27 septiembre 2009

La culpa es de los padres por enseñarles a leer.


La muerte siempre al lado.
Escucho su decir.
Sólo me oigo.
Alejandra Pizanik

Mi padre me enseñó a leer. Me regaló La Isla del Tesoro a los nueve años junto a una cajita de playmobil pirata. Juan Platas y Smith el tuerto, dijo. Apenas dos años después mi padre me enseñó un libro naranja. Lee. Dijo. Leí: sucio pitilín, quieres comerte mi caca. Lee. Dijo. Leí: ‘¡este hijo de Blade me ha tocado el coño!’ ‘Señora, lo habrá confundido con el sumidero de la piscina’. Leí las travesuras del joven Chinaski y me enamoré. Mi padre me enseñó a leer. Mi padre me enseñó cómo el aullido de Ginsberg. Cómo la voz de Vallejo. Y luego yo lo traicioné. No volví a leer sus libros. No volví a seguir sus recomendaciones. No volvimos a compartir versos. Sin embargo, a veces, en días lluviosos y tristes como éste recuerdo esas Palabras para Julia de Goytisolo, que en algún momento nos hicieron llorar juntos.

15 comentarios:

Maria dijo...

es precioso luna.

no sabría explicarte muy bien la impresión que me ha causado, digamos que a veces uno se siente identificado con los textos de otras personas. aunque, desde luego, no es difícil en este caso.

pero sobre todo, insisto, es precioso.

un beso niña.

Luna Miguel dijo...

Merci ma belle.




A ver cuando volvemos a encontrarnos.

!

Toribio Suerte Zahurdillas dijo...

Cada vez que dejo un post, creo que doy un paso en otra dirección, que me alejo de este lugar. Creo que siempre acabo huyendo de los lugares donde me conocen. Es la condena del pensamiento [casi me traiciona la preposición], de mi pensamiento. A veces, las marchas son tan dolorosas, que uno de mis genes, el más sensato quizás, el de la supervivencia se da la vuelta y trata de regresar arrastrándome con él. Empieza la culpa y la guerra. Empieza la lucha entre todos los yo que acumulo: el yol que no le gustan las paredes y se obsesiona con las opiniones, el yo pausado que necesita una casa, un hogar. El yo responsable. El yo, el yo, el principio de todo, de la creación, y por supuesto, también, de la destrucción.

Cada vez que dejo un post, y pienso, creo que doy un paso en otra dirección, y me voy un poquito a otro lugar donde no me conozcan. Conozco a mucha gente, porque nadie me conoce, le dije a un amigo. Salvo mi madre, claro, mi alma y la suya son una. Mi madre me enseñó las cosas más importantes, no a leer como usted su padre, pero sí otras cosas importantes. Pero igual que usted, yo también la traicioné. Ahora yo tampoco me siento con sus cosas. Somos de planetas diferentes.

Cada vez que dejo un post, doy un paso en otra dirección…espero no ser yo el judío errante.

Gerard dijo...

La figura del padre se agranda con el tiempo, y descubrimos cuan injustos fuimos. Me gustaría que
mi hija escriba algo así algún día.

Krapp dijo...

Las flores caídas no vuelven nunca a su vieja rama.

Pez Susurro dijo...

dias lluviosos y tristes
momentos exquisitos

versos exquisitos...



besos, Luna creciente...

çmiguel dijo...

y yo, ahora me doy cuenta
de que no le sigo la
perorata.

doce años después. imagina!

Anónimo dijo...

Qué suerte tuviste, Luna.

natalia manzano dijo...

mi madre solía leerme a Miguel Hernández cuando yo era muy niña.
había una resonancia en la voz
que no olvidaré nunca.
un amor por la fuerza, por la poesía.

luego empezamos a leer solas. libros distintos.

nunca volveré a leer como a los 9. Artax y Atreyu retomando todas las mitologías.

Stalker dijo...

En cambio, mi padre es un campesino que apenas sabe leer. Siempre me preguntaba si los libros eran "reales". Y a ver cómo explicas, con diez años, que existen diferentes niveles de realidad, no excluyentes entre sí...

Julio Castelló dijo...

Crecer es traicionar. A veces, traicionarse.

Popi dijo...

Ese tremendo poemilla me ha arrancado también varias lágrimas durante esas noches tristes que sobrevienen por sorpresa.
Es una gilipollez el comentario, pero es que los gilipollas somos así, tenemos que soltar lastre en cualquier lugar. Contento de que una gran amiga me recomendara tu blog(me aburro enormemente leyendo blogs que no enseñan nada) me voy a dar rienda suelta a mi pedantería en otro lugar.
Ah, bueno, mi padre... el héroe silencioso que me presentó a Miguel Hernández, y como lloré, dejé de pedirle libros. Además, por aquel entonces conocí a Ende, aunque siempre vuelvo. ¿Leíste el horóscopo?
Un saludo.

Popi dijo...

Joder. Me acabo de dar cuenta de que apneica y yo tenemos una existencia un tanto paralelas. Qué cosas. Pues nada.

joaquin ruano dijo...

bello, luna, bello

R. dijo...

Qué bonito texto...
Un saludo.
R.