24 septiembre 2009

Voy de rojo y vivo con mi abuela.



No tengo un espíritu crítico. Y mucho menos espíritu económico. En la Universidad me pido un sándwich y una cerveza. Me fumaría las clases. Me las fumaría todas. Y todo. Me lo fumaría todo. Porque las tardes son soporíferas y el árbol de la ventana me hace señas: cuélgate de mis ramas, cuélgate de mis hojas, niña buena, pésima poeta, cuélgate de mis garras. Me encierro en el cuarto. Los periódicos de agosto amontonados. Ayer casi los tiro sin darme cuenta. Pienso en Público. Me divierte pensar en los ladridos. Me divierte. Es lo más divertido. Los ladridos que trajeron otros ladridos. Pero que dieron también poemas. Insultos y poemas. Lo más divertido. Los periódicos amontonados. Los libros de la biblioteca, amontonados. Y la ropa vieja. Y la nueva. Arrugada. Muy sucia. Las tazas de café y los apuntes. Los planes: quiero irme a vivir a México. A Oaxaca con Tryno Maldonado. Al DF como el viaje de Fresán (sólo me quedan cien páginas, los viajes Cercanías o los viajes literarios. Tiempo recuperado). Los planes: quiero irme a vivir a Barcelona. Con Wiener y la polla de Spiderman. Con Alpha Decay, para matar. Con Laia. Con Satán. Quiero vivir en Madriz. Quiero que Él me invite a minis de papas barbacoa. Quiero vías lácteas. Quiero sus páginas pleonásmicas. Me las fumaría. Me las comería todas. Árbol de la ventana, y tú que miras. A E. no le gustan mis poemas. Víctor me pregunta por Foster Wallace. Mm S., desaparecida, aparecida, Liz Norton secreta. El último disco de Death Cab For Cutie me recuerda a Francia. Sí, yo viví allí. Yo era de esas. De esas que se iban y no querían volver. De esas que volvían y se querían suicidar. De esas que si ahora regresaran se suicidarían. A E. no le gusta mi poema de Quimera. A E. no le gusta ninguno de mis poemas. A mí no me gusta ningún poema. Ni uno sólo. Quizá aquel de la luz de Javier Moreno. O aquel otro de las mujeres inmortales en la familia de Elena Medel. También me gusta abrir la ventana y escupir a los gatos, pintarle los pelos de la nariz al osito de peluche marica, follar ebria. A la hora de la siesta releo cosas. Todo lleva carne. Valente. Poemas de amor. Luego los apuntes de economía: no tengo espíritu, no tengo alma. El lobo grande se comerá a una niña. La abuela está sentada en el sofá del salón. Mis primas ya se han ido. ‘Te voy a dedicar el post’. ‘Oh. ¿De qué va?’ ‘De cosas’. Y el árbol me llama: cuélgate de mis telarañas. Sé mía. Caperucita.

6 comentarios:

Elisa McCausland dijo...

Todo lleva carne...

Luna Miguel dijo...

Carne y grasa.

uminuscula dijo...

pues yo creo que cada día escribes mejor

Dr. Flasche dijo...

Umhmhh...

La subí porque quiero tengo pensando algo con ella, pero creo que a ti te bien ahora:

http://www.goear.com/listen/00e4951/Caperucita-eugenio

A lo mejor lo conoces ya. Es uno de mis chistes favoritos de Eugenio.

un saludo

J. B. dijo...

Me encantan tus telarañas, muchacha.

Luna Miguel dijo...

Merci chicos.