Aleksandra W.
El año pasado se lió una guerra gorda por culpa de Tao Lin. Como recordaréis, la editorial Alpha Decay publicó la última novela -Richard Yatesde- este fantástico y extraño autor. Se trataba de un libro depresivo y adolescente cargado de sexo, de peleas, de imágenes poéticas que a veces incluso rozaban lo emo... así como de la interiorización de las nuevas tecnologías y el uso de estas como arma para solitarios y raros… pues encender el ordenador y verse deformado en cada red social puede recordar a la sensación a despertarse una mañana convertido en insecto: todos somos cucarachas, algunas vuelan, otras trepan y otras saben ignorar lo crujiente de su pequeño cuerpo. Con esto sólo quiero decir que Tao Lin habla de la monotonía, de lo raro, del hastío, de lo que uno quiere ser y no es, del nuevo spleen y, en definitiva (viva la bipolaridad literaria) de lo divertidas que resultan al final todas esas cosas terribles que vengo de citar. Porque somos seres ridículos (leo en el poema de David Leo García) que se creen seres sagrados: hay que reírse de uno mismo, y cuanta más tragedia, más risa. Pero yo me pregunto, ¿qué diablos es lo trágico hoy? Ni lo sabemos. Ni nos importa. Aunque aquí el autor parece intuirlo...
Como dije antes, se lió una buena con Tao Lin hace ya un año. Mas allá de todas las discusiones, reseñas, contrareseñas, insultos o alabanzas desmesurados, el joven autor se ganó a un público muy fiel en España, pues su narrativa supuso para muchos una renovación, o bien, una confirmación de que aquí estaba pasando algo grande, algo distinto. Algo de lo que todos nos acordaremos y no un mero hit absurdo y cansino. Tao Lin lleva años estando en boca de todos en su país, y ahora, además, ha firmado contrato con el sello Vintage del grupo Random House, que publicará su próxima novela en 2013. Una carrera envidiable, pues, la de Tao Lin, sobre todo para quienes hemos leído Robar en American Apparel (Alpha Decay, 2012) su segunda y autobiográfica novela ya que su historia nos ha dado cuenta de las penurias que el autor vivió durante su adolescencia, mucho antes de alcanzar la fama como escritor.
Robar en American Apparel es, finalmente, un catálogo de obsesiones que Tao Lin pone en boca de sus protagonistas, cuya ambición es son “la no ambición”, cuyos interés es “el dejarse llevar”, cuya literatura reside en vivir “muy fuerte” para evadirse de todos sus aparentemente absurdos problemas. Sam es el protagonista de la historia, y es un estorbo para todos sus amigos. Con ellos tiene conversaciones delirantemente lentas y absurdas y a menudo uno se los imagina bastante drogados o borrachos. Robar en American Apparel no es otra cosa que la segunda parte de Eeee eee eeee (El tercer nombre, 2009) y una suerte de adelanto de lo que más tarde nos mostraría en Richard Yates, como si de pronto Sam y Sheila fuesen los fantasmas del pasado de Dakota Fanning y Haley Joel Osment (esos simpáticos héroes modernos y literarios).
Hay quien dice que este libro es divertido, pero a mí no me lo parece. A mí me angustia. Me saca los ojos y las vísceras. Otra cosa es que haga reír al lector con una risa nerviosa que dura desde la primera hasta la última página. Una risa infinita porque, aunque corto, este libro es de difícil digestión... e incluso uno desea leerlo muy lentamente para que nunca se acabe. Robar en American Apparel no es divertido pero tampoco anodino. Robar en American Apparel no es para modernos que visten de American Apparel. Robar en American Apparel no es un libro para ladrones, ni un libro para robar. Robar en American Apparel es un libro para lectores curiosos, amantes de la literatura más canalla y coleccionistas de historias hermosas. Y desde aquí lo aviso: no lo compréis si no os gustó Richard Yates, o bien, compradlo si queréis ser cómplices de los inicios de quien ya se ha convertido en autor de culto y referente para muchos de nosotros.
Mientras tanto espero ansiosa a que llegue 2013 para leer su nuevo libro. Quiero más. Quiero más. Quiero mucho más.
6 comentarios:
estas preocupaciones me recuerdan un poco a las del blog de Ritual Exquisito.
No te lee ni el gato
Hahahahahah. Sí, ya. ;)
Buá, si a ti no te lee ni el gato imagínate a mí.
todavía no sé si me gustó richard yates...pero acabaré aprendiendo a robar en american apparel
Ah pero qué bonito muchachito.
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