vida en realidad es como un especial de
Navidad de una sitcom gringa. Al principio empieza tristísimo, pero hacia la
mitad ocurre algo maravilloso y heroico que nos vuelve a reunir a todos.
La cicatriz es celebración.
Porque oye,
tío, fíjate en esto:
ahora estamos
cantando.
5 comentarios:
Estoy de acuerdo, cierto, aunque no tenga porque serlo, no importa.
Es un texto maravilloso. Felicidades.
Las cicatrices sirven para ser. Gracias por ser.
vale, lo he leído seis veces y no me cansa y el contador sigue rulando.
Precioso, de principio a fin. Yo también estoy de acuerdo contigo cuando dices que la poesía es fijarse en lo que quizá sin ella no habríamos visto.
Lo dicho, precioso!!!
"La poesía es fijarse en esto y en aquello,
tal vez,
detenerse en lo que nadie se detuvo..."
muy bueno y desde ahora voy a detenerme con frecuencia sobre la costra de alguna cicatriz quitándole una r para que se parezca a la costa de Normandía porque la poesía también puede ser centrarse mirar un punto fijo hasta enfocar la luz con toda tu oscuridad mientras te disparan desde las trincheras con una Panzerschreck y donde el blanco no son las palabras sino uno mismo...flotando sobre dejando correr la sangre por la cicatriz que nunca se cierra palpe usted la vena sobre la sangre derramada en la arena...
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