Vuelvo al sur. Vuelvo con las uñas pintadas de negro. Negro el esmalte y el corazón. Vuelvo para olvidar a los poetas mentirosos. Y suena Votolato. Y los asientos separados. Allí te espero. Y tiemblo porque aún existen voces que se atreven a mentir sobre el desierto.
(de mi colección de fotos
desertiques,
un ejemplo de primavera,
un suicidio ideal,
atragantada
con las pitas y las flores)
¿Quién desea morir en el Desierto?
ResponderEliminarlos días de luto, que se enmascaran en la arena.
ResponderEliminarLos mismos que creen que lo han habitado.
ResponderEliminarLa arena se acerca al estigma. el desierto se fecunda en el estilo. esto no es literatura. es el sexo de una flor abriéndose. en parte a su muerte tan fértil.
ResponderEliminarBuen viaje, amiga. besicos
...y suena votolato.
ResponderEliminarY la piedra ha de tener las ganas del corazón.
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