Aleksandra W.
Rojo
El rojo era su color.
Si no había
rojo, blanco entonces. Pero rojo
era todo lo que te envolvía.
Rojo
sangre. ¿Era sangre?
¿Era ocre rojizo, para confortar a los
muertos?
Hematita para hacer inmortales
los preciosos huesos
heredados, los huesos de familia.
Cuando al fin te saliste con
la tuya
nuestra habitación fue roja. Una sala de juicios.
Un
cofre cerrado para gemas. La alfombra de sangre
con diseños
oscurecidos, como coágulos
Las cortinas -sangre rubí de
pana,
cataratas de pura sangre del techo al suelo.
Igual los
cojines. El mismo
rojo carmín en los bancos bajo la ventana.
Una
celda marcada. El altar de un templo azteca.
Sólo las
estanterías escaparon en su blancura.
Y fuera de la
ventana
amapolas finas y frágiles
como piel sobre la
sangre,
salvias, de las que tu padre tomó tu nombre,
como
sangre brotando de una laceración,
y rosas, las gotas últimas de
tu corazón,
arteriales, catastróficas, condenadas a muerte.
Tu
falda larga de terciopelo, un manchón de sangre,
espléndido
color borgoña.
Tus labios bañados de carmesí profundo.
Te
deleitabas en el rojo.
Yo lo encontraba duro -como los bordes
crujientes de gasa
en una herida reseca. quise tocar
ahí una
vena abierta, la costra del destello.
Todo lo que pintabas lo
pintabas blanco
y luego lo salpicabas de rosas, lo derrotabas
así,
rosas lagrimosas, rosas y más rosas,
y a veces, entre
ellas, un pequeño pájaro azul.
El azul hubiera sido mejor
para ti. Azul son alas.
Sedas azules como el martín pescador de
San Francisco
envolvieron tu embarazo
en un crisol de
caricias.
El azul era tu espíritu cordial -no el necrófago
demonio
electrificado, sino un guardián, solícito.
En el
foso del rojo
te escondías de la blancura de hueso de la
clínica.
Pero la joya que perdiste era azul.
Ted Hughes
(de Cartas de cumpleaños)
5 comentarios:
Belleza.
Conmovedor
EL COLOR DE MIS EXTREMIDADES
[…] en el momento en el que sus palabras caían en mi retina creí que lo era. Significante. Tan hermoso como lo que habíamos creado antes de tantos años atrás. Fuimos niños. Pero aún lo sigo siendo, con nuestros mismos sentimientos que me invaden, los suyos escondidos en mi cabeza, los míos aireándose en mis pulmones, ondeándose como bandera del desierto de un lado a otro de mis entretelas, haciéndole el vacío, lleno de arena. Pesa. Mi corazón respira por sus dedos, lo esperé manco algún día para poder vivir en paz. Morir en su lecho de vida perenne.
lo comparto en fb
qué joya
Traducción de Luis Antonio de Villena, Luis Antonio de Villena, Luis Antonio de Villena (a no ser que sea tuya, tuya, tuya, en cuyo caso también sería conveniente que lo indicaras).
Saludos.
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