29 abril 2010

Diario desierto (2): Corona de flores.


Ayer recité junto a Raúl Quinto, Juanma Gil y Begoña Callejón. Leí contra-poéticas. Abracé sus versos. Leí, con ellos, para los demás, con voz rasgada. Hoy fui al Vértice. Empecé Corona de flores, de Javier Calvo. Rasgada (otra vez). Enferma (otra vez). Bebí dos tés morunos, mientras tanto. Hielo. Vértice. Hielo. Durante dos horas. Llegó Xío, mi mejor amiga, cuando yo rascaba la página 190. Otro té. Paseo por el barrio de las hierbas. Amiga. Casa. Y ahora llega Ibrah, justo ahora, a esta casa que ya no es mía. Fotografío las heridas de mis piernas. Heridas que son crímenes. Pequeños crímenes. Niñas tristes, y hermosas.

9 comentarios:

  1. Más pájaros muertos, Luna Miguel:


    -¿Cuántos pájaros has matado en tu vida, Justina?
    -Muchos, Susana.
    -¿Y no has sentido tristeza?
    -Sí, Susana.
    -Entonces, ¿qué esperas para morirte?
    -La muerte, Susana.
    -Si no es nada más que eso, ya vendrá. No te preocupes.

    PEDRO PÁRAMO

    ResponderEliminar
  2. siento repetirme, pero es que es tan, tan.

    ResponderEliminar
  3. versión extendida:


    En el comienzo del amanecer, el día va dándose la vuelta, a pausas; casi se oyen los goznes de la tierra que giran enmohecidos; la vibración de esta tierra vieja que vuelca su oscuridad.
    -¿Verdad que la noche está llena de pecados, Justina?
    -Sí, Susana.
    -¿Y es verdad?
    -Debe serlo, Susana.
    -¿Y qué crees que es la vida, Justina, sino un pecado?¿No oyes?¿No oyes cómo rechina la tierra?
    -No, Susana, no alcanzo a oír nada. Mi suerte no es tan grande como la tuya.
    -Te asombrarías. Te digo que te asombrarías de oír lo que yo oigo.
    Justina siguió poniendo orden en el cuarto. Repasó una y otra vez la jerga sobre los tablones húmedos del piso. Limpió el agua del florero roto. Recogió las flores. Puso los vidrios en el balde lleno de agua.
    -¿Cuántos pájaros has matado en tu vida, Justina?
    -Muchos, Susana.
    -¿Y no has sentido tristeza?
    -Sí, Susana.
    -Entonces, ¿qué esperas para morirte?
    -La muerte, Susana.
    -Si no es nada más que eso, ya vendrá. No te preocupes.

    ResponderEliminar
  4. Qué curioso, esta mañana he leído El don de Vorace. He salido a comer y he comprado Quimera en la Glorieta de Bilbao. Y ahí estabas tú, dale que te pego con Casanova. Amena lectura en la comida. Entre Casavella y Casanova, tenemos hecho un buen trecho.

    ResponderEliminar
  5. Me quedé el resto del día encerrado y fumando y comiéndome mis provisiones y leyendo un poco y escuchando algunas piezas de Melodius y mirando telenovelas venezolanas dobladas al serbio y películas rusas dobladas al serbio y durmiendo pequeñas siestas sin soñar nada o a lo mejor soñando muy poco, y un día menos, un día perdido, un día más lejos de todo y más cerca de nada, mientras las horas no avanzaban sino que eran de pronto una sola hora, una sola hora estática como de sábana sin pliegues, una maldita hora de mierda y tremendamente eterna y tan oscura y solitaria y con sabor a pájaros muertos.
    La pirueta, Eduardo Halfon.

    Besos.

    ResponderEliminar
  6. Hoy, mis dedos estaban mudos,
    destrozados,
    cansados,
    sometidos a las torturas diarias,
    mutilados,
    llenos de escarpes
    y acantilados en carne viva
    las huellas cada
    vez más profundas
    queriendo borrar
    mi número de serie
    eliminar
    todo lo que pueda
    atarme
    a cualquier cosa


    pero he llegado.

    habra que confiar en el viento,
    como si nada hubiese pasado


    un saludo!

    ResponderEliminar
  7. Hay algunos muertos resucitando azules en esos pequeños crímenes.

    :)

    ResponderEliminar
  8. Cuánto tiempo sin pasar por aquí. Me quedaré un buen rato, leyendo y creando montoncitos de ceniza. Feliz noche.

    ResponderEliminar
  9. Una ráfaga de mujeres incendiadas le dan la bienvenida a los espantapájaros sidosos....
    Un abrazo!
    SL

    ResponderEliminar