14 enero 2010

Escribirás mi muerte.


Bajo las armas. Temo no saber defender lo que aquí siento. Contra cualquier pared. Contra cualquier almohada. Tu voz en modo repeat. Barthes en el espejo. Contra cualquier estación de tránsito. Contra cualquier vagón. Contra cualquier verso de los que ya no escribo.

12 comentarios:

Enrique M. dijo...

Se de alguien que aprobaria tus uñas.

Luna Miguel dijo...

Sé de alguien que tiene casa en abril.

Enrique M. dijo...

¿No pretenderas hacerme perder la manzanilla, el baile flamenco y los paseos a caballo?

Anónimo dijo...

Siempre el fucking temor poniendo centímetro a todo. Y hasta a veces, kilómetros. ¿Hay estaciones de no tránsito?
Qué placer leerte.
Pues estaré fuera un mes, mendigaré malas conexiones de locutorios, cybercafés -aunque lo de cyber ya le quita el encanto al café-, para pasarme por aquí.
Un saludo, o dos.

Damián

Sol dijo...

Me encanta.

natalia manzano dijo...

Fuerza.
Brevedad.
















Lo prefiero.

Maria dijo...

Me encantan las pinceladas rojas de la foto.

Los textos, sabes que siempre.

Anónimo dijo...

¿Qué es un "replicante"?

Anónimo dijo...

¿Qué es un "replicante"?

Anónimo dijo...

Sé que va sonar arrogante, pero así lo siento. Me da que son muy escasos los que consiguen entender lo que yo entiendo cuando logro entender algo de tu lírica líquida; y casi nunca entiendo nada cuando en verdad estoy entendiendo todo. Barthes en el espejo es la clave.

Sé de lo que hablas, comprendo tus inquietudes y tus anhelos; esa inherente voluntad de hacer trascender lo mundano -que este es en verdad el objetivo del poeta-, tu capricho sin complejos por dar forma al pensamiento sin dogmas que lo apresen, sin más temor que asimilar el dolor y acaso no saber resucitar al corazón, o no saber retratar con fidelidad en el papel una sensación; te conduce guiada por una profunda intuición -esa unión entre el intelecto y la emoción, que definía el surrealista de Lynch- a trascender, a sobrevolar por los territorios desconocidos de la razón, a sondear límites imaginarios...

Escribirás tu muerte, escribiremos tu muerte; escribirás tu resurreción, seremos testigos de tu resurrección.

Tu poder evocador estrangulará hasta la muerte la noción de la misma muerte.

No te entiendo, porque te entiendo; porque tienes virtudes muy poderosas que nos hacen trascender y vernos al otro lado del espejo.

Tu voz no resuena en el instante como hacen los versos y las rimas planas; tu voz permanece horas y días en la mente esperando a ser atendida y entendida, pero ojo, no sentida; pues si no se entiende sí se siente desde el inconsciente. Y en el tránsito misterioso que va del inconsciente a la consciencia, en ese lugar que ocupan nuestros pensamientos extraviados, evocas tu alma, nos transmites tu dolor y felicidad; y aunque no sepamos encontrar palabras para definir lo que no se puede definir y no necesita ser definido sino solo sentido, al menos podemos consolarnos con sentirnos agradecidos. Aunque creamos que entendemos todo y en realidad no entendamos nada.

Te prometí que ya no te volvería a escribir en estado ebrio, así que espero que notes la diferencia. Y espero no volver a arrepentirme de lo escrito. De lo que no me arrepiento nunca es de leerte.

Tu voz no se la lleva el viento, tus versos no mueren, siempre permanecen, resucitan cada vez que son leídos.

Luna Miguel dijo...

Su comentario es demasiado hermoso y no sé si lo merezco.


Muchas gracias, A.

Anónimo dijo...

Eres muy amable y modesta diciendo que mi comentario es hermoso y que no te lo mereces, pero ahora releyéndome me doy cuenta que soy demasiado verborreico y un poco pedante, y seguro que te mereces mejores comentarios que los míos. Me consuela al menos ser consciente de ello.
Hasta ahora no tenía mucha costumbre de escribir y leer poesía o literatura, pero gracias a ti me estoy animando a probar suerte como dijiste y de hecho ya me estoy planteando abrir un blog. De momento estoy estudiando tus recomendaciones literarias, pues se ve que tienes buen gusto, y sin lugar a dudas el próximo libro que voy a leer es el portentoso "Broma Infinita" de Foster Wallace. Lo que he googleado sobre el libro tiene una pinta extraordinaria.
Gracias a ti por tu paciencia y simpatía. Y siento alargarme y desviarme del tema de tu post.