Matías Araoz
He entrevistado a mi novio porque sé que os va a gustar. Estas son las primeras 3 preguntas de otras 11 restantes. Que los Reyes Magos os traigan algo, por Dios.
...
LM: Querido
Antonio J. Rodríguez. Tus ejemplares correspondientes de Fresy
cool (como sabrá el lector este es el título de la novela
de de AJR, escrita entre sus 21 y 23 años, publicada en Mondadori
recientemente –sale a la venta el 26 de enero, no desespereís-)
decía, que tus ejemplares correspondientes están por toda la
habitación y yo ya estoy harta, cariño, así que te voy a hacer
esta entrevista y que los críticos y lectores te los quiten de las
manos porque vamos a hablar aquí de cosas serias ¿no? Vamos a
contarle al lector todas tus cosas serias ¿no? Para
empezar, Antonio J. Rodríguez, ¿nos podrías resolver la duda que
todos tenemos al abrir este libraco, please? ¿Quién es Pleonasmo
Chief, y qué tiene que ver contigo? ¿Y qué tiene que ver con
Ibrahím B.? ¿Qué intentas vendernos? ¿Un Roman à clef? ¿Un
relato curativo ante tu aparente bipolaridad? ¿Quiénes son esos (a
mi parecer) múltiples yoes de tu texto (añado aquí
en cierta medida a Djuna –recuerden, protagonista de Exhumación-,
a Moschino y a algún otro) y qué pretenden? ¿Por qué a veces
hablan en tercera persona, otras en primera y otras en segunda? ¿Cuál
es la moralidad de esta novela? ¿Cuál es la moralidad del narrador,
y la del autor? Porque, según me has comentado en la cena, “Fresy
cool es una novela moral”. Vaya cacho blurb que
nos has regalado, ¿no?
AJR: Lo
del roman à clef es un comentario que ya he visto
circular por la red y que siempre me despierta simpatías. Mira:
empecé la novela a finales de 2008; en aquel entonces estaba a mitad
de la carrera de periodismo, no había publicado en ningún sitio
realmente interesante, y como todo el mundo que estudia esa
disciplina hoy, me encontraba muy nervioso ante el futuro negro que
se nos/ me venía encima. En la primera escena de la novela aparece
Pleonasmo Chief, un periodista de veintipocos , firmando un contrato
laboral fijo, momento (irrisorio e impensable tal como están las
cosas) a partir del cual se rompe la fiabilidad. En ese sentido
pienso en una cita que le leí a Menéndez Salmón en un artículo:
«Toda ficción es el fantasma de un deseo. Uno escribe acerca de lo
que teme, de lo que ha perdido o de lo que nunca ha tenido. Pero uno
escribe también acerca de cómo le gustaría que fuera la realidad
que se construye a este lado del espejo, a este lado del discurso,
donde no hay novelas.» Y Fresy Cool es, en cierta
forma, eso.
Nunca
se me ha ocurrido contar el número de dobles que hay en la novela,
pero sí es cierto que es posible encontrar un buen puñado; por lo
demás, el juego de binomios es un elemento básico para hacer
funcionar cualquier narrativa.
¿Estoy
yo en esos dobles? Naturalmente, pero el juicio estético a esto se
trata de un asunto que no tiene que ver con la literatura en sí,
sino con las cosmovisiones de la literatura según qué épocas. O
sea. Esconder el yo es imposible. Cuando hablamos de universales
antropológicos o de que tal o cuál novela habla de la «condición
humana» (y esto es algo que siguen manejando las universidades y los
críticos, lo que no me parece mal), en verdad decimos que la ficción
habla de nosotros, de nuestros asuntos (ya sabes: amor, amistad,
ambición, familia, trabajo, dinero, celos y todo lo que se te
ocurra), y para eso, el autor, activa o pasivamente, ha de conocer
esas mismas experiencias. ¿Y está eso mal? No. Fíjate que el
ensayo (y al ensayo se le presupone una objetividad mayor que a la
ficción) nace con un tipo que dice: «yo soy la materia de mi
libro». Manejar las experiencias que le rodean a uno es una
herramienta, y las herramientas no son buenas o malas; depende del
uso. Es como la cuestión del realismo. Hoy se ha vuelto un lugar
común decir: «el realismo, como estrategia narrativa, es un rollo»,
cuando es completamente falso. Depende de cómo lo hagas funcionar.
Pero vamos, vuelvo al inicio: aquí hay narrativa fantástica y
literatura más o menos biográfica.
¿En
qué proporciones?
Da
igual.
En
realidad ni lo sé yo.
LM: Hablábamos
de los distintos usos de las personas y los tiempos verbales. Sé que
hay mucha gente que se va a cabrear con el uso que haces del
lenguaje: venga a acuñar neologismos, venga a burlarte de la Real
Academia, venga a dar por saco con las mayúsculas, con las vocales
alargaaaadas, venga a poner eles donde había erres y erres donde
eles. Sin embargo, a pesar de todo, quien ha leído esta novela
(algunos de nuestros amigos o conocidos) piensa o pensamos que está
“muy bien escrita”. Vaya locura. ¿Me explicas esto?
AJR: Bueno,
la pregunta conduce a equívocos, creo que sólo dos personas han
dicho algo que se asemeje a “bien escrito” (de las cinco o seis o
siete que la han leído).
Pero,
al caso: tal como yo entiendo la lengua, decir “esto está bien
escrito” es una frase errada. Nada se escribe bien en términos
absolutos, porque el lenguaje no es más que una herramienta de
comunicación (vuelvo a lo de antes), un medio para expresar algo, y
no un museo al que rendir culto —y entiendo que esto conecta con la
posible burla a la RAE que comentas—. Algo que está bien escrito
no se debe a que se componga de, por ejemplo, una adjetivación muy
precisa, que puede serlo en ciertos casos; no es exactamente así.
Por
ejemplo: hubo un tiempo en que me fascinaba leer dos tipos de textos:
crítica gastronómica y discursos políticos. Ninguno de los dos
pretende hacer piruetas con la lengua ni tiene fines estéticos, y
sin embargo me parecen fascinantes. El primero porque incluye un
léxico que yo desconozco por completo (si, como yo, te alimentas a
base de pasta, legumbres y cuatro cosas más, leer una crítica
gastronómica es entrar a un mundo paralelo: ¿de verdad existen
todas esas combinaciones conceptuales, que provocan semejantes
fantasías con sentidos a los que yo no suelo prestar una gran
atención —texturas y sabores?). Algo parecido me pasó con las
revistas de decoración: ¡dios mío, esta gente sí que sabe
describir interiores! En cuanto a los discursos políticos, puedo
leer un discurso de Reagan, bobo como él sólo (el discurso, no el
político… ¿o...?), y tener ganas de votar rojo. Son textos
sencillos pensados para unos fines muy concretos. Y pueden llegar a
funcionar. Como la publicidad.
Más
cosas.
Hace
poco leí una reseña de Senabre al diccionario de Manuel Seco que me
causó gran simpatía, precisamente porque Senabre se encuentra en
las antípodas de lo que yo entiendo por lenguaje. Decía él:
La
Lexicografía es una tarea delicada, y se aloja en un ámbito
restringido en el que sólo tendrían que moverse los especialistas.
Pero debe de ser un territorio atractivo, porque son numerosos los
aficionados que, practicando el allanamiento de morada, penetran en
este recinto con maneras de okupas urbanos sin conseguir otra cosa
que poner patas arriba el mobiliario. Por suerte, Manuel Seco no
pertenece a esa cuadrilla de lexicógrafos amateurs, y una dilatada
ejecutoria avala su autoridad en estas materias.
Vale.
Sé que va a sonar a agresión gratuita e innecesaria, pero no se me
ocurre otra forma de explicarlo: este tipo de actitudes son propias
de un tecnófilo, alguien que adora la tecnología (y la lengua es
una tecnología) hasta situarla por encima de su fin último. La
lengua es indomable y se construye desde abajo, y cada cual dispone
de su propio idiolecto, que no es sino un reflejo de la personalidad,
y cada época y cada cultura dispone de sus rasgos mediante la
lengua.
Algunos
ejemplos que se me ocurren ahora: el uso del inglés o del spanglish:
es inevitable, entre otras cosas porque se trata de una lengua
invasiva que además genera léxico más deprisa que nosotros, y sus
estructuras sintácticas nos están invadiendo sin que nos demos
mucha cuenta (Y ésta es una razón por la que me chifló la novela
de Rita Indiana Papi: está escrita en una especie de
spanglish cruzado con español caribeño, que uno lee y se pregunta
todo el rato: ¿de verdad éste es mi idioma? El extrañamiento
estético que provoca leída en España está muy bien). Otra:
Joaquín Reyes y sus secuaces han popularizado, mediado y
medioinventado unos rasgos lingüísticos que sólo parecían existir
en ciertas colinas remotas de La Mancha; y para sus fines, funcionan.
Eloy [Fernández Porta] ha integrado en sus sesudísimos ensayos
expresiones de Chiquito: ¿Cómor?, y así ha revaluado ese
idiolecto. A Baudelaire llegaron a echarle en cara la integración de
palabras impropias del registro poético como —atención: agarraos
los machos— ¡quinqué! ¡Quinqué…! Hace poco estaba con Ana
Pareja corrigiendo la traducción de Memphis Underground,
y salió una frase que debía ser algo así como: «Dame el jodido…
lo que fuese», y ella debió decir algo así como: «¿esto no suena
a doblaje malo de película de acción de sobremesa?», y yo debí
encogerme de hombros y decir: sí, pero es una mala traducción tal
vez ya admitida, o al menos yo estoy todo el tiempo diciendo: «pásame
(palabrota que corresponda)… lo que sea». Las novelas del Siglo de
Oro español están llenas de gente que se corre, en el sentido de
avergonzar; un uso aún admitido hoy (por el DRAE) pero al que nadie
en su sano juicio, a no ser que quisiera hacer la joda de turno,
recurriría.
Por
lo que sí.
Si
un tecnófilo del lenguaje lee Fresy Cool, lo más
probable es que se corra.
Es
lo que tiene la lengua.
Pero
la cuestión aquí es: imitar el habla de un adolescente adicto a los
videojuegos con el cerebro derretido no es mejor o peor que imitar el
uso del español —presuntamente castizo— que hace un, qué sé
yo, Cela, o Umbral. A mí me interesan ambos. Según qué cosas. De
hecho en algún momento se me ocurre imitar a estos últimos. Me
gustan mucho.
LM: Antes
de abordar otros temas relacionados con los personajes, trama o
influencias te voy a pedir que respondas a dos cosas clave (¿cuánto
nos apostamos a que estas son las preguntas que más te van a hacer a
partir de ahora?). Primera: ¿qué coño quiere decir ese título? Y
segunda: ¿por qué la novela está dividida en dos partes? Y a raíz
de esta segunda pregunta, añadiré otras dos dudas personales.
¿Fresy cool es
una novela realmente? Porque también podríamos decir que es un
libro de relatos largos…
¿no? Y para cerrar esta cuestión. La caja de texto es pequeña
y apretá y
además Fresy cuenta
con unas 350 páginas… y eso es mucho, sí, sobre todo en un
panorama en donde parece que nuestros autores no pueden escribir más
de 200. Durante todo el libro pareces obsesionado –Pleonasmo parece
obsesionado- con las novelas de más de 1000 páginas. ¿Por qué no
has esperado a escribir el novelón que tanto deseas? ¿O acaso estás
trabajando ahora en ello? ¿Cuántas veces al día te repites ¡Saca
La broma infinita que hay en ti!?
AJR: Sobre
el significado del título: Fresy cool es lenguaje vacío, una
palabra comodín, sirve para lo que tú quieras que sirva
—como movida, como random stuff, como dada;
da igual. Estas expresiones es una cosa bastante adolescente,
recurrir a una palabra sin sentido que conscientemente tú quieres
que ocupe un buen porcentaje del léxico que usas. Aparte, la
expresión se la inventa la coprotagonista, y también es una especie
de versión white afro, afroblanca, de «real
good sh*it».
Sobre
por qué me alargué tanto, si es que puede considerarse una novela
larga, hay dos razones.
La
primera me la dijo, sin haber leído la novela, mi director de
tesina, Fernando Ángel Moreno (que además es el mejor profesor que
he tenido en la universidad: pilladlo si podéis). Si mal no
recuerdo, yo le intentaba convencer de que las modas son positivas
para la literatura y la cultura porque reflejan su buen estado de
salud (vale: esto hoy suena fatal, pero resulta que gente como Balzac
ya eran muy consciente de ello). El caso es que en algún momento de
la conversación le dije que veía mi novela como un parque temático
de estilos, donde igual había improvisación o pura trama o
fragmentos o fantasía o ensayo o ficción gótica… lo que fuese, y
entonces él debió decirme algo así como: «vaya, tienes tanto
miedo/ respeto/ interés por las modas que has tenido que parapetarte
contra ellas de esa manera». Estoy de acuerdo con ello. Ese parque
temático estilístico necesitaba de cierto espacio.
La
otra explicación es que efectivamente buena parte de mi educación
lectora se debe a novelas de cierto tamaño. Esto es absolutamente
incoherente con nuestro tiempo. De hecho acabo de comprar un kindle,
y el novelón no es el mejor formato para el mismo. Pero que le den a
los lectores, yo he venido aquí a pasármelo bien, es una frase que
me gusta ver entre líneas decir a un autor cuando cojo uno de esos
tomos. Me gusta la gente que escribe contra el lector y los
libros que no te puedes terminar de un golpe, y que, abandonados a
medias, te miran diariamente desde el anaquel como diciendo: yo pude
contigo, loser. Me gusta esa sensación de derrota ante el libro.
Luego.
La novela está dividida en dos partes porque la primera es un viaje
hacia el interior del protagonista, mientras que en la segunda se
habla de los protagonistas a partir de la gente que los rodea. Ambas
versiones de los acontecimientos fallan al ser contrastadas, lo que
lleva a plantearse que alguna parte implicada miente. Aparte, también
hay una explicación de carácter religioso (metempsicosis
y tal) sobre el cambio de atmósferas que hay entre la primera y la
segunda parte, pero desarrollarla aquí sería soltar spoilers.
Dejémoslo así, de momento.
[CONTINUARÁ...]
Suena: Sun de Caribou
12 comentarios:
Joooooooo. Qué chuloo!!!!! Con esto ahora más ganas de que llegue el día 26. No me hagas esto... ;)))))
Ansiedad lectora.
La nueva literatura está aquí.
2012: La nueva era de las letras españolas. Así qué catedráticos decimonónicos y carpetovetónicos ¡despertad ya de vuestros sueños irreales! y enteraos que esto está cambiando, hostias.
Pensaba que era el único que leía revistas de diseño de interiores en busca de la precisión descriptiva. Por otra parte, la nueva divisa trabajolico-literaria es: "saca el 'Rising Up and Rising Down' que hay en ti".
Con muchas ganas de leer el libro aquí en Colombia.
El primer puñetero libro que me compraré para mí en 2012 será esta novela, desde luego. Enhorabuena por la entrevista y ¡¡¡muchísimo éxito con el libro!!!
"Manejar las experiencias que le rodean a uno es una herramienta, y las herramientas no son buenas o malas; depende del uso. Es como la cuestión del realismo. Hoy se ha vuelto un lugar común decir: «el realismo, como estrategia narrativa, es un rollo», cuando es completamente falso. Depende de cómo lo hagas funcionar."
Completamente de acuerdo. (Intenté expresar lo mismo alguna vez en algún texto)
Os conozco a los dos y no creo que sea culpa vuestra pero joder, la hostia que os vais a dar es de precipicio. Esto va en serio? Luna, tú no eres tan tonta, supongamos que estamos en un teatro y sois los actores? Una pareja de jóvenes que quieren publicar que no escribir, cena mientras ella entrevista entrevista a su esposo sobre algo que ni existe ni volverà a existir en cuanto vuelva a hacer frío..
¿Quièn es el autor? Lo habéis leído ambos, eso sí leer es fácil hasta Swedemborg tenía una lectura de los cielos. Putos tiempos...
No creo que sea culpa vuestra, no toda...
Enhorabuena por el libro. Desdoblamientos de personalidad y creación de seres de ficción.
Ni más ni menos que "la nueva era de las letras españolas"! Y yo dónde he estado todo este tiempo sin enterarme!
a quién coño le importa una conversación entre vosotros?????os ha faltado poner la web cam y publicar capturas de pantalla, dios! que te doi ideas y autoeditas un libro que se llame YO y Mi EGO como sombra jaja
Pues te importa a ti, que entras a mi blog. Si no te importara no vendrías, ni leerías. ¿Es lógico, no?
No! que entre no signifique q me importe jajaaaaaaaa veo la diferencia lógica con bastante claridad eres tú la que tienes mayores problemas para encontrar la lógica, probablemente la sombra que proyecta tu ego lo deja todo tan a oscuras que culparte por ello resulta casi injusto, no le importas a nadie mucho más de lo que te importas a ti misma, esto es algo muy común en el ser humano, multiplícalo por mil y el resultado lógico es tan personal y poético como el tuyo, no lo puedo evitar me haces reír con mucha facilidad y creéme si te digo q no soy de risa fácil, igual te pasas a otro género y te empiezan a idolatrar tanto como quisieras, yo misma me haría grupie tuya, que te lo juro nena hasta por Snoopy y todo, requetemuak!
Dios mío. Me pones la cabeza toloca con tus líos mentales.
La pastilla!
para que pensar eh! si hasta para argumentar eres tú la que echas mano del Prozac, coño! que rima y todo!
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