Ya podemos ir extrayendo algunas conclusiones de las entrevistas a jóvenes autores, por ejemplo: su vida en la red, su obsesión con Pizarnik o Ajmátova (sus nombres aparecen en varias de las influencias de los mencionados... además, hay un alto número de referentes femeninos, ¿curioso, no?), por la música y el cine, su manera de concebir la publicación en papel o en digital... En esta tercera entrega contamos con algunas reflexiones muy interesantes a propósito de la “generación” venidera, del conflicto entre lo digital y lo analógico y de los recitales, performances y poesía leída en voz alta. Están con nosotros Ernesto Castro (Madrid), María Salvador (Granada) y Unai Velasco (Barcelona). Ernesto estudia filosofía y tiene un blog de crítica y pensamiento. En septiembre saldrá a la luz su primer libro, Contra la posmodernidad (Alpha Decay, 2011). María es una de las primeras autoras de su generación en publicar, pues su libro El origen de la simetría (Icaria, 2007) apareció cuando ella tenía tan solo 21 años. Unai es uno de los directores de la revista Mamajuana! y lleva desde hace mucho tiempo publicando reseñas y crítica en revistas como Quimera, Hermano Cerdo, etc. Su primer poemario aparecerá pronto en la editorial madrileña Papel de Fumar. Y así responden:
*Para algunos de vosotros Tenían veinte años y estaban locos será vuestra primera publicación en papel. ¿Qué supone este hecho en vuestros planes como creadores?
Ernesto Castro: Ya he publicado antes como ensayista, aunque no es lo mismo presentar un argumento en prosa que exhibir las vergüenzas en verso. Me hace muy feliz formar parte de esta antología, por la gente que forma parte de ella y porque será la primera vez que vea mis trapos sucios a la luz del sol.
María Salvador: [Sin respuesta de la autora]
Unai Velasco: De buenas a primeras supone una alegría, y eso equivale a una alegría segunda: estar alegre es una disposición buenísima para la escritura, por lo menos en mi caso. Es más bien energía, como un delantero centro en buena forma. Por otro lado, salir a cierta luz también puede significar una presión añadida, una mayor exigencia con uno mismo quizá. Como diría Sergio Dalma, será lo que será, ya veremos qué pasa mañana.
María Salvador
*¿Publicar en papel -en antologías, revistas, plaquettes o libros propios- es una obsesión o un fin en esta época reinada por lo digital? ¿Tenéis proyectos de publicación entre manos? ¿Os presentáis a premios? ¿Rechazáis la idea de publicar un libro pronto?
Ernesto Castro: No leo antologías y, sinceramente, no creo que el público haga otra cosa que ojearlas por encima. No obstante, son un símbolo determinante dentro del imaginario generacional y cumplen un papel fundamental dentro del sistema de la mercadotecnia editorial. Las antologías cubren la demanda de etiquetas generacionales que la crítica literaria requiere de continuo. En este sentido, Tenían veinte años y estaban locos ofrece una respuesta tentativa a una cuestión sobre la cual hay bastante expectación: ¿qué está pasando con los poetas nacidos a partir de mediados de 1980? Dependiendo de las conexiones que se puedan establecer entre los autores presentes en esta antología, habrá quien aproveche para decretar la existencia de una generación. Yo sería precavido al respecto, aunque las afinidades no elegidas están a plena vista.
Tengo un poemario inédito que presenté a un premio, pero no insistí más. Es un engorro tenerlo ahí en el cajón porque cada vez que le echo un vistazo quiero modificar algo. Si sigo trabajando en él, dentro de poco no quedará nada. Ya he destruido varios poemarios por haber insistido demasiado en ellos. El chico es mayor, ya es hora de que se independice. Estaría encantado si una editorial accediera a quitarme este peso de encima.
En Septiembre voy a publicar con Alpha Decay un ensayo titulado Contra la postmodernidad. Ahora mismo estoy escribiendo/investigando sobre el fin de la Historia y el retorno de la memoria histórica, las empresas pro común y el debate sobre los derechos de autor, el mercado del arte y la posición del curador y de las casas de subastas, el choque de civilizaciones y los movimientos de extrema derecha, la posición de la izquierda en relación con la figura del inmigrante, la sociedad del espectáculo y la incidencia de los media en la producción de subjetividad. También estoy aprovechando para ponerme al día en economía.
María Salvador: Para mí el papel sigue siendo el soporte más cómodo para una lectura prolongada. Un libro en papel tiende a darme una mayor sensación de producto acabado; lo que está en la red me transmite otras posibilidades, es más manipulable, tanto por el autor como por los propios lectores en ocasiones. Es una relación distinta entre el creador, la obra y el lector. De momento creo que el e-book aún no aporta todas las soluciones a los precios adecuados, pero sigo su evolución con interés.
Hace tiempo que no considero que tenga un libro terminado, pero me he presentado a dos o tres premios con anterioridad. Hoy en día quizás -siempre quizás- no lo haría; me gustaría más una edición más fácil de controlar en sus aspectos artísticos, aunque sea en detrimento de su posible difusión.
Unai Velasco: Las virtudes de lo digital son muchas, pero la verdad es que soy analógico de cojones. Escribo poesía en una Olivetti eléctrica, aunque por pura casualidad, sin esnobismos de por medio, y estoy bastante cómodo ahí. Cuando escribo a mano hago una letra satánica, me canso, después no la entiendo, o necesito dos líneas para escribir cada verso, no tengo distancia frente al texto…; la pantalla del ordenador, en cambio, es fría y tampoco reproduce el aspecto final del poema, y además corregir implica suprimir lo anterior. La máquina eléctrica es física y distanciada a la vez, la hoja está ahí: puedes ver el negro sobre el blanco, las proporciones del verso… y cada vez que corriges una palabra te obliga a recomenzar el proceso, releer el conjunto, es algo tremendamente metódico. En cuanto a publicar, me parece importante en la medida en que se cierra el proceso comunicativo (intentar ofrecer belleza como un agradecimiento por la belleza que nos han ofrecido a nosotros) y entrar en toda una fenomenología del libro que es, por ahora, tradicionalmente analógica.
¿Proyectos entre manos? Empezar a escribir un nuevo poemario (estoy en la fase de saber desde dónde escribo), preparar una novela hipotética (mandar sondas probatorias al buen dios Papel) y, con mayor proximidad: estoy traduciendo algunos poemas de David Fishkind para la antología VOMIT, preparo la traducción del último libro de Albert Cohen de 1979 y su primer artículo de 1923 en la N.R.F., y con una fuerza especial preparo junto a Mario Amadas la traducción y edición de The Blue Wizard is about to die, un poemario sobre videojuegos muy interesante publicado en los USA en 2003.
*Unos tenéis blog y otros sois más activos en Facebook, Twitter y Tumblr. ¿Qué os han dado las estas plataformas en lo que a vuestra trayectoria y aprendizaje se refiere?
Ernesto Castro: Tengo blog desde hace cinco años y Facebook desde hace sólo uno. Internet, con su demanda constante de información, me ha obligado a imponerme una disciplina que no habría adquirido por mi mismo. Encerrado en mi cuarto con la ventanita del ordenador abierta, la escritura se ha convertido para mí en una cadena perpetua. Y el acto de compartir es una realidad constante. Rara es la ocasión que leo algo y no cuelgo inmediatamente el link o la cita en el muro de Facebook. Esta situación de comunicación sin interrupciones me ha convertido en un monstruo de la escritura por encargo. El objetivo no es comunicar algo sino comunicar con alguien. Desde muy pronto me di cuenta de ello. La era de la comunicación ha generado una tipo de cultura participativa que permite que la figura evanescente del lector se encarne a través de redes de comentarios realizados en tiempo real. La pregunta que deberíamos formularnos como productores es, ¿a quién va dirigido esto? Se podría decir que mis textos son cartas lanzadas al vuelo que, por alguna casualidad, siempre llegan a su destino. Escribir para todos y para nadie tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Yo escribo en mi muro como si no existieran lectores. De este modo, nos conocemos mucho mejor pero seguimos tan aislados como de costumbre. Al final el resultado es un diario privado que todo el mundo puede cotillear.
María Salvador: Algunos de los poemas que aparecen en El origen de la simetría en realidad fueron entradas de mi antiguo blog, donde empezó de una manera más "seria" mi creación literaria. En estos últimos años, sin embargo, me han servido más para conocer a los demás, para entrar en contacto con otras personas y leer y disfrutar del arte de otros.
Unai Velasco: Jamás he tenido un blog ni he estado demasiado pendiente de los blogs. Sin embargo, en el último año he conocido a gente interesante con blog, y por eso últimamente estoy un poco más atento. Creo que si tuviera un blog me estresaría, impone un ritmo de escritura que no me apetece. No me sincronizo. O bien no tendría nada que decir con la regularidad que más o menos exige o bien tendría demasiadas cosas que decir y el lector terminaría por ahorcarse con el ratón. Eso sí, el blog pone por fin al alcance de la mano las posibilidades comunicativas de internet. Sí tengo cierta continuidad en Facebook, que me parece interesante como pequeñísimo ejercicio de estilo: escoger un registro y mantenerlo puntillosamente en cada post. Posiblemente sea una chorrada, pero es lo que me parece ahora.
*¿Y qué relación tenéis con vuestros contemporáneos -no sólo con los jóvenes o compañeros de antología, también con otros creadores coetáneos-? ¿Cómo han influido en vuestra obra o en vuestras ambiciones?
Ernesto Castro: A título personal, conozco un número bastante reducido de poetas. Hay una constante en mi relación con ellos, a saber: nos hemos emborrachado juntos. Esto es lo más importante que he intercambiado con mis contemporáneos, cerveza y buena conversación. Me caen bien. Por el momento no he percibido la conducta fratricida que las malas lenguas atribuyen al gremio de los poetas. Tal vez será porque no he conocido a la gente apropiada... He leído a algunos de mis coetáneos pero a la hora de elaborar un juicio sobre ellos no tengo a nadie con quien compararlos. Digamos que uno no elige a sus compañeros de travesía. En España, estamos en un momento muy interesante y plural. Afortunadamente, la época de los enfrentamientos entre grandes corporaciones poéticas (poesía del silencio vs poesía de la experiencia) pasó a mejor vida. En ausencia de un “poeta fuerte”, los referentes están más bien indefinidos, los dogmas hace tiempo que dejaron de ser tales y las trayectorias poéticas están customizadas a gusto del consumidor. Muchos de mis compañeros de antología han publicado un libro o han ganado un premio importante. Eso me obliga a ponerme las pilas. La presión y la sana competencia siempre están latentes.
María Salvador: Una de las cosas más divertidas de la literatura es conocer gente. Ir a eventos de índole poética me ha aportado algunas de las amistades más fructíferas y duraderas. Es importante conocer las maneras de escribir de los demás y sus puntos de vista no sólo de la vida y el arte, sino también sobre lo que tú escribes: sin mi relación con otros escritores jamás me habría atrevido a publicar un solo poema.
Unai Velasco: La verdad es que no he tenido apenas relación hasta hace muy muy poco. Y este cambio me alegra: las tortugas ninja eran cuatro, joder. Mis contemporáneos, hasta hace poco, eran los amigos de la universidad y los amigos de infancia. Conozco mejor a la generación nacida en los 70, por mi colaboración en la revista Quimera, que a mi propia generación. Hay alguna excepción como el crítico y escritor Pablo Muñoz, pero también lo he conocido a través del entorno de Quimera y tampoco hace tanto de ello. Esta situación se ha revertido desde hace unos cuantos meses: viajamos a Madrid para entrevistar a Álvaro Pombo a propósito de su poesía para una nueva web cultural que teníamos pensado crear (www.mamajuanadigital.com, que codirijo junto a Marc García y con la colaboración de mucha gente buenísima y joven), y aprovechamos para ponernos en contacto con la gente de Madrid, a quien habíamos leído o conocíamos de oídas: Antonio, Ernesto, Julio, Elisa, David Leo, etcétera. Grandes tipos. He ido siguiendo poco a poco su obra, pero antes de 2011 solamente había leído a David Leo García y a Elena Medel.
Últimamente, en Barcelona, he tenido la suerte de ir conociendo a más gente interesante: desde Borja Criado, uno de los responsables de la web Dylarama, o al gran Víctor Manuel Martínez.
Unai Velasco
*Todos procedéis de distintas ciudades en las que imagino más o menos “movimientos literarios”. ¿Hacéis recitales, performances, actuaciones? ¿Participáis en la vida “literaria” de estos lugares?
Ernesto Castro: He desarrollado el hábito de llegar tarde a las presentaciones y no acudir a los recitales. Prefiero la sobremesa. No me gustan demasiado los recitales porque carecen de feed back: alguien se sube al atril, desgrana los versos, se le aplaude y fin de la historia. Una concentración sin ronda de preguntas carece de interés, esta es mi filosofía. No veo ningún aliciente en el acto per se de recitar, con excepción de la satisfacción ególatra que supone contemplar un público cautivo con tu voz. El performance suscita mayor interés por mi parte, aunque los performers me ponen tan nervioso como los payasos o los magos; nunca sabes cuando te van a llamar para que subas a participar al escenario. En general, desconfío de los actos de espontaneidad teatral que pretenden dinamitar la relación de asimetría entre el público y el actor. Esa asimetría no desaparece, se refuerza. Hay tres tipos de performance: el místico-soporífero, el cotidiano-indiferente o el brutal-insoportable. Si me dan a elegir, prefiero las mutilaciones autoinfligidas. Por otro lado, las concentraciones convencionales en bares o festivales carecen de exterioridad, reproducen el circuito habitual de la poesía. Productores, organizadores y público, todos ellos son poetas que esperan su turno, todos esperan su minuto de gloria para “lo suyo”. Esta endogamia autorreferencial tiene su parte positiva (lima las asperezas entre la gente y genera cohesión gremial) y su parte negativa (refuerza el solipsismo y fractura el compromiso de la poesía con la sociedad civil). Escribo poemas sobre el maltrato porque creo que este compromiso es esencial. ¿Qué hacer para romper con el círculo minoritario de lectores/productores de poesía? Me temo que estamos entre la espada y la pared. Hace un par de años organicé con Batania un recital peripatético por las calles de Madrid con motivo de la Noche en Blanco, un acto informal al que podía sumarse el que quisiera. Recorrimos las avenidas más significativas de la ciudad, recitamos en las plazas megáfono en mano. Como se suele decir, “los versos bajaron a la calle”. El resultado fue, a mi juicio, desastroso. Se ha visto en el 15-M. La presencia de los poetas, si bien apreciada y aplaudida, interrumpía el diálogo y la lógica participativa de las asambleas. Además, la calidad de la poesía política deja mucho que desear, ya que muchos confunden compromiso con cierto estilo panfletario. Esta es la paradoja de nuestra profesión: el proceso creativo es individual y el resultado tiene una pretensión colectiva, dada la musicalidad de las reiteraciones o, en mi caso, el contenido latente de protesta social.
María Salvador: Cuando publiqué el libro, en 2007, sí. En los últimos tiempos sólo participo como espectadora. Es difícil que te llamen para recitar si no tienes ninguna publicación reciente, y yo llevo años sin considerar nada terminado.
Unai Velasco: Como decía antes, no he participado en ninguna escena cultural barcelonesa. Como mucho, en los últimos cuatro o cinco años he acudido a alguna fiesta relacionada vagamente con Quimera o con la editorial en la que trabajaba hace un tiempo. Hace poco recité por primera vez mis poemas en un bar del Raval, gracias a una invitación de Jordi Corominas para su ciclo Loopoesía, pero constaté que no tengo ni puta idea de recitar. La voz que sale de mi boca, su ritmo, no es la misma que la voz de mi cabeza cuando leo mis poemas en silencio. Soy poeta, no actor. Recitar, realizar una performance, es hacer otra cosa: ni mejor ni peor. Pero mi poesía está escrita para ser leída, no recitada. Eso no quiere decir que no sea un material de partida para experimentar nuevas formas de expresión. Pero eso es secundario para mí.
*Algunos os conocéis, sois amigos, otros ni siquiera habíais escuchado vuestros nombres antes de saber que compartíais espacio, de hecho, hasta la publicación en octubre de Tenían veinte años y estaban locos apenas os podréis leer en la red y en el Tumblr de origen. ¿Habéis hecho algún descubrimiento cotilleando la obra de vuestro compañero de al lado? ¿A quién echáis de menos en un libro de estas características?
Ernesto Castro: He seguido semanalmente el proceso de selección y la publicación en el Tumblr. Conozco de primera mano las decisiones que se tomaron. Había mucho material en la web y sólo puedo decir que la antología resultante recoge el mayor número de voces posibles. No echo en falta a nadie. Esta antología me ha permitido descubrir a tanta gente que sería una vergüenza para mí tener que reconocer las enormes lagunas que tenía antes de que todo esto se pusiera en marcha.
María Salvador: Echo de menos a Ana Hidalgo, quizás lo mejor que he leído en muchos años escrito en el rango de edad marcado por la antología.
Unai Velasco: Algo así, pero no exactamente. Siento mucha curiosidad por cómo son las voces de mis contemporáneos. He hecho intentos de leerlos online, pero no sé, me resisto. En vez de eso, hace poco entré a la web de Antonio Machado Libros y realicé una compra muy bestia de todos los poetas jóvenes que conocía y que estaban publicados. Así he podido leerlos con calma. I will strike back, Antonio Machado Libros!
*¿Cómo pensáis que será recibida vuestra voz?
Ernesto Castro: Ni idea. El público y la crítica tienen razones que la razón ignora. No hay que ser ninguna pitonisa para pronosticar que esta antología contiene a futuros premiados, gente con una gran trayectoria por delante. Este es el escaparate para mucha gente muy válida que lleva años desarrollando su trabajo debajo de la alfombra. No dudo que sabrán aprovechar el momento.
María Salvador: [Sin respuesta de la autora]
Unai Velasco: Como es lógico, no lo sé, es tan difícil salir de uno mismo… Y tampoco quisiera resultar pretencioso… Aunque, honestamente, tengo una ligera sospecha, un temorcillo, no sé si precipitado: pienso que, según cómo, podría llegarse a tachar a mi poesía de culturalista, porque utilizo unos materiales parecidos, porque mi poemario En este lugar (Papel de fumar, en prensa) está influenciado en buena medida por el culturalismo de finales de los 60. Pero me parece que yo hago otra cosa distinta, una reflexión distinta (incluso opuesta) sobre un asunto parecido.
Ernesto Castro (retratado por Luna Miguel)
*¿Os da miedo la repercusión, la crítica, el comentario?
Ernesto Castro: No. Personalmente, mis poemas están pidiendo a gritos la formación de un grupo de enemigos (bien nutrido, organizado y armado) que sea capaz de reventar los cristales de mi casa, hacer pintadas en la fachada y dejarme cartas repletas de ántrax en el buzón. Ahora en serio: no creo que ningún poeta en su sano juicio espere algo de la crítica de poesía, sencillamente porque apenas existe un genuina “crítica” de poesía. Lo que sí hay es una red de fieles seguidores, apologetas bienintencionados e inquisidores que señalan con el dedo. Estoy tranquilo sabiendo que, como en toda antología, la ignominia o la gloria recaerán principalmente sobre la persona que realiza la antología.
María Salvador: Creo que lo único que me molestaría es ser interpretada de una manera completamente errónea, no sólo distinta a lo que pudiera pretender con mis textos, sino errónea, adjudicándome quizás ideas o pensamientos que no tengan nada que ver conmigo o que puedan incluso oponerse.
Unai Velasco: Por ahora siento curiosidad. Quisiera estar a lo mío.
*Los lectores y vosotros mismos veréis la diversidad que hay en el libro, pero también apreciaréis que muchos tocáis temas comunes o tenéis influencias parecidas. Ya sé que es difícil... pero ¿cómo definiríais la poesía que hacéis? ¿Y cuáles son vuestras influencias, no sólo literarias, sino en general?
Ernesto Castro: Mi poemario versa sobre el maltrato. Lo considero un tema fundamental de nuestro tiempo que no ha recibido todavía el trato literario que merece. El origen del libro se podría fechar hará un año cuando volví a leer mis viejos poemas de adolescencia. Con el paso del tiempo y el distanciamiento emocional, descubrí que muchos de ellos podrían pasar perfectamente por poemas de amor escritos por un maltratador arrepentido. Para contrapesar la carga emocional, añadí al libro un par de secciones de carácter más sociológico, con un tono más neutro y descriptivo. Ahora mismo dedico todo mi interés y mi tiempo al análisis económico y político. Tengo aparcada la poesía. En el futuro, espero profundizar en esta versión sociológica de una poesía política que, más allá del modelo panfletario, sepa construir un retrato de época. La poesía política será costumbrista o no será, esta es mi opinión. Sería aburrido enumerar aquí mis influencias que, desde siempre, han sido más filosóficas y cinematográficas que literarias.
Si me permites, quisiera añadir una consideración sobre “nosotros como grupo”. A mi juicio, he percibido en la voz de muchos de mis compañeros una regresión a formas de “subjetividad poética” que la generación previa había desechado como retrógradas o poco adecuadas en un contexto social como el nuestro. Sometidos a un constante bombardeo de mercancías, pareciera que no hay espacio para decir yo. Muchos de mis compañeros –los que más me interesan, al menos- desmienten los tópicos literarios sobre la muerte del autor, la fragmentación de la identidad y la disolución de la conciencia en el circuito de las mercancías. Asistimos a la recuperación de un yo más agresivo, fuerte y afirmativo que nunca. Han (hemos) perdido el miedo a hablar en primera persona. Quiero pensar que la influencia del rap es determinante en este sentido. No sé que opinarán mis compañeros sobre esto…
María Salvador: Intento escribir lo que quiero leer. Trato temas que me tocan muy de cerca, desde la sensación de aislamiento o impotencia puramente personales como el desconcierto y la rabia políticas. Escribir es gritar lo que duele, susurrar lo que me hace feliz, intentar llamar al cambio. En ello siempre estarán presentes Radiohead, The Kills, PJ Harvey, Valente, Pizarnik, Trotzig, Cronenberg, Haneke, Wong Kar Wai.
Unai Velasco: No soy la persona más adecuada para explicar eso, pero creo que hay dos intenciones en mi poesía. Una atención primera y fundamental por el lenguaje, la imagen, la música… como herramientas de búsqueda de cierta verdad, cierta belleza poética, sean lo que sean esas dos cosas oh-my-god. Mi poemario En este lugar, concretamente, trata las relaciones entre experiencia cotidiana y mundos de ficción como una interrelación difícil de observar. Por un lado, creo que el lenguaje es necesario para dar sentido a las cosas (si no, estas nos absorben en la obscenidad del acontecimiento), pero a su vez todo lenguaje es sustitución, pérdida que irremediablemente conduce a otra cosa, otro lugar. ¿Dónde coño vivimos? El título En este lugar apunta, lingüísticamente, a un lugar estricto, con la euforia de lo determinado: es-te lu-gar exac-ta-men-te; pero es una indicación puramente nominal, triste, ¿cuál es ese lugar? Lo señalamos a diario, pero no lo vemos nunca de manera clara. Quizá esté entre el decir y el hacer, entre la amante y la amada, en sus sucesivas fornicaciones. Mi poesía trata de la comunicación de quienes somos y lo que pensamos, de su esencial incomunicabilidad.
Mis influencias son muchas, pero la poesía es trabajo del lenguaje. Luego hay que confiar en sus posibilidades de intuición, para abrir espacios insospechados… Me parece igualmente estimulante, a la vez que la poesía, la teoría literaria (los estudios sobre los mundos de ficción, la pragmática literaria, la sociología cultural) la filosofía (San Agustín o Baudrillard), la arquitectura o el arte conceptual. Actualmente hay grandes poetas en la música española, o por lo menos gente muy inspiradora: Joan Miquel Oliver, Roger Mas, Antonio Luque, o los compositores de grupos como Pony Bravo, Joe Crepúsculo o Triángulo de Amor Bizarro. Me parece música especialmente poética la que hacen Fuck Buttoms, Crystal Castles, A Place to Bury Strangers, Gold Panda, Tortoise, Mogwai o los sevillanos Tannhäusser, por decir algunos nombres.
*¿A qué poeta os parecéis? ¿A qué poeta os gustaría pareceros? ¿A qué poeta dirán que os parecéis?
Ernesto Castro: Me gustaría ser como Yehudá Mijai. En mi libro hay una sección dedicada a José-Miguel Ullán por razones obvias. Espero que me saquen más parecidos con Edgar Lee Master que con algún poeta del realismo sucio.
María Salvador: Me he parecido mucho a Valente y a Trotzig, hoy en día no lo sé, pues me parece muy importante no parecerme a nadie. Que me encuentren parecidos es, en parte, lo importante de la crítica: me dirá dónde ahondar, qué trabajar, de qué huir. Mi voz sólo quisiera ser mía, sea o no posible.
Unai Velasco: No sé si me parezco o no a alguien, y en cualquier caso no creo que sea bueno parecerse demasiado a ningún poeta. Creo que han sido muy importantes para mí poetas como Juan Ramón Jiménez, Manuel Vázquez Montalbán o, actualmente, Álvaro Pombo. Pero también Gamoneda, Diego Jesús Jiménez, Vallejo, Eliot, Cirlot, Blanca Andreu, Carnero, Lorca, Whitman, Stevens, Rilke, Valéry, Góngora, Efraín Huerta… aunque también me parecne poéticamente interesantísimos la Biblia o el Romancero. Y últimamente, leyendo a poetas españoles setenteros, he alucinado con Alberto Santamaría. Es muy bueno el cabrón…
*¿Por qué, después de todo esto, consideráis que estáis locos?
Ernesto Castro: Mi psiquiatra me ha prohibido contestar esta pregunta. Confidencias entre el paciente y el profesional, lo siento.
María Salvador: Por seguir escribiendo. O peor: porque siga doliendo la ausencia de escritura.
Unai Velasco: No sé si estamos locos locos, pero por lo menos somos bastante inconscientes: la poesía es algo acojonante, pero a veces es como tener un amigo invisible, ¿a quién se lo vas a contar?
8 comentarios:
[Sin respuesta de la autora] La mejor respuesta a la pregunta, ¿cómo será recibida vuestra voz?. De calle.
I wanna cum on your third questionnaire
Quisiera resaltar otro lado, lo bullente de estos nuevos creadores, el fuego que tienen y el calor que desprenden. -Los españoles somos hermosos.
A mí me da un poco de asco todo esto, tan jóvenes y con tanto que decir, ¿a quién le va a interesar a parte de a ellos mismos?... Pero no me hagan caso.
La entrevista anterior (2ª entrega) tienen un error de corta-pega que nadie ha parecido advertir. Y no es pequeño.
Gracias por lo del error, con tanta entrevista, mail y copia y pega no me había dado cuenta.
Por otro lado creo que lo que da asco es querer censurar a alguien por ser joven. Aquí se le da voz a nuevos creadores que dicen cosas muy interesantes sobre literatura, nuevos medios de comunicación, etc.
Y además de "ellos mismos" que son 27, lo que dicen parece que le ha interesado a las entre 800 y 1200 personas que han entrado aquí diariamente desde que empezó la serie.
Pero no me haga caso.
No, no, si tiene usted razón y esos números tan contundentes -y fríos- lo demuestran.
El problema, mi problema, es que cuando me pongo delante de un libro espero encontrar algo que nunca he encontrado en autores tan jóvenes que apenas empiezan a modular su voz. En fin, literatura. Y prejuicios.
Ya saldrán las cifras de gente a la que este libro le ha cambiado la vida, en algún grado. Y con suerte serán más de 27, ojalá sea así.
Mucha suerte
Cambiar la vida, quizá. O, espero, que los lectores se acerquen a la poesía. Que los jóvenes se acerquen, lean, se animen, escriban, compartan. No todo está perdido. Claro. Eso es lo que pensamos.
Gracias.
Cuando el bombero corre hacia otro lado, el poeta se echa el agua encima con fiereza para recordar criaturas: U. grabando trenes en Indiana. El poeta nos saca y nos sujeta con fuerza. El bombero se desenreda las piernas, mete la mano en su cintura, y ni nos mira. Mientras el poeta responde al fuego deslumbrado por sus propios faros , el bombero comienza el tiroteo definitivo hasta la línea de salida. Frena sus veloces pasos el interior azaroso del coche... Acción.
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