10 junio 2009

Risto Foster Wallace o la Luna Deprimida.



Que la abuela Merche siga viva sí es un milagro: trece operaciones, cáncer de mama y cinco partos. Esta mañana la he visto hermosa, peinándose el poco pelo que le queda por culpa de uno de los tratamientos, frente al espejo redondo del salón. Ayer Ana y yo nos quedamos a dormir en su casa. Durante la cena mis tíos y Merche veían Operación Triunfo mientras yo leía para mí algunos fragmentos de Entrevistas breves con hombres repulsivos de DFW. ¿Sabéis lo que hacía el protagonista de este relato cada vez que iba a correrse? Os juro que es mucho mejor que cualquiera de las gilipolleces que pueda decir el Risto ese. Mi madre, Antonio, Lourdes y Merche escucharon el relato y se partieron de la risa. Visto el éxito les leí algunos trocitos más al estilo club de la comedia. [Qué crueles, pensé, cómo puede alguien reírse con el testimonio del Hombre Deprimido, qué crueles, qué crueles somos]

¿Y sabéis que el autor de estos relatos se colgó hace casi un año? Ahora están de moda los suicidas. Pero a mi abuela le horroriza hablar de muertes. Creía que tu época tétrica se te había pasado, hija mía. ¿Por qué uno puede reírse de un hombre triste y luego no puede citar a un hombre muerto? Al que está cantando ahora sí que lo deberían ahorcar, apuntó mi madre. Yo guardé el libro, me senté en el sofá pequeño y, emitiendo un juicio de asco, atendí al programa, como los demás.